lunes, 28 de febrero de 2011

LOS PEREGRINOS DE LAS TINIEBLAS X


El aire se vuelve más denso y pesado cuando llega la noche y la fría niebla hace acto de presencia, descendiendo sobre el pueblo, arrastrándose a ras de suelo, invadiéndolo todo con su blanco manto, engullendo árboles y matas y dejando a su paso un paisaje de tinieblas. Pero, en el interior de la choza, los peregrinos de guardia, se acurrucan buscando disfrutar del calor que les brinda la rústica chimenea.

– ¿Porque no nos habla de su pasado, Eugene?. -Le pregunta Jacques, mientras acerca las manos a la lumbre de la chimenea. Las llamas acarician sus rostros creando leves oscilaciones rojizas, con suaves lengüetazos de calor.

– Bueno, en realidad, tengo bien poco que contar. Soy descendiente de Macha…-

-¿Macha… tiene algo que ver con macho?- La interrumpe, Jacques, y casi se queda petrificado en la silla cuando la mujer le dirige una mirada iracunda.

– Sí – responde la mujer con aire desafiante- ¿Hay algún problema…? – Los hombres tratan de contener la risa, pero si supieran lo cerca que han estado sus cabezas de convertirse en bellotas para la Morrigan, no estarían tan tranquilos.

– Como iba diciendo – Explica con irritación- Desciendo de Macha, La pelirroja. Una de las heroínas de la historia fundacional del Ulster.

– La historia comienza cuando tres monarcas decidieron gobernar durante siete años en Irlanda. Uno de ellos murió antes de acabar su mandato y su mujer Macha, La Pelirroja, reclamó el trono de Irlanda. Los soberanos Cimbaeth y Dithorba se opusieron. Tras una dura guerra Macha luchó, venció y reinó. Posteriormente, Macha se convirtió en esposa divina de Crunnchu. Pero Conchobar del Ulster le propone una carrera, a pesar de que la dama se encuentra embarazada, teniendo que competir en velocidad con unos caballos. Macha lo hizo para impedir que el Rey le cortase la cabeza a su esposo, Crunnchu, quien había afirmado que su mujer, Macha, era la más rápida del mundo. Ésta, a pesar de decirle al Rey que era peligroso para ella porque estaba embarazada, no consiguió convencerle y éste, obcecado, dijo que si no corría ya se podía ir despidiendo de la cabeza de su marido. Macha protestó acaloradamente e incluso se dirigió a la concurrencia para suplicar su ayuda e intercesión. Sin embargo, los ulates permanecieron en silencio y no hicieron nada por lo que Macha los maldijo. –“¡ Malditos vosotros que no habéis tenido en consideración mi estado, salvaré la vida de mi esposo, pero vosotros sufriréis, de ahora en adelante, el mal que yo experimentaré. Cada nueve meses sufriréis los dolores del parto!”.

Macha compitió y ganó. Y, en la meta, rendida, dio a luz a dos gemelos. Y, por eso aquel lugar es conocido como Emain Macha, o los gemelos de Macha. En el parto dio un grito terrible y cuantos lo oyeron quedaron hechizados. Luego, durante cinco noches y cuatro días, cada nueve meses, experimentarían los dolores del parto. Sólo uno, se libró de la maldición: Cuchulainn.

Posteriormente, los descendientes de Macha se pusieron bajo la protección de Uí Néill de Tara y formaron una confederación de pequeños reinos subordinados a Niall.

Y, hasta aquí mi historia y la de mis ancestros…-

– Realmente, impresionante la historia de esta mujer. Admirable, adelantada a su tiempo, responde a ese tipo de mujer que se salió del sitio que se le asignaba en la sociedad de su tiempo e hizo cosas propias de hombres, me ha dejado sin palabras.

– Sí, más que impresionante yo diría excepcional. Ella fue la primera mujer y se convirtió en un ejemplo digno de imitar, que decía lo que pensaba sin temor a la verdad.- Concluye la abadesa, con orgullo.

Uno de los peregrinos se levanta y va en busca de la petaca de aguardiente que se oculta en sus alforjas de peregrino. Aunque está vieja y roída por los ratones, ahora es su mejor consuelo en esta noche fría y húmeda, la empina y cuando siente como se desliza por su garganta se siente revivir. Después la ofrece a sus compañeros.

-Tendrán relación el asesinato de la novicia y esta matanza tan brutal.- Comenta uno de los peregrinos, cambiando de manera radical la conversación, mientras contempla con fijeza el crepitar de las llamas en la chimenea.

– Todo parece indicar que hay una mano celta tras estos hechos- Explica la monja, que se ha empeñado en hacer la primera guardia ante el estupor de sus compañeros de viaje. – Es más por la forma en que ha sido ejecutada yo diría que es un sacrificio ritual ofrecido al Dios Essus-

– ¿Y quien es Essus? – Pregunta intrigado otro de los peregrinos.

– Essus es un dios galo, pero pertenece a la mitologia celta, es uno de los más misteriosos e inquietantes y se le suele representar empuñando un hacha, bajo las ramas de un árbol, de que cuelga un cuerpo humano, cabeza abajo, y luego se dedica a despedazarlo. Es muy evidente que esa desgraciada ha sido inmolada a este dios, o al menos eso parece. Los druidas hace muchos siglos que dejaron de practicar estos ritos tan sanguinarios y yo pongo la mano en el fuego que aquí hay algo mucho más complejo que un simple crimen ritual…-

– ¿Cómo está tan segura de que esta víctima ha sido colgada, precisamente, boca abajo, en un árbol?. Le pregunta Gondemar.

– Pues, muy sencillo, porque la señal de las ataduras sólo se encuentran en los tobillos, si por ejemplo la hubiesen capturado y maniatado, seguramente tendría en las muñecas las marcas de la soga, cosa que no ocurre. Y, también es señal de que conocía a su captor y asesino. Pero he cometido un lamentable error al no…

-Escuchad, me parece que he oído algo fuera de la casa, – dice con un susurro de voz Gondemar, interrumpiendo a la abadesa. Todos callan y de pronto se dan cuenta de que el caballo que han dejado atado fuera de la casa se encuentra inquieto, bufa y relincha en esa noche húmeda a causa de que alguien merodea fuera de la casa, alrededor del pequeño patio cercado, un intruso que se siente extrañamente cerca y confiado, demasiado cerca, muy cerca, casi a un paso de meterse dentro. Los falsos peregrinos, encargados de velar por el sueño de sus compañeros de viaje, abren con sigilo la contraventana y otean el exterior y sólo alcanzan a ver unas sombras que se pierden entre unos arbustos cercanos. Son las formas de un hombre. Preocupados piensan en llamar a sus compañeros, pero desisten ya que piensan que debe de ser un vagabundo que sólo busca un techo bajo el que cobijarse en una noche tan fría. Pese a que no se ve por ninguna parte, comienzan a pensar en la posibilidad de que el extraño ser se haya introducido en la casa y entonces empiezan a recorrerla, comprueban que puertas y ventanas estén bien cerradas. Deciden salir al exterior y buscar al merodeador. Se acercan hasta el caballo y con cuidado acarician con delicadeza su pescuezo y sus crines y el animal se tranquiliza.

Recelosos, sólo dos hombres han abandonada la seguridad de la casa, pues la noche se presenta inhóspita, se aventuran en medio de la bruma y llegan casi al límite del bosque, allí donde se pierde el pueblo y surge la negrura del bosque frondoso. Pronto, acaban perdidos entre la niebla y desorientados, presienten que algo siniestro se mueve a pocos pasos de ellos y un miedo aterrador les invade porque se sienten vigilados en un paraje totalmente desconocido. De pronto, el aleteo de las aves nocturnas les abofetea y la fría escarcha les humedece la cara, como una caricia sobrenatural. Entonces, ven unas formas oscuras entre la niebla, comandadas por dos jinetes, un hombre y una mujer. De los ojos que deberían contemplarles, tan sólo quedan unas cuencas vacías, sin vida, unos agujeros negros insondables llenos de eterna oscuridad. Unos rostros macilentos y lívidos destacan entre los jirones de niebla.

Con movimientos torpes y envueltos en harapos se van acercando lentamente. Y, una voz cavernosa y temible, que suena atronadora y amenazante, vibra en el silencio de la noche y ordena con furia sobrehumana:





-¡Largo, marchaos de aquí, criaturas impías, no toquéis lo prohibido!- Aterrorizados los peregrinos, por su tono imperativo, piensan que se encuentran en la antesala del infierno.

-¡Cuidaos de las almas errantes! ¡Pagaréis con vuestra vida! –Sigue la siniestra voz en el mismo tono acuciante.

Los dos hombres, dan unos cuantos pasos hacia atrás, asustados, pálidos y sudorosos, con el corazón latiendo como un potro desbocado, deciden huir del lugar arrastrando los pies torpemente. De pronto, la noche ya no sólo les ofrece la aventura, ahora se ha convertido en la antesala del miedo, se dan la vuelta y a loca carrera se dirigen a la casa. No saben a lo que se enfrentan, pero saben que no es nada bueno, pueden ser las almas en pena de las víctimas del pueblo. Enloquecidos, huyen despavoridos de los espectros amenazantes, pero tropiezan y caen, y se vuelven a levantar tratando de huir de ese terror sin límites que les acucia.

Cuando llegan a la casa, con la respiración entrecortada, jadeante y al borde del colapso, les reciben la abadesa y Gondemar, cerrando tras de sí la puerta con un estruendoso golpetazo. Sus compañeros siguen dormidos, completamente ajenos a la pesadilla que acaban de sufrir sus compañeros, pero duermen un sueño inquieto fruto de las experiencias vividas.

-¿Qué ocurre? -Pregunta la abadesa tratando de vislumbrar algo en el exterior, más allá de la bruma.

– Ahí fuera hay un horror sin límites… -El templario apenas puede articular palabra, cuando de pronto se levanta un violento vendaval, que hace crujir los cimientos de la vivienda. Implacable, arranca del sueño a los falsos peregrinos. En el pueblo desierto, el viento se ha convertido en un grito agónico del más allá. Parece que se han abierto las puertas del Purgatorio y de él surgen todas las almas de los hombres, mujeres y niños asesinados que se resisten a abandonar el pueblo donde vivieron y murieron.

Les llega el sonido de los lamentos, susurros, voces y quejidos, con el entrechocar de las espadas de fondo, pero por encima de todo eso perciben como un sonido sibilante, un extraño diálogo se ha establecido en el exterior, pero no es de este mundo.

-¡Largo, marchaos de aquí, criaturas impías, no toquéis lo prohibido!- Repite el espectro con el mismo tono imperativo.

-¡Cuidaos de las almas errantes o pagaréis con vuestra vida!. – Horrorizados los templarios sienten como aporrean violentamente la puerta y las terribles palabras del espectro les trastornan hasta la médula.

En el exterior, los espectros se mueven al compas de una esperpéntica y macabra Danza de la Muerte, gritan, se convulsionan y al final, al borde del paroxismo, dando un gran salto se encaraman en el tejado donde siguen con sus imprecaciones vociferantes.

-¡¡¡CUIDAOS DE LAS ALMAS ERRANTES, CRIATURAS IMPÍAS!!!…- Crece la tensión y los rostros descarnados se deforman por la rabia y continúan con su terribles amenazas.

-¡¡¡CUIDAOS DE LAS ALMAS ERRANTES, CRIATURAS IMPÍAS!!!… -Resuena la voz estentórea, resuena entre la bruma tenebrosa y resuena entre los trémulos ecos de los espectros que le acompañan. Y, al final, el cúmulo de sonidos resulta atronador y entre ellos destaca un sonido agudo que rasga el aire espeso, un aullido largo y sostenido.

En el interior de la casa, los peregrinos sienten como arrecia el viento y notan a esas extrañas presencias recorriendo iracundos el tejado musgoso de la casa, acompañadas de gritos sobrenaturales, un ruido infernal que taladra los oídos de los peregrinos. Comienza los susurros, y los pasos furtivos tanteando la pizarra y desencajando las precarias tejas, buscando la chimenea, en ese momento encendida. Estremecidos, temen por la precariedad del tejado ya que escuchan los crujidos de las tejas arrancadas por el ímpetu del viento y el feroz ataque de los espectros.

La abadesa tiene el rostro absorto e inexpresivo, se halla en trance, en plena meditación trascendental, completamente ajena a todo el horror que está ocurriendo sólo tiene fuerzas para entonar una triste letanía.

-“El señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿Quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados

para devorar mi carne,

ellos, enemigos y adversarios,

tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,

mi corazón no tiembla;

si me declaran la guerra,

me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,

eso buscaré:

habitar en la casa del Señor

por los días de mi vida;

gozar de la dulzura del Señor,

contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda

el día del peligro;

me esconderá en lo escondido de su morada,

me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza

sobre el enemigo que me cerca;

en su tienda sacrificaré

sacrificios de aclamación:

cantaré y tocaré para el Señor.

Eugene utiliza la vieja meditación de los místicos irlandeses, destinada a calmar la mente, abriendo su espíritu a Dios. Así por medio de este amor místico consigue tranquilizar el alma y ralentizar el ritmo de la vida. Sólo trata de conseguir una alteración de la conciencia, una especie de paz contemplativa. Entona, susurrando un cantico del alma para conseguir una resonancia armónica con la que equilibrar los opuestos en su interior.

Sara se encuentra despierta en el cuarto dominada por un terror que la tiene completamente paralizada. Cuando sus amigas fantasmales se materializan ante ella y la rodean con su aura brillante, la alegría que siente al verse en compañía de sus amigas queda enturbiada por el terror de lo que está viviendo. La joven se intranquiliza, pues teme que su compañero la descubra hablando con sus amigas y no comprenda la situación, o piense que roza la locura, pero ellas la sacan de dudas.

-No te preocupes por tu compañero, está sumido en un sueño profundo.- Sara le echa una mirada y comprueba que se encuentra en una inconsciencia total casi extrema, demasiado pura, demasiado perfecta, pero con una total insensibilidad casi sobrenatural.

-¡ No les abráis la puerta, no les dejéis entrar! – Le dice Sofía muy alarmada – Son espectros custodios, si no tocáis nada, no tendréis nada que temer-

– ¿ Qué es lo que custodian? Pregunta la joven aterrorizada.

– Custodian un tesoro ensangrentado- Sigue diciendo Filomena, aclarando sus dudas.

– Sí, pero es un tesoro manchado con su sangre, con la sangre de estos espectros- Clara se le acerca y le muestra un extraño objeto.

– Estos espectros son las personas que se encargaban de proteger un tesoro y perdieron la vida por ello. – Le responde Clara. Mientras se le acerca con el objeto en la mano que mantiene misteriosamente oculto.

– Esto que te entregamos es un amuleto protector, deberás llevarlo colgado alrededor de cuello y cuando sientas que un peligro te acecha, simplemente lo acaricias y, entonces alguien cercano a ti te salvará.-

– ¡Pero si es una cruz!-. Exclama escandalizada Sara- Nosotros, los cátaros la rechazamos, porque simboliza la agonía y el sufrimiento de Jesucristo.

-Sí, es una rudimentaria cruz de piedra, pero estás equivocada querida Sara, ya que la Cruz es un signo tan antiguo como la humanidad y siempre ha representado a Dios. Es el “árbol de la salvación” ya que Jesús la cargó y murió en ella para salvarnos.-Sofía coge la pequeña cruz entre sus manos y mostrándole el palo horizontal le dice:

– Ves este palo, pues con el se consigue la hermandad de los hombres- Después señalando el vertical – Y este palo vertical, si lo acaricias reconciliará el cielo con la tierra.

-Será por eso por lo que lo romanos clavaban en la cruz a algunas personas, para conseguir la hermandad de los hombres y unir el cielo con la tierra. Contesta con ironía, Sara, empeñada en seguir rechazando la cruz.

-Estos pobres espectros son almas errantes que todavía permanecen unidos a la tierra y no tienen relación alguna con el cielo, porque sus cuerpos son los de unas víctimas asesinadas que no han recibido los auxilios de la religión y sólo buscan reposar en paz en alguna tumba.- Le dice comprensiva, Sofía, su amiga fantasmal, ignorando el comentario ácido de la joven.

– Ahora, Sara nos tenemos que ir, haz caso de lo que te hemos dicho… – Filo antes de desaparecer junto a sus amigas, se acerca a Clara y tomando la cruz sagrada, de las manos de su amiga, se acerca a la joven y dirigiéndole una cálida sonrisa le coloca el crucifijo alrededor del cuello, mientras le dice:

– Querida niña no seas rebelde y sigue nuestros consejos. – Son sus últimas palabras. Después, las tres muchachas luminosas se cogen de las manos y desaparecen en un torbellino brillante de color.-

En la soledad de su estancia, Sara dirige la mirada hacia la extraña cruz de piedra y con renuencia la coge entre sus manos, repentinamente de la cruz emana emana un calor que se extiende por todo su cuerpo. Se siente maravillosamente con el calor vibrante, palpitante, una sensación de agradable bienestar la inunda. Desde ella brota un chorro de luz que se dirige hacia el techo y lo ilumina totalmente.

Repentinamente todo cesa, un silencio extraño lo llena todo, poco a poco se va convirtiendo en algo opresivo, extremadamente opresivo, casi sepulcral sólo interrumpido por el golpeteo de alguna contraventana...

CONTINUARÁ...

viernes, 25 de febrero de 2011

EL VIEJO Y EL POZO


Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada del pueblo. Un día, un joven se le acercó y le preguntó:
- Yo nunca he venido por estos lugares, ¿cómo son los habitantes de esta ciudad?
El anciano le respondió con otra pregunta:
- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?
- Egoístas y malvados, por eso me he sentido contento de haber salido de allí.
- "Así son los habitantes de esta ciudad", le respondió el anciano.
Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:
- Voy llegando a este lugar, ¿cómo son los habitantes de esta ciudad?
El anciano, de nuevo, le contestó con la misma pregunta:
- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?
- Eran buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos...
- "También los habitantes de esta ciudad son así", respondió el anciano.

Un hombre que había llevado a sus animales a tomar agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó le dijo al anciano:
- ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta puesta por dos personas?
- "Mira -le respondió- Cada uno lleva el universo en su corazón.
Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí".
"En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, encontrará también aquí amigos leales y fieles. Porque las personas son lo que encuentran en si mismas, encuentran siempre lo que esperan encontrar".

jueves, 17 de febrero de 2011

LA GRAN PARADOJA DE LA HUMANIDAD






DICEN QUE DIOS CREÓ AL BURRO Y LE DIJO:

-"Serás burro, trabajarás de sol a sol, cargarás sobre tu lomo todo lo que te pongan y vivirás 30 años". El burro contestó:
- Señor, seré todo lo que me pides, pero... 30 años es mucho, ¿por qué no mejor 10 años?. Y Dios creó al burro.

DESPUES DIOS CREÓ AL PERRO Y LE DIJO:

-"Serás perro, cuidarás la casa de los hombres, comerás lo que te den y vivirás 25 años". El perro contestó:
-Señor, seré todo lo que me pides, pero... 25 años es mucho, ¿por qué no mejor 10 años?.
Y Dios creó al perro.

LUEGO DIOS CREÓ AL MONO Y LE DIJO:

-"Serás mono, saltarás de árbol en árbol, harás payasadas para divertir a los demás y vivirás 15 años". El mono le contestó:
-"Señor, seré todo lo que me pides, pero... 15 años es mucho, ¿por qué no mejor 5 años?. Y Dios creó al mono.

FINALMENTE, DIOS CREÓ AL HOMBRE Y LE DIJO:

-"Serás el más inteligente de la tierra, dominarás el mundo y vivirás 30 años". El hombre le contestó:
-"Señor, seré todo lo que me pides, pero... 30 años es poco. ¿Por qué no me das también los 20 años que no quiso el burro, los 15 que no aceptó el perro y los 10 que rechazó el mono?. Y Dios creó al hombre.

Y HE AQUÍ LA PARADOJA:

Así es que el hombre vive 30 años como hombre, luego se casa y vive 20 años como burro, trabajando de sol a sol y cargando sobre su espalda el peso de la familia; luego se jubila y vive 15 años como perro, cuidando la casa, comiendo lo que le den y termina viviendo 10 años como mono, saltando de casa en casa de los hijos, y haciendo payasadas para divertir a los nietos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

LOS PEREGRINOS DE LAS TINIEBLAS IX



La muchacha ofrece una visión concupiscente en la muerte, su cuerpo destrozado se exhibe ante los ojos de los hombres y, ya, sólo provoca horror. Presenta unas grandes heridas provocadas por las profundas dentelladas de algún terrible depredador. Sus pobres vestiduras han sido desgarradas y el cabello, enredado, presenta rastros de sangre.

Eugene contempla, con detenimiento, el cuerpo de la desgraciada mujer y comenta a los hombres:

-“¿ Os habéis fijado en el cadáver?"- Pregunta la abadesa mientras contempla, con fijación obsesiva, el cuerpo de la desafortunada muchacha.

-“ Claro, y quién no, qué mala suerte ha tenido la pobrecilla”-Le contesta uno de los templarios, de largos y rubios cabellos, con unos enormes mostachos que le caen a ambos lados de la boca, visiblemente horrorizado ante la escena que tiene ante sus ojos.

– “No notáis nada raro en él”- Insiste la monja. Interesada en mostrar, a sus compañeros de viaje, las sospechas que se empiezan a formar en su mente.

-“¿Raro?"- Dice Hugo mirando a la abadesa, intrigado ante la perspicacia de la mujer.

-" Sí, mirad, todo parece indicar que esta pobre mujer ha padecido una muerte violenta, y en esta zona no hay indicios de que haya habido forcejeo, toda la sangre está concentrada en el cuerpo de la infortunada, pero no se ve ni rastro por los alrededores. "-

-" Es verdad, eso quiere decir que la han asesinado en otro lugar y la han traído aquí." – Le dice Guillermo, mientras se rasca pensativo la frondosa barba que amenaza con ocultar, totalmente, su rostro curtido. Imita la perspicacia de la monja, y se aproxima con cautela hasta la joven con intención de contemplarla desde más cerca. –Mirad, aquí se ve un tajo limpio, preciso, que recorre la garganta, de oreja a oreja; pero, casi, se oculta con esta dentellada de la base del cuello, parece que han querido disimular la herida.”-

– "No han tratado de disimular nada. – Responde muy alterada la monja- En realidad, me parece que, a esta pobre muchacha, le han aplicado la Triple Muerte Celta…"-

– "¿La Triple Muerte Celta?" – Replican al unísono los once templarios, perplejos, interrumpiendo las explicaciones de la abadesa.

– "Sí, la Triple Muerte celta, … Y, no sólo eso- dice la abadesa muy irritada, pues no le gusta que la interrumpan cuando está hablando- ¿No veis nada más…?”- Los templarios, ante las palabras de la monja se dedican a observar con más detenimiento el cuerpo de la finada.

– "Yo no veo nada,"- dice, con irritación, Andrés, subyugado ante la sabiduría de la abadesa

– "Fijaos en los pies de la desdichada, aparecen descalzos, y si los veis con detenimiento se aprecian moretones y rasguñones. ¿Alguien se atreve a examinarle las plantas de los pies?"- Ninguno se ofrece, pero es Hugo, quien, finalmente, se atreve a inspeccionar los pies ensangrentados de la joven, se aproxima, con cautela, conteniendo la respiración, pues no quiere inhalar el olor pútrido que despide la muerte.

-" Están totalmente despellejados y llenos de ampollas, y estas marcas del tobillo me parece que son la marca de una soga. Esto significa que ha corrido mucho antes de morir, pero hay algo que me extraña y es lo corto que lleva el cabello. Quizá, posiblemente sea una monja, y por lo joven que es, debe de ser una novicia. Existe un asesino o asesinos que actúa en este zona, pero nosotros no podemos hacer nada, ni siquiera enterrarla ya que no tenemos herramientas, de todas formas lo que si podemos hacer es cubrirla con algunas hojas y follaje para preservarla de las aves carroñeras.”- Termina diciendo Hugo.

Eugene, apenada porque no puede hacer nada por la pobre mujer, decide rezar un breve responso por su alma. Musita casi en silencio las palabras del apóstol San Pablo: –“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor.-

-"Yo creía que las monjas celtas no simpatizaban con los preceptos del apóstol San Pablo. – Rie, Hugo -¿No fue Pablo de Tarso quien dijo que había que someterse al amo y no consentía que la mujer enseñase al hombre?"-

– "Sólo algunos no aceptan su misoginia declarada.- Explica la monja- Él dice que las mujeres deben someterse al marido ya que éste es la cabeza de la mujer, así como Cristo es la cabeza de la Iglesia… Éstas son sus palabras textuales y la razón por la que algunos entienden que San Pablo estaba en contra de la dignidad femenina y de su participación en todos los cargos públicos…"-

-" Pero, en realidad, creo que los preceptos del apóstol han sido mal interpretados, porque si se lee sus textos, en profundidad, vemos que dice :

-“El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne: antes bien la alimenta y la trata con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo”- Explica la abadesa clavando su verde mirada en la del hombre y éste, disimulando, mira hacia otro lado para que la mujer no descubra los sentimientos que despierta en él.

Prosiguen su viaje por el bosque que ya empieza a ser algo interminable. Ya se va acercando la noche y tienen que pensar en encontrar un lugar donde descansar. Avanzan por una planicie que termina de manera repentina en una pendiente por la que descienden sin gran esfuerzo. Comprueban que el bosque ha dejado de ser sombrío y se abre un claro donde impera la misma soledad que hasta entonces. Algunos árboles indican que todavía se encuentran en el inquietante “bosque de los aparecidos”.

– "Eugene, puede aclararme qué es, exactamente, “La Triple Muerte”- Pregunta Hugo, rompiendo el incómodo silencio en el que se hallan sumergidos ya hace rato.



– “La triple muerte es un crimen ritual celta, es la muerte más horrible que se pueda imaginar- Cuando Eugene comienza a explicarse, todos los demás templarios se agrupan a su alrededor escuchándola con interés- la víctima propiciatoria puede ser de ambos sexos. En los antiguos sacrificios druidas las víctimas eran asesinadas con una espada, asaetada o empalada, y en este caso hemos podido ver cómo tenía un profundo tajo en la garganta, todo parece indicar que ha sido desangrada, por la laceración de los pies y sus tobillos, yo diría que la han colgado de un árbol por los pies y la han sangrado, poco a poco. Los druidas utilizaban diversos rituales de sacrificio a sus dioses. Por ejemplo, para honrar a Teutates ahogaban a la víctima en una tina con algún líquido; para Esus, se colgaba a la víctima de un árbol y se la sangraba, lentamente; para Taranis, se quemaba vivos a unos hombres encerrados en un muñeco de madera."-

Sara escucha las palabras de la abadesa totalmente horrorizada y comprende que en nombre de la mal llamada religión se comenten y se seguirán cometiendo muchas atrocidades. Siente congoja al pensar que la tolerancia y el amor al prójimo, no figuran, precisamente, en el código de valores de una sociedad convulsa.

Muy afectada por los hechos, vislumbra, a lo lejos, un puente de piedra que no tardarán en franquear. Y, descubre al pie de una agrupación rocosa, un pequeño pueblo que, al ocaso, le parece un milagro divino, un lugar hospitalario donde pasar toda la noche.

Los peregrinos penetran en el pueblo abandonado, nada que tenga vida se mantiene en pie, asolado por la ultima epidemia de peste, sólo habitan en él la soledad y el abandono. Los gritos agónicos del viento se convierten en un quejido siniestro que les atemoriza. Pero, la noche está próxima y la acompaña un séquito de sombras y oscuridad, que de manera inexorable, ya se va acercando como un negro sudario por el “bosque de los aparecidos”.

Avanzan entre las casas, tristes, en su abandono, las ráfagas del viento provocan que los postigos y contraventanas choquen violentamente contra las oscuras paredes. Caminan por una calle desierta, dominada por la furia del viento que intenta llevarse con él, los pocos edificios que quedan en pie.

Llegan hasta el inquietante edificio de la iglesia del pueblo, pero rehúsan guarecerse en su interior y siguen vagando sin rumbo fijo, hasta que llegan a lo que parece ser una posada o un albergue. Piensan que es posible que en su interior encuentren algo de comida y un lugar donde dormir.




Un cartel de grandes dimensiones en uno de los lados de la fachada indica que se llama “La posada de Aquitania”. Los peregrinos se aventuran en el interior sin grandes reticencias y exploran con curiosidad todas las dependencias que la integran.

Totalmente desierta, su estado indica que fue abandonada de manera repentina, ya que encima de las mesas todavía se encuentran las escudillas con los últimos restos de la comida ya agusanada por el tiempo transcurrido y jarras con vino, en su interior. En algunos platos todavía existen restos de lo que fue un asado, pero los gusanos se están dando un buen festín a su costa.

– “ Parece como si hubieran tenido que dejarlo todo repentinamente y huir.”-

Comenta Hugo tras echar una ojeada por el local. Y, cuando llega hasta unas rústicas escaleras de madera comienza a subir por ellas, seguido por el resto de sus compañeros. La madera cruje de una manera alarmante y por un momento tienen la certeza de que se va a quebrar bajo sus pies, dada la precariedad de su estado. Pero, al final consiguen acceder al piso superior. Un largo pasillo construido totalmente con madera, unas serie de puertas indican la presencia de las habitaciones de la posada. Contemplan el aspecto que presenta y se horrorizan ya que impera un total desorden, la ropa de las habitaciones están esparcidas por el suelo, los colchones totalmente desgarrados, con su contenido desperdigado por el suelo, pero, lo más espeluznante es que hay sangre por todas partes, en la ropa, en el suelo, en las paredes. Horrorizados deciden abandonar el lugar e impiden que las mujeres que les acompañan puedan ver la carnicería; en especial Sara, ya que es sumamente sensible a estas cosas.

-" Esto no ha sido la peste"- Dice Archembaud con aprensión, yo aquí no me quedo ni por todo el oro del mundo.

– "Han sufrido un violento ataque" – Dice Guillermo cuando penetra en el interior de una de las habitaciones, pero la abandona al poco tiempo, existe sangre por todas partes, se intuye el ensañamiento brutal que se produjo en el lugar. La ventana aparece totalmente abierta y, curiosamente, limpia de sangre.

-"Me parece que iniciaron el ataque en el piso superior, debieron entrar por las ventana, fijaos que esta ventana aparece intacta. "-

-"Si porque en el comedor no hay signos de violencia, es decir, que entraron y salieron por la ventana, es extraño, y me pone los pelos de punta…"- Dice Andrés mientras coge un extraño amuleto del suelo, se lo enseña a Hugo y éste lo oculta entre sus ropas, pensando en mostrárselo más tarde a la abadesa.

-"¡ Dios, la Morrigú ha despertado!"- Exclama la abadesa y sus ojos se abren con espanto, desorbitados, cuando el templario le muestra el extraño amuleto que han recogido en la planta superior de la posada.

-" ¿Y quién es la Morrigú?"- pregunta intrigado, ya que no es ajeno a la expresión de horror que se ha reflejado en el rostro de la monja.

La Morrigú o La Morrigan es la Reina de los Espectros, de los Fantasmas o la Reina de las Sombras, es la más destructiva de todas las reinas, la señora de la Guerra y la Muerte, la Renovación, la Fertilidad y el Sexo. La Morrigan actúa junto a sus terribles hermanas, son irlandesas y llevan a una jauría de perros con ellas. Se la invoca por medio de una incitación a la guerra por medio de un cuerno de guerra o de los graznidos de los cuervos y como es capaz de cambiar de forma, puede aparecer convertida en un cuervo, una anciana hechicera o una mujer joven y hermosa. Esta Reina disfruta con el caos y la muerte. Se suele ver en los arroyos lavando los ropajes de aquellos que van a morir en el combate. Los cráneos de los caídos en batalla eran llamados “las bellotas de la Morrigan”. Se dice de ella que hipnotiza a los hombres en su espiral de muerte y destrucción. La Morrigú o la Morrigan es un demonio infernal y ha sido invocada…Y, ese amuleto que han recogido es la “Cruz de La Morrigú” …

En una ocasión profetizó el fin del mundo diciendo:

-“ Veremos un mundo que no me querrá; habrá veranos sin pétalos, ganado sin leche, mujeres sin pudor, hombres sin valor, conquistas sin ningún fin…Bosques sin árboles, mares sin habitantes, juicios en falso contra hombres ancianos y sabios, malos defensores corruptos, todo hombre, un traidor; todo hijo, un ladrón. El hijo irá a la cama del padre, el padre a la cama del hijo. Cada uno de sus hermanos lo será por ley. No buscará a ninguna mujer fuera de su casa…En un tiempo malo, la indecencia engañará a su padre, a su hermana defraudará.-“

No tardan en abandonar la posada y deciden alojarse en la iglesia y hacia allí se dirigen, pero la situación que presenta el lugar no es mejor, ya que aparte de la destrucción y la sangre que aparece por todas partes, se han dedicado ha realizar profanaciones en el altar mayor.

Vuelven a cruzar todo el pueblo, hasta una pequeña plazoleta, situada en las afueras del pueblo, rodeada de pequeñas granjas de labor, se fijan en la más grande, una de proporciones considerables ya que las demás sólo parecen cabañas de campesinos, casas humildes. Se sorprenden al descubrir que aunque la puerta está abierta de par en par, todo en su interior permanece inmaculado. Sólo tiene un inconveniente y es que se encuentra muy próxima al bosque, que a estas horas se presenta como un lugar poco tranquilizador. Los peregrinos encuentran aceptable su refugio, y por fin se deciden a pasar la noche bajo un techo protector.

Inspeccionan la casa y descubren que no es muy grande, tan sólo dispone de tres dormitorios y un comedor modesto, así que se distribuyen por grupos. En las habitaciones se alojarán grupos de cuatro y de dos; y, en el comedor, los restantes, montando guardias. Pero, antes de dormir, aunque evitan hablar sobre lo que ha sucedido en este pueblo. Resulta inevitable sacar a relucir los hechos que han presenciado. Piensan que este pueblo no sólo ha sufrido el azote de la peste, sino que ha padecido algo mucho más terrible y sanguinario, algo que intuyen, pero que no alcanzan a comprender y que les mantiene con el alma en vilo, pero lo que ellos no saben es que van a tener ocasión de conocerlo dentro de poco.

martes, 15 de febrero de 2011

LOS PEREGRINOS DE LAS TINIEBLAS VIII


..."No me hagáis esto, por favor, no quiero esas reliquias!”-. Se explica la hija de Dios cada vez más alterada, a cada minuto que pasa. Se siente impotente ya que los peregrinos, que están remojándose los pies en un riachuelo, hacen caso omiso de sus palabras.

Los caminantes han encontrado un lugar sombreado, a la orilla de un río, lo bastante amplio para todos. Gondemar hace la señal de alto. El sol se encuentra en el punto más alto y el cansancio es tan intenso que no se puede dar un paso más. Las cristalinas aguas del riachuelo tienen un poderoso imán incapaz de resistirse. Los hombres guardan silencio ya hace demasiado tiempo, ni siguiera piensan. Sólo aspiran encontrar la sombra de un árbol, bajo el que sentarse y tomar el tentempié que les ha dado la abadesa. Mastican muy lentamente, para que les dure y así engañar a su estómago lastimero. Beben de sus cantimploras y después se remojan los pies en el río, pero la encuentran tan refrescante y deliciosa que sin pensar demasiado en la muchacha que les acompaña, empiezan a despojarse de sus ropas, a excepción de sus calzones, y se zambullen sin complejos en las frías aguas del río.

-“Es que no comprendéis que para mi sólo simbolizan el dolor y el sufrimiento de Jesucristo y que si las toco, reviviré toda su terrible agonía”.- Sólo, entonces, Hugo escucha las lastimeras palabras de la muchacha y se dirige a ella diciéndole, tratando de calmarla:

– “Esas reliquias, que tanto desprecias, son algo muy importante y debes tenerlas en tu poder, cuando abandonemos Francia. En ellas se encuentra la sangre derramada de Jesucristo y, si tanto te asusta tocarlas, no te preocupes que ya nos haremos, nosotros, cargo de ellas y las custodiaremos.”-

Sara comprende que la decisión ya está tomada y que sus deseos no cuentan, ya que los peregrinos han decidido llevar a cabo la misión de recuperar las preciadas reliquias y lo que ella piensa, para ellos no cuenta.

Enojada se refugia bajo la fresca sombra de un roble y les contempla con enojo y, casi, con envidia, mientras chapotean, despreocupadamente, entre las cristalinas aguas.

Entonces, descubre a su lado a sus tres amigas fantasmales que han vuelto a hacer acto de presencia y están sentadas, tan campantes, a su lado, contemplando, con interés, a los hombres; que, totalmente, despreocupados, se están remojando en el agua, desnudos, a excepción de sus toscos calzones, manifestando todo un atractivo derroche de energía y vitalidad. Las muchachas luminosas sonríen cuando contemplan la divertida escena que protagonizan los hombres, alborotando, entre las frías aguas.

-“Hola, querida Sara, aquí estamos otra vez, como te prometimos, sabemos que estás confusa y hemos acudido a aclararte, un poco, las ideas-“Le dicen sus amigas.

– “¡Oh, habéis vuelto, que feliz que soy y sabiendo que siempre estáis cerca de mí, casi me siento en la gloria, como vosotras. Por que no me lleváis con vosotras, no os va mal, y aquí las cosas se complican cada vez más”- Les dice, entristecida.

-“No digas estas cosas, querida, sabes que no puede ser, eres muy joven y tienes mucho por vivir y aún has de recibir muchas satisfacciones, sólo tienes que esperar y la vida te volverá a sonreír, como en el pasado”- Le dice Filo, mientras le aparta de la cara un mechón rebelde que se obstina en cerrarle un ojo.

-“ Estos hombres sólo tienen una preocupación, protegerte, y pueden decidir qué es lo que más te conviene. Así que, deja de rechazar esas reliquias tan importantes y llévatelas contigo, porque aquí peligran, en el futuro esa basílica sufrirá un incendio de proporciones colosales que la destruirá en su totalidad y todo lo que se encuentra en su interior se perderá, irremediablemente, si no nos ocupamos de ellas, acabaran desapareciendo y tú no puedes consentir eso, ¿no?. Cuando llegues al “Nuevo Mundo”, en ti y en tus descendientes recaerá la responsabilidad de custodiarlas y protegerlas. Y, nosotras, cuando llegue el momento, nos encargaremos de indicarte el lugar, un santuario sagrado y recóndito, inexpugnable, donde deberán reposar eternamente.”-

– “Ya has decidido con quién vas a tener a tu hijo- Le pregunta directamente Sofía, dando un giro a la conversación. – no debes de pensártelo, demasiado, ya que el tiempo corre…”-

– “No pienso tener un hijo con ninguno de ellos, no me hacen ningún caso”- Dice la hija de Dios señalando, con un gesto airado de la mano, a los hombres.

Las muchachas luminosas no tratan de presionarla demasiado, ya que confían que la naturaleza y el instinto conspirarán para hacer realidad sus deseos.

-“Ahora, Sara debes decirles que ya está bien de baño, que están perdiendo un tiempo precioso y debéis partir lo antes posible”- Le dice, Clara, mientras le retira la flor del pelo.”-

– “Y, sobre todo, no debes olvidar que eres un “muchacho” que regresa de visitar la tumba del apóstol Santiago, y los muchachos no llevan flores en el pelo. No olvides este detalle en el futuro.”-

Sara, muy obediente, abandona su asiento, se acerca a la orilla del río y empieza a recriminar, a los templarios, con cara de enojo, que deberían de abandonar el río y reanudar el viaje ya que no tienen todo el tiempo del mundo y si pretenden conseguir las reliquias deben partir de inmediato y no perder más el tiempo.

Los once templarios la contemplan con una expresión indescifrable que no augura nada bueno. Entonces, reaccionan, al unísono, saliendo del río y originando una lluvia de salpicaduras, se dirigen a ella riéndose, alegremente, y antes de que se de cuenta la cogen entre todos en vilo y, sin contemplaciones, la arrojan al agua. Sara no puede reaccionar. Y, al final, sólo se contenta con palmotear impotente, sobre las aguas. Pero, cuando se levanta chorreando, tiene el tiempo justo para ver a sus tres amigas fantasmales riéndose con ganas. Finalmente, se cogen de las manos y desaparecen, en un torbellino luminoso de color, y con ellas, también se esfuma su enfado.

Mientras, esperan que sus ropajes se sequen al calor del sol, todo el mundo se echa a dormir la siesta. Es el mediodía y Sara escucha la serenata que ofrecen las cigarras. Pero, al cabo de un rato, ya se encuentran, totalmente, dormidos y los potentes ronquidos rivalizan con el canto las graciosas cigarras campestres.

Cuando se despiertan, empiezan a organizar sus alforjas para iniciar la marcha, con el descanso se encuentran renovados y alegres, y miran al cielo con una expresión de dicha en el rostro.

Gondemar presiente que algo se acerca por el bosque, aguza el oído y dice:

– “Callad, un momento y escuchad…” El templario se levanta y se acerca hasta el linde del camino donde nace el pequeño sendero que conduce al río.

– “Se siente el retumbar de unos cascos de caballos, se acerca alguien a todo galope por el camino”- Cuando pronuncia las últimas palabras, reaccionan con rapidez cogiendo, en volandas, a Sara entre varios y la ocultan tras unos tupidos matorrales y dejan a Andrés con ella. El resto se dirige hasta el árbol más próximo y con una gran destreza, fruto de su entrenamiento en las cruzadas, trepan, todos, a la copa del árbol donde esperan sorprender al jinete que se aproxima.

El sendero recoge el furioso retumbar de los cascos del caballo. Y, en un respiro, uno de los templarios salta sobre el jinete derribándole sin dificultad, caen rodando sobre la tierra inmersos en un torbellino de tierra y hojas secas. Cuando frena la lucha cuerpo a cuerpo, el hombre contempla los inmensos ojos verdes de una mujer, que le miran encendidos por la furia.

-“Por Dios, Perdón, señora abadesa”- Se disculpa de la mejor manera que sabe, el azorado templario, cuando comprende que ha estado a punto de lesionarla.

– “Y, si, para empezar, os levantáis y me dejáis libre, que me siento aprisionada, y me duele todo el cuerpo”-Contesta la monja muy airadamente y muy herida en su amor propio, pues es uno de los pocos hombres que la ha abatido ya que ella pertenece a una estirpe guerrera de Irlanda y tiene un entrenamiento de elite en la lucha cuerpo a cuerpo.

Pasado el violento momento inicial, los peregrinos y la abadesa se saludan efusivamente y les pone al corriente de lo que ha sucedido en la abadía. La triste situación de las religiosas deja consternados a los hombres, pero la suerte ya está echada y sólo cabe esperar que la providencia sea benevolente con ellas.

Sara sale de su escondite y se abraza con alegría a la mujer que la recibe en sus brazos con emoción y termina postrándose de rodillas ante la joven, pero ésta nuevamente la coge de la mano y la levanta.

-“No quiero que nadie se postre ante mis pies, soy una persona común y corriente, no existe ninguna trascendencia en mí, tan sólo quiero que me trates como a una amiga… No soy merecedora de tanta adoración."

Tras ofrecerle algunos alimentos vuelven a reanudar el viaje. Siguen un sendero que zigzaguea como una serpiente atravesando terraplenes de roca, tierra y troncos caídos que les destrozan los pies. A veces les llega el perpetuo murmullo del río que parece acompañarles durante todo el trayecto. Atraviesan claros boscosos y sombrías arboledas perdidas. No parece que sea posible encontrar a gente que habite en lugares tan recónditos. Ellos saben que es la única ruta segura hacia el norte.

Penetran en la espesura boscosa donde contrasta el colorido naranja, rojo y verde de las aulagas y los helechos, creando un espectáculo casi místico y atemorizador al mismo tiempo. Sólo están el bosque y ellos, nada más, sobrecogidos ante la gran extensión de árboles y plantas que les rodea, no les llega ni el canto de las aves, pero el bosque tiene una secreta melodía que todos perciben con agrado, y está en el leve susurro de las hojas cuando las acaricia el aire, en el alegre murmullo del río, en la suave brisa acariciando la hierba y en el sonido del viento cuando surca los cielos. Y, piensan que necesitarían días y días para tratar de diferenciar todos los sonidos del bosque.

Sara observa que el cuerpo de la abadesa se tensa cuando contempla el cielo y sigue la dirección de su mirada.

-" ¿Qué son esas aves negras?"- Pregunta Sara, impresionada por la negra mancha que sobrevuela por el cielo.

-" Esas aves son cuervos y no anuncian nada bueno"- Le contesta la abadesa. Los cuervos se asemejan a una mancha negra que contrasta contra el azul del cielo y vuelan trazando círculos y descendiendo en picado.

-" Los cuervos siempre merodean donde existen animales muertos." – Dice Hugo. Y ha de ser bastante grande ya que hay muchos.

-" Vamos hacia allí, está de camino y tengo curiosidad por saber qué es lo que puede atraer a estos animales."- Dice Hugo, mientras encamina sus pasos hasta el lugar donde se congregan los córvidos.

Los peregrinos siguen renuentes a Hugo, avanzan entre la maleza de bosque que cada vez es más espesa y puede ocultar a un regimiento entero.

Antes de contemplar el horror, notan la pestilencia que inunda el lugar,un olor pútrido nauseabundo y corrompido, es el olor de la muerte lo que impregna todo el lugar. Cuando llegan al lugar donde se congregan los cuervos, el horror no tiene límites, sobre el suelo se aprecia una forma humana cubierta enteramente por la bandada de cuervos. Los hombres espantan a las aves carroñeras y entonces descubren el cuerpo de una mujer joven que ha pasado a mejor vida de forma muy violenta. Los caminantes contemplan inmóviles el cuerpo casi desnudo, incapaces de asimilar lo que están viendo con sus ojos. Sara se mantiene apartada ya que teme que sus visiones vuelvan a aparecer.

sábado, 12 de febrero de 2011

FILOSOFIA DE LA TERCERA EDAD- GEORGE CARLIN

El humorista Georges Carlin considerado un icono de la contracultura y famoso por sus bromas causticas sobre las drogas, las palabrotas y la decadencia de la humanidad, falleció el 22 de Junio de 2008, en Estados Unidos, tras sufrir un infarto de Miocardio.

En su larga carrera, Carlin consiguió la fama gracias a su ácido sentido del humor, que lo había convertido en un destacado azote antiestablishment en los setenta. Calvo y barbudo, su imagen se hizo inconfundible. Sus monólogos solían estar salpicados de referencias a las drogas y popularizó el número Seven words you can never say on televisión (Siete palabras que nunca puedes decir en televisión).

Sus audaces bromas radiofónicas llevaron sus programa ante el Tribunal Supremo que acabó sentenciando que los números de Carlin eran indecentes y que el regulador gubernamental de la radiotelevisión podía prohibir su emisión en horario infantil.

Pero a pesar de todo siguió cosechando premios, entre ellos, el Grammy y el prestigioso Mark Twain, concedido por el centro John F. Kennedy.

Su especialidad humorística giraba en torno a un tema central: la humanidad es una especie maldita y condenada. “No tengo creencias ni lealtades. No creo en este país, no creo en la religión ni en dios, y no creo en todas esas ideas institucionales creadas por el hombre”, señaló en 2001 en una entrevista a Reuters. Carlin esperaba llegar a un más allá desde donde poder ver la decadencia de la civilización desde una “CNN celestial”, según señaló en una entrevista a Playboy hace tres años.

Nos ha dejado un valioso legado que consta de veinticinco discos, publicado cinco libros, haber participado en varias películas y protagonizado su propia serie de televisión.

He aquí algunas de sus reflexiones filosóficas sobre la Edad:

¿Te das cuenta que la única vez en nuestras vidas en la que nos gusta envejecer es cuando somos niños?

Si tienes menos de 10 años, estás tan entusiasmado con el envejecimiento que piensas en fracciones, hasta se pueden tener cuatro año y medio.

Se entra en la adolescencia, y ya no te pueden detener. Saltas al siguiente número, o incluso un poco más adelante, porque se desea crecer rápido hacia la libertad.

Y entonces llega el día más grande de tu vida .... cumples los 21.
Todavía las palabras suenan como una ceremonia.

Pero después de cumplir los 30…
Oooohh, que ha ocurrido? ¿Qué sucede? ¿Qué ha cambiado?

Tú cumples los 21, llegas a los 30, y
entonces te estás acercando a los 40 .... Whoaaa! Pon los frenos, todo se te está escapando.

Antes de que te des cuenta, llegarás a los 50 y tus sueños se habrán ido.

Pero espera!
Podrías llegar hasta 60.
Tu no creías que esto sucedería!

Así que tú cumples 21, llevas los 30, pasas los 40, dejas los 50 y llegas a los 60…
Tú recibes a los 80 y cada día es un ciclo completo, CONSEGUISTE el almuerzo; PASASTE las 4:30; has llegado a la hora de acostarte.

Y no termina ahí. En los 90 comienzas a ir hacia atrás;
"Yo estoy en los 92”
Entonces sucede algo extraño.
Si tú cumples más de 100, te conviertes en un niño otra vez.
"Yo tengo 100 y medio"
¡¡Que todos vosotros lleguéis a un saludable 100 y medio!!

CÓMO PERMANECER JOVEN

1. Arroja los números NO esenciales. Esto incluye edad, peso y altura. Deja que los doctores se preocupen por ellos. ‘Para eso les pagamos'

2. Conserva a los amigos alegres.
Expulsa a los negativos y tristes.

3. No dejes de aprender.
Aprende más acerca de ordenadores, artesanías, jardinería, de cualquier cosa... Nunca dejes al cerebro ocioso. ‘Una memoria ociosa , es el taller del diablo.'
Y el nombre del diablo es Alzheimer.

4. Disfruta con las cosas sencillas.

5. Ríe a menudo, largo y alto.
Reír hasta quedarse sin aliento.

6. Las lágrimas aparecen. Resistir, afligirse, y seguir adelante. La única persona, que está con nosotros toda nuestra vida, somos nosotros mismos. Sé VIVO mientras estés VIVO.

7. Rodéate de lo que amas, ya sea la familia, mascota, recuerdos, música, plantas, pasatiempos, lo que sea. Tu casa es tu refugio.

8. Aprecia tu salud: Si es buena, presérvala. Si es inestable, mejórala. Si está más allá de lo que puedes mejorar, busca ayuda.

9. No hagas viajes con culpabilidad.
Haz un viaje al centro comercial, a una ciudad vecina; a un país extranjero, pero NO a donde te arrepientas.

10. Dile a las personas que las amas, en cada oportunidad que se presente.

Y RECUERDA SIEMPRE:

Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir.

viernes, 11 de febrero de 2011

PUEBLOS MALDITOS DE CATALUÑA, JAFRA



Hoy os voy a proponer una fascinante excursión al corazón del Macizo del Garraf, pero, además, de la cámara fotográfica y unos bocatas, hay que llevar muy buen ánimo para recorrer los difíciles senderos que lo recorren y que conducen a lugares tan insólitos como el templo budista de la Plana Novella y su jardín romántico, rincones tan llenos de misterio como el pueblo fantasma de Jafra, pueblos tan poco conocidos como Olivella, pero no exentos de atractivo. En fin, que no faltarán en ningún momento alicientes que justifiquen perdernos por sus viejos caminos de sirga, tan poco transitados por el tráfico rodado, y donde no falta esa serena tranquilidad para el espíritu que tanto necesitamos.

Pero me voy a centrar en Jafra, el “pueblo fantasma” del Garraf. A escasos kilómetros de Barcelona se encuentra el imponente macizo del Garraf, cuyo relieve se levanta frente al mar formando las famosas “Costas del Garraf”. Parece mentira que a tan pocos kilómetros de Barcelona pueda existir una zona tan pintoresca con un relieve tan lleno de quebradas, barrancos y abismos imposibles, tan solitaria, árida y primitiva a la vez.

Este relieve tan endemoniado y zigzagueante, que, en ocasiones, puede recordar a un paisaje lunar, dada su especial formación geológica, posee un aceptable sistema de comunicaciones que facilita que pueda ser muy visitado por la población autóctona y atrae a la extranjera por sus impresionantes contrastes.

En verdad que es atrayente el paisaje que se puede disfrutar desde su punto más alto, el Turó de Montau, situado a 664 metros sobre el nivel del mar. Delante del mar, el Garraf presenta un acantilado impresionante, que por el hecho de ser atravesado por el ferrocarril y sus numerosos túneles, parece que nos encontremos en un rincón apartado de la Riviera del Golfo de Génova.

El macizo es pobre y la única riqueza de la que goza son sus impresionantes panorámicas, amplios horizontes marinos que se pierden en la lejanía, y la salud que se respira en un lugar que se encuentra relativamente alejado de la ciudad y la contaminación medioambiental. Disfrutar del olor que desprende el macizo y que es prodigioso, ese mundo de garrigas aromáticas y rico en manzanilla, tomillo y esa especie que tiene un aire muy exótico y que se llama Palmito o margalló.

Hace algún tiempo hicimos una excursión dominguera al pueblo abandonado de Jafra, perteneciente a la comarca del Garraf, un pueblo del que según teníamos oído tan solo quedaban escasos vestigios de lo que en su día fue.

Nuestro interés radicaba en que corrían rumores, sobre extrañas voces parecían escucharse dentro del pueblo y en lo que en la actualidad queda del cementerio, afirmaron haber visto lo que definían como el espectro, como la visión fantasmal de un niño, pero muy pocos datos se conocen de este lugar, sin embargo, decidimos visitarlo para poder elaborar nuestras propias conclusiones.

ITINERARIO

El punto de partida sería Olivella, un camino rural parecía llevarnos directos desde Olivella a Jafra, pero poco imaginaríamos el mal estado de este, desniveles y socavones, así como grandes piedras que destrozaban los bajos del vehículo, nuestra primera parada sería en unas casas abandonadas, vestigios de lo que en su día seguro sería una aldea, donde intentaríamos hacer las primeras fotografías, comentar lo que íbamos viendo y explicar las sensaciones experimentadas en nuestra odisea, mientras esperamos la hora ideal para la comida.

A los pocos kilómetros nos encontramos con las ruinas del Jafra, nuestro destino.

Jafra forma parte de esos pueblos abandonados, con leyenda, de los que parecen emitir una energía especial, lugares telúricos donde las fuerzas de la naturaleza habitan de forma especial, nuestro folleto turístico nos ponía durante el camino al tanto de las historias, leyendas y fenómenos que al parecer se habían dado y muy probablemente se siguieran dando en Jafra.

En la actualidad poco queda de este pueblo y por el tamaño deducimos que desde luego en sus mejores tiempos tampoco debió de albergar demasiados habitantes. Todo parece indicar que se encuentra dentro del programa para la recuperación del patrimonio histórico y cultural de la zona, como así indica que se esté rehabilitando en la actualidad la capilla de la iglesia que data del 1850. Cerca de la iglesia existen unas pocas casas derruidas y muy maltrechas por el paso del tiempo, también destaca el pequeño cementerio invadido por la mala hierba y algún que otro matorral salvaje. El lugar presenta un aspecto desalentador, pero no deja de ser uno de esos lugares telúricos en donde habita el misterio.

El mayor encanto de esta visita es lanzarse a la búsqueda de símbolos, fechas o inscripciones con el fin de obtener más datos de este pueblo, pero no hay que entusiasmarse demasiado ya que no hay gran cosa, su iglesia data de 1850 y su interior está cerrado al público, de hecho una gran parte de estas ruinas se encuentran valladas por el peligro y para que los visitantes no hagan destrozos en este especial lugar.

También buscamos restos de posibles rituales habituales en este tipo de lugares apartados, aunque nada encontramos, muy probablemente por la dificultad de acceder a este pueblo.

Este pueblo fue abandonado alrededor de 1960, poblándose y despoblándose en dos ocasiones, los motivos del abandono no están del todo claros, pero muy probablemente por tierras quizá poco productivas o por la lejanía de otros pueblos y su dificultosa accesibilidad.

Si se visita de día es un lugar luminoso y con panorámicas de una increíble belleza rústica, pero existen testimonios de personas que aseguran haber visto extrañas luces sobre los cielos de Jafra. Algunos vecinos de la zona han manifestado que, en una ocasión, se encontraron con unos excursionistas, que, en la oscuridad de la noche, y sobre este pueblo abandonado aseguraron haber presenciado como dos esferas de luz cruzar los cielos de Jafra, sin embargo, no es el único que se menciona, se habla de muchos.

Teniendo en cuenta que el misterioso triangulo del silencio se encuentra cerca, no es de extrañar que se produzcan este tipo de hechos paranormales.

El cementerio es un lugar de reducidas dimensiones. Y existe un pozo en su interior en el que una niña perdió la vida, ahogándose y, se cuenta, que a veces sus lamentos se escuchan, e incluso hay quien afirma haber visto su silueta merodear por las inmediaciones de las ruinas.

Los vecinos afirman que se han realizado pruebas psicofónicas en la entrada de la iglesia, con resultados negativos, según parece la aparición fantasmal, prefiere el atardecer o la noche.

Aparte de un cementerio con su leyenda de fantasmas, Jafra también tiene su “Casa Encantada”, y es uno de los lugares que más atrae ya que tiene una gran fenomenología paranormal, en ella se han producido todo tipo de manifestaciones desde raps, hasta estruendos y otros fenómenos de difícil explicación. De ahí le viene el nombre de la "Casa Poltergeist", donde se asegura que, en su interior se escuchan golpes constantes en las paredes e incluso voces, también se han detectado pequeños destellos luminosos en las entradas de las viviendas y junto a la iglesia , así como extrañas presencias, también se habla de que se producen bruscas variaciones de temperaturas, por lo que en su interior se han realizado sesiones de ouija y, al parecer, con resultados positivos.

Se habla por la zona de que en este pueblo se produjo asesinato, de un incesto con personas del pueblo implicadas, el dueño de la casa y el enterrador. Suele suceder que estos sucesos trágicos son siempre los desencadenantes de este tipo de historias ya que la imaginación y la sugestión popular no tiene límites.

La historia cuenta cómo un niño murió ahogado al lado de un ciprés situado a la entrada del cementerio y del pozo, y se han encontrado psicofonías.

La historia de Jafra nos remonta al año 1139, cuando Ramón Guillem establece un castillo en dicha población y sus alrededores van poblándose paulatinamente. Se construyó una iglesia (la de Santa María), aunque la población va desapareciendo poco a poco, así que en el año 1413, dicha iglesia no tiene razón de ser y es desalojada, aunque en el año siguiente, entra a formar parte de la misma jurisdicción que la de Sant Pere i Sant Félix situada en Olivella.

LA LEYENDA DE LA NIÑA DE GARRAF

En la comarca del Garraf, provincia de Barcelona, se encuentra este pintoresco parque natural situado justo antes de llegar a Sitges, entre las comarcas del Baix Llobregat, Alt Penedés y el Garraf zona costera bañada por el Mediterráneo y que es famosa por sus numerosas curvas… antes era la única forma de llegar a Sitges, Vilanova i la Geltrú y se tardaba unos veinte minutos en recorrerlas… Es una carretera muy estrecha de dos carriles, con dos direcciones. Donde por desgracia hay muchos accidentes, ya que las curvas tienen poco visibilidad para adelantar. El Garraf es una montaña, rocosa o verde según en que zona, de 12.820 hectáreas. Por la parte que desemboca al mar mediterráneo, esta montaña es completamente rocosa, mientras que en el interior hay más vegetación. Es una montaña solitaria, hay algún pueblecito, pero con pocos habitantes.

Aunque diga que no está explotada, en la montaña hay algún que otro Hotel, Restaurante e incluso una discoteca… Hacen rutas en bicicleta, un peligro en estas carreteras, pero no parece que importe demasiado.

Se dice que en estas costas se ocultaban los piratas, para refugiarse de los árabes, por eso si vamos nadando, bueno los que puedan en barca, vemos que por debajo de la montaña hay cuevas, por debajo del agua también hay entradas a cuevas, pero sólo sé que son oscuras y con un punto tenebroso… Hay un montón de leyendas sobre esta montaña, leyendas o historia, ya que han encontrado restos arqueológicos, a parte de los castillos y ermitas del año 990…

En fin, cuenta la leyenda que hace cerca de un siglo, una familia de origen austríaco y de mucho dinero, se mudo a una Masía abandonada que se encontraba un tanto alejada del pueblo más cercano, en este caso Jafra en el Garraf. La familia no era muy sociable, de hecho no permitían a los hijos salir del sendero y tampoco dejaban entrar a otras personas. Esto es porque se sabía que los hijos tenían una enfermedad en la piel y al parecer los padres no querían que nadie los viera.
En ese tiempo, el padre de la familia, quien se dedicaba a la medicina, mandó a construir un jardín para que sus hijos pudieran jugar, la obra se construyó en 3 años y fue obra de un Arquitecto de renombre en aquel entonces (Jean-Claude Nicolas Forestier) y el jardín consistía en un enorme laberinto de árboles y arbustos, hecho exclusivo para sus hijos.
La leyenda comienza cuando la madre dio a luz a su cuarta hija, la cual llamaron Melinda. El parto fue dentro de la Masía y la madre murió esa noche. Desde ahí comenzaron a suceder sucesos extraños. Los otros hijos fueron muriendo uno a uno, (se atribuye a la enfermedad que tenían).
El padre se sentía muy angustiado, ya que sólo quedaba su hija Melinda con vida. (también se dice que el padre envenenaba a los niños con sopa de rana). Los jardineros y ayudantes de limpieza abandonaron su trabajo porque el señor de la casa se comportaba de manera extraña (dicen que de un momento a otro se enfurecía como un maniático).
Una noche de Octubre, Melinda a sus seis años huyó al jardín, perseguida por su padre completamente enloquecido. Dice la leyenda que la niña se cayó al pozo del jardín y nunca más se supo del paradero de ella ni del de su padre.
Es por eso que se dice que en los bosques del Garraf se aparece el fantasma de Melinda, quien ayuda a los visitantes que se encuentran extraviados y les señala el camino, para ayudarlos a escapar de las garras de su malvado padre.
En Sitges se menciona mucho también de una niña que se aparece en las curvas del Garraf. Esta es la historia que hace referencia a la chica de la curva, pero algunos dicen que se trata de la niña Melinda.

lunes, 7 de febrero de 2011

LOS PEREGRINOS DE LAS TINIEBLAS VII



Inquietos ante la nefasta noticia que ha traído la monja, los peregrinos la miran y guardan silencio unos instantes. Se abre un profundo silencio lleno de malos presagios. Se sienten, nuevamente, perdidos en una atmósfera hostil que se vuelve amenazante, tenebrosa y tremendamente incomprensible. Sara vuelve a sentir ese vacío inmenso y doloroso, esa gran amargura que la acompaña desde que se inició el derramamiento de sangre inocente y comprende que el odio que inspira su persona se cobrará nuevas víctimas y ella no podrá hacer nada por evitarlo.
-“ Hermana, no sólo peligramos nosotros- Dice, Andrés mirándola con tristeza, pues sabe que su orden se encuentra en apuros y que la traición esta vez alcanzará a las humildes monjas del convento. – si vuestra congregación es descubierta quizá no gozaréis de la misma suerte que en el pasado, sufriréis un violento ataque de Simón de Montfort. Pues, de todos es conocido la gran dureza con la que se actúan los cruzados. –Dice Andrés, mientras mira directamente a los ojos de la abadesa, en los que ya brillan lágrimas de impotencia.
- “ Ya he contemplado esta posibilidad y sé que tengo que tomar una decisión con respecto a la situación, pero tengo que tomarme mi tiempo y meditarlo bien antes de actuar, porque sólo yo seré la responsable de las consecuencias que puede acarrear llevarla a cabo. Y, ahora, id preparándoos para el viaje, que debéis partir de inmediato.
Los peregrinos inician los preparativos para el viaje y la abadesa les comunica que ya se reunirá con ellos más adelante, cuando solucione los asuntos que tiene pendientes con su comunidad.
Al poco tiempo, los falsos peregrinos ya se encuentran preparados para reanudar de nuevo el viaje. Y, la abadesa los conduce hasta las dependencias de la cocina, para abandonar el monasterio por la escalera de madera que parte de una de las salidas de la misma. Y, cuando, ya se encuentran en el exterior, descubren con asombro las ruinas de lo que fue, en otro tiempo, un majestuoso monasterio. Y, sonríen al comprobar lo hermoso que es ese aire decadente que posee. El atractivo efecto que produce el musgo cuando se adhiere a los ennegrecidos muros de la antigua abadía y las atrevidas madreselvas al trepar, conquistando los altos muros del cenobio en ruinas. Carece por completo de ese aire tenebroso que tenía por la noche envuelto en la niebla. Los rayos del sol reverberan en las gotas de rocío de las preciosas amapolas que como una alfombra cubren el suelo. Andrés se acerca a uno de los muros y con cuidado coge una bonita flor y se la ofrece a Sara.
Al poco tiempo los peregrinos ya están en ruta. Agradecen la maravillosa estampa que les ofrece la naturaleza y el paisaje de singular belleza incrementado por la radiante luminosidad diurna. Se alejan de las decadentes ruinas por un camino que se adentra en un escabroso desfiladero.
Mientras tanto, en la abadía subterránea, la abadesa se ha reunido con todas las hermanas que forman la pequeña comunidad. Con la intención de comunicarles la firme decisión a la que ha llegado.
..."Os he congregado queridas hermanas porque nuestra orden ha caído en desgracia, una nueva y terrible desdicha se cierne sobre nosotras y hasta pone en peligro nuestras vidas. Nosotras, que hemos llevado una vida completa de absoluta sumisión a Dios, hemos sufrido un grave infortunio que nace de la serpiente que ha estado habitando en nuestro seno y que, agazapada, ha esperado con paciencia el momento propicio para inocularnos su veneno. Nosotras, que hemos intentado, a pesar de vivir ocultas al mundo, convertirnos en dignas hijas de Dios, debemos desistir de nuestros loables propósitos y tomar un nuevo rumbo en nuestra existencia. Porque nuestros antiguos enemigos no cejan en su empeño por destruirnos y nos pueden haber descubierto ya, por lo que nuestras vidas peligran seriamente.
Ante los hechos consumados, creo que ha llegado de manera definitiva la clausura de nuestra orden. Porque hemos sufrido la traición en nuestras carnes, en la persona de una hermana de nuestra congregación, alguien en quien teníamos puesta nuestra confianza y cariño, Emilia.
No puedo,... no quiero, poner vuestras vidas en peligro y es por ello que me veo obligada a comunicaros que ha llegado el final de nuestra orden y que, a partir de ahora, sois totalmente libres para que busquéis vuestro camino de la mejor manera que podáis, siempre en la gracia de Dios. Ya sea en el seno de un hogar, o disfrutando de la gracia de poder ingresar en algún convento que os quieran admitir como siervas.
Deseo de todo corazón, que sea cual fuere el camino que escojáis, sea el acertado y consigáis la felicidad que tanto merecéis. Tenéis mi bendición. Id con Dios, que yo siempre os llevaré en mi corazón"...
Tras la triste despedida se dirige cabizbaja hacia su celda, apenas puede contener las lágrimas que se desbordan de sus ojos y humedecen sus mejillas. Se siente nuevamente derrotada, pero quizá no tanto. Sus pasos, a pesar del desaliento, suenan extrañamente sonoros en la quietud de la siniestra abadía, ante la incertidumbre de lo que se avecina.
Cuando llega al umbral de su celda penetra en su interior y prende el candil que cuelga de la pared, la estancia se ilumina tenuemente con los últimos rescoldos. Con lentitud, procede a retirar de su cabeza el velo con el que recubre su cabeza y que reposa sobre el griñón que rodea el cuello y se aferra a la mandíbula, posteriormente, se dedica a desatar los lazos de la impla con la que mantiene recogido su cabello y que constituía su toca de monja. Poco a poco, se va desprendiendo de unas prendas que la han acompañado hasta el día presente y lo deja todo arrinconado, inerte, sobre el camastro. Finalmente, se desprende de la sayuela, todavía almidonada. Y, una indomable cabellera rojiza, queda en libertad, se desparrama con exuberancia sobre los hombros y muere en las caderas. Con paciencia comienza a trenzarla y la recoge de cualquier manera formando un moño en su nuca.
Después, saca de debajo del camastro un pesado arcón y procede a levantar la tapa, de su interior extrae unos toscos calzones, una camisola ennegrecida por el paso del tiempo y una casaca realizada con pieles curtidas, unas altas botas de cuero completan el extraño ajuar de la monja. Finalmente, extrae del fondo del arcón una preciosa daga sacrificial. Prescinde del enjoyado crucifijo con incrustaciones de rubí, y sólo conserva una tosca cruz de madera que se coloca alrededor del cuello y que la identifica con la elite guerrera a la que ella pertenece en Eire. A partir de este momento, esta será su indumentaria para vagar por los caminos.
Una vez se ha desprendido de sus ropas talares, se coloca la nueva indumentaria. La camisola le queda grande, pero la ajusta dentro de los calzones que le quedan como un guante y le llegan hasta media pantorrilla. Complementa el atuendo calzando las toscas botas, oculta sus cabellos bajo un sombrero y esconde su daga de plata en el interior de sus botas. Ahora ya está lista para empezar su nuevo rumbo en la vida. Dispuesta a luchar contra lo que sea preciso, empleará todos los medios a su alcance con tal de sobrevivir una vez más.
Cuando se dirige a la cocina para hacer acopio de provisiones con las que afrontar el largo viaje que se le avecina, escucha los llantos de las monjas que, desamparadas, se conduelen de su infortunio. El desespero anida en sus almas, incapaces de tomar una decisión que les permita encauzar sus vidas. Confía, en que la providencia las guiará por buen camino, les proporcionará auxilio y protección y que la virtud que hasta el momento las ha acompañado sea la que guíe su destino.
Finalmente, abandona la cocina y enfila las escaleras, pero antes de abandonar lo que ha sido su hogar hasta el momento presente, le dirige una última mirada cargada de tristeza.
Eugene sale al exterior y siente la hiriente luz del día como una bendición y una maldición, en su piel. Todo el tiempo que ha estado viviendo bajo tierra le ha pasado factura y el día tan brillante y luminoso se convierte en una experiencia dolorosa ya que sus pupilas están tardando más de lo normal en adaptarse a la luz diurna.
Los beneficiosos rayos rozan su piel y el calorcillo que siente en su rostro la obliga a alzar el rostro y ofrecerlo a la caricia del sol. Y, por primera vez, casi se siente feliz al verse libre de su confinamiento entre los muros de la abadía subterránea.
Empieza siguiendo el camino que, anteriormente, han tomado los falsos peregrinos y “la hija de Dios” con la esperanza de poder encontrarse con ellos pronto.
El sendero que va siguiendo es complicado, y se dirige hacia un desfiladero muy escarpado. Pronto, el sendero se convierte en un terreno muy escabroso. En el pasado debió de ser el lecho de un río. Eugene sabe que el río se quedó seco ya hace siglos. El sendero zigzaguea entre los impresionantes riscos que impiden a veces el paso de la luz. Rodeada de penumbra siente que un escalofrío le recorre la espalda cuando divisa la angostura del sendero por el que va avanzando. Como compañía, goza de la presencia de alguna cabra montesa que corretea con total libertad por los escarpados riscos del desfiladero y de algún águila que revolotea alrededor de sus nidos en los peñascos.
Cuando ya lleva varias horas caminando contempla con alegría que el desfiladero está llegando a su final y comienza un bosque que tiene fama de encantado entre los lugareños de la zona. Bosque sagrado donde antiguamente se reunían los druidas a realizar sus rituales de iniciación. Es el famoso bosque de “los aparecidos” o los “desaparecidos”, porque los que en él entran, no salen…
Alerta y con todos los sentidos a flor de piel, advierte a sus espaldas el ruido de los cascos de un caballo que se acerca al galope a través del estrecho desfiladero y que va levantando, a su paso, una densa nube de polvo.
Eugene se detiene en seco y, volviéndose, se encuentra frente a un hombre montado a caballo. Al verlo, la mujer parpadea sorprendida, el jinete ha aparecido de improviso y no le ha dado tiempo a reaccionar.
Todo parece indicar que su suerte providencial no es buena ya que en los ojos del hombre asoma un brillo libidinoso que no anuncia nada bueno.
El individuo se apea del caballo creyendo que se encuentra ante una presa fácil y echa mano a un puñal que lleva en el cinto.
-“Mira, he aquí un lindo e inofensivo pajarillo”- pronuncia el desagradable individuo con una sonrisa ladina dibujada en el rostro y enarbolando un puñal de grandes dimensiones con el que amenaza a la mujer que le contempla con una expresión indescifrable en el rostro y es que ella sabe que las intenciones del individuo, no son nada halagüeñas.
Los ojos verdes de la abadesa centellean de ira contenida al encontrarse con los del bandido.
Y, en verdad, como si de un pajarillo se tratara, Eugene tras una pequeña carrerilla levanta el vuelo y lanza un potente grito de guerra que destroza los tímpanos del hombre y le desorientan.
Su hazaña la ha convertido en un halcón. Pega un salto mortal y, a continuación, dibuja dos volteretas en el aire. Sus piruetas acrobáticas culminan cuando se encarama a horcajadas sobre los hombros del hombre. Al sentir la cabeza del hombre entre sus piernas, la domina un frenesí homicida y comienza a vapulear sin piedad la cabeza del hombre que, al final, aturdido y bizqueando, se desploma sobre la tierra, inerte. Entonces, Eugene, ya en tierra, se acerca al hombre y rasgándole la camisola descubre su pecho velludo y, con lentitud, echa mano del puñal que oculta dentro de sus botas y traza con el, sobre la piel trémula del malhechor, un trisquel que deja un reguero ensangrentado. Es la marca que identifica a los druidas y simboliza el cosmos y la unión de los tres elementos: la tierra, el agua y el aire.
-“Y, ahora, voy a dejar, sobre tu carne miserable, mi rúbrica, así cada vez que te acerques a una mujer indefensa con intención de violentarla, te acordarás de este pajarillo inofensivo.”- Eugene pronuncia estas últimas palabras con ironía.
Mientras, canturrea, melodiosamente, una vieja cancioncilla de su tierra natal Eugene recompone los desperfectos que ha ocasionado la refriega, y con la mano aparta una mota insignificante de polvo.
Se acerca, sigilosamente, y agarra al caballo. Pasa delicadamente su mano sobre sus suaves crines, mientras le susurra palabras de cariño tratando de calmarlo. Confiando al animal, va cargando sus escasas pertenencias en las alforjas del mismo, lo monta a horcajadas y sin más dilaciones, se adentra en la espesura del bosque y parte a todo galope, tras el rastro de los falsos peregrinos y la “hija de Dios”.
Toda la singular escena, ha sido contemplada desde unos arbustos cercanos por un muchacho, que no puede dar crédito a lo que han visto sus ojos. Agazapado desde su escondrijo, ha presenciado los hechos lleno de perplejidad y asombro incapaz de asumir la gran habilidad y destreza que ha demostrado la mujer para repeler el ataque que ha estado a punto de sufrir. La ignorancia del muchacho ha convertido a la hermosa mujer en una especie de diosa pagana, que como una mágica aparición ha surgido de las entrañas de la tierra como vengadora ante la maldad humana. Eugene no lo sabe, pero acaba de convertirse en una leyenda viviente del bosque.

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