lunes, 29 de julio de 2024

LA CONVALECENCIA





 La mujer se dirigía al hospital, como ya venía siendo costumbre desde que su madre sufrió el ictus. Se turnaba con su hermana, ella prefería ir por las tardes. Aquel día iba pensando en su nueva apariencia, había decidido dejar de aplicarse tintes, y había optado por dejarse el cabello cano. La imagen que le devolvía el espejo no le desagradaba, es más, se sentía hasta favorecida con su nuevo look. Pero, un joven le había cedido el  asiento en el metro y eso ya no le gustaba tanto, pero son cositas que pasan y bien mirado, tampoco era para amargarse la vida por ello, además la vista es algo que falla en mucha juventud. Además, últimamente como que no le preocupaba tanto su aspecto físico, en realidad siempre había pasado de maquillajes y otras zarandajas, a excepción de los pintalabios, siempre había sentido una especie de fatal atracción hacia ellos. Y, así, sumida en sus intrascendentes pensamientos, llegó a las puertas del hospital. Siguió el mismo recorrido de siempre, hasta la habitación donde se encontraba su madre, ya repuesta del ictus, pero con la mente algo confusa.

Penetró en la habitación repitiendo el mismo ritual de siempre:

..."¡Buenas tardes, cómo te encuentras!" ... La mujer recibió un "mutis" por respuesta. No le extrañó porque la mayoría de las veces cuando llegaba a la habitación se la encontraba con la mirada fija en el techo y en perpetuo silencio. La hermana, que todavía se encontraba en el lugar, se acercó y le dijo en un susurro:

..." Está muy rara y algo confusa, si pasa algo, me llamas"...  Tras la escueta confesión cogió sus cosas y se fue. Dejándola sola con la enferma postrada. La mujer se preocupó al ver el estado mental de la madre e intentó iniciar una conversación con su progenitora, pero fue en vano, la enferma seguía con la mirada clavada en algún punto del techo. 

En ese momento, irrumpieron en la habitación las enfermeras y le preguntaron a la hija si le parecía bien que la levantaran de la cama y la sentarán en el butacón de la habitación, tras un momento de indecisión, asintió y entre las dos enfermeras izaron suavemente a la anciana y la recostaron sobre la butaca. La manipulación consiguió arrancar del letargo a la anciana, recayendo su atención en la visita que desde un rincón contemplaba la escena en silencio.

..."Hola, está usted aquí para visitar a la otra persona enferma que hay en la habitación"... El alivio momentáneo que sintió cuando vio reaccionar a su madre, se esfumó, pues daba señales de no conocerla, pero además, por la forma en que se expresaba parecía otra persona. Las enfermeras la miraron con incredulidad, ya que la habitación solo estaba ocupada por una persona, ella.

Tras darle un refresco abandonaron la habitación.

Ya solas en la habitación, ambas conversaron de cosas que nada tenían que ver con ellas, de familias desconocidas, sucesos e historias que jamás habían ocurrido. Consternada y llena de tristeza, se le ocurrió hacer algo, una ocurrencia de esas que ocupa tu mente cuando ya no tienes nada que perder y no tienes que dar explicaciones a nadie porque no hay testigos que se lleven las manos a la cabeza y repriman con palabras y hechos lo que no comprenden.

Así, que ver tan desconectada de la realidad a su madre, la empujó a mojarse el dedo índice y trazar una cruz en la frente de la anciana, que al sentirlo, dio un respingo y abrió mucho los ojos. Sorprendida ante la reacción de la anciana,  siguió con el ritual y se frotó con energía las manos, hasta sentir como ardían con la brusca fricción y después las colocó con suavidad a ambos lados de la frente, sintió como la cabeza de la madre se agitaba entre sus manos, no sabía si era a causa de la acción de sentirse tocada, o por influencia de algún tipo de energía magnética que todos llevamos incorporada.  Al ver la extraña reacción volvió a frotarse las manos con fuerza y encerró entre ellas la frente de su madre y esta vez, una risa contagiosa brotó de la garganta de la anciana:

..."¡Pareces una bruja!" Fue la lúcida frase que escapó de la boca de su madre.

... ¡Por supuesto que soy bruja, eso, lo sabes tú mejor que nadie!" Le respondió con una sonrisa, sin llegar a comprender muy bien qué es lo que había pasado.

Entrada destacada

DEMENCIA POR CUERPOS DE LEWY VIII - EPÍLOGO

"La mamá ya no está" Nuestra madre falleció recién estrenado este año. En general, descubrimos que, aunque su deterioro cognitivo ...