viernes, 3 de diciembre de 2010

EL VALOR DE UNA MUJER.



Cuenta la leyenda que al principio del mundo cuando Dios decidió crear a la mujer encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenía más de que disponer. Ante este dilema y después de profunda meditación, hizo esto:

Tomó la redondez de la luna,
Las suaves curvas de las olas,
La tierna adhesión de la enredadera,
El trémulo movimiento de las hojas,
La esbeltez de la palmera,
El tinte delicado de las flores,
La amorosa mirada del ciervo,
La alegría del sol y las gotas del llanto de las nubes,
La inconstancia del viento y la fidelidad del perro,
La timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real,
La suavidad de la pluma de un cisne y la dureza del diamante,
La dulzura de la paloma y la crueldad del tigre,
El ardor del fuego y la frialdad de la nieve.
Mezcló tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre.

Después de una semana, vino el hombre y le dijo:
—¡¡¡Señor, la criatura que me diste me hace desdichado, quiere toda mi atención, nunca me deja solo, charla incesantemente, llora sin motivo, parece que se divierte al hacerme sufrir y vengo a devolvértela porque no puedo vivir con ella!!!
—Bien, contesto Dios y tomó a la mujer.

Paso otra semana, volvió el hombre y le dijo:
—Señor, me encuentro muy solo desde que te devolví a la criatura que hiciste para mí, ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su risa era música, era hermosa a la vista y suave al contacto. Me cuidaba y protegía cuando lo necesitaba, me daba dulzura, ternura, comprensión y amor sin condiciones, por favor, Dios, devuélvemela, ¡¡¡porque no puedo vivir sin ella!!!
—Ya veo, dijo Dios, ahora valoras sus cualidades, eso me alegra mucho. Claro que puedes tenerla de nuevo, fue creada para ti, pero no olvides cuidarla, amarla, respetarla y protegerla, porque de no hacerlo corres el riesgo de quedarte de nuevo sin ella...

PARÁBOLA DE LAS DIEZ VÍRGENES



"Entonces el reino de los cielos llegará a ser semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del novio.
Cinco de ellas eran necias, y cinco eran discretas.
Porque las necias tomaron sus lámparas, pero no tomaron consigo aceite, mientras que las discretas tomaron aceite en sus receptáculos con sus lámparas.
Como el novio tardaba, todas cabecearon y se durmieron.
Justamente a mitad de la noche se levantó un clamor:
'¡Aquí está el novio! Salgan a su encuentro'.
Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y pusieron en orden sus lámparas. Las necias dijeron a las discretas:
'Dennos de su aceite, porque nuestras lámparas están a punto de apagarse'.
Las discretas contestaron con las palabras:
'Tal vez no haya suficiente para nosotras y ustedes. Vayan, más bien, a los que lo venden y compren para ustedes'.
Mientras ellas iban a comprar, llegó el novio, y las vírgenes que estaban listas entraron con él al banquete de bodas; y la puerta fue cerrada.
Después vinieron también las demás vírgenes, y dijeron:
'¡Señor, señor, ábrenos!'.
En respuesta, él dijo:
'Les digo la verdad: no las conozco'.
"Manténganse alerta, pues, porque no saben ni el día ni la hora..."

Moraleja:

"Tanto en el amor como en la guerra la confianza pierde al hombre."

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