miércoles, 18 de enero de 2012

LA MUJER DEL AGUA





Cuenta la leyenda que, en lo más profundo del Montseny, en Can Prat, existía un amo poderoso que gobernaba con inteligencia tierras y rebaños.

Can Prat era una casa antigua que se encontraba en el corazón del Montseny y que tenía más de quinientas hectáreas de bosque y ciento noventa de tierras de cultivo y prados húmedos. En aquella época, además, se pensaba que existían 12 pequeñas masías , y toda la montaña poseía un total de siete renteros habitados por buena gente del campo.
Al dueño de Can Prat se le antojaba, a veces, caminar por los robledales. Conocía el significado del viento al rozar la copa de los chopos.

Al atardecer se oía los ladridos de los perros entre los alcornoques y las encinas, o el sonido de los cascabeles que acompañaba al ganado que se dirigía hacia el cercado. Era un hombre que disfrutaba caminando por la montaña; a menudo se le hacía de noche lejos de los dos cerros que lindaban con su propiedad y seguía subiendo montaña arriba bajo un cielo tormentoso, por senderos y veredas hasta los alrededores de la Vall de Santa Fe, donde se encontraba la gran penumbra.

Un día, en uno de estos paseos de atardecer, el dueño de Can Prat llegó a orillas del Gorg Negre, allí donde las aguas son más profundas, cuando ya era la medianoche de un plenilunio total y clarísimo. La poza estaba quieta y exánime. Ni una pizca de aire entre las ramas de los juncos. Ni un susurro de animal. Ni una centella que no fuera el esplendor del astro nocturno que señoreaba en el cielo. Había algo pesaroso y extraño en el ambiente y, sintiendo el cansancio en las piernas, el dueño de Can Prat se sentó al lado del agua, sobre una piedra inclinada. Entonces, de manera confusa, y después nítida y precisa, apareció medio sumergida en el líquido de la poza, la figura maravillosa de una mujer desnuda que, lenta y ensimismada, se peinaba la melena, rubia como el oro, con un peine deslumbrante. El dueño de Can Prat no había visto nunca una perfección semejante, tampoco hay palabras para describirla. Ningún hombre podría haberse resistido ante tal belleza.

Lentamente, la mujer, con los brazos levantados, se peinaba mientras, bajito, iba cantando no sé que extraña melodía. ¡Y los ojos!: verdísimos, suaves y dóciles, pero lejanos, lejanos como si todavía pudieran ver al final del bosque, un país de seguras y perfectas formas.

De repente, la mujer lo miró fijamente y, en aquel preciso instante, él comprendió que ya la amaba como nunca había amado a nadie y que su destino quedaba unido al de ella, sin remedio. Y era deseo y era contemplación, voluntad, orgullo y audacia lo que sentía admirando aquella cara adorable y el cuerpo provocador.

El dueño de Can Prat le preguntó cómo se llamaba, pero la mujer, sin dejar de mirarlo, no contestó. Y dice la leyenda que, durante un buen rato, el hombre le iba haciendo preguntas y ella tan sólo le observaba con sus ojos de esmeralda.
La joven seguía sin articular palabra, pero al final, llegó un momento en el que, tímida y tranquila, explicó que era una criatura del río, no mortal, pero tampoco inmortal y que obedecía una ley de vida y costumbres muy diferentes a las de los humanos; que su abrazo en aquel lugar profundo era peligroso porque acostumbraba a ahogar a los hombres que en noches de luna llena querían conseguirla. También se cuenta que la voz de la mujer vibraba como el sonido de una campana marina y que su acento recodaba modulaciones de otro mundo, quizá de aquel que algunos han conocido en una existencia feliz y primitiva.

Fueron palabras de amor lo de aquella noche singular. El hombre, prisionero del lugar y de la hora, pidió a la ninfa, con insistencia, que aceptara ser su esposa y le ofreció compartir su casa, la tierra y la riqueza que él tenia por toda la región, como prenda de su voluntad. Ella, pero tenia miedo de dejar la soñolienta protección del lugar donde había sido engendrada y aventurarse en una nueva vida que desconocía totalmente. Había oído hablar de la inconstancia de los humanos, de sus desequilibrios y rudeza, de la codicia alborotada.

Pero aún y así, aquella mujer de agua también estaba cansada de la fría realidad de su medio vital y, por otro lado sentía que el hombre robusto que tenía ante sus ojos le gustaba mucho. Así que decidió contraer matrimonio bajo la promesa de que jamás,bajo ninguna circunstancia ni razón, él le recordaría, ni en público ni en privado, el origen fluvial del que ella procedía ni tampoco se mofaría con palabras ni expresiones con respecto a su persona.

Y fue así –según cuentan- que la mujer de agua se convirtió en señora y ama de Can Prat, legítima esposa y amante, educada consejera, dispuesta y respetada propietaria, junto con su marido, y que hizo aumentar aún más el poder de la familia hasta el punto que el nombre Prat de Gualba, resultó altamente considerado en el palacio del mismo Conde de Barcelona. Y más allá del Mediterráneo, en todas las tierras, islas y consulados de Cataluña. Fruto del matrimonio nacieron dos hijos, un niño y una niña, ambos guardaban gran parecido en el semblante con su madre y crecían altos y fuertes en mitad de todo aquel clima de bienestar. Pasaron los años. Después del calor, con sus cosechas, llegaba el otoño rojo y más tarde el invierno silbante y a todas horas humeaba la chimenea de la casa de Can Prat. Cuando llegaba la primavera sorprendía con el vuelo de algunas aves y el matrimonio enamorado y cogidos de la mano contemplaban con placer los grandes saltos de agua del Gorg Negre.

Pero no todo era felicidad en la vida de los señores de Can Prat ya que en La Penya Negra al otro lado de la plana, anidaba un dios mezquino que esperaba con anhelo que pronto llegase la desgracia a los dominios de Can Prat: un genio maligno del bosque, sin nombre ni aspecto conocido, promotor de fechorías de todo tipo y creador de los diablos que habitaban dentro de las aguas siniestras; se convirtió en la causa de la desgracia que estaba a punto de producirse.

Así es que un mal día, cuando el dueño de Can Prat y su mujer medían una buena tierra que debía ser preparada, empezaron a discutir sobre el cultivo que allí sería más adecuado. Le parecía al señor que sería bueno sembrar trigo de candeal, porque es fácil de arrancar y muy valioso en el mercado. La mujer, en cambio, argumentaba en contra y decía que el terreno no era propicio y que, a su parecer, el maíz con sus mazorcas convenía mucho más. Los diferentes motivos del uno y de la otra fueron subiendo de tono hasta el punto que el marido, enfadado, lleno de vehemencia y olvidando el juramento que había hecho ya hacía años, increpó a la esposa con gritos que retumbaron por las montañas y cerros recriminándole que, al fin y al cabo, poco podía entender sobre el asunto ya que ella procedía del agua del río. Nada más pronunciar las terribles palabras se arrepentió; pero, ¿quién puede borrar una palabra funesta? El mal ya estaba hecho. La desgracia llegó, y el hechizo desapareció.

La mujer de agua, al oír las palabras prohibidas, huyó rápidamente hacia la hondonada del Gorg Negre, sin que el amo de Can Prat pudiera detenerla. Corría y corría como si estuviera poseída hasta que desapareció. Él, decaído y sin fuerzas se fue hacia la casa, mientras desde la coma de Morou hasta el Turó d’en Berenguer Mort, el cielo de llenaba de nubes furiosas.

Se dice, que el dueño de Can Prat, nunca volvió a ver a su mujer; que alto y varonil como era, muchas veces a lo largo del día, se dirigía hacia la poza y la llamaba, que hizo sortilegios y promesas a las divinidades que gobiernan ese lugar, sin ningún resultado, que iba y venía frenético de la casa a la poza y de la poza a la casa, haciendo y deshaciendo el camino, llorando como un niño, intentado descubrirla cuando ella no se lo esperara, que se pasaba horas y horas en una ventana de poniente de su masía, vigilando el lugar por donde había huido y que, de noche, cuando había luna llena, quería salir de la casa para encontrarla en la ribera del estanque pero, cada vez que lo intentaba, le entraba mucho sueño y caía, como cae un cuerpo muerto, encima del escalón del hogar y se dormía profundamente hasta el alba.

Cuenta la leyenda que la mujer, cuando el amo invadido por aquella postración no podía darse cuenta, entraba con cautela a la masía, iba a la habitación de sus hijos y los acariciaba y besaba dulcemente, se quedaba un buen rato, de pie, y solícita les cantaba una canción y que, antes de marcharse, dejaba caer unas lágrimas brillantes sobre la gran mesa de castaño del comedor. Lágrimas que a la mañana siguiente aparecían convertidas en rarísimas perlas de gran valor. El dueño de Can Prat las recogía asustado, sin saber su origen. Así fue como a pesar de la tragedia la casa se enriqueció, aún más, durante mucho tiempo.










LA MUERTE DE FRAGA



“ESTA NOTICIA ME LLENA DE ORGULLO Y SATISFACCIÓN.”

Ha muerto el franquista vivo más viejo, representante del nacionalcatolicismo, pero no hay que lanzar las campanas al vuelo porque en España aún quedan políticos que siguen jurando sus cargos sobre la biblia y ante crucifijos.

Tengo por costumbre no alegrarme de la muerte de ningún ser humano por muy malvado que haya sido. Tampoco es para celebrarla, ni para brindar con cava. Así que la muerte de este genocida me ha dejado fría porque con todas las noticias que salen últimamente en los medios estoy medio anestesiada.

La trayectoria política del Goebbels de Franco ha sido sobradamente conocida por todos así que no voy a caer en la falsedad de decir que lamento su pérdida, nada más lejos de la realidad. Si hay algo que me apena es que no hayan sido juzgados los crímenes del franquismo y lo que es peor que sus herederos estén gobernando en España con mayoría absoluta. Tarde será ese día en que podamos ver cómo se condena institucionalmente ese régimen.

Desaparece un político pésimo, absolutamente incompetente. Un buen ejemplo de su gestión es la situación en la que ha dejado la comunidad en la que ha gobernado hasta hace poco. Sus nulas dotes políticas, su peor oratoria, hicieron que se equivocase cuando apostaba por el régimen y se volvió a equivocar cuando abogó por la xenofobia, las desigualdades regionales y el genocidio… En fin, un político que rozaba el esperpento cuando se trataba de aferrarse al poder…él sabrá porqué… seguramente con la intención de eludir la justicia….

Fraga fue una desgracia para España, ahí dejó un edificio con pretensiones de Biblioteca que quedó a medio construir…¿Cuántos millones de euros de deuda ha dejado para los ciudadanos.?

El último Dinosaurio franquista ha tenido la suerte de morirse dulcemente y sin ser juzgado, pero quedará en nuestra memoria como el símbolo de la intolerancia y la crueldad contra los españoles que no comulgaban con sus ideas.

A este estadista despótico, engreído, chulesco, vil verdugo del tardofranquismo, todo un “ejemplo” de ciudadanía política… le ha llegado la hora, “asesino de Vitoria" , responsable del asesinato de 5 obreros en la iglesia de San Francisco de Asís, además firmó la condena a muerte de Puig i Antich al lado de la firma de Franco y la última sentencia de muerte que se ejecutó en España. Además de amenazar a Margot Ruano con represaliarla si no cesaba en sus protestas enconadas por la muerte de su hermano Enrique Ruano, estudiante antifranquista que fue detenido el 17 de enero de 1969, por arrojar en la calle propaganda de su partido(Frente de Liberación Popular), y trasladado a Comisaría. Tres días más tarde, fue llevado a un edificio de la calle General Mola(hoy Príncipe de Vergara), para efectuar un registro de la vivienda, y allí cayó por una ventana del séptimo piso. Siempre se consideró un asesinato, sin embargo, el régimen franquista siempre lo negó y dijo que fue un suicidio, pero con el tiempo se convirtió en uno de los casos más terroríficos de los finales de la dictadura y muestra la impunidad con la que actuaba la policía política del dictador. Y, no nos olvidemos del patético asunto de la bomba de Palomares, cuando Fraga y el embajador norteamericano se fotografiaron bañándose juntos en una playa que, dijeron, estaba próxima al lugar donde cayeron las bombas, dando a entender que no había peligro alguno. Cuando todavía los terrenos, donde se recuperaron las bombas, siguen estando acotados porque es zona radiactiva.

La memoria, colectiva o individual de los pueblos sirve para eso precisamente: para que los otros digan que sólo pensamos en abrir fosas y desenterrar a los muertos.

España y su idiosincrasia, es este un país de curiosas paradojas, mientras en Euskadi lo tenían por un dictador y un asesino, en Galicia era idolatrado como un héroe. ¿Qué cómo se explica esto? pues por la pura ignorancia. Y la ignorancia, el desconocimiento de la historia, es el mal de nuestro país, de todo nuestro país, que en eso sí que se aplicaron las escuelas del franquismo. En la ignorancia todos los españoles somos lo mismo, no hay diferencias. No hay más que mirar quien nos está gobernando, en Euskadi, en Galicia, en Madrid, en Cataluña…y, toda España….

Casi cualquier gallego con más de 50 años que le comentes algo de Fraga dirá: cánto fixo éste home por Galicia (cuánto hizo este hombre por Galicia).

Gente incapaz de comprender que destrozó la costa convirtiendo los encantadores pueblos costeros, y no tan costeros, en amontonamientos absurdos y desordenados de edificios baratos; arruinó los bosques al promocionar sin descanso el cambio de los árboles autóctonos por los eucaliptos que lo están secando todo; malgastar el dinero de todos (encima el dinero destinado a la mejora social) a construir obras faraónicas e inútiles que sólo benefician a los empresarios de la construcción (la ciudad de la cultura se lleva la palma, pero es sólo un ejemplo).

En fin, que lo que hizo por Galicia fue entregarla a sus amigos para que pudieran lucrarse rápido a costa de hipotecar el futuro de los demás.

Y, como tengo muy claro que más de uno pensará que los “rojillos”(apelativo utilizado por la extrema derecha de este país) también cometieron muchos crímenes, quiero precisar la diferencia entre CRÍMENES DE GUERRA, o la BARBARIE CRIMINALIZADA por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos u otros definidos expresamente; y los CRÍMENES DE ESTADO que consiste en la INSTITUCIONALIZACIÓN DEL CRIMEN por parte del poder por medio de métodos ilegítimos coercitivos y represivos con la intención de provocar el miedo en la población civil. Dicha actuación viene determinada para alcanzar sus objetivos sociales, políticos o militares, o fomentar comportamientos que no se producirían por sí mismos. Dichas actuaciones se suelen justificar por la "razón de Estado".

Aclarada la cuestión he aquí una de las frases más “democráticas” de Manuel Fraga Iribarne y que yo dedico a todos los que afirman que este hombre hizo mucho por la democracia.

" Es evidente que el glorioso alzamiento popular del 18 de julio de 1936 fue uno de los más simpáticos movimientos político-sociales de que el mundo tiene memoria. Los observadores imparciales y el historiador objetivo han de reconocer que la mayor y la mejor parte del país fue la que se alzó, el 18 de julio, contra un Gobierno ilegal y corrompido, que preparaba la más siniestra de las revoluciones rojas desde el poder "

( M. Fraga Iribarne. Oficina de Información Diplomática.1949 )

Seguramente, allá donde se encuentre cambiará la frase: la CALLE ES MIA por EL CEMENTERIO ES MIO.

Y, para concluir una poesía dedicada a "Don Manuel"

SONETO A DON MANUEL FRAGA IRIBARNE

Manuel Fraga, torrente de osadías,

gritando sin pudor,"la calle es mía"

o en el Congreso,"ETA acabará el día

que etarras mueran más que policías".

Con Franco, de ministro de turismo,

promocionas playas y paradores,

‘tiempo del libre amor y de las flores’

y a calzón amplio haces patriotismo.

A trompicones fuiste mejorando

con la llegada de la Democracia

y oír tus convicciones desgranando

fue un placer al oído y una gracia.

Mas nos faltó escucharte condenando

a un Dictador de muerte y de desgracia.

 Manuel, yo que tuve la desgracia de sufrir tus desmanes te pido que saludes de mi parte a Lucifer.

Como no me sale lo D.E.P, mejor pongo "Requiescat In Pace" … para que no digan.

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