LOS PEREGRINOS DE LAS TINIEBLAS IX



La muchacha ofrece una visión concupiscente en la muerte, su cuerpo destrozado se exhibe ante los ojos de los hombres y, ya, sólo provoca horror. Presenta unas grandes heridas provocadas por las profundas dentelladas de algún terrible depredador. Sus pobres vestiduras han sido desgarradas y el cabello, enredado, presenta rastros de sangre.

Eugene contempla, con detenimiento, el cuerpo de la desgraciada mujer y comenta a los hombres:

-“¿ Os habéis fijado en el cadáver?"- Pregunta la abadesa mientras contempla, con fijación obsesiva, el cuerpo de la desafortunada muchacha.

-“ Claro, y quién no, qué mala suerte ha tenido la pobrecilla”-Le contesta uno de los templarios, de largos y rubios cabellos, con unos enormes mostachos que le caen a ambos lados de la boca, visiblemente horrorizado ante la escena que tiene ante sus ojos.

– “No notáis nada raro en él”- Insiste la monja. Interesada en mostrar, a sus compañeros de viaje, las sospechas que se empiezan a formar en su mente.

-“¿Raro?"- Dice Hugo mirando a la abadesa, intrigado ante la perspicacia de la mujer.

-" Sí, mirad, todo parece indicar que esta pobre mujer ha padecido una muerte violenta, y en esta zona no hay indicios de que haya habido forcejeo, toda la sangre está concentrada en el cuerpo de la infortunada, pero no se ve ni rastro por los alrededores. "-

-" Es verdad, eso quiere decir que la han asesinado en otro lugar y la han traído aquí." – Le dice Guillermo, mientras se rasca pensativo la frondosa barba que amenaza con ocultar, totalmente, su rostro curtido. Imita la perspicacia de la monja, y se aproxima con cautela hasta la joven con intención de contemplarla desde más cerca. –Mirad, aquí se ve un tajo limpio, preciso, que recorre la garganta, de oreja a oreja; pero, casi, se oculta con esta dentellada de la base del cuello, parece que han querido disimular la herida.”-

– "No han tratado de disimular nada. – Responde muy alterada la monja- En realidad, me parece que, a esta pobre muchacha, le han aplicado la Triple Muerte Celta…"-

– "¿La Triple Muerte Celta?" – Replican al unísono los once templarios, perplejos, interrumpiendo las explicaciones de la abadesa.

– "Sí, la Triple Muerte celta, … Y, no sólo eso- dice la abadesa muy irritada, pues no le gusta que la interrumpan cuando está hablando- ¿No veis nada más…?”- Los templarios, ante las palabras de la monja se dedican a observar con más detenimiento el cuerpo de la finada.

– "Yo no veo nada,"- dice, con irritación, Andrés, subyugado ante la sabiduría de la abadesa

– "Fijaos en los pies de la desdichada, aparecen descalzos, y si los veis con detenimiento se aprecian moretones y rasguñones. ¿Alguien se atreve a examinarle las plantas de los pies?"- Ninguno se ofrece, pero es Hugo, quien, finalmente, se atreve a inspeccionar los pies ensangrentados de la joven, se aproxima, con cautela, conteniendo la respiración, pues no quiere inhalar el olor pútrido que despide la muerte.

-" Están totalmente despellejados y llenos de ampollas, y estas marcas del tobillo me parece que son la marca de una soga. Esto significa que ha corrido mucho antes de morir, pero hay algo que me extraña y es lo corto que lleva el cabello. Quizá, posiblemente sea una monja, y por lo joven que es, debe de ser una novicia. Existe un asesino o asesinos que actúa en este zona, pero nosotros no podemos hacer nada, ni siquiera enterrarla ya que no tenemos herramientas, de todas formas lo que si podemos hacer es cubrirla con algunas hojas y follaje para preservarla de las aves carroñeras.”- Termina diciendo Hugo.

Eugene, apenada porque no puede hacer nada por la pobre mujer, decide rezar un breve responso por su alma. Musita casi en silencio las palabras del apóstol San Pablo: –“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor.-

-"Yo creía que las monjas celtas no simpatizaban con los preceptos del apóstol San Pablo. – Rie, Hugo -¿No fue Pablo de Tarso quien dijo que había que someterse al amo y no consentía que la mujer enseñase al hombre?"-

– "Sólo algunos no aceptan su misoginia declarada.- Explica la monja- Él dice que las mujeres deben someterse al marido ya que éste es la cabeza de la mujer, así como Cristo es la cabeza de la Iglesia… Éstas son sus palabras textuales y la razón por la que algunos entienden que San Pablo estaba en contra de la dignidad femenina y de su participación en todos los cargos públicos…"-

-" Pero, en realidad, creo que los preceptos del apóstol han sido mal interpretados, porque si se lee sus textos, en profundidad, vemos que dice :

-“El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne: antes bien la alimenta y la trata con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo”- Explica la abadesa clavando su verde mirada en la del hombre y éste, disimulando, mira hacia otro lado para que la mujer no descubra los sentimientos que despierta en él.

Prosiguen su viaje por el bosque que ya empieza a ser algo interminable. Ya se va acercando la noche y tienen que pensar en encontrar un lugar donde descansar. Avanzan por una planicie que termina de manera repentina en una pendiente por la que descienden sin gran esfuerzo. Comprueban que el bosque ha dejado de ser sombrío y se abre un claro donde impera la misma soledad que hasta entonces. Algunos árboles indican que todavía se encuentran en el inquietante “bosque de los aparecidos”.

– "Eugene, puede aclararme qué es, exactamente, “La Triple Muerte”- Pregunta Hugo, rompiendo el incómodo silencio en el que se hallan sumergidos ya hace rato.



– “La triple muerte es un crimen ritual celta, es la muerte más horrible que se pueda imaginar- Cuando Eugene comienza a explicarse, todos los demás templarios se agrupan a su alrededor escuchándola con interés- la víctima propiciatoria puede ser de ambos sexos. En los antiguos sacrificios druidas las víctimas eran asesinadas con una espada, asaetada o empalada, y en este caso hemos podido ver cómo tenía un profundo tajo en la garganta, todo parece indicar que ha sido desangrada, por la laceración de los pies y sus tobillos, yo diría que la han colgado de un árbol por los pies y la han sangrado, poco a poco. Los druidas utilizaban diversos rituales de sacrificio a sus dioses. Por ejemplo, para honrar a Teutates ahogaban a la víctima en una tina con algún líquido; para Esus, se colgaba a la víctima de un árbol y se la sangraba, lentamente; para Taranis, se quemaba vivos a unos hombres encerrados en un muñeco de madera."-

Sara escucha las palabras de la abadesa totalmente horrorizada y comprende que en nombre de la mal llamada religión se comenten y se seguirán cometiendo muchas atrocidades. Siente congoja al pensar que la tolerancia y el amor al prójimo, no figuran, precisamente, en el código de valores de una sociedad convulsa.

Muy afectada por los hechos, vislumbra, a lo lejos, un puente de piedra que no tardarán en franquear. Y, descubre al pie de una agrupación rocosa, un pequeño pueblo que, al ocaso, le parece un milagro divino, un lugar hospitalario donde pasar toda la noche.

Los peregrinos penetran en el pueblo abandonado, nada que tenga vida se mantiene en pie, asolado por la ultima epidemia de peste, sólo habitan en él la soledad y el abandono. Los gritos agónicos del viento se convierten en un quejido siniestro que les atemoriza. Pero, la noche está próxima y la acompaña un séquito de sombras y oscuridad, que de manera inexorable, ya se va acercando como un negro sudario por el “bosque de los aparecidos”.

Avanzan entre las casas, tristes, en su abandono, las ráfagas del viento provocan que los postigos y contraventanas choquen violentamente contra las oscuras paredes. Caminan por una calle desierta, dominada por la furia del viento que intenta llevarse con él, los pocos edificios que quedan en pie.

Llegan hasta el inquietante edificio de la iglesia del pueblo, pero rehúsan guarecerse en su interior y siguen vagando sin rumbo fijo, hasta que llegan a lo que parece ser una posada o un albergue. Piensan que es posible que en su interior encuentren algo de comida y un lugar donde dormir.




Un cartel de grandes dimensiones en uno de los lados de la fachada indica que se llama “La posada de Aquitania”. Los peregrinos se aventuran en el interior sin grandes reticencias y exploran con curiosidad todas las dependencias que la integran.

Totalmente desierta, su estado indica que fue abandonada de manera repentina, ya que encima de las mesas todavía se encuentran las escudillas con los últimos restos de la comida ya agusanada por el tiempo transcurrido y jarras con vino, en su interior. En algunos platos todavía existen restos de lo que fue un asado, pero los gusanos se están dando un buen festín a su costa.

– “ Parece como si hubieran tenido que dejarlo todo repentinamente y huir.”-

Comenta Hugo tras echar una ojeada por el local. Y, cuando llega hasta unas rústicas escaleras de madera comienza a subir por ellas, seguido por el resto de sus compañeros. La madera cruje de una manera alarmante y por un momento tienen la certeza de que se va a quebrar bajo sus pies, dada la precariedad de su estado. Pero, al final consiguen acceder al piso superior. Un largo pasillo construido totalmente con madera, unas serie de puertas indican la presencia de las habitaciones de la posada. Contemplan el aspecto que presenta y se horrorizan ya que impera un total desorden, la ropa de las habitaciones están esparcidas por el suelo, los colchones totalmente desgarrados, con su contenido desperdigado por el suelo, pero, lo más espeluznante es que hay sangre por todas partes, en la ropa, en el suelo, en las paredes. Horrorizados deciden abandonar el lugar e impiden que las mujeres que les acompañan puedan ver la carnicería; en especial Sara, ya que es sumamente sensible a estas cosas.

-" Esto no ha sido la peste"- Dice Archembaud con aprensión, yo aquí no me quedo ni por todo el oro del mundo.

– "Han sufrido un violento ataque" – Dice Guillermo cuando penetra en el interior de una de las habitaciones, pero la abandona al poco tiempo, existe sangre por todas partes, se intuye el ensañamiento brutal que se produjo en el lugar. La ventana aparece totalmente abierta y, curiosamente, limpia de sangre.

-"Me parece que iniciaron el ataque en el piso superior, debieron entrar por las ventana, fijaos que esta ventana aparece intacta. "-

-"Si porque en el comedor no hay signos de violencia, es decir, que entraron y salieron por la ventana, es extraño, y me pone los pelos de punta…"- Dice Andrés mientras coge un extraño amuleto del suelo, se lo enseña a Hugo y éste lo oculta entre sus ropas, pensando en mostrárselo más tarde a la abadesa.

-"¡ Dios, la Morrigú ha despertado!"- Exclama la abadesa y sus ojos se abren con espanto, desorbitados, cuando el templario le muestra el extraño amuleto que han recogido en la planta superior de la posada.

-" ¿Y quién es la Morrigú?"- pregunta intrigado, ya que no es ajeno a la expresión de horror que se ha reflejado en el rostro de la monja.

La Morrigú o La Morrigan es la Reina de los Espectros, de los Fantasmas o la Reina de las Sombras, es la más destructiva de todas las reinas, la señora de la Guerra y la Muerte, la Renovación, la Fertilidad y el Sexo. La Morrigan actúa junto a sus terribles hermanas, son irlandesas y llevan a una jauría de perros con ellas. Se la invoca por medio de una incitación a la guerra por medio de un cuerno de guerra o de los graznidos de los cuervos y como es capaz de cambiar de forma, puede aparecer convertida en un cuervo, una anciana hechicera o una mujer joven y hermosa. Esta Reina disfruta con el caos y la muerte. Se suele ver en los arroyos lavando los ropajes de aquellos que van a morir en el combate. Los cráneos de los caídos en batalla eran llamados “las bellotas de la Morrigan”. Se dice de ella que hipnotiza a los hombres en su espiral de muerte y destrucción. La Morrigú o la Morrigan es un demonio infernal y ha sido invocada…Y, ese amuleto que han recogido es la “Cruz de La Morrigú” …

En una ocasión profetizó el fin del mundo diciendo:

-“ Veremos un mundo que no me querrá; habrá veranos sin pétalos, ganado sin leche, mujeres sin pudor, hombres sin valor, conquistas sin ningún fin…Bosques sin árboles, mares sin habitantes, juicios en falso contra hombres ancianos y sabios, malos defensores corruptos, todo hombre, un traidor; todo hijo, un ladrón. El hijo irá a la cama del padre, el padre a la cama del hijo. Cada uno de sus hermanos lo será por ley. No buscará a ninguna mujer fuera de su casa…En un tiempo malo, la indecencia engañará a su padre, a su hermana defraudará.-“

No tardan en abandonar la posada y deciden alojarse en la iglesia y hacia allí se dirigen, pero la situación que presenta el lugar no es mejor, ya que aparte de la destrucción y la sangre que aparece por todas partes, se han dedicado ha realizar profanaciones en el altar mayor.

Vuelven a cruzar todo el pueblo, hasta una pequeña plazoleta, situada en las afueras del pueblo, rodeada de pequeñas granjas de labor, se fijan en la más grande, una de proporciones considerables ya que las demás sólo parecen cabañas de campesinos, casas humildes. Se sorprenden al descubrir que aunque la puerta está abierta de par en par, todo en su interior permanece inmaculado. Sólo tiene un inconveniente y es que se encuentra muy próxima al bosque, que a estas horas se presenta como un lugar poco tranquilizador. Los peregrinos encuentran aceptable su refugio, y por fin se deciden a pasar la noche bajo un techo protector.

Inspeccionan la casa y descubren que no es muy grande, tan sólo dispone de tres dormitorios y un comedor modesto, así que se distribuyen por grupos. En las habitaciones se alojarán grupos de cuatro y de dos; y, en el comedor, los restantes, montando guardias. Pero, antes de dormir, aunque evitan hablar sobre lo que ha sucedido en este pueblo. Resulta inevitable sacar a relucir los hechos que han presenciado. Piensan que este pueblo no sólo ha sufrido el azote de la peste, sino que ha padecido algo mucho más terrible y sanguinario, algo que intuyen, pero que no alcanzan a comprender y que les mantiene con el alma en vilo, pero lo que ellos no saben es que van a tener ocasión de conocerlo dentro de poco.

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