El resplandor de la luz me ciega…
…” ¡Qué dolor tan insoportable de cabeza!"...
Me encuentro en la cama de un hospital. No sé cómo he llegado hasta aquí...Trato de recordar, pero un dolor lacerante martillea mis sienes… Intento incorporarme y siento como si algo me desgarrara la mano. Una mirada me basta para comprender que son las vías intravenosas… Me las arranco sin más, y me sorprende el chorro de sangre que brota de la herida, me ha salpicado y lo ha ensuciado todo…
Trato de recordar qué es lo que me ha llevado hasta esa aséptica habitación de hospital. Poco a poco el
entendimiento se abre paso en mi mente…
Recuerdo que estaba arreglando un enchufe en la pared y se produjo un chispazo… Después nada, un total vacío se apoderó de mi mente.. Es lo que tiene ser menos que un mileurista, que no tienes donde caerte muerta y te las tienes que arreglar tú sola.
Poco a poco voy recuperando las fuerzas, las justas para vestirme con las prendas que hay en el pequeño armario. Creo que me pertenecen porque no comparto la habitación con nadie…
Me visto con rapidez, tengo que ser rápida, no vaya a ser que pronto aparezca la diligente enfermera presta a ofrecer sus servicios sanitarios… Pero, desde luego no me va a encontrar…
Abro la puerta con cuidado, y me asombra comprobar que en el pasillo del hospital existe un gran trasiego, pero de agentes de seguridad. Todos se dirigen hacia una de las habitaciones, no tardo en alcanzarla. La escena que contemplo es terrorífica. Tres agentes de seguridad están tratando de inmovilizar a una pobre mujer contra la cama, que presa de un ataque de nervios, trata de desasirse desesperadamente…
Compadezco a la pobre mujer, qué clase de enfermedad habrá contraído, para que tres hombres fornidos no sean capaces de reducirla… La respuesta me llega de inmediato, cuando clava sus ojos enrojecidos y desmesuradamente abiertos en mi… Sé que esa enfermedad no es cualquier cosa… En ese momento, parece recrudecerse su mal y la emprende a dentelladas con uno de los vigilantes que empieza a retorcerse por el suelo y a poner los ojos en blanco…
Aquello me supera y sé que tengo que salir de ese lugar inmediatamente… Las piernas al principio parece que no me responden. Aterrada, apresuro mis pasos hacia la salida. Nadie me detiene, casi respiro aliviada cuando me encuentro ante la puerta del hospital.
Cuando alcanzo la calle me siento segura, la cruzo y desde la acera echo una última mirada al interior del hospital y me parece ver como si la gente corriera de un lado para otro….
De repente, escucho el sonido de los vidrios al romperse y después comienza a salir la gente atropelladamente. Un griterío infernal llega hasta mis oídos…
Mi mente no está muy clara, pero sé que tengo ante mis ojos una manifestación de pánico humano sin precedentes… Y, detrás, varias personas babeando y con los ojos en blanco, parece que están rabiosos…. Enajenados y privados de la cordura, se evidencia que en ellos no queda un rastro de humanidad y sentimientos…
Uno de aquellos seres parece que me ha descubierto y se dirige hacia mí con una avidez fuera de lo común, con el ansia de devorarme reflejada en el rostro, casi puedo sentir el extraño olor que desprende su cuerpo… El aroma del amoniaco…
Salgo corriendo cuando el rabioso casi me alcanza. Puedo sentir su aliento maloliente… Corro tanto, y tan alocadamente, que me duele el pecho y casi no puedo respirar… Miro hacia atrás para cerciorarme de que aquel ser de pesadilla ha dejado de perseguirme, pero estoy equivocada, ´corre como un poseído y está acortando la distancia peligrosamente….
Enloquecida, no puedo pensar con claridad, si sigo corriendo, solo conseguiré fatigarme en exceso y al final me atrapará…
En mi loca carrera, descubro una portería abierta y decido meterme en el interior, cierro la puerta y apoyo la espalda contra ella. La frialdad del metal parece infundirme ánimos. Me siento resguardada, aislada entre cuatro paredes. Así el monstruo no podrá alcanzarme…
Miro por encima del hombro y vislumbro al otro lado de la puerta su tenebrosa presencia… Ahí está, extrañamente quieto, como a la espera. Parece que me presiente. Sus pavorosos ojos atrapan mi atención, fijos y sin vida. Pero percibo en ellos un odio irracional.
Una tregua a mis emociones desbocadas que desgraciadamente dura poco ya que en una ráfaga de segundo es arrollado por la ingente marea vociferante que inunda la calle.
Es desalentador contemplar tanto desastre, tanta furia desatada. Esa barbarie provoca un temblequeo incontenible en mis piernas y la situación no mejora ya que escucho los gruñidos y gemidos de gente que baja atropelladamente por la escalera… Abrumada comprendo que no tengo escapatoria, veo aproximarse mi fin.
Cuando los primeros rabiosos irrumpen en el lugar donde me encuentro, se abalanzan como fieras sobre mi...En un movimiento impulsivo repelo el ataque apartándome bruscamente, casi caigo, pero me recupero enseguida, justo lo necesario para detener el ataque de una de esas criaturas. Mis manos casi se quiebran al apoyarse en el pecho del hombre, tratando de contrarrestar su ataque.
Espantada siento el impresionante latido de su corazón, un latido que parece conectar con mi mente. En ese momento, cierro los ojos tratando de reunir fuerzas en esa lucha sin cuartel, y concentro todo mi poder, el poco que me queda, en apartar a ese ser que parece empeñado en devorarme…
Vuelvo a sentir ese desagradable hedor que desprenden… Olor a descomposición y amoniaco…
Me defiendo con fiereza, siento como si mis miembros se hubieran convertido en acero y con una energía inaudita agarro sin titubear al rabioso y lo arrojo lejos de mí. Noto el ruido que hace su cabeza cuando se estrella contra la pared, y como después se desliza grotescamente hasta caer inerte en el suelo, desmadejado como si se tratara de una muñeca rota...
Los otros infectados me están rodeando, agitados y babeando, cada vez acortan más la distancia… Siento su cerco y solo tengo que extender las manos para tocarlos. Un impulso instintivo me empuja a girar como una peonza, a una velocidad vertiginosa. Mi imitación de Chuck Norris, resulta infalible, creo que la electrocución que he padecido me ha convertido en la "mujer maravilla". En pocos segundos todos esos desgraciados han salido volando, unos se han estrellado contra el techo y otros contra la pared. Sus restos sanguinolentos aparecen esparcidos por todas partes. Sin embargo, yo permanezco impoluta entre tanta masacre...
Contemplo horrorizada toda la destrucción que he causado. Pero en fin, ha sido en defensa propia. A veces, la lucha por la supervivencia siempre tiene un punto demencial…
Entre los muertos descubro la presencia de un hombre, aparentemente libre de la infección. Sus ojos me contemplan con fijeza y una rara expresión en el rostro. Intuyo que debe de estar alucinado ante la demostración de fuerza que ha presenciado en una mujer... Es alto, esbelto y apuesto. Ese desconocido me provoca un tumulto de emociones. Pero, cuando siento como mi cabello se electriza y se pone de punta, experimento un miedo atroz. Eso que todo el mundo conoce. Pero, no son buenos tiempos para el amor y mucho menos para dejarse llevar por una pasión loca que luego se pueda lamentar. Así que he de huir lo más rápido posible... Pese al tumulto que hay en la calle, abro la puerta y me expongo a mil peligros… Siempre será mejor que enfrentarnos a lo desconocido.
…”No te vayas”... Grita, pero ya he tomado mi decisión y no hay marcha atrás.
..."Ahí te quedas guapo, no necesito a nadie"...Pienso, pero no puedo evitar echar una última mirada hacia atrás...