La carta de un historiador a Fernando Trueba…
... "Qué pena que España ganara la guerra de la independencia. Me hubiera gustado muchísimo que la ganara Francia"...
Esta es la declaración de Fernando Trueba que ha ocasionado que un historiador critique veladamente su sentimiento apátrida. Y, yo me permito desde mi blog defender este concepto al que no soy ajena.
Un historiador que parece desconocer que diversos hechos históricos, aunque se documenten con las mismas fuentes, pueden ser narrados de manera diferente. Las interpretaciones dependen del contexto social y la perspectiva del Historiador.
Pero, antes, un pequeño punto de inflexión sobre el concepto de sentimiento apátrida. Pocos conocen la sensación de sentirse un extranjero solitario en tu país de origen, en sentirte habitante del planeta tierra.
La patria, ese espacio natural donde naciste y creciste, no la forman las riquezas naturales, o la herencia cultural de nuestros ancestros y que nosotros tenemos el compromiso de aumentar pensando en el legado de nuestros descendientes. El concepto de patria encierra la esencia e identidad de un pueblo y en él podemos intuir la riqueza humana de dicha nación.
España se ha convertido en ese país que me decepciona profundamente día a día y no tiene nada que ver con sus gobernantes, sino más bien con la especial idiosincrasia de sus gentes, con esa condescendencia insufrible de tolerar cualquier tipo de corrupción, con esa absurda picaresca para convertir los más altos ideales de la ciudadanía en burdos negocios lucrativos, con esa conmiseración pasiva ante las injusticias...
Y, entrando en el tema, esta carta me ha irritado porque yo también pienso que ganar la Guerra de la Independencia fue lo peor que nos pudo pasar.
¿Historia de contrabando? No, desde luego, porque esta es la historia oficial que entraba en todos los planes de estudio del Bachillerato Unificado Polivalente…Y no me lo invento, basta con mirar cualquier libro de texto de la época para cerciorarse. Supongo que el temario estaría desarrollado por historiadores dentro de la más pura ortodoxia histórica, tanto más valiosa ya que coincidió con la recién estrenada transición.
Ya estamos hartos de que la historia sea un instrumento más de la clase dominante, un medio que falsea la realidad de manera deliberada o por desconocimiento y mostrarse partidario de un bando u otro de la guerra de la Independencia solo pone de manifiesto nuestro talante democrático ya que una cosa está clara, Napoleón cometió el error de su vida al invadir España y Rusia de manera simultánea. La campaña rusa sucumbió diezmada por los combates, el frío, el hambre y las deserciones. Fue entonces cuando un Napoleón completamente debilitado devolvió la corona a Fernando VII .
Sin embargo, la historia repite sus ciclos y 100 años más tarde tendría lugar la Revolución Rusa, a imagen y semejanza de la francesa, aunque a diferencia de las bases burguesas de la francesa, la rusa tendría un cariz más popular, y la familia real tampoco escapó a las iras del pueblo, siendo ejecutados. Posteriormente, ambas iniciaron sendas persecuciones contra la religión, especialmente contra el clero; Y, ambas , con la excusa de liberar al pueblo, terminaron degenerando en regímenes de opresión sangrienta y tiránica.
Lo lamentable es que todo un historiador no sea capaz de comprender que el personaje pantagruélico de Napoleón no eclipsó los logros ideológicos de la Revolución Francesa y que con su afán imperialista contribuyó a la expansión de las nuevas ideas que constituían la base ideológica de un movimiento revolucionario que enfatizaba los derechos del individuo y otorgaba soberanía al conjunto de los ciudadanos y no a la monarquía….Resumiendo, venia a suponer las bases de la nueva legalidad moderna.
El absolutismo que reinaba en España había intentado poner barreras a las influencias de la Revolución Francesa, pero las nuevas ideas de libertad comenzaban a extenderse por España. José I, antes incluso de entrar en España, dio la primera Constitución limitando los poderes regios, la llamada de Bayona, que abolía la Inquisición y la tortura legal.
Es curioso que desprecie tan abiertamente a los afrancesados, cuando todo el mundo sabe que son los padres de la Primera Constitución, o la Carta Magna.
Los afrancesados o progresistas, término que no se empleaba en la época, creyeron que el rey José era el que podía llevar a cabo la regeneración de España. Pero la brutalidad en la represión del motín popular fue lo que hizo que muchos de estos "progresistas" o liberales renegaran de los franceses y se refugiaran en Cádiz, donde crearon su propia Constitución liberal.
Napoleón fue el gran advenedizo que hechizaba a Francia con sus invencibles victorias y, paradójicamente, serían sus miles de soldados supervivientes y bien adiestrados los que esparcieron por Europa los principios de la Revolución Francesa. En los territorios ocupados los derechos feudales eran abolidos, juntamente con sus particularismos económicos, aduaneros y corporativos; se fomentó la creación de un mercado único interior y se implantaba la igualdad jurídica y política según el modelo del Código Civil francés, que es referencia de los derechos occidentales, excepto los anglosajones, se produjo la secularización de los bienes eclesiásticos y una administración centralizada, uniforme y la libertad de culto y de religión. Estas medidas erradicaban las desigualdades feudales, basadas en el privilegio y el nacimiento, por las desigualdades burguesas, basadas en la riqueza económica y productiva.
En la expansión de las ideas revolucionarias emergentes, Napoleón solo fue un factor desencadenante que propició que las ideas revolucionarias se propagaran por todo el mundo…Se comenta que lo que originó la revolución francesa fue la independencia de las colonias inglesas de Norteamérica.. ese radicalismo ante la desmembración de estados abocaría a una temprana visión de una Europa unitaria que tejería la célebre historia de su marcado nepotismo, llegando a la repartición del Imperio entre hermanos y generales.
No obstante, España, durante el período napoleónico, ejerció un papel de primer orden en la escena europea. Y, la resistencia nacional que opuso al imperio francés cuando pretendió transformarla en un estado satélite, fue el primer fracaso que encontró Napoleón, y señaló el comienzo de la decadencia de su Imperio.
Y, aludiendo a la “Baronesa Tiesa” cuando comenta que la cosa no fructificó porque los soldados de Napoleón se entregaron a una vorágine de crueldades, siento comunicarle que no va descaminada y si cree que me equivoco puede recurrir al arte, ya que puede constituir una valiosa fuente de referencia para un historiador.
Goya, genial y controvertido artista revelaría su auténtica postura política con respecto a la Guerra de la Independencia en su obra “Los Desastres de la Guerra” una denuncia de la brutalidad venga de donde venga, pues recoge las salvajadas de unos y de otros. Ante la derrota francesa el pintor tuvo que exiliarse con motivo de la represión absolutista de Fernando VII, y escogió el refugio de Francia, donde terminaría sus días.
Sobre Fernando VII, el rey felón, apelativo que habla por si sólo, podemos decir que es uno de esos casos raros en los que historiadores de todos los tiempos, independientemente de su ideología, se ponen de acuerdo en considerar que fue el rey más cruel, vengativo, traicionero, ambicioso y sin escrúpulos que ha tenido España. Aunque en la actualidad se trata de restablecer su imagen, la verdad es que son demasiadas las evidencias que demuestran lo contrario.
Lamento confesar que últimamente ya son demasiadas las evidencias epistolares creadas por historiadores o profesores que no tienen otro fin que atacar duramente la revolución francesa y sus consecuencias.
Sólo pido que por favor no manchemos con infundios los ideales de una de las Revoluciones más grandes que ha tenido la humanidad y la dejemos intacta en ese lugar de honor que le corresponde en la historia Universal, porque gracias a ella mejoraron las condiciones de vida de muchos seres humanos.
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