HISTORIAS DE MIS BARRIOS, II




En esta segunda parte os sigo hablando de mis interesantes barrios. Hoy le toca el turno a buscar la huella de Gaudí en uno de los conventos del Barrio,  conocer la fascinante historia sobre la bomba de Sant Andreu y descubrir los maravillosos trampantojos que aparecen en algunas fachadas del Carrer Gran de Sant Andreu. Este nombre proviene de la conocida expresión francesa “trompe l’oeil”, efecto óptico que pretende engañar al ojo, aunque ahora comienza a utilizarse la palabra española, trampantojo, o trampa a los ojos. El trampantojo es una técnica pictórica que simula, que aparenta, que intenta suplir la realidad. Los trampantojos pretenden engañar, esta es su principal característica, no debemos confundirlo con la pura imitación o el realismo. Simulan objetos, perspectivas, paisajes, o materiales (madera, mármol…) con el objetivo de ocultar defectos, decorar, ampliar o simplemente alegrar una pared, una estancia, o una medianería. Puertas falsas, o que imitan la madera, ventanas sin fondo, celosías dibujadas, personajes inmóviles,… escaleras que no llevan a ninguna parte… Los pintores utilizan la perspectiva para engañarnos y darnos sensación de realidad. Un ejemplo lo tenemos en el edificio de la Plaza Pomera donde los balcones falsos se confunden con los verdaderos.




Pero, antes, merece una mención especial la calle Fabra i Puig que cruza casi perpendicularmente la Avenida Meridiana. La rambla de Sant Andreu, con sus 2 kilómetros de largo, es un importante eje comercial del barrio.


La imagen que nos ofrece en la actualidad es una espaciosa y clásica calle de barrio, inaugurada en el año 1918 y dedicada a Ferrán Fabra i Puig, un antiguo alcalde de la ciudad.
Un agradable paseo nos lleva hasta la calle de Sant Andreu  y sus numerosos rincones nos evocan  la cantidad de veces que ha sido rehabilitada, pero como suele suceder en muchas calles de Barcelona, nunca pierde su espíritu, ese aire tradicional que pese a la modernidad nunca abandona a los barrios más populares de la ciudad....


La hilatura Fabra i Coats, inaugurada en 1843, le da vida. 



Por ello no es extraño que la rambla de Sant Andreu, su calle principal, lleve el nombre de Fabra i Puig. En 1854 lo atravesó por vez primera el tren, el de Granollers, y en 1855 el de Sabadell, con lo cual conseguía muy buena comunicación, pero encontraba serias dificultades para su crecimiento urbanístico. Dedicado en especial al ramo textil, la burguesía convirtió esta zona de Barcelona en su lugar de asueto y veraneo, aquí se construían sus lujosas "torres" al pie del “Turó de les Roquetes”, o entre las “Vinyes del Verdum” y la “Prosperitat”.

 Seria en 1843 cuando los centralistas se fortificaron en este lugar, y Prim lo asaltó, por lo que fue ascendido a general. Entonces, derribó el Fortín de la Riera, en medio del pueblo. En 1845 hubo aquí la revolución de las Quintas. Boira, el “Noi Boliarda” y “Vador d´en Tardà” dirigieron la insurrección y construyeron las barricadas. Por una traición entró aquí el brigadier Fulgosio, contra él resistieron bastante los fortificados en el campanario de la iglesia.

Barrio que lideraba la intelectualidad y la cultura durante el siglo XIX. En el año 1875 surgieron los primeros brotes insurgentes que culminaron con la constitución en el barrio de un gobierno revolucionario. En el 1897  un Sant Andreu revolucionario fue anexionado a Barcelona. Entonces empezó su rápido crecimiento. 

La gran afluencia de inmigración se produjo con motivo obras de la Exposición de 1929. En el momento de la inauguración del evento, la ciudad ya poseía cerca de 6000 barracas. 

Los "otros catalanes" supusieron 192.000 nuevos barceloneses en 1930 y 224.000 entre 1940 y 1952, destruyeron todo el tejido social y urbanístico de Sant Andreu, para el que no había más precisiones que las del plan de enlaces de 1917, obra de F. Romeu y E Porcel, basado en el de Jaussely (1905), que preveía las futuras Vías Julia, Favencia y el paseo de Valldaura. En la Plaza Orfila se encuentra uno de sus edificios más monumentales, la Iglesia Parroquial, obra de Pere Falqués, construida a finales del siglo XIX.




 Coronada con una cúpula de azulejo oscuro, de 68 metros de altura, que es la tercera de sus cúpulas. La primera se hundió y mató a cuatro personas en 1884. La segunda se quemó en 1909. La tercera es copia de la anterior.

La calle Concepción Arenal cruza la Meridiana y muere cerca de la calle Rubén Darío, en ese punto se funde con la famosa Avenida.





Esta calle existe desde antes de la llegada de los romanos. Naturalmente, se desconoce el nombre que la identificaba por aquel entonces. La vía principal que pasaba por Sant Andreu en la época romana era la Strata Subteriora o Vía Francesca e iba desde la calle del medio del Maresme hasta Horta. 

 Un tramo de esta vía Francisca pasaba por Concepción Arenal. En el sistema viario romano había una serie de caminos, existía un camino que, desde la vía Augusta iba hacia Horta pasando por la plaza del Congreso, también pasaba por Concepción Arenal a la altura de lo que ahora es Cardenal Tedeschini.  No hay duda de que se trata de un camino romano, poco antes de donde nace hoy la calle, existía una villa romana; en los terrenos del actual Canódromo, en Cardenal Tedeschini, existía una antigua masía llamada Can Armera y en el el cruce con Sócrates existía otra villa romana más, aparte de Can Magarola, una masía que se supone de origen romano y que pervivió hasta principios de siglo. Los terrenos pertenecieron durante siglos a la familia Magarola que dio nombre a la masía. Por problemas económicos, Víctor de Magarola y Bru se desprendió de ella en 1867. Acabó en manos de Engracia Batista y Planas, una de las terratenientes más importantes de la historia de Sant Andreu. A su muerte, la masía pasó a varios propietarios, entre ellos su marido, que la acabaron cediendo al ayuntamiento en 1908. Concepción Arenal también fue, hasta principios de este siglo, la Calle de Arriba. El antiguo camino del medio medieval, que por arriba atravesaba el llano de Barcelona. Concepción Arenal se ha ido urbanizando a la vez que San Andrés iba perdiendo su aspecto rural. La calle, hasta la riera de Horta, servía de límite entre Sant Andreu y Sant Martí. Poco antes de la agregación de Sant Andreu en Barcelona, ​​hacia el 1890, se urbanizó el trozo de la riera hasta Can Xandri. El tramo que llega a la Rambla fueron campos hasta los años 50 y recibió el nombre de calle de Barcelona. Entonces existían casas donde ahora está el muro de la Meridiana. Y en el cruce con Pons y Gallarza estaba la fuente de Canyelles. 

La calle está dedicada a la escritora y penalista del siglo pasado, Concepción Arenal. Destacó por sus tendencias humanitarias y feministas. Se interesó por la asistencia social, los problemas penales, sociales, jurídicos y feministas en general. También tiene una obra propiamente literaria y fue visitadora general de las prisiones de mujeres. Los méritos de esta escritora coruñesa tienen que ver tanto con su talento como con su condición de pionera de los derechos de la mujer, siendo la primera mujer que estudió derecho en la Universidad Central vestida para ello con ropajes masculinos. Arenal es considerada por muchos la primera feminista española.

LA CASA MAZZANTINI

 En la intersección de la calle Coroleu con la calle Concepción Arenal, número 284 se encuentra un edificio con un grupo de viviendas de planta baja y dos plantas concebidos unitariamente y de la mano del mismo autor y propietario. Construidos sobre tres solares de dimensiones similares y muy regulares. Cada uno de los edificios forma un módulo compositivo con tres portales en la planta baja, dos para las dos viviendas en la planta baja y un portal para la escalera de vecinos de los pisos superiores. En la fachada se descompone el tratamiento de la fachada a partir del eje que configura el portal de vecinos, apareciendo dos grandes balcones de hierro de forja a lado y lado. Los paramentos se tratan con estucos imitando sillares encintados en planta baja, y enlucidos de color verde en las restantes plantas, las balconeras aparecen enmarcadas con relieves moldurados en todo su perímetro. Corona el edificio un potente relieve de líneas barroquizantes, que enlaza con el resto de los edificios configurando esta imagen unitaria. Cabe destacar la solución del chaflán con la calle de Concepción Arenal, donde las balconeras giran alrededor de un muro ciego y curvilíneo que sobresale del coronamiento para incluir un escudo en relieve. 





La parte final de La calle recibió el nombre de Bartrina en el año 1914. La modernidad ha llegado a la calle: las grandes vías urbanas, el metro pasa por debajo de Concepción Arenal a la altura de la calle Abad Odón. Ahora, la calle Concepción Arenal es una de las calles más largas e importantes en el distrito de Sant Andreu pero por encima de todo es una calle llena de historia. 

Dentro del paisaje urbano de Sant Andreu,  nos encontramos a mano derecha de la calle Concepción Arenal la conocida calle Sócrates, famosa por la bomba que tiene incrustada en la fachada de un edificio…. Alguien dijo una vez, "Sólo una ciudad desafiante es capaz de abrir una delegación de hacienda en las inmediaciones de una bomba"... Y, querido lector,  la verdad es que la cuestión tiene mucha miga...ja,ja,ja.





 El proyectil incrustado en el edificio de esta calle es visible desde la calle Gran de San Andrés, en la actualidad. Para saber el origen de esta bomba o bala, es necesario que nos remontemos al período del año comprendido entre los meses de agosto y noviembre del año 1843, justamente cuando estalló en Barcelona la revuelta de la Jamancia. Una de las primeras revueltas republicanas y progresistas en el Estado español contra la política del estado-liberal, propugnada por el Partido Moderado. Durante ese tiempo Barcelona sufrió un feroz bombardeo desde el castillo de Montjuïc y la Ciutadella, por parte de Joan Prim, entonces brigadier. Tras la caída de Espartero como regente, se produjeron diferentes disturbios en Cataluña, sobre todo en Barcelona, que culminaron en la revuelta de la Jamancia cuyo nombre proviene del romero y significa comer. Aunque con toda seguridad el nombre provenía de los batallones de voluntarios (batallones de la Brusa), que seguramente se habían apuntado para comer gratis y para cobrar una paga de cinco reales diarios. Los sublevados que eran contrarios a las medidas centralizadoras del nuevo gobierno, también querían representación en el gobierno central de Madrid, en las Juntas Provinciales, dado que éstas habían hecho caer el gobierno de la regencia de Baldomero Espartero. Entre los opositores a Espartero se encontraba el general Prim, considerado un traidor ya que se vendió y paso a detentar el poder de manera repentina y autoritaria. La revuelta se produjo ante la falta de respuesta del gobierno para convocar una Junta Central que aglutinara las diferentes Juntas Regionales sublevadas. Sant Andreu de Palomar también  sufrió las consecuencias. Entonces, era un pueblo agrícola en transición forzada hacia la industrialización. La llegada de gente de los Países Catalanes y del resto del Estado, para proveer de nuevos trabajadores las industrias del pueblo, fue un goteo constante a lo largo del siglo XIX y XX. El 22 de septiembre del año 1843, las campanas de la parroquia resonaron a rebato para llamar a Sant Andreu y a su ciudadanía para la defensa de la población. Para hacer frente a la revuelta, el brigadier Juan Prim, desplazó sus tropas entre la Riera de Horta y la calle Burriana,  junto a la Rambla del Once de Septiembre. Según el dicho, ante el peligro de ser atacados por los sublevados, Prim construye la expresión "caja de muertos o faja de general". Gracias a la victoria, Delgado se convirtió en general. Posteriormente se acortó con "Caja o faja", haciendo referencia a todos aquellos que lo tienen que jugar todo a una sola carta. En el marco de la revuelta Prim bombardea descaradamente Sant Andreu de Palomar, pues se ha convertido en uno de los principales baluartes del partido centralista. Joan Prim decidió atacar el poble de Sant Andreu: tras un fuerte tiroteo entre los unos y otros en diferentes calles del pueblo, Prim ordenó a la artillería hacer fuego contra el pueblo, y dañó varias casas. Se instalaron más de 1.500 soldados que ocupaban prácticamente toda la población, mientras el ejército regular, que poco a poco iba ganando terreno ocasionando graves desperfectos en edificios de la calle Gran. Una de las casas afectadas se encontraba situada en la esquina de las calles de Casanoves (Gran de Sant Andreu) y de Santiago (Sócrates), la fachada sufrió un socavón. Fue el actual edificio de la Charcutería Puig – tienda especializada en la elaboración propia de embutidos-, la que hace esquina entre las calles Gran de Sant Andreu y de Sócrates. Un proyectil lanzado por las tropas de Prim se incrusta en la fachada sin explotar – en aquellos tiempos era bastante común. Hoy en día, el edificio también recibe el nombre de la "Casa de la Bomba". Para captar la bomba desde la calle, hay que girar y levantar la cabeza, pues se encuentra un poco elevada sobre el nivel del suelo. El propietario la recogió y la retuvo escondida durante años. una de las sucesivas reformas de la vivienda, al año 1909 – de estilo modernista-Según cuenta la tradición oral, su propietario reconstruye la casa e incrusta de nuevo el proyectil en la nueva pared como elemento decorativo y para que sirviera de recordatorio de los hechos a las generaciones venideras. Actualmente, el lugar donde se encuentra la famosa bomba entra dentro de los circuitos turísticos del barrio de San Andrés. 

Seguimos con nuestra ruta turística y nos encontramos en la intersección entre la calle Sócrates y la calle de la Monjas se encuentra la Iglesia de Sant Pacià, en ella encontramos LA HUELLA DE ANTONIO GAUDÍ.

Se accede caminando por la calle Concepción Arenal, en el tramo que atraviesa la calle Fabra i Puig, justamente, donde el tránsito rodado sufre alguna que otra restricción, tenemos que bajar por una estrecha callejuela que hay junto a una frutería para llegar directamente hasta los impresionantes muros de un convento de religiosas, este edificio es de gran importancia pues en él se encuentra la huella de Antoni Gaudí. 

Realmente, si lo contemplas parece que el tiempo se detiene y te olvidas del resto mundo, es impresionante y te deja sin palabras… 

MUERTE EN EL CONVENTO Durante la década de los años ochenta sucedió un hecho trágico que conmocionó a los vecinos de este tranquilo barrio del distrito de Sant Andreu, cuando todavía no eran la 10 de la mañana, se produjo una muerte misteriosa, al parecer era una monja y se hablaba de suicidio. La noticia no trascendió y no se tiene mucha información sobre el asunto.

HACIENDO HISTORIA.

 En 1879, las monjas de Jesús-María, de Sant Andreu de Palomar,  población que en aquel entonces era independiente, le pidieron al arquitecto Joan Torras i Guardiola que les construyese un convento en un descampado sin urbanizar. Torras, que era profesor de la Escuela de Arquitectura, aceptó el encargo y, de paso, pensó en un joven discípulo que había acabado la carrera un año antes para que diseñara el altar, la custodia y el mosaico de la iglesia. Iglesia de "SANT PACIÀ" 





Este edificio religioso de Barcelona, de gran riqueza arquitectónica, está ubicado en el convento de las monjas de Jesús y Maria, aunque a finales del siglo XIX pasó a los hermanos Maristas. Fue obra del arquitecto Joan Torras y Guardiola y fue construido en 1895. Durante la Semana Trágica, el edificio fue quemado, los hermanos maristas lo vendieron al obispado, fue tenencia obispal en 1924 y pasó a depender de Sant Andreu de Palomar. No fue parroquia hasta finales de 1932. Encontramos en el interior una única nave, con grandes vidrieras, sus vitrales se atribuyen al taller Amigó y se caracterizan por complejos dibujos geométricos. En su inauguración los vitrales estaban colocados y completamente acabados, pero el 29 de julio de 1909 durante la Semana Trágica el incendio del convento los destruyó parcialmente. Decora la iglesia del colegio de Jesús María de Sant Andreu del Palomar (Barcelona) con una sillería de coro, un altar, aparatos de iluminación y el mosaico del pavimento. Algunos elementos se trasladan al colegio que tiene esa congregación en Sant Gervasi, con la excepción del mosaico, conservado in situ.

Fue en 1922 cuando se restablece el culto y la Iglesia se consagra a Sant Pacià y se inician los trabajos de restauración de los vitrales. Las diferencias que se aprecian actualmente en algunos de ellos entre la parte superior y la inferior del Templo, se pueden explicar porqué las partes inferiores sufrieron los mayores daños mientras que las partes superiores quedaron prácticamente intactas. Otro de los aspectos a destacar del Templo es el pavimento del suelo formado por un mosaico romano de figuras geométricas diseñado por el gran arquitecto Antoni Gaudí. Finalmente cabe decir que Gaudí también diseñó todo el conjunto de decoración del interior, altar neogótico, luces, las sillas del coro, el mobiliario, etc.. pero todo esto excepto el altar se trasladó junto con las hermanas de Jesús y María al convento de Sant Gervasi. Este mosaico es de gran interés y cubre toda la superficie del suelo formando un dibujo geométrico muy elaborado, diseñado por Antonio Gaudí en su juventud, en el año 1880, siendo uno de sus primeros trabajos. Fue restaurado en el 1988. 


     Detalle del mosaico.  

 Hasta aquí un retazo de historia de nuestro barrio desconocido por la mayoría de los vecinos. 

 Después de contemplar el convento, seguimos bajando por la calle Sócrates en dirección al Carrer Gran de Sant Andreu, lugar donde se encuentran los fascinantes Trampantojos del barrio. 

Haciendo un historia, diremos que antes de ser agregado a Barcelona en 1897, Sant Andreu de Palomar era una localidad independiente ubicada en la zona que ocupan, en la actualidad, los distritos de Sant Andreu y Nou Barris, a excepción de la Sagrera, que pertenecía al municipio de Sant Martí de Provençals. Sería más lejos de Sant Martí, en la misma carretera de Europa, que allí tomó  el nombre de Carrer Gran de Sant Andreu, el núcleo de Sant Andreu se cita ya en el año 1004. Los almorávides lo destruyeron y su iglesia se reedificó en 1105. San Olegario construyó aquí, en 1132, la Torre Saisavada de la Iglesia románica, que en el siglo XV se sustituyó por otra gótica, derribada en 1850. Estaba rodeada de frondosos bosques, y durante largo tiempo fue famoso como lugar de reunión de contrabandistas, porque dominaba las más importantes de las entradas de Barcelona. En los siglos XVIII y XIX se desarrolló como núcleo industrial, esto hizo que pasase, en doscientos años, de 125 a 18000 casas. 


 LAS OBRAS DEL METRO 

 Para realizar el túnel del metro del tramo Fabra i Puig / Torres i Bages de la línea 1 se tuvo que vaciar la plaza Orfila. La iglesia de Sant Andreu sufrió unos desperfectos a base de grietas pero no tuvo mejor suerte ya que no pocas casas se derrumbaron y muchas otras se agrietaron ya que este tramo cruza el barrio en diagonal pasando por debajo de los cimientos de las viviendas. Las obras costaron la vida de once obreros. También se descubrieron importantes restos humanos pertenecientes al cementerio parroquial de la iglesia que rápidamente fueron destruidos por completo para no paralizar las obras. Este tramo se inauguró a finales de 1968.







Encontramos dos Trampantojos en unos edificios enfrentados en los números 237 y 239 de la calle Gran de Sant Andreu. Disimulando la unión en la línea de las casas, se pintaron unos balcones que muestran a diversas personalidades del barrio, como el doctor Puigvert, el poeta Ignasi Iglesias y Salvador Dalí, que en su día donó una de sus obras para salvar la Unió Esportiva Sant Andreu. 


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Sin dejar este enclave, en la vecina plaza de la Pomera existe un conjunto de casitas rurales, pintadas en lo que fue el resultado de un gran socavón durante la construcción del túnel del metro de la línea 1, entre Sant Andreu y Fabra i Puig. Para dignificar aquel percance, los vecinos encargaron en 1987 un trampantojo al pintor Antoni Gabarre, que en tonos blanco y ocre reprodujo un pequeño pueblecito. Algo así como una imagen ectoplasmática de cómo debía ser este lugar hasta no hace muchas décadas.





Aunque personalmente esta iniciativa estética me encanta, en realidad no está muy bien vista por los Barceloneses. Pese a las opiniones de algunos, Barcelona siempre ha sido pionera y ha tenido un cierto aire de vanguardismo en ciertas modas o tendencias estéticas o arquitectónicas, desde el modernismo hasta nuestros días. Hay que ser justo y reconocerlo, nuestra ciudad tiene sus cosas buenas y malas. Y, siempre alegra la vista cualquier manifestación artística y es justo valorarlo.

LA CASA BLOC

En el número 105 del paseo de Torras i Bages se halla el primer conjunto de viviendas destinadas a obreros edificado al sur de los Pirineos, y una de las primeras obras del G.A.T.C.P.A.C.(Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), que, como su nombre lo implica, fue bastante radical.) la Casa Bloc, conjunto lineal y “duplex”, obra del Josep Lluís Sert, Torres Clavé y Subirana, de 1932, promovida por la política social de la Generalitat. Para este bloque se señaló un tipo de vivienda con un mínimo de 70 metros, con jardín, en el número 107 del mismo paseo. Casa Bloc es un buen ejemplo de los principios del grupo, ya que intenta abrirse, de tal manera que parece ir en busca del sol y el aire fresco, brindando un amplio horizonte a las viviendas de los trabajadores, constituida por cinco edificios de siete plantas y en forma de ‘S’, lo que facilita que todas las dependencias tengan buena iluminación y ventilación. Unos pasadizos longitudinales en forma de calles-galería, situados en la parte con menos horas de sol, permiten acceder a los pisos. Todos son dúplex y tienen una superficie útil de entre 55 y 77 metros cuadrados. 



 Y, para finalizar, una pequeña mención al emblemático barrio de la Prosperitat, en 1957 se aprobó el plan para el barrio de la prosperitat, muy cerca del antiguo núcleo de Sant Andreu, entre la Avenida de la Meridiana, la vía Favencia, el Paseo de Valldaura y el torrente de Canyelles. Su planificación es una caricatura deformada del Ensanche Barcelonés, con cuadrícula de calles en extremo cortada y casas estrechas en profundidad, para acoger a 35.000 habitantes.   



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