Parece que la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha decidido que el incienso ya no es suficiente para purificar el ambiente político de diciembre de 2025 y ha optado por pasar directamente a la acción ejecutiva.
La Vieja Institución Española ha actualizado el software y ha decidido que las plegarias ya no son suficientes y se ha sumado al espíritu pragmático de José María Aznar con su consigna: "el que pueda hacer, que haga".
Aquí tenéis, la "revelación" de la Iglesia como actor político en la recta final del año:
El Evangelio según las urnas: Resulta conmovedor que, tras siglos de predicar que su reino no es de este mundo, los obispos hayan encontrado su verdadera vocación en la consultoría política. Luis Argüello, presidente de la CEE, ha dado el salto del púlpito al análisis de gabinete al sugerir que la solución al "bloqueo institucional" y a los casos de corrupción es, sencillamente, que el Gobierno se someta a una moción de censura o convoque elecciones. Se ve que el Espíritu Santo ahora también inspira estrategias parlamentarias.
La "No Neutralidad" como dogma: La Iglesia ha abandonado la ambigüedad celestial con una frase para la historia: ante las reglas del Estado de derecho, "no soy neutral". Es fascinante ver cómo la jerarquía eclesiástica reclama su derecho a intervenir en el "barro" político mientras Pedro Sánchez les recuerda, con ironía similar, que si quieren hacer política de partido tienen a su disposición plataformas como Abogados Cristianos para presentarse a las elecciones.
El "Acoso y Derribo" con Bendición: La ironía máxima reside en que la Iglesia, que siempre pide respeto para sus dogmas, ahora lidera el coro de los que consideran que la situación política es "apocalíptica". Para los obispos, el apocalipsis no es el fin de los tiempos, sino el fin de una legislatura que no les convence. Han pasado de rezar por los gobernantes a pedirles el finiquito, demostrando que en 2025 la fe mueve montañas, pero sobre todo intenta mover escaños.
¿Esperada o inesperada?: Lo que algunos llaman "desgraciada revelación" es en realidad el regreso al nacionalcatolicismo de manual, donde la sotana y el boletín electoral vuelven a ir de la mano. Si Aznar dijo que "el que pueda hacer, que haga", la Iglesia ha interpretado que su "hacer" consiste en convertir la Asamblea Plenaria en una suerte de comité de campaña por la "regeneración democrática".
En definitiva, en esta Navidad de 2025, el portal de Belén parece haber sido sustituido por un despacho en la calle Añastro desde el que se coordina la ofensiva política. La Iglesia está y se la espera, pero no para repartir pan, sino para repartir carnets de legitimidad democrática.
Esta "hermandad divina" entre la toga y la sotana ha alcanzado en diciembre de 2025 su punto de máxima comunión, demostrando que en España el Estado de Derecho y el Derecho Canónico a veces parecen redactados por la misma pluma estilográfica.
Aquí os muestro este idilio místico-judicial:
El Espíritu Santo en el Supremo: Resulta conmovedor observar cómo los jueces y los obispos han sincronizado sus agendas. Mientras la Conferencia Episcopal, imbuida del espíritu de "el que pueda hacer, que haga", señala desde el púlpito la "ilegitimidad" del Gobierno, ciertos sectores de la judicatura parecen responder con un "amén" en forma de providencias y querellas. Es la separación de poderes convertida en una procesión de Semana Santa: los jueces portan el paso y los obispos marcan el ritmo con el incienso.
¿Qué podemos decir de la la cercanía entre Iglesia y Justicia, que no se haya dicho ya.?
La Inmunidad de los Elegidos: La ironía es sangrante cuando vemos que, en 2025, la justicia española sigue tratando las inmatriculaciones eclesiásticas o los casos de abusos con una parsimonia celestial, mientras que para el adversario político se aplica una celeridad propia del Juicio Final. Se ve que la balanza de la justicia española tiene un contrapeso de oro: el que otorgan los 429 millones de euros de la casilla del IRPF.
Aznar como Profeta Común: La consigna aznarista ha servido de pegamento para esta alianza. Si la Iglesia pide elecciones, la justicia encuentra un indicio; si la justicia abre una causa, la Iglesia bendice la "regeneración moral". Es un ecosistema perfecto donde la toga protege la sotana de los "ataques laicistas" y la sotana legitima a la toga como el último baluarte de la cristiandad frente al "caos".
Dogmas de Fe y Autos Judiciales: En esta España de 2025, cuestionar un privilegio fiscal de la Iglesia es casi tan arriesgado como cuestionar un auto judicial: en ambos casos te arriesgas a la excomunión o al desacato. La hermandad es tan estrecha que ya no sabemos si el Tribunal Supremo dicta sentencias o encíclicas, ni si la Conferencia Episcopal emite notas de prensa o autos de procesamiento.
En definitiva, esta alianza es la versión moderna del nacionalcatolicismo: ya no hace falta que Franco desfile bajo palio, basta con que el palio cubra la mesa de trabajo de algún magistrado "comprometido". Una simbiosis perfecta en la que, si Dios no provee, ya lo hará el Consejo General del Poder Judicial.
Curiosa "conversión" política de la Iglesia en diciembre de 2025:
Evangelio según San Aznar: Resulta irónico que la jerarquía eclesiástica, que históricamente invocaba la paciencia y el reino de los cielos, ahora parezca haber encontrado su nueva hoja de ruta en un discurso de FAES. Han pasado de la caridad cristiana a la "movilización total", sugiriendo que, si el Gobierno no gusta, lo mejor es que cada uno —obispo o civil— aporte su granito de arena para revertir la situación.
El precedente del "Gran Hacedor": La frase original de Aznar nació como un llamamiento a la acción contra el actual Ejecutivo, instando a que nadie se inhiba. Que los obispos adopten este mantra sugiere que han cambiado el "amaos los unos a los otros" por el "organizaos los unos contra los otros", validando una estrategia de oposición que algunos críticos ya califican de peligrosa para la separación Iglesia-Estado.
Acción sin filtros: Lo más irónico es que, mientras para la Cuaresma mantienen normas estrictas (como no sustituir la abstinencia de carne por nada), para la política aplican la doctrina del "todo vale": el que pueda hablar que hable, y el que pueda hacer que haga.
En definitiva, parece que la Conferencia Episcopal ha descubierto que para "salvar a España" hace falta menos incienso y más táctica de partido, confirmando que, en 2025, el púlpito se parece cada vez más a una oficina de campaña.
Parece que la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha decidido celebrar el 50º aniversario de la muerte de Francisco Franco (1975-2025) con una "purificación de la memoria" que suena sospechosamente a nostalgia por el nacionalcatolicismo.
Hago un repaso irónico sobre esta peculiar visión de la historia y la fe en diciembre de 2025:
La "Purificación" Selectiva: Resulta fascinante ver cómo los obispos, liderados por Luis Argüello, proponen tres años de "purificación de la memoria" para limpiar los supuestos "sesgos ideológicos" de las leyes de memoria democrática. Es una forma elegante de decir que les molesta que se recuerde el papel de la Iglesia como brazo moral de una dictadura, prefiriendo quizá volver a ese idilio donde el palio y el uniforme militar compartían el mismo aire acondicionado espiritual.
Aznarismo con Incienso: Siguiendo la máxima de "el que pueda hacer, que haga", la CEE ha pasado de la pastoral al activismo político directo, pidiendo mociones de censura o elecciones mientras defiende que no son "neutrales" ante las reglas del Estado de derecho. Parece que para la jerarquía, la democracia es un sistema excelente siempre y cuando el resultado sea compatible con el catecismo de 1950.
El Nacionalcatolicismo: La ironía alcanza su cenit cuando la Iglesia se queja de la "polarización" del Gobierno al recordar a Franco, mientras ellos mismos se atrincheran en un discurso que algunos sectores ya tildan de "extrema derecha". Es curioso que, tras décadas de privilegios fiscales —con récord de recaudación de 429 millones de euros en 2025—, sientan que la verdadera "persecución" es que se les pida cuentas por su pasado.
El Valle de los Caídos (o de Cuelgamuros): Su defensa de la permanencia de símbolos franquistas sugiere que, en lugar de un lugar de reconciliación, prefieren un parque temático del nacionalcatolicismo donde el tiempo se detuvo en 1939.
En resumen, la Conferencia Episcopal de 2025 parece estar convencida de que el futuro de la fe en España pasa por recuperar el pasado más gris, demostrando que, para algunos obispos, el Evangelio se lee mejor si lleva el sello del BOE de la época de la dictadura.
Parece que la Conferencia Episcopal Española ha decidido que 2025 es el año ideal para demostrar que el "reino que no es de este mundo" se financia de maravilla con los impuestos de este.
Aquí expongo la curiosa resistencia a soltar los "panes y peces" del presupuesto público:
El milagro de la multiplicación de los euros: Es conmovedor ver cómo, a pesar de que las iglesias se vacían y la secularización avanza, la recaudación por el IRPF ha alcanzado en diciembre de 2025 su máximo histórico de 429 millones de euros. Es un milagro contable que ríete tú del de las bodas de Caná: a menos fieles, más fondos. Se ve que la casilla 105 tiene poderes sobrenaturales.
Pobres de espíritu, pero ricos en inmuebles: Resulta fascinante que en pleno siglo XXI sigamos debatiendo si la Iglesia debe pagar el IBI de esos inmuebles que no son estrictamente templos. Se ve que el Espíritu Santo también necesita exenciones fiscales para llegar a fin de mes. Mientras el ciudadano medio suda para pagar la contribución, la jerarquía episcopal mantiene su estatus de "VIP celestial" ante la Agencia Tributaria.
"El que pueda hacer, que haga" (sobre todo si es deducible): Siguiendo la inspiradora consigna de Aznar que la Iglesia ha hecho suya, parece que su principal "hacer" es asegurar que las donaciones desgraven ahora hasta un 80%. Una forma magistral de aplicar la caridad: tú das 250 euros y el Estado te devuelve 200. Así cualquiera es generoso con el dinero del prójimo (o del contribuyente).
Inmatriculaciones: la gran "reforma" inmobiliaria: Mientras comunidades como Navarra en 2025 intentan recuperar bienes públicos que la Iglesia anotó a su nombre con un simple "Dios lo quiere", la Conferencia Episcopal sigue defendiendo su patrimonio como si fuera una inmobiliaria con mandato divino. Se ve que el "dar al César lo que es del César" no incluía fincas, plazas ni ermitas históricas.
En resumen, replantearse estos privilegios sería una tragedia para la ficción nacional. ¿Qué sería de España sin ese nacionalcatolicismo fiscal donde la Iglesia tiene voz de oposición política, pero bolsillo de paraíso fiscal?. Al fin y al cabo, si el que puede hacer, hace... la Iglesia ha decidido que lo que mejor sabe hacer es cuadrar balances a costa del erario público.
En esta recta final de 2025, parece que los "lodos" del nacionalcatolicismo han terminado por formar un barrizal político en el que la Conferencia Episcopal Española (CEE) se mueve con la agilidad de un estratega de campaña.
Como no podía ser de otra manera, aquel pasado que algunos creían superado ha vuelto para reclamar su sitio en el presente:
Del palio al programa electoral: Resulta revelador que, tras décadas de supuesta neutralidad, la Iglesia haya decidido que el silencio pastoral ya no "renta". Luis Argüello ha dejado claro que, ante el actual Gobierno, la Iglesia no puede ser "neutral", pidiendo abiertamente una moción de censura o elecciones. Es la evolución lógica: de aquellos lodos donde la Iglesia bendecía dictaduras, vienen estos barros donde los obispos diseñan la hoja de ruta parlamentaria desde el púlpito.
La bendición de Aznar: La consigna "el que pueda hacer, que haga" ha calado tan hondo en la calle Añastro que la CEE parece haberse convertido en la punta de lanza de la oposición. Ya no se trata de salvar almas, sino de salvar el Estado de derecho, o al menos la versión del mismo que mejor encaje con su visión del mundo. Aquella herencia de intervención política se ha reactivado con un vigor que ni el propio Aznar habría soñado en sus mejores tiempos de FAES.
Privilegios en el barrizal: Lo más irónico es que este activismo político se financia con un éxito sin precedentes: 429 millones de euros recaudados a través del IRPF en diciembre de 2025. Parece que "hacer" política contra el Gobierno no solo es una obligación moral para ellos, sino que además resulta extremadamente lucrativo gracias a un sistema fiscal que se mantiene como un vestigio intocable del pasado.
El choque de trenes: Mientras Pedro Sánchez les recuerda que el tiempo de la interferencia episcopal terminó con la democracia, la Iglesia responde atrincherándose en su "no neutralidad". Es el eterno retorno: el barro del nacionalcatolicismo nunca se secó del todo; solo estaba esperando a que la situación política fuera lo suficientemente "apocalíptica" para volver a embadurnarlo todo con agua bendita y tácticas de partido.
En resumen, los lodos de ayer son el sustento de la ofensiva de hoy. La Iglesia no solo ha vuelto, sino que ha decidido que, en 2025, el Evangelio se lee mejor en clave de adelanto electoral.
La verdad es que no sé si llorar o rezar y encomendarme al altísimo, pero la verdad es que como colofón al final del 2025, la Iglesia ha demostrado que la fe mueve montañas de dinero y de votos.
Más de uno y una se preguntarán cómo "acabar con todo esto" —es decir, para que la jerarquía eclesiástica vuelva a ocuparse de las almas y deje de jugar a ser el "Pepito Grillo" de la soberanía nacional— tendrían que alinearse unos astros muy poco probables en el actual panorama español:
La "Apostasía Fiscal": Que el Estado decida que la casilla 105 del IRPF ya ha tenido suficiente recorrido. El día que la Iglesia deje de recibir esos 429 millones de euros anuales que han marcado récord este diciembre, quizá el fervor político de la Conferencia Episcopal baje unos cuantos grados. Como decía el refranero (adaptado): "quítales el oro y verás cuánto queda de loro, perdón, lodo".
El fin del "Concordato Eterno": Habría que denunciar y actualizar los Acuerdos con la Santa Sede de 1979. Son esos lodos legales que permiten que hoy, en 2025, la Iglesia siga operando como un Estado dentro del Estado, con sus inmatriculaciones y sus exenciones de IBI. Mientras el Vaticano sea el socio preferente, ellos seguirán sintiéndose legitimados para pedir mociones de censura desde el altar.
Laicidad Real, no de boquilla: Que la política deje de buscar la bendición (o la confrontación) con la sotana. Mientras el Gobierno y la oposición sigan usando a la Iglesia como "arma arrojadiza" o "validadora moral", les están dando el micrófono que ellos tanto ansían.
Una Iglesia "Jesucristo" y menos "Argüello": Que la rama más conservadora y nostálgica del nacionalcatolicismo pierda el control de la Conferencia Episcopal. Si los obispos se dedicaran a lo que pedía Jesucristo—los pobres, el clima, la compasión— en lugar de a lo que pide Aznar desde Madrid —"el que pueda hacer, que haga"—, el barro político se secaría solo.
¿Llorar o rezar? Quizá lo mejor sea aplicar una tercera vía: la ironía ciudadana. Porque ver a los obispos pidiendo elecciones anticipadas mientras pasan el cepillo fiscal es, como mínimo, el mejor espectáculo cómico-religioso de esta Navidad de 2025.
"Podéis ir en paz (si el BOE, el Código Penal y la Conferencia Episcopal lo permiten)".

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