miércoles, 21 de octubre de 2015

EL ESPECTRO DEL CEMENTERIO, UN RELATO DE TERROR PARA EL DÍA DE TODOS LOS SANTOS.






En España se celebra el Día de todos los Santos el 1 de Noviembre. En esa fecha se suele rendir culto a todos los santos realizando una visita al cementerio con una pequeña ofrenda de flores para nuestros seres queridos... 

En Cataluña, acostumbramos a contrarrestar el dolor que supone enfrentarse a la ausencia definitiva de nuestros parientes con la degustación de unos dulces típicos de ese día, los riquísimos panellets, realizados con azúcar, huevo y almendra cruda molida, ralladura de limón; opcionalmente se pueden recubrir con piñones o virutas pequeñas de almendra. Tampoco pueden faltar las castañas asadas y los moniatos. Es que Halloween no acaba de cuajar y eso de  disfrazarse lo dejamos para el Carnaval, aunque la  festividad celta ya se está imponiendo en nuestra sociedad a marchas agigantadas...


 El  espectro del cementerio. 

 Aurora tenia la costumbre de visitar la tumba de su marido siempre por la mañana, porque pese a su gran amor, era muy temerosa y padecía ante el hecho de experimentar en sus carnes un fenómeno sobrenatural. Nunca hablaba de esas cosas, siempre trataba de alejar esas fúnebres ideas de su mente. La mujer tenía la firme convicción de que cuando el río suena agua lleva, creía que los fantasmas y la luz del sol son incompatibles, algo parecido a lo que cantan los poetas sobre los amores imposibles del sol y la luna.

Sin embargo, aquel día, la solitaria paz del camposanto estaba alterada. Había alguien merodeando alrededor del nicho donde reposaban los restos de su marido.

Se trataba de una mujer de pequeña estatura y permanecía de espaldas. Aurora la contempló con disimulo y la saludó con un gentil “¡Buenos Días”, pero no obtuvo respuesta, la extraña mujer se mantenía en silencio. dándole la espalda… Aurora se encogió de hombros con indiferencia.. 

Algo en aquella mujer la hizo recelar. Su extraña actitud la intrigó poderosamente y se fijó en ella con más detenimiento. Al distinguir el aspecto poco aseado que mostraba, el pelo enmarañado, el vestido algo sucio y arrugado, creyó que se encontraba ante una mujer sin techo. Pensó con desagrado que la terrible crisis solo dejaría un rastro de pobreza extrema difícil de atajar…

Aurora se dirigió al nicho y dejó las flores apoyadas contra la pared del columbario y entonó una oración por el alma de su marido…

En ese momento, escuchó una carcajada a su espalda que selló sus labios. Consciente de que allí no habían otras personas, con toda seguridad aquella  intrusa se estaba burlando de ella, así que le dirigió una mirada cargada de irritación y murmuró: "¡Qué poco respeto!"

Por un momento, creyó que debía increparla por su actitud. Pero, percibió como una amenaza imprecisa su silencio hostil y al sentir como se le erizaban todos los poros de la piel, desistió de tal idea y optó por abandonar el lugar sin pronunciar palabra… Recorrió con apresuramiento el cementerio en busca de la salida, cuando de pronto un viento huracanado propio del otoño comenzó a sacudir con violencia los árboles de la calle por la que iba caminando… La furia del viento convirtió el cementerio en la viva imagen de la desolación. Ahora lucía mucho más lúgubre que nunca y por primera vez se sintió incómoda en aquel lugar. 

Entonces, escuchó entre el atronador sonido el viento como si caminaran hacia ella. Los pasos sonaban lentos, como si arrastraran los pies, eran lentos y pausados, y tuvo la sensación de que intentaban alcanzarla… Reacia a mirar hacia atrás, sintió que el corazón brincaba dentro de su pecho. En ese momento, volvió a escuchar la horripilante carcajada a sus espaldas, pero esta vez le pareció más que nunca un sonido de ultratumba… 

Sin mirar atrás, Aurora corrió con todas sus fuerzas, corría impulsada por una fuerza interior y con tanta ligereza que parecía formar parte del ímpetu del viento. En su alocada y desesperada carrera ni siquiera se fijaba por donde iba, un paisaje fúnebre de húmedas y frías lápidas que refulgían con los intensos rayos solares. Sobresalían por encima de los imponentes muros cubiertos de enredaderas y plantas trepadoras los techos de panteones sobre los que planeaban en vuelos furtivos las palomas, las agoreras habitantes de aquel lugar habitado por la muerte. En su frenesí, Aurora ignoró aquella belleza mortuoria que se exhibía en todo su esplendor ante sus ojos. Nada detenía su delirante y jadeante carrera porque sabía con absoluta certeza de que si se paraba perdería su vida, porque aquel ser que le iba pisando los talones no tenía buenas intenciones con ella. 

El viento amainó y tuvo la ocasión de descubrir que el ser que la iba siguiendo era la desconocida que se encontraba junto al nicho de su marido.

La pobre mujer, exhausta por la carrera, casi al límite de sus fuerzas y devorada por la curiosidad, sucumbió, y volvió a girar la cabeza tratando de asegurarse si la mujer espectral todavía la seguía y no supo qué hacer cuando la volvió a ver, caminaba de manera grotesca, como si estuviera ebria  y con una voz de ultratumba se dirigió a ella...

..."¿EHHHHHHHHHHH, - Gritó el espectro femenino- NO HUYAS, QUE TAMPOCO ES PARA TANTO, QUE AL FINAL Y AL CABO TU TIENES ALGO DE CULPA EN SU MUERTE.!"...Pronunció sin dejar de reír el espectro burlón. Y, después desapareció en medio de un torbellino de tierra y hojas secas, dejando a la "desconsolada" viuda sobrecogida de espanto y con una frase martilleándole en las sienes:...

"Los caminos del señor son inescrutables".

Su crimen la perseguía por los remordimientos, sin poderlo evitar se adueñaban de sus sueños, perturbada por las sangrientas  imágenes intentaba bloquear su mente, negar una y otra vez lo sucedido, pero lejos de aliviar su culpa, ésta crecía día a día y amenazaba con enloquecerla totalmente.

 Era imposible olvidar aquel día en el que un pronto descontrolado la llevó a cometer el crimen, todavía se preguntaba qué fue lo que desató su ira, si sus constantes infidelidades, la mirada entre displicente y despreciativa que le dirigió o las desagradables palabras con las  que "homenajeó" a sus panellets.

 El caso, es que aquello fue la gota que colmó el vaso y fuera de sí, agarró lo que tenía más mano, el mazo de amasar.Y, la coronilla del infiel le pareció tan incitadora, que asestarle el primer golpe fue casi una obra de caridad para el género femenino. Después, los sucesivos golpes que le propinó, machacándole el cráneo hasta el punto de convertirlo en una masa sanguinolenta, fueron fruto de la pasión y el odio contenido...Carecía por completo de control.

La dura realidad se impuso cuando comprendió lo que había hecho y el horror que sintió al comprender que acabaría en la cárcel. Así que maquinó cómo librarse de una condena, pues era evidente que todas las pruebas tarde o temprano la acabarían inculpando...

Pero, Aurora era una mujer muy inteligente y llena de recursos, así que imaginó que la escena tenía que presentarse como un asesinato con el robo como motivación...   Era difícil, pero tenía que intentarlo...

El tiempo apremiaba así que tenía que preparar la escena lo más rápido posible, porque cada minuto que transcurría la incriminaba cada vez más...

Pensó en las huellas, en aquella casa solo estaban las de ella y las de su marido. Pero, la policía podía pensar que el asesino podría llevar guantes o haber limpiado su rastro... Así que, buscó unos guantes de goma y se los puso y después cogió el mazo de amasar y lo lavó minuciosamente, limpió todos los rastros y al final quedó limpio como la patena... Después, procedió al secado de sus manos enguatadas y dejó  que el mazo se secara solo, evitó utilizar cualquier paño de cocina, para evitar esa pelusilla que podría delatar que el arma homicida había sido manipulada. Y, después lo colocó camuflado entre los demás utensilios de cocina, el mazo atrajo durante unos minutos su atención y pensó:

 ..." ¡Qué inofensivo parece, quién diría que acaba de segar una vida!"...

Dirigió una mirada a su alrededor y comprobó que todo estaba lleno de salpicaduras y en algunas de ellas aparecían sus pisadas, aquello podía ser un indicio delator ...

Pensó en las deportivas que su marido guardaba en el armario...Se dirigió hacia el lugar donde sabía que estaban y se las puso, se paseó con ellas puestas por toda la casa  abriendo cajones y sacando las cosas de su sitio, desordenándolo todo,  intentando crear la sensación de robo... Después se dirigió al cuarto de baño y se limpió las salpicaduras de sangre del rostro y ojeó con minuciosidad su pelo, pero estaba limpio, se cambió de ropa,  y metiendo todo dentro de una bolsa de basura se dirigió al coche, pero antes volvió de nuevo a la habitación y se apropió de una de las toallas más grandes.  Las deportivas de su marido fueron dejando un reguero de huellas que se cortó cuando llegó al lugar donde se encontraba el vehículo. Antes de acomodarse en el interior extendió por el suelo la toalla, con la intención de no manchar con las suelas de sus zapatos el suelo. Cuando ya se encontraba en el interior volvió a cambiarse de calzado. Fue un poco dificultoso intentar conducir, sobre todo cuando tenía que  pisar los pedales del acelerador y el freno, pero el trayecto no era muy largo.

Aquella noche negra y oscura como su alma, sin remordimientos, ni conciencia del mal la llevó hasta un descampado y dispuso la toalla y  todo lo que llevaba en la bolsa de basura sobre la tierra y el fuego purificador arrasó todas las pruebas de su crimen marital y se mantuvo a una distancia prudencial para que su cuerpo no se impregnara de los gases de la combustión...En pocos minutos todo quedó reducido a un montículo de cenizas irreconocible

Después, ya bajo el techo protector de su hogar, llamó tranquilamente a la policía denunciando el crimen...

 Nadie sospechó de la infortunada mujer y la pusieron en manos de la asistencia social que diagnosticó estado de shock por experiencia traumática.... 

Estuvo presente en toda la investigación y tan solo una policía se fijó en los panellets ensangrentados, causa de la desgracia, sus ojos los contemplaron durante un tiempo que a Aurora le pareció eterno. Después la agente la interrogó con la mirada ...

..."Son caseros, hechos por mí,  y cuando llegué ya estaban sobre la mesa... Le encantaban a mi marido"... Cuando concluyó supo que había cometido un error imperdonable, por un momento confió en que la policía no hubiera captado su lapsus...

La policía cogió una muestra del alimento mordisqueado y lo introdujo en una bolsa que, posteriormente, selló con adhesivo. 

..."Procure estar localizable"...Pronunció mientras le dirigía una mirada inquisitiva al abandonar la escena del crimen. Aurora sintió un descontrolado temblor de piernas al verla alejarse con paso decidido hacia el coche patrulla... 

Era imposible apartar aquellos recuerdos de su mente, cualquier situación era capaz de revivirlos. En aquellos momentos, sentía como algo hiriente la soledad del camposanto rodeada de cipreses, nichos y monumentos funerarios y pensaba en la increíble suerte que había tenido, no había sido considerada una sospechosa en ningún momento...

Pero, encontrarse con aquel espectro cerca del nicho de su marido la inquietaba, aunque estaba comprobado que no actuaba motivada por una venganza de ultratumba o un escarmiento a su atroz crimen... 

Entonces una pregunta se abrió paso en su mente:..

..."Y, este espectro burlón qué relación tenia con mi marido y qué hacía cerca de su tumba"...

De pronto, un pequeño remolino de hojas secas y polvo agitó su pelo, ropas y aceleró su corazón, parecía una leve caricia...

Una voz muy tenue le susurró al oído:

..."Eso, querida, es lo que tienes que averiguar"....


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