MONTSENY, EL SENDERO DE LOS SENTIDOS.

Hoy mi propuesta va a ser distinta, os quiero proponer caminar descalzos por El Sendero de los Sentidos del Montseny, por lo menos durante una hora y si nuestros pies no lo aguantan, pues 10 minutos bastarán para reconectarnos con la naturaleza, sentir bajo nuestros pies todos esos materiales que integran la biodiversidad del bosque y experimentar como nos revitalizamos y sincronizamos con la energía telúrica de la tierra.

Este Sendero de los Sentidos se encuentra en la cordillera prelitoral catalana, de la que justamente el Montseny es el macizo más alto.  Ahora, con el confinamiento comarcal que vivimos en Barcelona no se puede, pero cuando se levanten las restricciones, sera un placer hacer una excursión con niños al Parc Natural del Montseny, que se encuentra a unos 50 kilómetros de Barcelona, entre las comarcas de Osona, Vallés Oriental y La Selva.


Se llega por la carretera de Sant Celoni, pero también se puede ir desde Viladrau. La proximidad a Barcelona hace de él un lugar de fácil acceso para las familias que buscan un plan diferente cerca de la ciudad. 

Hoy os propongo una excursión al embalse de Santa Fe, para disfrutar del refrescante verdor que adquiere el bosque en primavera, por lo que es un sitio muy estimado por los aficionados a la fotografía y, por supuesto, por senderistas, que pueden elegir entre varias rutas. 

La ruta al Pantano de Santa Fe es muy sencilla y está muy bien señalizada, basta con seguir las indicaciones (la ruta está marcada en color azul). A pesar de la sencillez, no está adaptada por lo que recomiendo que si vais con niños muy pequeños llevéis mochila.

Muchos visitantes se dirigen directamente hacia la zona del pantano ya que está muy bien señalizada, y no acercarse hasta el Centro de Información Can Casades es una equivocación.

Can Casades ofrece un atractivo añadido a la visita, ya que es una antigua casa de veraneo de inicios del siglo XX rehabilitada y reformada por la Diputación de Barcelona como centro de atención a los visitantes. Allí os informarán de las diferentes rutas que se pueden hacer. Lo que más llama la atención son las tres secuoyas gigantes californianas plantadas hace un siglo que hay delante de la casa, imposible resistirse a un abrazo arbóreo, es que ya dura tanto el confinamiento y nuestra desconexión con la montaña es tan grande, que imagino lo que se debe sentir al tener tan cerca un árbol tan gigante y hermoso. Originariamente eran cuatro, pero una murió por el impacto de un rayo. Son espectaculares, basta con deciros que la más alta mide unos 40 metros aproximadamente y para abarcar el tronco se necesitan varias personas.

Se trata también de un Sendero histórico ya que empieza a tener relevancia a principios el siglo XX, cuando  un empresario de Barcelona quiso construir un hotel de lujo en el lugar, para ello adquirió el Valle de Santa Fe. La falta de electricidad se compensó creando una pequeña presa, el Estanyol, para generar energía eléctrica. En poco tiempo la presa no cubría las necesidades energéticas del lugar y entre 1920 y 1935 se construyó el Embalse (o pantano) de Santa Fe, con mayor capacidad.

El nivel de las aguas depende de la estación del año, así que es muy problable que en primavera se encuentre alto y en el otoño más bajo.

En cuestión de 5 minutos se vislumbra a través de los árboles, como si se tratara de un pequeño rincón del Pirineo, el inicio del embalse, y será justo en este lugar, donde tras bajar unos cincuenta metros por un camino ya más ancho, entraremos en lo que es la ronda del pantano,  y la “fageda”, el sendero que bordea el pantano, un bonito y natural recorrido que paulatinamente se irá sumergiendo dentro de la "fageda", el lugar nos ofrece un panorama con más similitudes con el valle de Ordesa, que con el prelitoral. Se puede hacer un alto en el dique para hacer fotos. Las vistas son muy bonitas.  Después se regresa por el mismo sendero.

El Sendero de los Sentidos es un paseo natural, fácil y no muy largo, perfecto para hacer incluso con niños. Pero además de ser una joya natural, es un lugar que parece habitado por criaturas legendarias, mágicas que nos esperan agazapadas en alguna cueva oculta… 

Una experiencia inolvidable de contacto absoluto con la naturaleza (siempre que se recorra con los sentidos alerta). Éste recorre todo el hayedo, los castaños y los robles adquieren diversas tonalidades según la época, una explosión de colorido que te transporta al mundo irreal de los sueños mientras desciendes por el sendero que baja del castillo-restaurante de Santa Fe al pantano. Una visita para disfrutar de la naturaleza en un paseo al aire libre, alucinando con sus pequeñas cascadas, su frondosidad vegetal, y la intensa saturación de oxígeno que impregna el lugar. De más está decir que El Parque nacional del Montseny fue declarado por la UNESCO bien natural, una razón más para visitarlo. 

Es esencial recorrerlo con los sentidos bien despiertos, descubrir cada una de las notas aromáticas de este bosque, sentir la brisa y el tacto de sus plantas, maravillarse ante la visión de tanta belleza, escuchar el rumor del bosque (el deleite gastronómico, mejor se deja para después del paseo...); para asegurarse de no perderse detalle, hay que fijarse en los carteles que se encuentran distribuidos a lo largo del sendero, con el uso de pictogramas se indican a qué sentido se debe prestar atención en cada zona del sendero. Y, ante tanta belleza paisajística, hay que liberarse de los zapatos y cuando se llegue al pantano hay que zambullirse en sus heladas aguas, si se consigue salir indemne, se puede decir que eres todo un jabato, eso sí que no falten unas sandalias de goma, porque el fondo es de una textura desagradable y da la sensación que vas a pisar algo viviente... Eso fue lo que hicimos nosotras y es un recuerdo imborrable.

Y es que ya lo dijo, Voltaire: «El arte de la medicina consiste en entretener al paciente mientras la naturaleza cura la enfermedad».Es fascinante analizar la salud a través del prisma de la evolución humana. Nuestro pasado esconde muchas formas de mejorar la salud, recuperando los estímulos naturales que nos moldearon a lo largo de nuestra historia. Desde recuperar nuestro ritmo circadiano, exponernos al frío, ensuciarnos más, pasar menos tiempo sentado etc. En definitiva, escapacar de esta cárcel urbana en la que nos han metido.

Por desgracia, la medicina moderna, muy orientada a recetar fármacos y practicar cirugías, presta poca atención a nuestra naturaleza. Y es una lástima, porque como decía Martin Fischer, «el médico debe aliarse con la naturaleza, ya que ésta hace más de la mitad del trabajo sin pedir nada a cambio«.

Una serie de síntomas entre los que figura la ansiedad, depresión, desgana, falta de atención, nos afectan en las grandes ciudades y tiene relacion con el trastorno por deficit de naturaleza, y eso amigos tenemos que corregirlo así que podamos, y es que a nivel subconsciente todavía seguimos anhelando esa abundancia de sonidos naturales, de aire puro, de exposición al sol, a la naturaleza… Ahora nos ha quedado el desagradable ruido de los  coches y de las fábricas, respiramos aire contaminado, nos pasamos el día (y parte de la noche) bajo luces artificiales y la naturaleza ha quedado reducida a la pequeña pantalla de nuestro televisor. Nuestra adaptación al progreso nos ha conducido a que eliminemos algunas costumbres de gran transcendencia en nuestra evolución como especie en la forma cómo experimentamos el mundo real. En definitiva, aquellos que sean capaces de equilibrar lo natural y lo artificial serán los que verdaderamente sobrevivan y se adapten al medio...


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