DIARIO DE UN PRECONFINAMIENTO, II



Según el Real Decreto 926/2020, de 25 de octubre, el gobierno declaró nuevamente en un Consejo de Ministros extraordinario, el cuarto estado de alarma con toque de queda para contener la propagación de infecciones causadas por el SARSCoV-2 y durará hasta el 9 de Mayo, se levantará si la situación mejora. Las razones para su declaración se hallan en las peticiones realizadas por 10 ejecutivos autonómicos, con el objetivo de respaldar jurídicamentes las restricciones de movilidad que piensan implementar en sus respectivas localidades, porque ya viene siendo costumbre tumbar cualquier medida que trata de imponer el gobierno en sus intentos por frenar el incremento de contagios por el covid. Como no podía ser de otra manera, la disparidad de opiniones tampoco ha faltado en esta ocasión, por un lado el ministro Illa ha defendido la medida porque el “escenario es muy preocupante”, mientras que el PP se ha abstenido porque considera un “atropello legal” que dure seis meses, poco menos que la implantación de una dictadura. En su comparecencia ante los medios, el presidente advirtió que en cualquier momento que la protección de los españoles está por encima de todo y según sus palabras textuales "dispondremos de la actuación de las Fuerzas Armadas" y que el Ejército "ya esta preparado para ello". Los militares y la policía serán los encargados de velar de que los ciudadanos cumplan con las limitaciones impuestas, explicó.

Cabe destacar que ninguna comunidad administrada por el Partido Popular ha solicitado la declaración de alarma, salvo alguna excepción, como Madrid que ha recurrido a la prohibición de las reuniones entre no convivientes durante la noche, aunque se comenta que en Madrid lo que en realidad se ha declarado es un "Toque para quedar". En varias localidades de España han tenido lugar  manifestaciones para protestar por la aplicación del toque de queda y el estado de alarma, que ha acabado con varios incidentes. Varios manifestantes han incendiado contenedores y los bomberos han tenido que sofocar las llamas. En Barcelona, los Mossos d’Esquadra los han dispersado cuando trataban de formar barricadas frente al Parlament. La manifestación había sido convocada en contra del recorte, dicen, de libertades que implica el toque de queda. La situación sería muy otra si en lugar de imponer una medida tan restrictiva, los gobiernos fueran claros al respecto y revelaran abiertamente que nos enfrentamos a nuestra extinción, una teoria conspiranoica, como es natural, pero despues de la muerte de los más de 300 elefantes y los millones visones de granja que Dinamarca se ha visto obligada a sacrificar por una mutación de coronavirus, cobra visos de realidad… Verían las medidas desde otro punto de vista. 

Son el negacionismo, el egoismo y el individualismo las actitudes que marcan la conducta de estas personas. Al principio del confinamiento, mucha gente justificaba el incumplimiento diciendo que se exageraba la amenaza o que esto es una conspiración, pero eso ya ha pasado. Estoy segura de que todos hemos perdido a alguien en esta pandemia, pero  siguen saliendo a la calle sin causa justificada, ya no tienen excusa. Incluso no  han dudado en culpar a las mascarillas de la causa de algunas muertes.

Y me parece demencial que se estigmatice un objeto sanitario de probada eficacia, como si nuestra sociedad hubiera remontado a la Edad Media,  denuncias que no sé qué persiguen ya que todos hemos puesto un pie en un hospital, en algún momento de nuestra vida y si nos fijamos, nos damos cuenta de que todo el personal sanitario, salvo excepciones, siempre lleva puesta la famosa mascarilla, sobre todo cuando se relaciona con enfermos inmuno depresivos, debido a su alta prevalencia y efectos negativos derivados de un serio  problema de salud pública al que se han enfrentado, casi siempre por una operación o un ingreso forzoso... Pues bien, el personal sanitario lleva la mascarilla no para protegerse, si no para impedir cualquier contagio directo con los enfermos que trata directamente, ya que al encontrarse bajos de defensas por la situación en la que se encuentran, cualquier virus que invada su organismo puede provocar una respuesta inmune fatal... Entonces, cabe preguntarse, por qué el uso indiscriminado de la mascarilla entre la población civil, pues por lógica aplastante... Todos estamos contagiados, unos presentan un sistema inmunológico resistente, pero otros no, y es a estos a los que se debe proteger... Es triste descubrir que no somos capaces de discernir que protegiendo al prójimo, nos protegemos a nosotros mismos...

El uso de la mascarilla sigue siendo obligatorio y resulta curioso ver la cantidad de personas que se creen invencibles y lo peor es ver cómo arremeten contra los que les llaman la atención, cuando se pasean por la calle sin mascarilla, desafiando a los que sí la llevan.  Es como si intentarán demostrar que con ellos no va la pandemia... No falseemos la realidad, todos somos conscientes de la existencia de este virus, porque en mayor o menor medida nos hemos encontrado con un enfermo que creía desconocer que se encontraba enfermo. Sí, tenemos conciencia de la existencia del virus, pero por qué existen negacionistas que encima cuando te cuentan sus circunstancias personales te das cuenta de que son un factor de riesgo social... Pues porque es terrible descubrir la propia vulnerabilidad y todo lo que ello conlleva. El gran dilema al que nos enfrentamos es la de no demostrar que somos vulnerables, nos creemos  invencibles  y " la madre del cordero" y nada puede con nosotros, porque aceptar nuestra fragilidad nos borra del mapa automáticamente. Eso sí, vemos la de los otros pero no la nuestra, porque dejándonosla sentir nos daría vergüenza y miedo. En nuestra cultura se valoran la fuerza, la juventud, la salud y la autosuficiencia. Creemos que la autosuficiencia es algo inherente al ser humano y descubrir lo contrario es todo un escándalo y una aberración social. Olvidamos que la vida humana está condicionada por la vulnerabilidad corporal, pero también emocional: pérdidas, abandono, abuso, rechazo, humillación... Y, la realidad es que no somos capaces de proteger a lo que tenemos más cercano, porque nos engañamos pensando que nuestro ombligo es lo más importante en el universo vacío de emociones y sentimientos que nos desenvolvemos...Y, es ese miedo a reconocer nuestra vulnerabilidad o fragilidad lo que nos expone  a peligrosos riesgos y lo peor es que esa misma sociedad que se cree invencible, convierte a los vulnerables en los culpables.

Culpables de ser ancianos, culpables de ser pobres, de ser discapacitados y culpables de no ser todo lo sanos que la sociedad precisa...

Hace ya algunos años, más de los que recuerdo, nos mataban, ahora nos dejan morir.

La cifra de contagios en España ya supera el millón y parece que va aumentando día a día y es que tras superar “supuestamente” la primera ola del coronavirus y la retirada del Estado de alarma por falta de apoyos, el gobierno optó por delegar estrategias de contención del virus en las comunidades, para que fueran ellas las que se encargarán juntamente con Sanidad de gestionar la pandemia…

Es un estado de alarma menos estricto que el de Marzo, parte con la circulación prohibida entre las 23 y las 6 horas en toda España, salvo en Canarias, en Cataluña la prohibición abarca desde las 22 y la 6 horas, en mis circunstancias personales mi vida no ha cambiado gran cosa, será cosa de la edad.  En esa franja, solo se podrá transitar por causas justificadas, como adquirir medicamentos, ir al trabajo y cuidar a personas. Pero las autonomías podrán ampliar o restringir este plazo en una hora.

Las comunidades también podrán limitar la salida y entrada de sus territorios, total o parcialmente, ya sea en la autonomía al completo, en un municipio o en un barrio. Los territorios podrán restringir las reuniones a un máximo de seis personas o incluso menos, salvo que se trate de convivientes. Unas medidas que un sector de la juventud se pasa por el forro ya que siguen con su fiestecitas, disfrutando a tope como si no hubiera un mañana... Igual es verdad.

Hemos vivido una leve tregua que iba encaminada a la posibilidad de hacer viable una posible inmunidad grupal e intentar convivir con el virus, pero ha sido imposible y nos enfrentamos a  unas consecuencias económicas "de envergadura" que intentarán remediarse con nuevas medidas sociales... 

Personalmente, tengo que decir que nuestra vida ha cambiado poco desde que se levantó el estado de alarma, seguimos casi confinadas y en nuestras salidas seguimos evitando las aglomeraciones de gente… Nuestra madre ha alcanzado durante la pandemia una extraña lucidez, parece como si un extraño despertar se hubiera adueñado de su mente y esta adversidad hubiera operado en ella una nueva oportunidad para superar el bloqueo de su mente... Ella sigue con sus mandalas y sopas de letras, aunque a veces se resiste. 

Con la timida apertura al exterior nos hemos ido relacionando poco a poco con nuestros vecinos y conocidos y hemos podido ser conscientes de la gran desgracia que ha caído sobre nuestras cabezas. Ancianos fallecidos en todas las residencias públicas y privadas del barrio. Testimonios de primera mano que nos informaban con todo detalle de la devastación humana que se apoderó de esos lugares… Se nos encoge el alma sólo de escucharlo y lo terrible es descubrir lo fácil que es eliminar a un ser humano sin apenas rozarle, esa es la penosa realidad, pero hay que vivir con esa realidad, aceptarla y tratar de cuidar, proteger y valorar a las personas más cercanas.

Como negar ese miedo y ansiedad que nace de lo no sabemos a ciencia cierta qué es, esa es la causa por la que los negacionistas preguntan con ingenuidad si en verdad alguien ha visto un contagiado… Y, la verdad que no hay nada más apropiado que presentarse en un hospital como voluntario para cerciorarse de lo que es el virus… Pero, claro quién se atreve a dar semejante paso, exponiendose a la enfermedad y ese es la verdadera hipocresía de los neegacionistas, que si verdaderamente pensaran que no existe el virus, se presentarían sin problemas…

Sí, he visto enfermos y he tratado con algunos, como por ejemplo un vecino con el que nos encontramos en la calle, mantuvimos una conversación con él y pudimos comprobar que se ahogaba, que casi no podía hablar… Nadie nos tuvo que decir que algo no iba bien en nuestro vecino... Al poco tiempo vimos como le evacuaban en una burbuja de plástico, siguiendo en todo momento los protocolos de bioseguridad más estrictos… Y, cuando ves esto, como se te queda el cuerpo, que terror se apodera de tu mente y entonces piensas que la cosa va muy mal, porque durante el anterior confinamiento no vivimos nada parecido… Nuestra madre a partir de ese día se ha negado a salir… Su confinamiento es voluntario, pero su amor por la vida no tiene límites, se aferra a ella con fuerza en su afán por sobrevivir a esta pandemia… El viejo derrotismo que tenía en la primera ola del covid ha desaparecido, de su anterior resignación ya no queda nada… 

Hemos aprovechado para hacernos pruebas, analíticas, mamografías y hasta nos hemos vacunado, pese a las noticias de muertes de recién vacunados que llenaban nuestras redes sociales, y es que confío en nuestros sanitarios… Y, hablando de análisis de sangre, ayer nos tocó la analítica de control que nos hacemos cada año.

El coronavirus se ha ido convirtiendo poco a poco en “el pan nuestro de cada día”. Así que de  buena mañana nos hemos encaminado mi hermana y yo al Cap, y fíjate lo que son las cosas, ganas me han dado de darme la vuelta, después de ver el tapón de gente que se había formado delante de la entrada y  la distancia de seguridad,  "na" de "na", me ha entrado esa tosecilla molesta y dadas las circunstancias podía ocasionar algo así como una conmoción entre  la gente que habia allí reunida... Entonces me he puesto más nerviosa todavía pensando en que igual me aislaban y dominados por el pánico llamaban a una ambulancia... Pero, nada de eso ha pasado, y cuando ya estaba más calmada, resulta que a una de las personas que ha sido nombrada le han detectado unas décimas de fiebre...  Justo en ese momento rondaba por mi cabeza el hecho de que pudiéramos tener unas decimillas,  hipocondríaca que es una. Casualidad o clarividencia.  Era un muchacho muy joven, la impresión que ha manifestado cuando se lo han notificado ha sido muy reveladora, no se sostenía de pie y ha tenido que sentarse, mientras la enfermera le decía que tenía que hacerse la PCR. Al mismo tiempo le preguntaba si había tenido otros síntomas, a lo que el joven ha respondido negativamente, diciendo que se encontraba bien...  Nuestros ojos se han encontrado durante unos segundos y si algo nos ha enseñado esta pandemia ha sido interpretar lo elocuente que puede ser la mirada de una persona aterrada. Nadie se ha dado cuenta de la movida, a excepción de la aquí presente y por lo que veo mi incipiente sordera no me impide enterarme de lo que acontece a mi alrededor...  

Y, luego, exigiendo en redes la visita presencial en la atención primaria, pues no, amigos,  el personal sanitario merece especial atención en una emergencia sanitaria como la actual y toda precaución es poca. El personal sanitario siempre está en la primera línea de cualquier epidemia y pone en riesgo su salud con el fin de preservar la del resto de la población. Durante un brote de cualquier enfermedad infecciosa todos los trabajadores sanitarios están expuestos a algún riesgo de contagio y, además, estas personas se encuentran sometidas a un gran estrés no solo durante la epidemia, sino que también pueden sufrir consecuencias psicológicas a largo plazo ya que puede presentar síntomas de enfermedad de salud mental.

Y, gracias por vuestro esfuerzo. Gracias por vuestro compromiso. Gracias por vuestra solidaridad. Gracias por cuidarnos... Aquí dejo mi reconocimiento a nuestro personal sanitario.

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