EL MISTERIO DEL TRASTERO, VI



"Las circunstancias presentes que rodean a los personajes reales, lugares y hechos representados en este relato son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia... Pero también os digo que a veces suena la flauta por casualidad...¿O no?"... 

¿Por qué has hecho eso? Inquiere mi hermana con un acusado reproche... 

-"He hecho eso, porque juntas no hubiéramos tenido ninguna oportunidad. Estar pendientes la una de la otra, nos hubiera vuelto vulnerables ante el ataque del rabioso y al final nos habría atrapado... Había que intentarlo"- 

-" Sí, pero no vuelvas a hacer algo así"- Mi hermana no consigue ocultar su enfado, porque  sabe que las cosas se desarrollaran igual si se da el caso. 

El rabioso no deja de aporrear la puerta, su gruñido amenazador martillea en mis sienes. Cualquier intento de abandonar el castillo queda frustrado al sentir la presencia acechante de la bestia. Su mera existencia supone un gran poder disuasorio para abandonar nuestro cautiverio.

Los gruñidos cesan de repente, pero no me siento con fuerzas para cerciorarme de que haya abandonado el lugar. Los rabiosos pese a su ira descontrolada podían atacar por sorpresa... Hay que ser precavida en asuntos tan peligrosos... Pero, sobre todo tenemos que preparar un plan y cogerlo por sorpresa. Al final y al cabo solo es uno...

-"No podemos continuar así. Tenemos que idear algo que nos permita escapar de este lugar y la única solución es tenderle una trampa"- Dije tratando de ser convincente. La expresión de mi hermana me revela que no he sido lo suficientemente persuasiva...

-"¿Y, qué tienes ideado... Si puede saberse? Otra burrada como la de antes, ni loca"-Me replica puntillosa.

-"Hay que actuar rápido, hemos de dejar el castillo lo antes posible... Pronto este lugar será algo inhabitable, con el olor a putrefacción y otras cosas que mejor no menciono"- Estaba totalmente desquiciada y si no me hacían caso había mucha posibilidad de que la siguiente rabiosa fuese yo...

-"Venga, expón tu plan"- Terció mi hermana..

-"He pensado que podemos hacer lo siguiente... Ahora que han cesado los gruñidos, abrimos la puerta y ellas se esconden detrás- dije señalando a Leo y a mi madre-. Es lo suficiente grande para mantenerlas ocultas. Y, mientras tanto,  le espero escondida, al otro lado de la puerta con el mazo de amasar, le pillo desprevenido y le atizo fuertemente en la cabeza, dejándole sin sentido... ¿Qué te parece?. Concluí, esperanzada en que le pareciera una buena idea.

-" Me parece bien - Me sorprendió que no pusiera pegas- Pero, pongo una condición: Antes has sido tu la que te has expuesto...Ahora seré yo le que le de el golpe de gracia... Me lo debes, por el mal rato que me has hecho pasar antes"-  Ya me imaginaba que se guardaba un as en la manga. 

-"Bien, será como dices... Pues venga, no retrasemos más lo inevitable"- Mi hermana se parapetó al otro lado de la puerta, armada con el mazo de amasar. Por si las moscas, yo cogí el otro, colocamos a Leo y a nuestra madre en el lugar donde creímos que estarían a salvo y ocultas a los ojos del rabioso. Después, abrimos la puerta... Con los nervios a flor de piel, escuché lo que parecía un gruñido débil, seguido de unos pasos atropellados. Con el corazón en un puño vi como se metía en el cuarto y clavaba sus ojos febriles en mí.  En aquel momento, Antonia, armada con el mazo de amasar, le sorprendía por la espalda atizándole con todas sus fuerzas en la cabeza. El hombre no dijo esta boca es mía, cayó desplomado como si fuera un fardo ... Al verle sin sentido, nos acercamos con sigilo, temiendo que recuperara el sentido en el último momento. Pero, estaba inconsciente. Era tanto el miedo que sentía que no quise comprobar los latidos de su corazón... Era el momento de huir, cogimos los petates con los víveres y algunas linternas que habíamos encontrado y nos encaminamos presurosas hacia el acceso al túnel... Decidimos cubrirle los ojos a mi madre para que no viera el dantesco espectáculo en que se habían convertido las viejas instalaciones del Castillo... Justo cuando llegamos a la entrada del túnel, volvimos a escuchar el ronco gruñido del rabioso... Fuimos bajando en fila india por la escalera... Una oscuridad total imperaba en el lugar. Tenía la sensación que en alguna parte de aquel lóbrego lugar, nos esperaba una especie de monstruo tenebroso sin otro interés que el de devorarnos. Nos llegaba el olor desagradable de la humedad corrompida... Cerramos la puerta, esperanzadas de que el rabioso no hubiera desarrollado algún tipo de percepción extrasensorial e intuyera nuestra vía de escape...También deseé no tener un encuentro indeseado en aquel pasadizo con una de aquellas  fieras y nuestro camino hacia la libertad estuviera libre de obstáculos... Sin embargo, no tardaríamos nada en llevarnos la primera sorpresa... El suelo del túnel estaba totalmente asfaltado y a ambos lados existía una pequeña acera, lo que indicaba que estaba pensado para la circulación de algún tipo de vehículo... El techo era abovedado. Miré con detenimiento los poderosos muros de obra "opus spicatum" y descubrí que era un tipo de construcción empleado en la antigua Roma. Señal de que aquel túnel tenía muchísimos años de existencia... Era extraño, pero nos encontrábamos con la típica construcción urbana, pero subterránea... Y, lo mas sorprendente fue observar que estaba alumbrado, como si hubiera sido utilizado recientemente... La luz nos permitió descubrir su inmensa extensión y la gran proliferación de puertas  que daban al pasadizo de manera sucesiva... Intenté abrir una de aquellas dependencias, pero estaba cerrada... Desistí del intento y aceleramos la marcha. Aquello no pintaba bien... La disposición y el aspecto de aquellas habitaciones me hacía pensar que nos encontrábamos ante un posible búnker. Pero no se parecía en nada a lo publicado por la prensa sobre el asunto. Es más jamás se había mencionado la posibilidad de que en el Castillo pudiese existir semejante construcción... Un misterio más de los que atesora la célebre montaña. Y, realmente, qué país del mundo no oculta en las entrañas de sus fortalezas más profundas, impresionantes mundos subterráneos. Aquel enigmático mundo  acaparaba mis pensamientos, cuando mi madre habló por primera vez.

..." Aquí huele a muerto"... Fue su frase lapidaria.

..."Querrás decir a putrefacción"... le respondí.

..." A putrefacción no, a muerto... Es un olor que jamás olvidaré... Una de las veces que visité Montjüic para llevarle flores a la abuela iba yo pensando... Qué raro que en un cementerio donde hay tantos muertos enterrados y no se sienta mal olor.. Acababa de pensarlo cuando pasé cerca de una tumba que estaba medio abierta y desprendía un olor tan desagradable que nunca se me olvidará. ... Y, esto que se huele aquí es lo mismo"... Aunque fuera en aquella penosa situación, escuchar en boca de mi madre esos recuerdos tan escabrosos era algo que me tranquilizó. 

Me acerqué hasta una de las puertas y pegué el oído, me pareció sentir ruido en el interior. Estaba habitado y como si la persona que se encontraba al otro lado intuyera mi presencia, se abalanzó contra la puerta y provocó al estrellarse un golpe tan violento que me hizo apartar tan bruscamente que casi pierdo el equilibrio... 

A partir de ese tramo se inició un pronunciado desnivel. Tanto que teníamos que ir afianzando con cuidado los pies. Después, el firme se hizo más regular. Una interminable línea recta que ni siquiera podíamos imaginar cuál sería el final... El recorrido era muy largo y llegamos a una especie de cripta u oratorio donde había unas cajas apiladas, completamente selladas. Un presentimiento me hizo apoderarme de una de aquellas cajas.  Seguimos adelante, por un corredor que se abría a la derecha,  hasta un punto en que nuestros corazones se aceleraron cuando vislumbramos en la penumbra como una forma blanquecina empezaba a materializarse al fondo del túnel. Nos detuvimos paralizadas por el temor... Tras unos instantes de indecisión seguimos avanzando... Pronto, tuvimos ocasión de comprobar qué era en realidad el tenebroso fantasma... La incipiente luz que entraba por el resquicio de una puerta...

 Habíamos alcanzado el final del túnel... Descorrimos el cerrojo antediluviano y traspasamos el umbral. Después llegamos a una amplia galería, con una generosa claraboya en el techo.. Una simple cancela nos separaba del mundo real y un cerrojo oxidado que al ser descorrido emitió un chirrido desquiciante... 

Nos encontrábamos  justamente enfrente de la avenida Francesc Ferrer i Guàrdia, el pedagogo mártir aparecía nuevamente en nuestro camino, coincidencia o el destino que se empeñaba en cruzar nuestros destinos. A escasos metros se encontraba la calle donde había dejado aparcada la furgoneta. Con recelo, salimos al exterior, respiramos el aire fresco de la mañana y echamos una ojeada a nuestro alrededor. A lo lejos distinguí la explanada donde se levanta la  fuente luminosa de Montjüic. Incluso fuera de servicio ofrecía un aspecto imponente. Recordé la de noches veraniegas que pasamos embelesadas contemplando las coloridas evoluciones del agua al ritmo de la música...

Un rayo de esperanza se abrió paso en mi mente,  no nos hallábamos demasiado lejos de  nuestra furgo. Pero,  era inimaginable que mi madre nos pudiera acompañar hasta el lugar... Así que lo más acertado era que se quedara esperando con Leo, protegidas tras la oxidada cancela y nosotras ir a por el coche, traerlo y entonces subirlas. Cualquier otra cosa hubiera sido exponer al peligro a una anciana de más de 80 años...

Tras la dolorosa despedida, Antonia y yo abandonábamos nuestro refugio temporal... Dejando a la derecha la gran escalinata que daba paso a la fuente... Sorprendía ver lo sorprendentemente tranquilo que estaba el lugar. Ofrecía el aspecto que presenta en los días laborables, libre de visitas. Era un tanto desolador. Cruzamos la avenida a toda prisa, temiendo un encuentro desagradable con los rabiosos... Pensé que podríamos conseguirlo sin dificultad, tan solo había que cruzar la amplia avenida que recorre toda la montaña. Pero pronto comenzaron a escucharse los temibles gruñidos... No sé a ciencia cierta de dónde podrían haber salido, ahora se encontraban debajo de las pasarelas aéreas próximas a un famoso pabellón. Nos detuvimos paralizadas por el pánico, observando las furiosas miradas que reflejaban sus semblantes, el poco resquicio de cordura que les quedaba había sido arrasado por la feroz resolución de ¡ANIQUILARNOS!...

Corrimos despavoridas, con el alma en vilo, sin apartar la vista de aquella jauría humana que peligrosamente iba acortando la distancia que nos separaba... Ya quedaba poco, un desvío a la izquierda y ya nos encontraríamos a buen recaudo en el coche... Busqué la llave atropelladamente en el bolso y como suele suceder en estos casos, se resistía a ser encontrada... Hasta que al final detecté el frío tacto del metal... Desde donde me encontraba la activé para que se abriera... Cuando dimos con el coche, nos introdujimos con rapidez en el interior, conectando el cierre automático de las puertas...  Los rabiosos que nos perseguían penetraron en la calle justo cuando Antonia arrancaba el coche, nos rodearon y se abalanzaron contra el coche intentando abrirlo... Mi hermana cerró los ojos y salió disparada con toda la potencia posible que el coche era capaz de desarrollar... 

Sin abrir la boca, sumidas en el silencio del miedo, Antonia dio varias vueltas  tratando de confundir a nuestros perseguidores para alejarlos del lugar donde se encontraban Leo y mi madre. Abrumadas ante la delirante situación que estábamos viviendo y haciendo caso omiso de todas las señales de circulación que nos íbamos encontrando, llegamos por fin al lugar donde nos esperaban. ... 

Las encontramos llorando . Eran el vivo reflejo de la angustia y la desesperación ante la posibilidad de que hubiéramos sucumbido  ante el ataque de los rabiosos... Cuando nos vieron ante ellas sanas y salvas, nos abrazaron con fuerza, como si la vida se les fuera en ello... Nos habíamos convertido en su único medio de subsistencia ante un mundo hostil...Sin demorarnos más de lo necesario y temerosas de que los rabiosos aparecieran nuevamente,  nos introdujimos en el vehículo. 

-"¿ Y, ahora qué hacemos? Me preguntó mi hermana, antes de poner el coche en marcha...Vi la ansiedad reflejada en su rostro.

-"No tenemos a dónde ir. Todo lo que hasta este momento formaba parte de nuestro modo vida, patrimonio, profesión, ha pasado a la historia... Posiblemente, Barcelona se ha convertido en un desagradable foco de infección que se tiene que atajar de cualquier manera y sin demasiados escrúpulos... Un ejemplo a tener en cuenta es lo que ha sucedido en el Castillo de Montjüic y los medios tan expeditivos que van a implementar para sofocar el brote... Además tengo un secreto que contarte"- 

- "Me pones los pelos de punta cuando hablas de secretos"- me interrumpió Antonia.

-"Hace unas noches presencié como una comitiva de coches negros de alta gama se detenía ante nuestro edificio y poco a poco se iban metiendo en el parking del trastero que tenemos en los bajos. Como ya sabes lo curiosa que soy, así que tuve ocasión los seguí y descubrí  para qué utilizaban el trastero...- Antonia abría unos ojos como platos- y no sólo eso, como sospechaba que aquello era un asunto turbio, al primer descuido que tuvieron me introduje en el interior y robé una de las muestras que almacenaban y lo tengo guardado en uno de esos trasteros que previamente me encargué de alquilar"-

-  "¡De verdad, Catalina, -me llamaba Catalina, la cosa pintaba mal. Estaba seriamente enojada- que no tienes arreglo, siempre  haces lo que te sale del coño y así nos va.. ¿Cómo se te ocurrió hacer semejante cosa... Exponerte de manera tan arriesgada a que te descubrieran... No gano para disgustos contigo"-

-" Relájate,  tenemos que ir al trastero y hacernos con la muestra"-

-"Ni hablar, ni loca vuelvo a casa"-

-" Tenemos que volver y hacernos con eso...Te imaginas que sea el antídoto... Un antídoto que seguramente estará en manos de la gente que ha liado todo esto, ya que teniendo el remedio, controla en cierta manera la situación"-

-"Sí, pero también puede ser la toxina"... Expresó Antonia.

- "Son dos ampollas, por lo tanto puede ser la toxina y el antídoto. Tenemos que ponernos en contacto con un laboratorio para que analicen el contenido"- Le comenté.

-" Pero existe un modo más seguro para averiguarlo y creo tener un plan infalible para detectarlo"-
-" Sí, y cuál es"-Preguntó recelosa mi hermana.

-"Capturar un rabioso y probar con él una de las muestras y vemos cómo reacciona"-Cuando escuchó mis palabras Antonia abrió los ojos como platos y luego se rió... Tengo que reconocer que me desconcertó su actitud.

-"¡Tienes unas ideas!. Pero tengo que decir que es lo más adecuado. No nos podemos fiar de nadie. Tengo que reconocer que encontré cierto placer en atizarle con el mazo en toda la sesera al rabioso, pero claro, no todas las circunstancias  que se nos presenten van a resultar tan óptimas... Y, lo más importante... Cuando el rabioso se encuentre en nuestro poder, como actuamos para reducirlo"- 

-"Muy sencillo, le atamos de pies y manos, lo inmovilizamos en la cama con varias correas  bien grandes y lo suficientemente fuertes, como para que consigan tenerlo reducido"-

...¿Dónde vamos ahora? Preguntó mi madre, completamente ajena a nuestra conversación. Su enfermedad la protegía de alguna manera.

-Ahora vamos a casa... Tenemos pendiente hacer una cosa". Fijé la mirada en Antonia, mientras le contestaba...
Contemplé como se le iluminaba la cara de alegría a mi madre...Era fácil comprenderla. Seguramente ya se había hecho a la idea de no volver a pisar su casa y ahora, la posibilidad de volver a recorrer los viejos rincones de su añorado hogar la llenaban de felicidad.

...¿Sabes dónde tienes las llaves?  Ya había perdido la facultad de entristecerme cada vez que la oía preguntar por las llaves...




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