EL MISTERIO DEL TRASTERO, II



Las horas en el interior de la panadería se hacen eternas. Pero, lo más alarmante es el atronador ruido que hacen los rabiosos al estrellarse contra la frágil persiana metálica… Aguantará poco, porque ya se aprecian las primeras fisuras y el metal comienza a abombarse grotescamente..

…”Leo, no podemos permanecer más tiempo aquí. La persiana no tardará en ceder y esto se va a convertir en una ratonera para nosotras… ¿Sabe si el local tiene salida independiente?”... Pregunto y tengo la esperanza que me responda afirmativamente…

…” No tenemos salida de emergencia, pero nuestra vivienda se encuentra justo encima del negocio. Sólo tenemos que salir al patio de luces y se la mostraré”... Va comentando mientras abandonamos la tienda camino del obrador de la panadería, al que accedemos bajando por una pequeña escalera… Pasamos entre la maquinaria, utensilios y electrodomésticos propios de uno de los oficios más antiguos de la humanidad… Leo va cerrando las pesadas puertas, aconsejada por mí, ya que si los energúmenos invaden el lugar por lo menos que encuentren alguna dificultad en el acceso…La mujer se acerca hasta una puerta acristalada, una bella reliquia del pasado, pero dado lo delicado de sus materiales, en caso de que los rabiosos irrumpan en la sala, poca defensa va a desempeñar.

Es un patio de luces común y corriente, lo que suele verse en la mayoría de nuestras comunidades vecinales… Cerrado, opresivo y con poca luz. Nunca he comprendido a qué viene eso de “patio de luces”, ya que si algo les caracteriza es eso precisamente, la ausencia de luz…

Una rápida ojeada  a mi alrededor me hace ver que ni siendo Gulliver puedo acceder al primer piso… Así que mi cabeza empieza a cavilar ante la atenta mirada de Leo, una mujer que hasta el momento se ha mostrado bonachona y cariñosa con todo el mundo. Los niños la adoran porque cuando entran en su negocio siempre tiene algo que darles… Es encantadora y me entristece verla con esa preocupación tan grande dibujada en el semblante.

…”Cati, eres joven y puedes escalar de cualquier manera hasta el primer piso, agarrarte a la barandilla y trepar… Te encontrarás la puerta  del lavadero abierto, porque es lo que hago cada día antes de abrir la panadería. Así se me ventila toda la casa”... 

La idea es buena, pero ponerla en práctica puede acarrear algún problema porque entre mis aficiones no figura la de escalar fachadas urbanas, vamos que mi vocación frustrada no es precisamente la de ser una practicante de "parkour". Vamos, que no me caracterizo, precisamente, por tener un espíritu aventurero...
Pero, la necesidad apremia y una idea se abrió paso en mi mente…

…”Leo, tiene por casualidad una escalera de mano, a ser posible de gran altura”.... Ella parece quedarse en babia un rato mientras piensa. Al final, me dice sonriendo.

…”Sí, que tenemos una, es de los pintores, tenían que venir esta semana y la habían dejado preparada”... Leo se pierde durante unos minutos y al poco tiempo,  aparece con el armatoste… La probamos para ver si va bien y llega, por lo menos, hasta la base de la barandilla del lavadero… Pero no,  desafortunadamente, la escalera no llega. La distancia entre la base de la baranda y el último peldaño de la escalera es considerable… Sin embargo, si la colocamos encima de una de aquellas mesas, pues seguramente, eliminamos la distancia y podremos acceder sin dificultad al lavadero…Y, así mismo le expongo mi idea a Leo.

Volvemos en busca de la mesa, la más grande y alta que hay en el lugar y entre las dos la arrastramos, dada su gran envergadura, hasta el patio…. La aproximamos hasta la pared, y con la ayuda de un pequeño escabel consigo subirme sin problemas… Desde el suelo, Leo me facilita la escalera y yo, agarrándola con esfuerzo, consigo abrirla y colocarla sobre la base de la mesa, afianzándola bien… 

…”¡Venga Leo, deme la mano y suba que yo la ayudo”... La mujer no se hace de esperar… Está delgada y hasta más ágil que yo. Así que no le cuesta gran esfuerzo.

…”Primero voy a intentar subir, y una vez arriba, usted hace lo propio.. Yo le sostendré la escalera para que no se mueva y usted pueda ascender segura”... Ella asintió en silencio. Debía de pensar, “¡ MADRE MÍA, A MIS AÑOS Y QUE ME PASE ESTO!”...

Sin embargo, la discreción no es algo que me acompañe en todos mis actos y con todo el ruido que hemos hecho durante el traslado, no tarda en asomarse una cabeza con la típica permanente de color ceniza que lucen la mayoría de las ancianas.

…”¿Leo qué te pasa, te has dejado olvidadas las llaves? Se interesa la mujer al ver nuestros "firmes"  propósitos en el intento. 

..."¡La que faltaba!" Leo murmura con sarcasmo, algo totalmente impropio de ella, siempre tan atenta y bondadosa con todo el mundo. Un detalle que revela que posiblemente me encuentro ante la cotilla de la comunidad, ese tipo de mujer tan común en nuestras barriadas.

…¿Que qué me pasa… ¿Eso me gustaría saber?… ¿Has echado una ojeada a la calle, por casualidad? Le dice Leo, mientras resopla por el esfuerzo, al intentar encaramarse sobre la mesa…

…”No, no he mirado, estoy entretenida haciendo una paella porque este mediodía viene mi hijo con las niñas a comer”... 

…”Pues, querida anda echa un vistazo y luego me cuentas”... Tras el consejo de la panadera, la vecina abandona el lavadero. Su ausencia no se hace muy larga, al poco rato vuelve con nosotras, pero esta vez completamente fuera de sí…

…” ¡Por Dios, qué está pasando, la gentes está rabiando y se devoran entre sí!”... 

….” Llama a tu hijo y le dices que deje la visita para mejor ocasión.. Ha sido algo repentino. Nos ha pillado en la tienda y como no van a tardar nada en destrozar la persiana y entrar en el local. Así que, estamos intentando acceder a la vivienda lo más rápidamente posible, para ponernos a salvo... Es un auténtico delirio, Begoña. Porque intentarlo desde la entrada de la calle es cosa de locos, con esos rabiosos rondado la calle”...Pienso que con  la conversación estamos perdiendo un tiempo precioso. Así que me dispongo a subir… De vez en cuando tengo buenas ideas y ahora me encuentro ante una de ellas. En pocos segundos llega hasta la barandilla, tan solo tengo que pasar una pierna por encima de la barandilla, luego la otra y ya me encuentro en el lavadero…

….”Venga, Leo apresúrese que me parece que ya han tirado abajo la persiana. Me ha parecido escuchar el ruido de vidrios rotos.”... El miedo a veces da alas y cuando el peligro se siente como algo inminente, parece que da alas, y eso fue lo que pasó con Leo, que devoró los peldaños a una velocidad de relámpago. Justo, cuando la puerta que daba acceso al obrador empezaba a ser aporreada con mucha violencia… Ya nos encontrábamos a salvo, pero la sensación de desasosiego al escuchar los gemidos y gruñidos de aquellas fieras al otro lado de la puerta, era muy intensa… Para, no darle ideas a  los rabiosos agarré  la escalera y la introduje en la vivienda... Con aquellas personas enloquecidas nunca se sabía de lo que podían llegar a ser capaces y en este caso convenía ser precavidas…

Efectivamente la masa enloquecida de vecinos del barrio irrumpió violentamente en el patio de luces… Y, algunos daban saltos intentando llegar a la primera planta, sobre todo cuando descubrieron la permanente de color ceniza de Begoña, que con sus gritos de espanto solo consiguió que aquellas fieras sedientas de sangre se fijaran en ella. Ante mis ojos contemplé con estupor como aquellos seres comenzaron a escalar por la pared en busca a la atemorizada mujer, que enmudeció al verlos tan cerca de donde ella se encontraba. Comprendió demasiado tarde que estaba viviendo los últimos momentos de su vida... Aquellos seres la alcanzaron y se arrojaron como bestias sobre su cuerpo trémulo... Leo y yo no dábamos crédito a lo que estábamos viendo... Por eso nos refugiamos con rapidez en el interior de la vivienda.... Nada se podía hacer por la pobre Begoña, los rabiosos la habían destrozado con el furor de sus mandíbulas...

..." Pobre Begoña qué final ha tenido la pobre mujer"... Comentó para sí misma. 

..." La misma suerte que vamos a correr nosotras como no espabilemos!"... Dije tratando de apremiarla, para que se dejara de condolencias y pensara en su propia salvación...

Sabiamos que no estábamos seguras, no mediaban obstáculos entre nosotras y aquellos seres de pesadilla, dominados por la furia desatada del infierno...

..."Hemos de construir una barricada en la puerta, para que si escalan hasta su casa no entren fácilmente"... 

..." ¿Y, qué podemos poner? Leo se mostraba calmada, nada alteraba su plácido semblante, pero la procesión iba por dentro y la consternación que sentía por lo que le había ocurrido a su vecina, era algo que no la abandonaba... 

..." Posee algún mueble lo suficientemente pesado y grande para que bloquee la puerta!Pregunté esperanzada.

Leo se paseo por su casa en silencio, y al poco rato me llamó... 

...¿Este mueble estará bien, no? Me dijo señalando la gigantesca cómoda de su habitación. Era el típico mueble de pueblo que antiguamente utilizaban nuestras abuelas para guardar el ajuar. Si una vez guardó celosamente las alegres esperanzas de una muchacha enamorada. Ahora iba a servir para salvarnos la vida, porque el armatoste era de madera maciza y costaba un huevo moverlo... Lo llevamos a rastras por el pasillo, justo hasta la puerta que daba acceso al lavadero... Me lo miré con curiosidad y pensé que podría ser un buen ejemplar de anticuario, y un arma letal si le caía encima a uno de aquellos endemoniados...

... “Leo, tenemos que ponernos en contacto con el ayuntamiento, y mejor con el fijo porque la centralita del 010 cuando haces una llamada pasa como con la telefónica y hacienda, empiezan a derivar a otras líneas y con el tiempo que vamos a perder en espera, porque nos encontramos ante una emergencia se va a agotar el saldo de  mi móvil porque es de prepago y no lo cargo demasiado, por eso de no hay vicio sin tentación”... Leo se dirigió hacia el teléfono y marcó la linea de atención para la ciudadanía.

…”No tenemos línea”... La expresión de sus ojos a través de los culos  de vasos que llevaba por gafas reflejaba toda la desesperación que sentía… Y, es que nada revela nuestro estado de ánimo como la mirada…

…”No se preocupe… Aquí estamos seguras… Voy a subir a la azotea para hacerme una idea de cómo están las cosas.”... Le dije tratando de calmarla.

..”Sí, ahora cojo las llaves y subimos las dos”... Me dijo y por el tono trémulo de su voz supe que se estaba desmoronando.

…”No se agobie Leo, la situación aún siendo grave, puede ser controlada. Además esos bombazos, me sugieren que el ejército ya está tratando de controlar la situación"...

… “Con los gobiernos que tenemos dudo que arreglen nada, Cati”... Me respondió con desaliento y es que en el fondo tenía razón… Los gobiernos, ellos son los que crean los problemas y ellos mismos son los que buscan la solución, para luego ponerse medallitas y ganar elecciones… Y, yo angustiada me preguntaba. “Sería peor el remedio que la enfermedad”.

El edificio tenía más de treinta años y por esa razón era uno de los más altos de la calle… Subimos en ascensor preocupadas ante la idea de que algún rabioso se nos hubiese colado en la comunidad y pudiera convertirse en un terrible agresor, pero no, llegamos sanas y salvas a la azotea. Leo abrió la puerta que daba acceso y pudimos otear una visión deslumbrante de todos los tejados de Barcelona, maravillada descubrí las agujas de la Sagrada Familia y la famosa montaña donde se levantan las instalaciones del parque de atracciones del Tibidabo… Podía distinguir la línea del mar en el horizonte, que en aquel momento presentaba un deslumbrante color azul...Después traté de localizar el Canódromo para tenerlo como referencia… Entonces descubrí nuestro terrado, me alegré al comprobar como todas las azoteas de la manzana se comunicaban entre sí, no existían vallas en las paredes medianeras de las viviendas que pudieran entorpecer el avance a través de ellas. El encuentro con mis "niñas" estaba cada vez más cerca. Estar separada de ella me provocaba un constante estado de angustía…

…”Leo, gracias por todo, voy a intentar llegar a mi casa cruzando todas las azoteas, no hay obstáculo alguno, y se comunican unas con otras… Aquí no estará segura por mucho tiempo. Ya sabe que si quiere acompañarme será bienvenida, por eso de que "la unión hace la fuerza”... Le pedí con sinceridad que me acompañara y ella no se hizo de rogar…

Tras el ejercicio que suponía ir sorteando las pequeñas barreras arquitectónicas que suponían las paredes medianeras y que podrían llegar a frenar nuestro avance, en poco más de un cuarto de hora llegábamos a mi terrado, que aparecía lleno de ropa tendida. Este pequeño detalle contribuía a crear una débil sensación de normalidad, como si todo siguiera igual… 

Con apresuramiento, dejamos el terrado y rápidas intentamos llegar hasta la planta donde se encontraba mi piso… Saqué la llave del bolso y abrí la puerta, me sorprendió que mi madre no apareciera al escuchar la llave en la cerradura abriendo la puerta, en ese sentido ella tenía un oído muy fino…

Llena de desesperación descubrí que no estaban… Asustada y fuera de sí, llame a las puertas de los demás vecinos del rellano… Tampoco estaban… Subí al rellano de arriba y me encontré con lo mismo. Y, seguí tocando el timbre en todas las puertas donde se me ocurrió y la respuesta era la misma…. Al final comprendí que me encontraba ante un edificio fantasma… Corrí hacia el balcón y descubrí  que la calle estaba desierta…Pero, sembrada con los cuerpos de los rabiosos que aparecían desparramados por el suelo… Era la viva imagen de la destrucción… 

Contemplé la Meridiana y estaba atascada con un convoy de camiones pesados del ejército… Aquello solo significaba una cosa la ciudad estaba siendo sitiada por el ejército y no sé, pero aquello no me tranquilizó lo mas mínimo…

Conecte el televisor, quizá estaban ofreciendo información sobre la grave situación que estábamos padeciendo, pero, por desgracia todas las cadenas catalanas estaban sin señal, pero las nacionales cubrían el suceso con todo lujo de detalles…

En una de ellas, la periodista reportaba el suceso informando sobre un misterioso brote de rabia que se había apoderado inexplicablemente de la ciudad de Barcelona… Y, para mayor seguridad - informaba la periodista- y como medida preventiva para evitar la expansión del brote se habían implementado una serie de medidas encaminadas a paliar los efectos del brote misterioso.

Entre las medidas a tomar se había estimado oportuno evacuar a la población civil resistente al virus y confinarla en el Castillo de Montjüic de manera temporal hasta que la Administración estime adoptar otras medidas…

Escuchar aquello me puso los pelos de punta, la cosa pintaba muy mal. Entonces pensé en la caja con su misterioso contenido… Me dirigí a la habitación y miré debajo de la cama. Respiré tranquila, seguía en el mismo lugar donde la había dejado… 

…”Esto no se puede quedar aquí - pensé- Seguro que esta caja y su contenido tiene mucho que ver con lo que está pasando… ¡EL TRASTERO! Ahí es donde tenía que guardarlo…

Salí de la habitación y me dirigí a Leo.

..."Mire ahora voy a dejar esto en el trastero de abajo y enseguida subo”... Leo me miró con los ojos muy abiertos y me dijo:

…”Cati, por favor, no me dejes aquí sola, porque voy a morirme de ansiedad”... La mujer me miraba con ojos llorosos y no pude negarme…

..."Bien, ahora la calle está desierta… No se confíe, y no se despegue de mí en ningún momento”... 

Abandonamos mi hogar pensando amargamente en si volvería algún día… Pero , pronto alejé los negros  pensamientos de mi mente, no me convenía hundirme en la pena… Cuando llegamos a la portería eché un último vistazo antes de salir… La calle estaba desierta. Tan solo los cuerpos sin vida de los rabiosos seguían tendidos sin vida en el suelo, parecían muñecos rotos… Leo y yo avanzamos unos pasos hasta la entrada del trastero, utilicé la tarjeta y el numero pin que me había facilitado en la oficina. Busqué en la primera planta el nº 111, que era el que me habían asignado, lo abrimos y dejamos la "preciosa" caja allí en su interior… Era un número fácil de recordar y yo que era aficionada al esoterismo, sabía que ese era el número del ángel… Así que no tenía que preocuparme por mí, era mi familia la que me quitaba el sueño, pero ahora sabía que iban camino del Castillo de Montjüic y hacía allí pensábamos dirigirnos, tras sus pasos….

... "Leo, no nos podemos quedar aquí, expuestas a que aparezcan esas bestias y nos agredan... Tengo el coche en el garaje, aquí cerca. Así, que puede hacer dos cosas... Una se queda, aquí en la entrada de nuestra portería, y me espera mientras llego con el coche. Y, la segunda, que sería acompañarme hasta el garaje y luego partir hacia Montjüic...¿ Qué quiere hacer?.

..." Me voy contigo, Cati, no quiero quedarme sola por nada del mudo... Si tenemos la mala suerte de encontrarnos con esos seres, pues mala suerte, pero la calle se ve tranquila"... Dijo mirando  a su alrededor un tanto insegura.

..." Pues, rápido, que aunque todo está tranquilo, igual aparecen de repente"...

Leo y yo corrimos como si el mismo diablo nos persiguiera, tanto que llegamos en apenas unos segundos al garaje... Sorprendía el silencio que se había adueñado del lugar. Tal y como imaginaba no estaba la chica encargada, ni los guardias jurados. Estaba solitario. Evidentemente también había sido evacuado... La oscuridad nos atemorizó y Leo me cogió una mano, como si sentir mi calor le infundiera ánimo... En ese momento, escuchamos un familiar gruñido que nos erizó todo el vello del cuerpo... Sin mediar palabra, comenzamos a correr, sin soltarnos, hasta el lugar donde se hallaba el coche aparcado. Sólo había que bajar una rampa, y a unos pasos encontraríamos nuestra salvación... En ese preciso momento, se escuchó un tropel, como si mucha gente estuviera corriendo en la misma dirección... Supe que eran "ellos", que nos habían detectado al olernos, porque su instinto animal estaba exacerbado hasta límites insospechados... Rebusqué en mi bolso atropelladamente, las llaves del coche, pero la carrera frenética me entorpecía y no conseguía dar con ellas. Al final, las encontré y presionandolas en un punto, vi como se encendían las luces en el coche, anunciando que estaba abierto y dispuesto para emprender la marcha. La proximidad de aquellas personas enloquecidas era tan corta que casi podía sentir en el pescuezo su aliento fétido... Nos introdujimos en el coche y activé el cierre centralizado justo cuando los rabiosos rodearon el coche y empezaron a golpearlo y zarandearlo, sus bocas ensangrentadas al pegarlas a los vidrios dejaron un reguero sangriento. Leo empezó a llorar. Nunca me pareció más maravilloso el ruido del motor al ponerse en marcha. Arranqué sin mirar a quien arrastraba o pisaba, en la loca huida....

Los monstruos corrían detrás mostrando sus fauces sangrientas, abiertas descomunalmente, mostrando un gesto facial excesivamente forzado. Cualquier vestigio de humanidad había desaparecido de sus rostros... La angustia se apoderó de mí hasta tal punto que derramé las primeras  lágrimas... 

La visión que ofrecían las calles de Barcelona, tenía un nombre: Devastación...

Resultaba incomprensible que una ciudad de la relevancia  metropolitana de Barcelona pudiera llegar a tal estado de descontrol y desolación, en apenas unas horas. La ciudad había sufrido un impacto virulento medioambiental de efectos catastróficos... 

Porque esa era la sensación que producía contemplar los cuerpos sin vida que ocupaban el asfalto y los coches humeantes con el capó levantado. Sus puertas abiertas indicaban que sus ocupantes los habían abandonado precipitadamente obligados por las circunstancias...

Pensé,  ¿Sería esto a lo que se referían cuando hablaron de la primera fase de la operación?... Mi intuición me decía que sí. A mi lado sentía la silenciosa actitud de Leo como algo hostil ante la desgracia que se desarrollaba ante sus ojos y yo por prudencia respeté su actitud callada... 

Antonia y yo hicimos un cursillo de conducción temeraria y recuerdo que al principio iba casi a rastras, pero al final disfrutaba haciendo trompos con el freno de mano y no solo eso, me encantaba coger velocidad y frenar en seco... Al final sentí que el cursillo terminara. Así que tener que circular por la calle Aragón sorteando todos los obstáculos, no me supuso ningún problema. Era una Fitipaldi al volante... Ese cursillo remedió mi temor creciente a ponerme ante el volante y ahora me daba el empuje suficiente para llegar hasta nuestro destino final, Montjüic... Entramos en la Plaza de España,  con todos sus emblemáticos edificios construidos para la Exposición del 29, y debo decir que pocas personas conocen tanto de su historia como yo, mi monografía universitaria es prueba de ello, lástima que tuviera que cederla a mi profe de Historia del Arte.  Pero, los recuerdos dejaron paso a la cruda realidad y vi consternada que el acceso principal, el que conducía al Palacio Nacional, estaba colapsada por una caravana gigantesca de camiones militares cargados de gente. La comitiva se dispersaba hacia los cuatro puntos cardinales y estaba siendo escoltada por personas que llevaban los trajes herméticos de emergencia bioquímica. Supongo que eran militares protegidos de la cabeza a los pies con monos impermeables integrales, mascarillas y filtros. Observé alarmada que iban armados hasta los dientes, porque encañonaban directamente a los camiones... Leo y yo nos dirigimos una mirada de pánico, los supuestos supervivientes no habían sido evacuados voluntariamente para garantizar su seguridad, si no más bien todo lo contrario... En aquel momento, perdí toda esperanza de volver a reunirme con mis "niñas"... 

... "Leo tenemos que seguir a pie hasta el Castillo"... 

...."¿Qué vamos a hacer entonces? Me preguntó.

..."Tendremos que actuar con cautela y evitar que nos descubran, porque estos NBQ, seguro que han sido adiestrados para fulminar a cualquier pobre desgraciado con el que se encuentren... 

Intentaremos dar con las sucesivas escaleras que conducen hasta la fortaleza... Será un poco pesado, pero siempre será mejor que tener que luchar contra la psicosis que ha generado este brote de rabia...

..."Cata, ya todo me da igual"... Me respondió con desaliento.

Pensé en dejar el coche abandonado de cualquier manera, pero no, decidí dejarla bien aparcada, que nunca se sabe... Y, nos perdimos entre las calles aledañas al paseo que culminaba en la escalinata que conducía al Palacio de Montjüic o el Museo Nacional de Arte de Cataluña...





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