EL MISTERIO DEL TRASTERO, I


Ahora están de moda los trasteros televisivos por lo rentable que puede resultar encontrar uno repletito de viejas reliquias del pasado, con todo ese valor simbólico y económico que nosotros queramos darle... El caso es que la creación de uno de estos cuchitriles en los bajos de mi edificio ha suscitado todo tipo de fantasías en mi mente calenturienta... Aquí os dejo la primera parte de este relato ambientado en un trastero postmoderno. Pues eso, cualquier parecido con la realidad es mentira... Así que no te creas todo lo que lees.... Que eso de inventar es muy fácil, pero que muy fácil....ja,ja,ja,

Todo empezó con la creación de un trasero en los bajos de nuestro edificio. Nos engatusaron bien, prometieron un supermercado y nos colocaron esta cosa rara que se llama trastero… Un engaño que costó bien caro a nuestra comunidad, a todo el barrio y a toda la humanidad. 

Palabras grandilocuentes que cobran un realismo tenebroso a partir de la triste medianoche en que se desencadenaron los hechos y que desde entonces me mantienen en vilo. El sueño ha huido de mi vida dejando en su lugar un insomnio inclemente… 

Recuerdo que me desperté sobresaltada con un ruido que se produjo en la calle. Cuando impulsada por la curiosidad me levanté y oteé el exterior a través de las rendijas de nuestra persiana, descubrí que una hilera interminable de autos de alta gama de color negro aparecían estacionados en doble fila delante de nuestro edificio… Pero lo más raro era descubrir que uno por uno se iban introduciendo a marcha lenta en el parking que daba acceso al trastero…. Aquello me tuvo en vilo toda la noche e intentar conciliar el sueño fue una quimera… Decidí que al día siguiente alquilaría uno, para investigar sobre el extraño suceso… La verdad es que el famoso dicho”la curiosidad mató al gato” no existe porque sí y yo no tardaría nada en comprenderlo...

Así que se hizo de día, decidí acercarme hasta la oficina donde se alquilaban los trasteros… No fue difícil, me asignaron una tarjeta con su pin correspondiente. Además me hicieron un descuento por eso de que era vecina y trataron, en vano, de endilgarme unas cajas para almacenaje… Y, ya solo me quedó esperar… No fue mucho, por lo tanto no me desesperé, la extraña comitiva de vehículos de alta gama volvió a aparecer una segunda vez, pero esta vez no iba a quedarme con las ganas de saber qué era lo que aquellos enigmáticos personajes de culebrón televisivo se llevaban entre manos. Así que sin perder el tiempo, agarre la tarjeta que daba acceso al trastero y bajé las escaleras a trompicones… Irrumpía en la calle acalorada por el esfuerzo, pero justo para ver como los últimos coches se perdían en las entrañas del parking… Me acerqué y vi como uno se perdía de vista al doblar una esquina, desapareciendo de mi campo de visión... Aproveché ese momento, para seguirlos a prudente distancia, evitando ser vista. Tenía que ser sumamente cuidadosa en mis avances… 

La misteriosa caravana de automóviles siguió bajando hasta que llegaron al final… Al poco rato, irrumpía en la  solitaria planta del parking, donde se encontraba la misteriosa comitiva. Y, les sorprendí descargando unas voluminosas cajas metálicas en unas carretillas…

…”¡Ten cuidado, es material sumamente sensible!” Exclamó  airadamente uno los hombres, dirigiéndose a un compañero que supuestamente había tratado de manera negligente la aparente fragilidad de una de aquellas cajas.

Me encontraba en ese punto de la imbecilidad humana en la que no sabemos hasta qué punto nos estamos metiendo en problemas. Así que decidí seguirlos para ver hacia qué trastero se dirigían… Las numerosas columnas que aparecían en el lugar contribuían a ocultar mi presencia… Así que cuando mis pasos me llevaron hacia el lugar donde guardaban el material tan precioso, quedé perpleja… 

Allí solo había un trastero, pero por el tamaño de la puerta de acceso, tenía que ser descomunal… No podía abandonar el lugar sin saber qué era lo que allí se guardaba, qué era aquello tan misterioso y tan cuantioso que precisaba de un local tan grande para almacernarlo… 

Pensé que aquellas personas así que descargaran todo lo que llevaban encima abandonarían el lugar. Ese seria mi momento propicio para descubrir el gran misterio…

En aquellos momentos, me acordé de mi madre y hermana y me quedé tranquila al imaginarlas dormidas, tener que dar explicaciones en estas circunstancias es lo que menos me conviene...

Tras unas horas de acarrear cajas y más cajas, aquellos hombres concluyeron su pesada tarea y abandonaron el lugar… El local quedó vacío y temí que las luces se apagaran, pero no, para suerte o desgracia siguieron encendidas. Conforme me fui acercando, el corazón se me iba desbocando en el pecho y las piernas casi no me sostenían, sobre todo al descubrir que los hombres se habían dejado la puerta entreabierta… Pues, eso como la ocasión la pintan calva me adentré en lo prohibido y lo que allí se exhibía me dejó boquiabierta, habían auténticas montañas de cajas desperdigadas por un trastero que debía de medir cerca de 200 metros cuadrados. La luz se reflejaba en el metal de las cajas creando un efecto brillante muy intenso que me deslumbraba.

Sin embargo, en una situación así siempre sucede lo más inevitable y es que alguien se haya olvidado de algo. Eso fue lo que pensé cuando escuché voces en el exterior… Aquellos hombres volvían y si me descubrían en el interior, me iba a encontrar en una situación bastante comprometida… Así que me oculté tras una de aquellas pilas de cajas y esperé conteniendo la respiración…

…” ¡Pues menos mal que hemos vuelto, nos hemos dejado la puerta abierta. Así que nos vamos a llevar uno de los contenedores ya que mañana comienza la primera fase de la operación!"… Escuché mientras se producía un ruido metálico producto de la manipulación de los contenedores, nombre que ellos habían dado a las cajas… Después la puerta se cerró dejándome completamente a oscuras… 

No me encuentro muy alejada del acceso y suelo orientarme bastante bien a oscuras… Así que puse la oreja junto a la fría puerta metálica para cerciorarme de que se habían ido.. La ausencia total de sonidos me dio las fuerzas necesarias para abandonar el lugar… Eso sí me llevé conmigo uno de aquellos contenedores.

Me acerqué hasta el ascensor y me dirigí hacia la salida…Dado lo intempestivo de la hora, como es natural no me crucé con nadie en las misteriosas instalaciones.

Respiré tranquila cuando entraba en mi casa y todo permanecía a oscuras, mis niñas seguían plácidamente dormidas...

Me introduje en el cuarto más retirado de las habitaciones de las felices durmientes para no despertarlas. Con la caja entre mis manos me di cuenta de por qué la denominaban "contenedor", era eso un pequeño y rudimentario contenedor protegido con contraseña...

Obviamente, nada se resiste a mis "delicadas" manos... Agarré las tijeras y con la punta separé el mecanismo que regulaba la clave del resto de la caja... Se me resistió y tuve que hacer bastante fuerza, bueno, muchísima... Pero al final, se desprendía y conseguía abrir por fin, el contenedor... En el interior, sólo aparecían dos ampollas pequeñas que contenían un líquido verdoso... Recordé "Resident Evil" y me dije ..." Tate, Cata, que esto huele a zombi"... Y, pensé en madrugar para llevárselo a mi amiga farmacéutica para que  analizara su contenido...

Algo me decía que me encontraba ante la "Caja de Pandora", con todos los males a punto de esparcirse por la humanidad...

Y, no me equivoqué, cuando de buena mañana me dirigí a comprar el pan, como cada dia, noté una extraña agitación entre la gente que se encontraba en la calle. Parecían extrañamente belicosos, discutían entre ellos, en los semáforos, en los pasos de peatones, incluso en la panadería se había producido un altercado por no respetar la cola... Pero, lo verdaderamente alarmante me lo encontré cuando regresaba a casa y al doblar la esquina encontré mi calle congestionada de gente, en actitud beligerante... Iba a continuar mi camino, cuando me fijé por casualidad en el rostro de una de aquellas personas. Me encontraba bastante distanciada, pero eso no me impidió descubrir su boca ensangrentada cuando giró la cabeza hacia mí y empezó a lanzar ruidos guturales... Asustada, regresé a la panadería y me encerré dentro del negocio, ante la mirada sorprendida de la dependienta...

..."! Leo, cierre las puertas de la panadería de inmediato, porque la calle está llena de rabiosos y atacan a la gente!". La aludida no entendía lo que le estaba diciendo. Sólo reaccionó cuando descubrió a uno de los rabiosos justo enfrente de panadería mirándola fijamente... Raúda, se desplazó hacia la puerta y accionó la persiana metálica, que inició su cierre lento y parsimonioso Mientras, observábamos con desesperación, como aquellos dementes se acercaban fuera de si hacia nosotras, sin otra idea en la cabeza que la de comernos vivas.

..."¿Qué es lo que ha pasado? Preguntó llorosa la dependienta..

..."No lo sé Leo, estaba llegando a mi casa cuando me he encontrado la calle llena de esta gente y no me ha quedado otra opción que la de refugiarme en la panaderia. Y, ahora voy a llamar a mi familia para que no sufra con mi tardanza!"...Saqué el móvil del bolso y marqué el número de mi casa... Al momento me contestó mi hermana...

..."¿Dónde te encuentras? Me preguntó, con preocupación, Antonia.

..."No sufráis por mí, estoy a buen recaudo, cuando estos rabiosos desaparezcan, me escapo y me reúno con vosotras... Bajo ningún concepto salgáis... Que los rabiosos no atraviesan puertas, al menos de momento"... Dije tratando de tranquilizarlas, pero sería difícil ya que la separación las llenaría de angustia.

..."Leo, ahora vamos a ponernos en contacto con las autoridades para que recibamos ayuda"... La mujer asentía a todo lo que yo le decía, la verdad es que no le quedaba otra.

Me dispuse a marcar el 010, el número del Ayuntamiento, cuando se escuchó un bombazo en el exterior, seguido de una voz por megafonía que decía...

..."Se aconseja a la población civil que no abandonen sus hogares hasta próximo aviso"... Una frase  vaga que se repetía una y otra vez... Era casi un ritual, ni se entendía la frase. Era una recitación vacía interrumpida, en ocasiones, por los desasosegantes y atronadores bombazos de una hipotética artillería... Aquello era una guerra.

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