LA NOCHE TRISTE DE ANAHÍ




La tribu "guaraní" era famosa por su fiereza en el combate y por la férrea defensa de los valores tradicionales de su raza. Cuando los españoles invadieron su territorio escogieron este apelativo para ellos, porque era su grito de guerra antes de iniciar el ataque.

Raza misteriosa que veneraba la tierra porque era el origen de la vida, por eso todos sus ritos ancestrales giraban a torno a la diosa madre tierra... Los conquistadores creyeron que los indígenas era brujos y la Inquisición se cebó en ellos, sacrificándolos en la hoguera. Estos enfrentamientos dieron lugar a una de las leyendas más bellas y tristes de esa tierra que se extiende entre los ríos Paraná y Uruguay.

ANAHÍ, LA DE LA FLOR DE CEIBO

Existía en la tribu Gauyaquí una muchacha que no destacaba por su belleza, su rasgos toscos la convirtieron en un ser solitario.  Pero, los dioses la favorecieron con una voz dulce y melodiosa con la que solía deleitar a sus vecinos... Todos se postraban ante una voz que parecía tener un origen divino...

Pero la joven india sentía un intenso amor por la naturaleza de su tierra natal. Tal era su pasión que tenia la costumbre de recorrer, en soledad, todos sus bosques, ríos y montañas, comunicándose con todas las criaturas, grandes y pequeñas, que la poblaban.

Un día, llegó un gran barco navegando por el río. A bordo iban unos hombres envueltos en metales, unos violentos guerreros, invasores de piel blanca que arrasaron su tribu y les arrebataron las tierras, los ídolos y la libertad.

Anahí y su tribu creyeron que lo que venía navegando por el río  era un gran pájaro de alas blancas y los hombres barbudos a lomos de sus caballos, una especie de monstruos de cuatro patas y dos cabezas, que destrozaban todo lo que encontraban en su camino.

Anahí y su tribu defendieron su tierra con uñas y dientes durante mucho tiempo, pese al terror que aquellos monstruos les inspiraban. Pero no podían con la superioridad de los conquistadores y poco a poco fueron expulsados de sus tierras.

Anahí luchaba con valentía y su voz ya no se escuchaba, ahora gritos de venganza y guerra brotaban con ciega pasión de su garganta,  animando a la gente de su tribu a luchar por reconquistar su hogar.

Pero un día cayó prisionera y fue llevada al campamento español. Pero su ánimo no flaqueaba, con su melodiosa voz sugestionó al español que la custodiaba y aprovechando su debilidad le hirió gravemente. Circunstancia que aprovechó para librarse de sus ligaduras y huir al bosque, pero la suerte no la acompañaba y no tardó en ser capturada nuevamente.

Los españoles creyeron que la muerte  del centinela a manos de una muchacha tan joven y frágil sólo podía ser obra de una bruja, por lo que fue condenada a morir en la hoguera.

A punto de ser inmolada, en su poste de ejecución y ya prendida la hoguera, la muchacha volvió a entonar sus dulces y melodiosos cánticos, sugestionando con su armoniosa belleza musical a todos los que se encontraban allí reunidos...

Entonces, los españoles comprendieron que alguien que poseía una voz tan portentosa, no podía ser un servidor del diablo.. Pero, ya era tarde, las llamas comenzaron a devorarla, pero ella en lugar de gritar dominada por el dolor, entonó una maravillosa canción en la que rogaba por su tierra...

El cielo recogió su plegaria póstuma y cuando las llamas se consumieron  el cuerpo carbonizado de la muchacha indígena se convirtió en el tronco de un hermoso árbol plagado de hermosas flores rojas...


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