sábado, 1 de agosto de 2015

LA MUCHACHA DE LOS HERMOSOS PIES







Naguib Mahfub nos revela en su novela, "Rhadopis, la Cortesana", toda la sensualidad oculta del antiguo Egipto.

Este leyenda de la Reina Rodope podría ser considerada como la primitiva y genuina versión del famoso cuento de la Cenicienta. Como se puede observar no hay nada nuevo bajo el sol...

Una muchacha llamada Rodope era una jovencita de clase humilde, extremadamente bella y a la que, a pesar de sus virtudes, ningún joven pretendía a causa de su pobreza.

Cierto día, Rodope bajó a bañarse a un remanso del Nilo, y como se desentendió  de sus ropas,
un águila descendió raudamente sobre ellas, tomó una de sus sandalias y se alejó tan veloz como había venido.

La bella Rodope se retiró a su casa muy afligida, pues se daba cuenta de que para sus padres era un grave problema la adquisición de calzado nuevo.

Entretanto, el águila voló largamente, y cuando pasaba sobre el palacio real, soltó la sandalia que fue a caer sobre las rodillas del rey, que no era otro sino el célebre Micerino, que trastornado sexualmente por la sandalia ordenó que fuese buscada la dueña y llevada a su presencia.

Salieron sus guardias a toda prisa, y buscaron inútilmente en las espléndidas mansiones de los príncipes, nobles y grandes sacerdotes; en las casas opulentas de los grandes funcionarios, escribas y comerciantes ricos.

En vista de ello, resolvieron buscar en los barrios humildes y allí encontraron a Rodope, quien les mostró la sandalia que hacía pareja con la que ellos llevaban. La condujeron a la presencia del rey, a donde llegó muy asustada, porque no sabía la causa por la cual los guardias la arrancaban del lado de sus padres; mas el rey, prendado de su belleza, se casó con ella y la hizo reina de Egipto. Fue la
más querida de todas las esposas reales, y a su muerte fue enterrada en la pirámide que Micerino hizo para que le sirviera de tumba.

Al parecer no todo fue miel sobre hojuelas, pues existen a la par otras historias que cuentan de Rodope cosas en las que no aparece ni mucho menos como la jovencita modesta y pobre del cuento anterior, sino por el contrario, como una cortesana de malas costumbres, que ganó con su astucia la voluntad del Faraón.

Rodope, la más famosa de las prostitutas egipcias, se bañaba en el Nilo, en cuyas orillas había dejado sus vestidos. Un águila tomó con las garras una sandalia de la cortesana y al pasar por Menfis la dejó caer a los pies del faraón, quien administraba justicia. El faraón tenía debilidad por los pies pequeños y la sandalia era tan pequeña que ordenó que buscaran a la dueña. El pregón llegó a los oídos de Rodope, quien se trasladó a Menfis y se presentó al faraón con un pie calzado y el otro desnudo. El faraón se obsesionó y Rodope se aprovechó de la situación y le exigió matrimonio.

La cortesana convertida en reina gastó en una pirámide todo el dinero que había ganado en su primer oficio. La pirámide, dicen, tenía 700 pies de diámetro por 150 de altura. Cada piedra es el precio de una caricia.

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