LA BESTIA DEL GÉVAUDAN




En pleno corazón de Francia se alza el Macizo Central, allí se encuentra una fascinante región llamada Auvernia y en ella se dan cita los valles de los principales ríos de Francia: el Loira, el Garona y el Ródano.
   Región de una belleza extrema generada por la actividad de sus ochenta volcanes y el lujurioso verdor de sus imponentes bosques y prados. El contraste de la naturaleza ha creado en Auvernia una belleza paisajística de gran violencia.
   Y, es aquí, en este incomparable marco que ha creado la naturaleza donde tuvo lugar una de las historias más cruentas y sangrientas de Francia, la de "La Bestia del Gévaudan" o la del hombre lobo de Auvernia.
   Una historia terrorífica que se rememora en la novela "Pacto de Lobos" y fue recreada en el cine con gran acierto... Un mito que se ha ido transmitiendo de generación en generación y cuyos orígenes se encuentran en la Francia pre-revolucionaria. 
   Cuando Francia se encuentra a punto de sufrir una revolución que transformará radicalmente todos los cimientos del Estado y sus poderes fácticos. En esta sociedad convulsa y desesperada, los más desfavorecidos son las clases humildes, que viven en condiciones miserables ante la mirada indiferente de su Rey, Luis XV.
   Entre 1764 y 1767, más de 120 personas, mujeres y niños pobres, casi en exclusiva,  fueron  horriblemente asesinados, devorados con ferocidad por una bestia misteriosa. Todo esto ocurrió en la región  montañosa del Gévaudan, en el centro de Francia, y nadie logró resolver el enigma a pesar de las insistentes batidas y de las inmensas recompensas que ofrecía el Rey. La Bête (bestia) del Gévaudan pasó a formar parte de la mitología del país, de la misma manera que el monstruo del Lago Ness para los escoceses, o El Yeti, el abominable hombre de las nieves, en el Himalaya.
   Lo cierto es que la Bestia del Gévaudan aterrorizó a la población de Aveyron en el siglo XVIII y debilitó  la autoridad de Luis XV, convirtiéndose rápidamente en un asunto de Estado.
   Cazadores de toda Francia atraídos por la generosa recompensa que se ofrecía por su piel, trataron  de cazar a lo que se intuía podía ser un enorme lobo de un poder devastador inimaginable. Le calcularon 100 kg de peso y el pueblo pensaba que era el mismo demonio.
   El primer ataque de la bestia se produjo el 30 de Junio de 1764 y su primera víctima una niña de 14 años, Jeanne Boulet, ese mismo verano se cobró más vidas y asesinó a dos niñas más, dos niños y una mujer de 32 años. En invierno el número de víctimas se incrementaba alarmantemente, incluso, asesinando dos veces por semana.
   Solía arrancar de un sólo bocado la cabeza de las víctimas, lo que puede darnos una idea del tamaño y fuerza de su mandíbula. En tan sólo un año se había cobrado 54 víctimas. El monarca asustado por tan alarmantes cifras decide enviar a sus tropas de choque, los "dragones", que formaban la élite del ejército real. Envió cuatro tropas de caballería con el fin de realizar una batida que acabara de una vez con la bestia.
   El jefe de una de las tropas quedó sorprendido al ver a la bestia, según su descripción era casi tan grande como su caballo, de un color marrón rojizo y con una raya negra sobre su espalda. Además poseía grandes fauces, enormes garras afiladas, similares a las de un felino, pero infinitamente más rápida y ágil, tras tratar de abatirla a disparos sintió que las balas no eran capaces de traspasar su piel.
   Otras descripciones le señalaban como un enorme lobo de aspecto muy extraño, con el lomo rayado y una línea negra que le recorría desde el cuello hasta la cola, el color de su cuerpo era rojizo, con el morro afilado, una cola muy larga y fuerte y extraordinariamente móvil y con unas fauces desmesuradas.
   Los esfuerzos de los "dragones" eran en vano, no sólo se debían enfrentar  al difícil duelo de encontrar a la bestia, además tenían otros duros competidores, los caza recompensas, que atraídos por el precio que se puso por dar fin a la vida de la bestia les tendían emboscadas y les confundían con pistas falsas. 
   Por más lobos que abatían las víctimas no cesaban, murieron decenas de estos animales. Sin duda, el comportamiento de la bestia no se asemejaba al de un lobo común, pues expertos cazadores de toda Europa trataban de eliminarla con las técnicas que se empleaban para la caza de estos.
   La gente empezaba a sentirse muy asustada, ni la participación  del Rey había conseguido aplacar a la bestia. Los clérigos aprovechaban para hacer su campaña diciendo que la bestia sólo atacaba a las jóvenes más lascivas, los nobles acusaban a los gitanos, pues decían que alguna de las bestias de su circo debía haber escapado. También se apuntó a un terrateniente que había recorrido África con una compañía comercial, criaba mastines asilvestrados, lobos, leones y tigres. El pueblo llegó a pensar que había cruzado a estos animales hasta dar con la bestia.
   Las actas de fallecimiento cuentan que las víctimas fueron enterradas sin recibir sacramentos ya que la causa de la muerte era debida a las heridas provocadas por las garras de un animal feroz desconocido y, posiblemente, de origen demoníaco.
   Finalmente, la bestia fue muerta y la leyenda cuenta que fue abatida con una bala de plata hecha tras fundir una medalla de la virgen. El monstruo fue llevado ante el Rey, más tarde fue embalsamado y años después sus restos desaparecieron. Era algo parecido a un lobo gigantesco de fauces enormes.
Fuente, Anyca 0608..

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