EL ENIGMA DE LA LUZ DE MANRESA




Hace mucho tiempo, en el 1337, la ciudad de Manresa sufría una terrible sequía. Por ello después de varias peregrinaciones de los manresanos, de ir a rezar a la Mare de Déu de Montserrat, los habitantes de la ciudad decidieron construir una acequia que debía de ir desde el Llobregat, en Balsareny, hasta la ciudad de Manresa, por lo que debería de atravesar algunas poblaciones de la zona.

Pedro III apoyó esta iniciativa y se dispuso a construir el canal.

El Obispo de Vic se opuso a esta iniciativa ya que el canal debía de pasar por sus tierras y no quería.

La construcción del canal se convirtió en un litigio entre la monarquía y la iglesia, ya que mientras que el Rey la apoyaba y ayudaba a sus habitantes a construirla, enfrentándose, por ello, con el Obispo de Vic que acabó excomulgando a los habitantes de Manresa.

La leyenda cuenta que, un 21 de febrero de 1345, hallándose algunas personas en la iglesia del Carmen, vieron encima del Altar o Capilla una misteriosa luz blanca resplandeciente, parecida a una estrella, procedente de la Montaña de Montserrat, que penetró en la Iglesia del Carmen, por la ventana principal, y se repartió de igual forma entre el ábside, la Capilla de la Santísima Trinidad y Sant Salvador y al final, saliendo de las citadas capillas se elevó, suavemente, hasta la bóveda de la iglesia e hizo repicar las campanas de la iglesia. Al contemplar tal prodigio, los testigos corrieron a avisar a los frailes carmelitas que tenían al lado su convento. Frailes y monaguillos se acercaron a la Iglesia entonando cantos litúrgicos, repicando las campanas y congregando a más de 300 fieles en la iglesia del Carmen, para contemplar el milagro.




Tres veces fue y vino la luz misteriosa entre las capillas y la bóveda de la Iglesia. Y existe un documento en el que se constatan los hechos del milagro y se conserva en el archivo histórico de la ciudad.

Cuando el Obispo se enteró de los hechos, perdonó al pueblo de su antigua desobediencia y retiró la excomunión a la que había sometido a sus habitantes y de forma desconocida, días más tarde murió. Su sucesor, Miquel Rizoma, tenía una gran amistad con el Rey Pere III, por lo que las obras siguieron su curso y así superando las dificultades y obstáculos construyeron la acequia para asegurar el suministro de agua a la ciudad de Manresa, imprescindible para su subsistencia.

En la actualidad se celebra “La festa de la Llum” el 21 de febrero y se realiza una larga caminata popular a lo largo de toda la acequia entonando el cántico “Els goigs de la llum”.

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