LOS MISTERIOS DE ESCORNALBOU



Hace ya algún tiempo visitamos con la familia el Castillo-Monasterio de Escornalbou y la impresión que causa en quien lo ve por primera vez es inanerrable. Soberbio, inexpugnable, ya que hay que salvar un gran desnivel de altura que te deja sin aliento, pero la sobria belleza arquitectónica del lugar compensa sin lugar a dudas el cansancio por el esfuerzo realizado. Esta belleza sin igual es, totalmente, comprensible si pensamos que su arquitecto fue un discípulo de Gaudí. El aspecto del edificio es impresionante y todo un alarde imaginativo, rodeado de un marco natural de incomparable belleza. En sus alrededores existen cinco cuevas prehistóricas de las cuales sólo una se encuentra a medio excavar y, aunque no se puede tocar nada, porque está prohibido, resulta casi místico pasear por sus dominios.

Este complejo monumento fue adquirido por el banco de Urquijo y éste lo entregó a la Generalitat.

El misterio de este monasterio radica en que siete caras blancas(igual que las de Belmez) nos contemplan y vigilan desde los muros de esta fortaleza medieval, no se puede decir donde se encuentran tan sólo hay que armarse de paciencia y buscarlas pacientemente.

Ningún lugar de los que hemos visitado tiene un poder tan demoledor, como el que tiene Escornalbou, éste es fácilmente apreciable sobre todo cuando nos acercamos a las tres tumbas antropomórficas que hay a la entrada del conjunto monumental. Aconsejo a aquellas personas que no sean timoratas que se acerquen a ellas y cerrando los ojos coloquen las palmas de las manos sobre la fría piedra y se dejen llevar por sus emociones, del resultado no hablo, porque esto se tiene que vivir. Tras esta singular experiencia, muy pocos serán los que no quieran vivir en este lugar.

La cripta no se puede visitar, pero es un lugar de muchísima energía, completamente negado al público, y eso es una pena, porque contemplar su vetusta fachada ya pone los pelos de punta, y eso es una señal muy evidente de que nos encontramos ante un centro de potente energía telúrica.

El Claustro es una maravilla arquitectónica sin igual, colgado sobre el abismo, parece que vayas a despegar de un momento a otro hacia la eternidad.

La fortaleza tiene un camino de ronda que la rodea, nos encontramos en un lugar que tiene aspecto de bosque encantando, un auténtico laberinto natural de piedra, un antiguo camino místico y delicioso para todo aquel que le guste caminar. Entre sus escondrijos y recovecos oculta un eremitorio que ha perdido su altar en su dura lucha contra el paso del tiempo. Menhires intactos que se alzan al cielo y atraen nuestras miradas alucinadas, representantes de antiguos cultos solares que nos intrigan y que de manera inconsciente seguimos respetando en silencio.

Cuando concluye este paseo del anacoreta, intensificado por el silencio y la energía telúrica positiva que irradia el lugar, sentimos que ha generado en nosotros una sensación de bienestar tan intensa que te hace sentir casi feliz, a pesar del cansancio.

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