viernes, 10 de diciembre de 2010

LA SANTA COMPAÑA





Hoy os voy a relatar la leyenda celta de la Santa Compaña, una vieja tradición celta protagonizada por una procesión de muertos. Historia terrorífica y fascinante y para aquellos que han tenido la mala suerte de encontrarse con ella, un negro augurio de muerte.

El Norte de España es una zona rica en mitología desde Galicia hasta el País Vasco, pasando por Asturias y Cantabria…

Desde siempre, Galicia y Asturias ha sido una tierra poblada por los cuatro puntos cardinales de leyendas, supersticiones y brujerías, siempre han sido unos pueblos con una gran tradición en temas de magia y esoterismo posiblemente heredado de sus ancestros celtas


Historias de muertos y aparecidos, brujas o meigas, hadas (llamadas allí mouras), trasnos o duencillos, santos míticos inexistentes, espíritus varios, peregrinos, dragones y serpientes, hombres lobo, barcos fantasmas, tesoros escondidos por moros y celtas y muchos otros personajes que forman parte de una mitología tan rica como la gallega y la asturiana.

Una de las innumerables leyendas existentes en Galicia y Asturias es la de "La Santa Compaña", una procesión de muertos con sus almas en pena, vestidos con túnicas y capuchas que vagan durante la noche y una de sus señas de identidad es la de premonición de una muerte.

La Santa Compaña es una pequeña comitiva nocturna de dos filas de espíritus (según algunos, almas de muertos), envueltos en sudarios con las manos frías y los pies descalzos, portando cada uno, una luz. En cabeza, va el portador de una cruz y un caldero con agua bendita; pero, que, en realidad es un recipiente mágico celta, contenedor de la energía femenina. Cada fantasma lleva una luz, pero es invisible, sólo un olor a cera(el de las velas invisibles) y un ligero viento son las únicas señales de que está pasando la legión de espectros. Al frente va el espectro de mayor tamaño, la Estadea.

"La Santa Compaña" suele hacer acto de presencia surgiendo de pronto y aterrorizando a determinados animales, con una sensibilidad especial, como pueden ser perros, gatos y caballos…

El que encabeza "La Santa Compaña" suele ser un vivo condenado a vagar por las noches con ellos hasta encontrar en su camino a otro humano, al que entregará la cruz y el caldero. El portador de la cruz no puede en ningún momento volver la vista atrás, ni renunciar a su cargo precediendo la macabra comitiva, sólo quedará liberado cuando encuentre a otra persona que le sustituya, el cual tendría las mismas responsabilidades que su antecesor.

También se cree que la persona que encabeza la macabra comitiva no recuerda durante el día lo sucedido durante la noche. Hasta entonces irá aumentando cada día su palidez y adelgazamiento, sin recordar su actividad nocturna. Irá enfermando progresivamente y, llegará un momento en que formará parte de la procesión, pero como espectro y lo hará hasta que se encuentre con otro incauto en su camino y entonces, este último, ocupará su lugar…

Se podrá reconocer a un "condenado" tocado por el castigo de "La Santa Compaña" por su extrema palidez y delgadez. Cada noche su luz será más intensa y durante el día su aspecto más demacrado, porque no les dejan descansar durante la noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie pueda dar con las causas de tan misterioso mal.

Cuenta la leyenda que sólo pueden ver esta macabra comitiva de la muerte los recién nacidos que han sido bautizados con el óleo de los difuntos por error, mientras que el resto sólo puede llegar a sentirla o a intuirla.

Esta leyenda tiene sus orígenes en el pasado celta de Galicia, concretamente, en los ritos que celebraban los antiguos sumos sacerdotes de los celtas o druidas. Estos desarrollaban sus ceremonias en los bosques y vestían túnicas blancas, largas capas, con la capucha en la cabeza o una guirnalda de flores o hiedras.

Además, los calderos eran los recipientes que utilizaban para elaborar sus brebajes y pócimas. Los druidas solían ir en procesión hasta un claro del bosque donde llevaban a cabo sus rituales mágicos en comunión con la naturaleza. Estas costumbres y rituales paganos se mezclaron con la tradición cristiana y, esta última acabó transformando en espectros vengativos a los antiguos druidas, tratando de suscitar subliminalmente el rechazo a cualquier forma de religión contraria al cristianismo.

Este es un motivo muy frecuente entre las historias de duendes. En algunas leyendas de ciertos lugares los duendes juegan en dos equipos, pero para poder hacerlo tienen que tener cada uno entre sus filas a un ser humano vivo.

En ciertas variantes se cuenta que la Santa Campaña tiene, además, un guía que es un ángel triste, a quien sustituye otro ángel al amanecer que expulsa a las sombras oscuras. Un ángel, esto es un espíritu puro y sin embargo ambiguo en su sexo lo que de por sí denota una naturaleza contradictoria y por ello fascinante. Aquí se le añade también el adjetivo triste. Un ánimo muy humano que complica más aún la enigmática esencia de ese ser.

Estas almas anuncian su presencia con una campanilla y vienen a nuestro mundo en busca de alguien que morirá pronto conocido por el testigo que presencia la procesión. O, para reclamar el alma de alguien porque ha cometido faltas o errores. Para hacer cumplir una pena impuesta por alguna autoridad del más allá.

En caso de encontrarse con ella por esos montes o bosques, se recomienda; apartarse de su camino; no mirar a la cara de los espíritus, ya que sólo veríamos un cráneo descarnado debajo de sus capuchas, con una sonrisa macabra de muerte; tumbarse bocabajo en el suelo y esperar que la comitiva no le pase por encima; trazar un círculo y meterse dentro; llevar algún talismán u objeto sagrado, ajos o cebollas; llevar un gato negro y, en caso de toparse con la siniestra comitiva arrojárselo encima y salir corriendo; realizar con la mano la señal de la de los cuernos y, en un acto desesperado, rezar y no escuchar su voz… Si no se hace así el testigo se verá obligado inapelablemente a unirse a la comitiva por las noches. Si te descubren y ven que has salido corriendo, ella también corre detrás de ti y cuando te alcanzan, te preguntan: ¿Por tierra o por aire?. Si escoges por aire, entonces te lanzan hacia lo alto, y, donde caigas… Si escoges por tierra, te arrastran por todas partes dejándote hecho una pena… ( Será todo lo santa que ellos quieran, pero se las gasta…)

Todos estos rituales no son tonterías ya que son invocaciones chamánicas y totémicas ancestrales que hablan de la riqueza antropológica de nuestra cultura ancestral.

Esta leyenda también alimentó la picaresca de los contrabandistas que aprovechándose de la candidez de la gente supersticiosa se cubrían con sábanas blancas con la intención de mantener alejada a la gente, mientras realizaban sus fechorías, siempre nocturnas, por supuesto…

Existen numerosos testimonios con referencia a encuentros con "La Santa Compaña", pero entre todos, destaca uno: El Caso de Sofía R. Pérez.

En el municipio pontevedrés de Budiño existe uno de los casos más típicos de aparición de "La Santa Compaña".

Sofía R. Pérez es una ama de casa de 42 años, madre de cuatro hijos, conocida y respetada por todos los vecinos del pueblo. A pesar del tiempo transcurrido, Sofía recuerda su experiencia perfectamente.

-" Yo tenía ocho años, – comenta cuando ocurrió- Mi madre y yo habíamos salido para visitar a una amiga y bajábamos por el camino de detrás de la casa, cerca del cementerio.

No era muy tarde, pero como era invierno, ya era de noche. Fue justo al llegar a un cruce. Yo oí un ruido de pasos muy grande, como si se acercase mucha gente. Le pregunté a mi madre si lo oía y dijo que sí. Entonces vimos que bajaba por la carretera una procesión, como si fuera un entierro. Eran muchos, no sé el número, pero todos vestían igual. Llevaban una especie de túnicas negras que le cubrían todo el cuerpo, con una capucha también negra. Pasaron muy cerca de nosotros.

Nos quedamos paralizadas. Yo era muy pequeña y no entendía muy bien qué era aquello que estaba pasando, pero mi madre estaba aterrorizada, me apretaba muy fuerte contra ella, diciéndome que no hiciera ruido. Y, cual fue nuestra sorpresa que, al final de la fila de "La Santa Compaña" vimos a una mujer, ¡ A nuestra vecina!.

Era la "Tía Preciosa", una vecina que vivía unas casas más arriba de la nuestra. Yo la reconocí por su forma de andar, porque tenía un defecto en las piernas y luego la vimos muy claramente. Llevaba como un palo en la mano y una especie de "pedra" como un mármol, pero muy, muy brillante. Pasó a nuestro lado en silencio "como un ánima". Y se fue detrás de "La Santa Compaña".

No nos dio tiempo de preguntarle qué hacía allí. Cuatro días después de pasar esto, "A Tía Preciosa", moría.

Estaba en la cocina y un rayo entró por la chimenea y la mató… Yo creo que aquello fue un aviso… todos avisamos antes de morir"…

¿Qué, os apetece un paseo por el bosque?…

Si lo hacéis, pensad que a "La Santa Compaña" nada la detiene, ni mares, ni montañas y se puede presentar en cualquier lugar, ya que no conoce límites…


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