LA NINFA




Hace mucho tiempo (Antes de que se crearan los héroes homéricos) en un lejano país de la antigua Grecia, existia un bosque florido, donde se producía el más bello efecto placentero para la vista, porque era morada de bellos animales y aves que habitaban en árboles de frondoso follaje y donde soplaba una tibia brisa que mecía las ramas de los árboles y donde se producían los más deliciosos juegos de luz con los rayos del sol.

En este precioso lugar habitaba una Ninfa -que, en opinión de la gente del lugar era la más bella de todas las criaturas vivientes- la cual podía hacer lo que ella quisiera y hacer cambiar de pensamiento al hombre más terco (Según las leyendas, el mismo Zeus no tuvo la fuerza para resistirse a sus encantos), pero según la leyenda quien pudiera resistir los encantos de dicho ser obtendría la felicidad eterna.

Un día, apareció por la zona un hombre un hombre de aspecto casi lamentable, con la ropa rasgada y maltrecha, un mozo que acarreaba agua por el lugar,lo miró y le preguntó:-¿Qué haces aquí?-. El hombre sólo dijo:- Vengo de tierras muy lejanas buscando a la Ninfa Divina que dicen que puede conceder la felicidad-. El mozo con una sonrisa en los labios le contestó:- Pues parece que ha venido al lugar correcto, aunque talvez no sea lo que usted piensa.- Y, se alejó por el camino que ascendía hasta la cumbre de la montaña, mientras aquel hombre observaba como la figura del mozo se desvanecía entre las colinas de la montaña.

Al llegar la noche el hombre durmió bajo los árboles expuesto al gélido frío de la noche griega con su cuerpo semidesnudo ante la inclemencia de la naturaleza, el hombre tiritaba de frío, mientras se quedaba dormido y empezaba a soñar; y en sus agradables sueños él se veía a si mismo como un hombre feliz, justo, bienaventurado, y digno de admiración a lo largo y ancho de todo el mundo.

Cuando llegó la mañana, los primeros rayos del sol naciente junto con el rocío de la mañana provocaron que el hombre se despertara y todavía con la cara somnolienta y los ojos mediocerrados divisó una figura que se acercaba por el saliente y que lo hizo levantarse bruscamente, sorprendido, casi asustado pensó que la imaginación le estaba gastando una broma cruel, pero no, ante sus ojos resplandecía la criatura más bella que había visto en su vida y comprendió que era la Ninfa, lo más hermoso que él había visto y sólo pudo decir:-¿Quién eres, bella criatura?- Aquella criatura (mitad mujer, mitad diosa) se acerco con el torso desnudo y con una rosa en el cabello, y le dijo:-Soy la Ninfa que vio Hercules en sus sueños, y la mujer que nunca será despreciada por ningún hombre en toda la faz de la tierra.- El hombre, hablando como lo hace alguien dormido, dijo:- Oh diosa de la tierra y el cielo, he venido aquí para que me concedas la felicidad eterna que tanto desean los hombres en sus sueños.- La Ninfa sólo sonrió y tomó la rosa que tenía en su cabello y se la entregó al hombre y le dijo:- Toma esto es un presente de mi parte, pero temo que lo que buscas no lo encontrarás aquí.- Aquel hombre con una gran frustración, no exenta de furia le dijo:- ¿Qué? ¿He recorrido tantos territorios, y tierras lejanas para que me digas esto?- Y la Ninfa le dijo:- La felicidad no se encuentra en un bosque, ni en las fortunas, ni en el oro, ni en la riqueza, sino en el corazón de los hombres.- Aquel hombre quedó inmovil, estupefacto ante aquella declaración, y sólo contempló como la Ninfa se iba tan rápidamente como llegó, mientras sostenia en su mano la rosa que le había regalado aquella mujer semidiosa.

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