LAS GORGES DE GALAMUS Y LA LEYENDA DEL TROVADOR ERRANTE




Las Gorges de Galamus son un impresionante paisaje formado por el río Agly que erosionando y excavando, pacientemente, la roca ha dado lugar a cañones y montañas escarpadas. Se extiende en más de dos km. entre los departamentos de Ariege y los Pirineos Orientales. Ubicado en el municipio de Saint Paul de Fenouillet, rodeado por los castillos cátaros, siendo esta la razón por lo que se supone que fueron utilizados por los cátaros en su huida hacia España, concretamente, hacia Navarra.

Ante los ojos del visitante este lugar se presenta como un impresionante desfiladero de 1600 metros de recorrido y un desnivel de 65 metros, con paredes de más de 100 metros de altura, semejantes a grandes titanes. Una rica vegetación crece en sus imponentes laderas, encinas, enebros, y toda una variedad de pequeños arbustos. Es un maravilloso paraje, último reducto de las águilas que, aún, revolotean sobre los picos agrestes de estos acantilados rocosos que alcanzan alturas vertiginosas, o, directamente, planeando sobre la carretera.

Esta carretera fue construida en 1890 por un ingeniero español, llamado Ventura, y, siete obreros, que realizaron este trabajo titánico de construir una carretera impresionante a plomo sobre el acantilado, incluida la excavación del túnel de acceso. Dando origen a un trazado sinuoso y estrecho que se aferra de manera desesperada al borde del acantilado. Su anchura da para un solo coche, pero existen constantes aparcamientos para permitir los cruces.

Hay que hacer un alto en el camino para poder contemplar la impresionante incisión de más de 500 metros de profundidad que el río ha provocado en la piedra caliza y se observa que el río se desliza ruidoso a unos 100 metros por debajo de la carretera. El paisaje que se ofrece a nuestros ojos es un maravilloso barranco por donde el agua discurre superando pozas y abundantes charcas. Es una maravilla de la geología y la abundancia de saltos de agua, toboganes de piedra, y espectaculares descensos entre las rocas, es todo un paraíso para la diversión. Existe un mirador que da acceso a la ermita troglodita de Saint Antoine de Galamus, otro lugar pintoresco y origen de otra leyenda preciosa.

La ermita de Saint Antoine de Galamus fue fundada a mediados del siglo XVI por los frailes franciscanos, utilizando las cuevas naturales que ya estaban habitadas por ermitaños desde el siglo VII. Se alza a una altitud de 376 metros en el desfiladero y parece dibujada entre la roca. Un corto sendero permite acceder al lugar.

Conocemos la existencia de la bonita capilla del Ermitaño que se construyó, después de un supuesto milagro, aprovechando una cueva natural en el acantilado.

Numerosos vestigios encontrados en la zona nos hablan de que nuestros antepasados encontraron refugio en estas cuevas de piedra caliza. Posteriormente, durante el siglo VII las grutas de Galamus se han convertido en un refugio para los ermitaños. Ellos construyeron sus humildes celdas, viviendo en oración y abstinencia. Y, tanto, es así, que el último ermitaño documentado, murió de hambre y frío. El sitio se halla bajo la protección de San Antonio el Grande, el Patriarca de los monjes del desierto.

Este lugar tan peculiar atesora muchas leyendas, pero hay una que podemos considerar la más importante y que trata de dos famosos trovadores de la zona, que mantenían una buena amistad desde la más tierna infancia. Pero que, desgraciadamente, se enamoraron de la misma mujer y los celos y la envidia tejieron una red de bajas pasiones que culminó con la muerte de uno de ellos en una cruel emboscada a manos de unos bandidos que actuaban por la zona.

Cuenta la leyenda que, encontrándose los dos trovadores en los acantilados de las Gorges, fueron atacados por los bandidos y mientras estos últimos asesinaban a uno, el otro trovador aprovechó la confusión y huyó del lugar salvando su vida y abandonando al amigo a su suerte. Una vez consumados los hechos, y, sembrada la duda, el trovador trató de explicarse ante la gente del lugar que ya no daba crédito a sus palabras y le acabó marginando y despreciando. Entonces, en un intento por purgar su cobardía o una posible traición decidió irse a las cruzadas donde siempre se ponía en primera línea de fuego con la intención de sucumbir a los feroces ataques de los sarracenos.

Pero, la suerte estaba con él y como sobrevivió a las cruzadas, interpretó su buena estrella como un perdón divino y decidió volver a las Gorges de Galamus en busca de la mujer de sus sueños, la hermosa Silvina, pero la desgracia, que ni siquiera rozó al cobarde trovador, se había cebado en la muchacha, ya que cuando regresó de Tierra Santa, se encontró que había muerto víctima de una plaga que asoló la región.

El trovador incapaz de soportar tanto dolor por el fallecimiento de la mujer que tanto amaba se lanzó al abismo desde el punto donde se encuentra, en la actualidad, el eremitorio. Pero, ni aún así fue perdonado por Dios ya que su alma quedó prisionera entre las paredes del desfiladero y está condenada a vagar eternamente por la garganta. Y, cuenta la leyenda, que aquellos que acuden a visitar las Gorges de Galamus y están apenados por la pérdida reciente de un ser querido pueden escuchar los lamentos del trovador errante.

Impresionante leyenda que incluye una moraleja muy antigua y es que no hay perdón para aquel que traiciona la amistad más sagrada y que las enfermedades y la muerte no son castigos divinos ya que una vida larga, pero privados de lo que más queremos, de lo que es más importante para nosotros, puede llegar a ser el más cruel de todos los castigos.

Comentarios

Entradas populares