Un sistema que parece muerto cuando hablas con la gente en la calle (abstención masiva), pero que está más vivo que nunca cuando el PP y el PSOE se reparten los restos del naufragio entre brindis irónicos.
¡Qué sorpresa! La Razón, ese bastión del rigor y la objetividad donde las noticias sobre el PSOE siempre se tratan con el mismo cariño que un fan de los Beatles a un disco de reggaetón, nos deleita hoy con un nuevo capítulo de su serie favorita: "El Fin de Sánchez (Temporada 47)".
Resulta fascinante ver cómo este medio, que suele dar una imagen de Pedro Sánchez como si fuera el jinete del apocalipsis con traje de sastrería y gafas de Christian Dior, ahora abraza con un entusiasmo casi místico la idea de que el PSOE se canibalice a sí mismo tras el polémico batacazo electoral en Extremadura.
El Milagro es enternecedor, ver a La Razón celebrando un posible pacto PP-PSOE en Extremadura. Parece que, de repente, los socialistas han pasado de ser "peligrosos chavistas aliados de Bildu" a ser "estadistas responsables" con los que el PP de María Guardiola debería irse de cañas. Todo sea por salvar a España del sanchismo, incluso si eso significa que el PP gobierne con la ayuda de quienes, según el propio periódico ayer mismo, estaban destruyendo la nación.
La noticia sobre acabar con Sánchez "desde dentro" es un clásico veraniego que este año se adelanta por Navidad. El relato es siempre el mismo: barones anónimos (que curiosamente solo hablan con La Razón) y figuras históricas como Ibarra pidiendo abstenciones para que gobierne la derecha. Es irónico que el periódico que más odia al PSOE sea el que más consejos le da sobre cómo debería elegir a su líder.
Les parece "genial" que el PSOE se rompa, pero a la vez les aterra que Vox duplique su fuerza —como ha pasado este diciembre— porque eso obliga al PP a mancharse las manos con un pacto que no pueden controlar del todo. El sueño húmedo del editorialista es un PSOE sumiso que se inmole para dejarle las llaves de la Moncloa a Feijóo sin hacer ruido.
Ver a este medio abogar por la "unión de los grandes partidos" en Extremadura es una lección de flexibilidad mental. Han pasado de "Sánchez es un dictador" a "Sus compañeros deberían derrocarlo y pactar con nosotros" en menos de lo que tarda en imprimirse la portada.
En resumen, según La Razón, el PSOE solo es un partido decente cuando hace exactamente lo que el PP necesita: suicidarse políticamente o servir de muleta en provincias. ¡Pura poesía democrática!
¡Exacto! Es la "teoría del mismo perro, pero con distinto collar" llevada al absurdo por el calendario electoral. Parece que el guion de La Razón ha pasado de la ciencia ficción al género de "suspense postal" con un toque de comedia romántica entre el PP y el PSOE en Extremadura.
Pues nada, nunca fue más evidente el refrán son "el mismo perro" y el collar de seda, puntualizando que "perro" no tiene nada que ver con "Pedro", que como todos sabemos es el apelativo cariñoso con el que la ultraderecha se refiere al Presidente de España. Es irónico que tras años llamando al PSOE "la mayor amenaza para la democracia", ahora La Razón vea con ojos enamorados un pacto PP-PSOE en Extremadura. El bipartidismo, ese que el periódico suele usar para atacar a Sánchez, se convierte de repente en la "única salvaguarda de la estabilidad". Al final, parece que no les importa el collar mientras el perro se siente cuando ellos den la orden.
El titular de hoy, "El PSOE activa la 'Operación echar a Sánchez' desde dentro", es el colmo de la ironía. El periódico que más ha trabajado para desgastar al presidente ahora finge ser el cronista preocupado por la "salud interna" del socialismo. Celebran el motín como si fueran ellos quienes han repartido las dagas en el consejo de sabios del partido.
El misterio de los votos "robados": No podía faltar la guinda del pastel: el voto por correo. Tras el robo de 124 votos en Extremadura este diciembre, el PP y sus altavoces mediáticos han vuelto a agitar el fantasma del "pucherazo". Es fascinante cómo un problema de seguridad de correos se convierte, en sus páginas, en un plan maestro del "sanchismo" para mangar elecciones.
Les parece genial que el PSOE se alíe con el PP en Extremadura para aprobar presupuestos, pero a la vez acusan a Sánchez de ser un "traidor" por pactar con cualquiera que no sea la derecha. Al final, la ironía es que para La Razón, el PSOE solo es democrático cuando se rinde ante el PP o cuando sus barones deciden, por fin, "acabar con el monstruo".
Es el circo de siempre: si Sánchez gana, es porque ha robado los votos de Correos; si pierde, es porque su propio partido (guiado por la sabiduría editorial de la derecha) ha decidido echarlo. Todo muy equilibrado.
¡Vaya giro de guion digno de una tragedia griega, o mejor aún, de un sainete cañí! El drama en el PSOE de Extremadura se pone interesante: resulta que el "traidor" Rodríguez Ibarra, que ahora clama contra Sánchez y apoya un pacto con el PP, es el mismo que bendijo al candidato Miguel Ángel Gallardo, artífice de la histórica debacle socialista.
Ibarra, miembro de la militancia de Extremadura, tuvo un papel en la elección de Gallardo. Ahora, tras el batacazo electoral que ha dejado al PP de María Guardiola a merced de Vox, Ibarra sugiere que el PSOE debería abstenerse y dejar gobernar a la derecha "sin Vox". ¡La lealtad es un concepto flexible!
Y por si fuera poco, el exministro Jordi Sevilla y otros críticos sevillanos anuncian un manifiesto para "recuperar la socialdemocracia" y crear una alternativa al "cesarismo" de Sánchez. Es la banda sonora perfecta para el entierro de la coherencia, donde los mismos que antes callaban ahora se levantan como adalides de la pureza ideológica.
En resumen, la ironía es que los mismos que facilitaron la nominación del candidato que se ha hundido, ahora son los más ruidosos pidiendo la cabeza del jefe nacional y dictando cómo debe gobernar la oposición. ¡Ni Shakespeare se atrevió a tanto!. Cuánto cuesta una traición, aunque se intente justificar que todo vale con tal de salvar Extremadura y, de paso, ver si cae algún sillón en Madrid. El final de la historia es que Ibarra, el "consejero" extremeño, está tan implicado en el fracaso actual como el resto de la cúpula que él mismo ayudó a formarse. Y, ahora, trata de salvarse echando balones fuera y culpando a otro de su error táctico.
Es, efectivamente, un ejercicio de equilibrismo político que roza el surrealismo. Lo que estamos presenciando es un guion donde los mismos que cocinaron el plato ahora se quejan de que está quemado, y encima piden que el vecino (el PP) les pague la cena.
Y, qué pinta Juan Carlos Rodríguez Ibarra en este entierro, tratando de reclamar ahora por una abstención para que María Guardiola (PP) gobierne sin Vox. Es el mismo Ibarra que, como miembro influyente de la militancia, bendijo y "rescató" a Miguel Ángel Gallardo como el líder capaz de salvar Extremadura. Tras llevar al partido a su peor resultado histórico el pasado 21 de diciembre, su solución no es la autocrítica, sino entregarle las llaves del palacio a la derecha para "salvar la estabilidad". Una traición digna de los idus de marzo, pero con el agravante de que él mismo eligió al candidato que ha fracasado.
Y, nos queda el Manifiesto de Sevilla, es una crítica o un sálvese quién pueda. No sé pero me recuerda a
la famosa frase de Aznar cuando dijo "El que pueda hacer, que haga". Hay que ver, qué curioso recorrido
tiene la frasecita de marras.
El famoso Manifiesto de Sevilla, que imagino también va a tener bastante recorrido, impulsado por figuras como Jordi Sevilla y otros críticos "históricos", es la guinda del pastel. Se presentan como los salvadores de las esencias socialdemócratas frente al "cesarismo" de Sánchez, justo cuando el barco parece hacer aguas tras el desastre extremeño. Es fascinante cómo la "conciencia crítica" solo despierta cuando los resultados electorales amenazan la supervivencia del aparato territorial.
Y, llegó el Manifiesto, como no podía ser de otra manera, ahí omnipresente e imperturbable, como una
piedra en el camino, vuelve a aparecer como un "Seguro de vida".
La ironía alcanza su punto máximo cuando medios como La Razón celebran esta propuesta de Ibarra, un motivo más que suficiente de desconfianza. El mismo periódico que acusa a Sánchez de "vender España" ahora aplaude que el PSOE extremeño se inmole para que el PP no tenga que lidiar con Vox (que, por cierto, ha duplicado su fuerza). Para ellos, el bipartidismo es ese "perro" que solo es bueno cuando muerde a Sánchez y se tumba a los pies de Génova.
Y, lo que si ha quedado muy claro es la agría paradoja de Miguel Ángel Gallardo, el candidato poco idóneo que Ibarra defendió contra viento y marea, ya ha dimitido tras la debacle, pero mantiene su acta para conservar el aforamiento. Mientras tanto, el "sector crítico" usa su fracaso —un fracaso que ellos mismos apadrinaron— como munición para intentar derrocar a Sánchez desde dentro.
Es, en definitiva, un insulto a la inteligencia ver cómo se intenta disfrazar de "sentido de Estado" lo que no es más que una maniobra de distracción para no asumir la responsabilidad de haber hundido el feudo extremeño. ¡Ni el Senado romano tenía tanta cara!
Pero, el mito del eterno retorno, está de radiante actualidad y Pedro Sánchez ya vivió aquel Comité Federal de los cuchillos largos en 2016, pero en este diciembre de 2025 parece que ha pasado de ser la "víctima" a un "ratón colorao" que se las sabe todas.
Lo que estamos viendo es una coreografía de traiciones que deja a Julio César como un cuento infantil.
Es el colmo de la astucia (o del descaro) que Juan Carlos Rodríguez Ibarra, tras ser el mentor en la sombra de Miguel Ángel Gallardo —quien acaba de hundir al PSOE extremeño con su peor resultado histórico el 21 de diciembre—, ahora salga pidiendo una abstención para que el PP gobierne sin Vox. Es como si el capitán que diseñó la ruta hacia el iceberg ahora culpara al armador desde el bote salvavidas.
La irrupción de Jordi Sevilla y los "viejos rockeros" del partido con un manifiesto contra la "podemización" de Sánchez es el deja vú definitivo. Intentan vender una "alternativa socialdemócrata" justo cuando el suelo se mueve, pero Sánchez, que ya salió una vez de la tumba política, parece estar enrocado y moviendo fichas para controlar las federaciones desde Moncloa antes de que el motín pase de las palabras a los hechos.
La ironía del "Pacto de Estado": Mientras La Razón y los críticos internos sueñan con ese pacto PP-PSOE en Extremadura, Sánchez sabe que cualquier concesión es alimento para sus rivales. La "conspiración" es tan evidente que ya ni se molestan en ocultar que el objetivo no es la estabilidad de Extremadura, sino usar la debacle de Gallardo como palanca para derribar al "César" de Ferraz,
pero Sánchez ya no es el líder ingenuo al que echaron por teléfono; ahora ve venir las dagas antes
de que salgan de la túnica. El problema es que, en este juego de tronos, los que sostienen las dagas
( Ibarra, Sevilla y compañía) son los mismos que ayudaron a levantar el escenario del desastre
¡Un insulto a la inteligencia en toda regla!
Un aparente y simple "sálvese quien pueda" regional es, en realidad, un movimiento sísmico con epicentro en la vieja guardia. La política española ha pasado de ser un debate de ideas a una función de teatro clásico donde las dagas te llegan por la espalda.
Resumiendo : El escudo del aforamiento es la jugada de Miguel Ángel Gallardo es de una lucidez casi insultante. Dimite como secretario general del PSOE extremeño el 22 de diciembre tras el batacazo electoral, pero se aferra a su escaño en la Asamblea de Extremadura. ¿El motivo? Mantener el aforamiento para que cualquier causa judicial —incluyendo las derivadas del "caso del hermano de Sánchez"— sea juzgada por el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura y no por la justicia ordinaria. Una maniobra de protección que incluso el Ministro Bolaños ha tenido que salir a defender.
La Intervención de los Barones: La entrada en escena de los "pesos pesados" no es casual. El Manifiesto de Sevilla, liderado por Jordi Sevilla, busca explícitamente "despodemizar" el PSOE y acabar con lo que llaman el "cesarismo" de Sánchez. Es el intento de la vieja guardia de retomar el control del partido aprovechando que el liderazgo de Sánchez está, por primera vez en mucho tiempo, cuestionado por los resultados en las urnas.
El Espíritu de Felipe González, aunque no firme el manifiesto, impregna cada línea. González lleva meses exigiendo a Sánchez que convoque elecciones y ceda el liderazgo. Para él y para Rodríguez Ibarra, un pacto con el PP de María Guardiola en Extremadura (o una abstención "patriótica") es la excusa perfecta para demostrar que existe un PSOE "responsable" que no necesita a los socios habituales de Sánchez, el "Ratón Colorao", un ejemplo vital de resiliencia, y no lo digo con ironía,
ya no es el mismo de 2016, aquel muchacho que confiaba en todos. No, ahora, es Maquiavelo en
persona, aprendió de sus enemigos y escogió ser odiado a ser amado. Pedro se ha convertido en una
"bestia" política y se adelanta a sus enemigos, así que ya conoce este viejo truco. Sabe que Ibarra y
Sevilla no están preocupados por la gobernabilidad de Extremadura, sino por usar esa pieza para
derribar la Moncloa.
Mientras ellos preparan manifiestos para enero, Sánchez se enroca y recuerda a los críticos
que cualquier pacto con el PP debe ser consultado con las bases, donde él todavía se siente fuerte.
Es una conspiración a plena luz del día: unos usan el aforamiento como salvavidas judicial y otros usan la debacle electoral como ariete político. Al final, el "insulto a la inteligencia" es que intenten vender esto como "sentido de Estado" cuando huele a lucha de poder pura y dura. ¡La trama está servida!
Y, para finalizar, unas palabras de apoyo para Pedro Sánchez, y sobre todo, ya va siendo hora de pensar seriamente en una alianza de la izquierda, porque en definitiva la mejor defensa es el ataque.
"Gracias, Presidente, por ser valiente y humano que antepone los intereses de la ciudadanía a
cualquier ruido político. En un contexto global complejo, tu firmeza para defender el estado
del bienestar y tu capacidad para situar a la economía española como un referente del crecimiento en Europa son el mejor reflejo de tu compromiso con España. Como dicen muchos ciudadanos al verte:
"¡ No te rindas, te queremos!."
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