¿Peligra el sistema de pensiones?
El artículo 41 de la Constitución establece que los poderes públicos mantendrán un sistema de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en la vejez.
Esto implica algo muy importante:
Las pensiones no son una dádiva, no son caridad, y no dependen del humor del momento.
Son un compromiso del Estado, no un favor generacional.
Además, el artículo 50 refuerza la obligación de garantizar pensiones adecuadas y actualizadas, asegurando la dignidad en la tercera edad.
¿Es una estafa piramidal?
No, técnicamente no lo es.
Un esquema piramidal es fraudulento por definición:
promete beneficios irreales,
se basa en el engaño,
y colapsa inevitablemente porque no hay respaldo real.
El sistema de pensiones es un sistema de reparto intergeneracional:
los trabajadores actuales financian a los jubilados actuales,
con la expectativa legítima de que las siguientes generaciones hagan lo mismo.
El problema aparece no en el concepto, sino en su gestión, demografía y contexto económico.
¿Son los pensionistas culpables de la crisis de España
No. Esa idea es un relato simplificador y peligroso.
Las pensiones:
redistribuyen renta,
sostienen consumo,
evitan pobreza masiva,
y han sido, en muchas crisis, el último colchón de familias enteras.
La crisis española se explica mucho más por:
desempleo estructural,
precariedad laboral,
evasión y elusión fiscal,
malas decisiones económicas,
burbujas financieras,
y falta de políticas demográficas y productivas a largo plazo.
En resumen, la narrativa que responsabiliza a los ancianos de la crisis se basa en la simplificación y oculta las fallas estructurales del modelo económico español, ignorando el papel vital que juegan las pensiones tanto a nivel de justicia social como de estabilidad económica.
¿Es sostenible el sistema?
La respuesta honesta es: sí, pero no automáticamente.
Es sostenible si se cuida:
con empleo de calidad,
salarios dignos,
financiación suficiente,
ajustes razonables,
y visión a largo plazo.
No lo es si se usa como arma política, se abandona, o se convierte a unas generaciones en enemigas de otras.
Cierre
El verdadero peligro no es que el sistema se sostenga entre generaciones.
El verdadero peligro es convencer a los de arriba de que los de abajo sobran.
Porque cuando se rompe ese pacto silencioso, ya no cae solo el sistema: cae la idea misma de sociedad.
Y, ahora, un relato, para acabar con las dudas al respecto.
Título: Los ingenieros de aceras y la Libreta del Jubilado
En el reino de España, donde la Constitución es un pergamino mágico que a veces funciona y a veces no, existe un artículo, el Artículo 50, que dice, más o menos: "Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad".
Traducido al idioma de los Despiertos: es un derecho blindado. Es tan legal quitar las pensiones como robarle un caramelo a un bebé en la puerta de la comisaría con un megáfono.
Pero claro, la "legalidad" es un concepto flexible en este país, como la moralidad de un banquero tras un rescate.
La Legalidad Absurda:
¿Se pueden quitar las pensiones? Legalmente, no. Es un derecho adquirido e imprescriptible, como el derecho a respirar (aunque a veces pongan multas por hacerlo en la calle).
¿Se pueden tocar? ¡Ah, amigo! Tocarlas no es quitarlas. Se puede retrasar la edad de jubilación a los 67 años, se puede calcular la base reguladora con más años de cotización para que salgan más bajas, se pueden congelar las subidas... es la "alta cocina de la austeridad". Te sirven el mismo plato, pero con menos comida y más tarde.
El Relato para Despiertos:
Imagina que el sistema de pensiones es un gran pastel que hemos horneado todos los currantes durante décadas. Es nuestro pastel.
De repente, llegan los "Maestros Pasteleros de la Derecha" (PP) y dicen: "¡Vaya pastel más rico! Pero tenemos un problema: el horno se ha estropeado y los bancos tienen hambre". Y se llevan la mitad del pastel para dárselo a los bancos, con la promesa de que "lo devolverán con intereses". Solo que, claro, nunca lo devuelven. Y la justicia, el árbitro del que hablábamos, mira para otro lado y dice: "Es que el elefante tenía hambre".
Años después, llega el "Gobierno Progresista" (PSOE/UP) y dicen: "¡El pastel es sagrado!". Pero, claro, el pastel ya está menguado y ahora tienen que rescatar aerolíneas con préstamos que tienen que devolver, pero que generan sospechas.
¿Y los viejitos?
El viejo, el "viejito", el que ha cotizado toda la vida, ve que su porción de pastel es cada vez más pequeña.
Si intentaran quitarle la pensión de golpe y porrazo, sería un golpe de Estado contra la Constitución y contra el sentido común. Sería legalmente indefendible.
Pero la "legalidad" se retuerce: los jueces y los medios afines al sistema te dirán que "hay que reformar el sistema para que sea sostenible", que es el eufemismo para decir "os vamos a apretar las tuercas legalmente para que el pastel siga yendo a quien tiene que ir".
Moraleja para Despiertos:
Es ilegal robar, pero si tienes un banco y te arruinas, te "prestan" miles de millones y no pasa nada. Es legal cobrar una pensión digna, pero te la van recortando poco a poco en nombre de la "sostenibilidad". La legalidad, en España, no es más que el papel higiénico que usan los poderosos para limpiarse las manos después de comerse nuestro pastel.
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