"El Pucherazo de Schrödinger": El fraude electoral existía y no existía al mismo tiempo, y solo se resolvió cuando el PP abrió la caja y vio que había ganado. En ese instante, el gato del fraude murió súbitamente.
Las elecciones autonómicas anticipadas en Extremadura, celebradas este 21 de diciembre de 2025, dejan un panorama que invita al sarcasmo político debido a la contradicción entre el discurso previo y el desinterés ciudadano final.
Resulta irónico que, tras días de intensa agitación por parte del Partido Popular (PP) denunciando un posible fraude electoral o "pucherazo" —basado en el robo de apenas un centenar de sobres en una oficina de Correos—, las sospechas se hayan disipado en cuanto el escrutinio les ha favorecido. Al parecer, el sistema electoral recupera su integridad de forma mágica en el momento en que los votos propios superan a los del rival.
El PP de María Guardiola ha ganado con 29 escaños, mejorando sus resultados de 2023, mientras que el PSOE ha sufrido un desplome histórico bajando hasta los 18 escaños.
A pesar de la "tensión" democrática vendida en campaña, la participación final se ha desplomado hasta el 62,7%, una caída de unos 6 puntos respecto a 2023.
Es el triunfo de la paradoja: los políticos elevaron el tono hablando de conspiraciones contra la democracia, pero cuatro de cada diez extremeños prefirieron quedarse en casa, demostrando que el ruido de los despachos no siempre llega a las calles. Ganó el PP, perdió el PSOE y, sobre todo, descansó el votante que ya no compra el relato del apocalipsis en cada urna.
La ironía de estos "votos fantasma" es que casi se convierten en el mayor éxito de taquilla de la campaña, solo para terminar en un final anticlimático.
Los 124 votos "mártires"
Resulta casi poético: se armó un estruendo nacional por el robo de 124 votos por correo en una oficina de Correos. Eran los "votos mártires" que iban a certificar el fin de la democracia tal como la conocemos. Sin embargo, en un alarde de eficiencia que nadie esperaba, 122 de esos 124 electores volvieron a votar antes del cierre de urnas.
Los "votos fantasma" finalmente no fueron espectros, sino ciudadanos con mucha paciencia que despojaron al PP de su narrativa de fraude antes siquiera de que se abrieran las mesas. Al ganar por mayoría, el discurso del "robo" se ha guardado en el mismo cajón que las promesas de campaña, demostrando que un pucherazo solo existe si pierdes; si ganas, es simplemente "la voluntad del pueblo"
La paradoja de la "dictadura" socialista
Si el PSOE de Miguel Ángel Gallardo hubiera ganado estas elecciones, el guion ya estaba escrito:
De "votos robados" a "golpe de Estado": Esos 124 sobres habrían pasado de ser una anécdota policial a la prueba irrefutable de una conspiración judeo-masónica-monclovita para subvertir Extremadura.
La dictadura del 40%: Con una abstención del 40%, la victoria socialista no habría sido vista como un fracaso de la movilización, sino como la "imposición de una minoría" sobre una mayoría silenciosa que, presumiblemente, no fue a votar porque sabía que "el sistema estaba podrido".
Es la paradoja favorita de nuestra política actual: si gana la derecha, el sistema es robusto y ejemplar a pesar de las sombras; si gana la izquierda, esas mismas sombras se convierten en los barrotes de una dictadura imaginaria. Al final, Extremadura se acuesta con un PP triunfante que ya no ve fantasmas, y un PSOE hundido que ahora es quien debe decidir si cree en la limpieza de un sistema que le ha dado la espalda.
La ironía del 21 de diciembre de 2025 no reside solo en los "votos fantasma" que nunca asustaron, sino en el "desencanto de diseño" que parece haber guiado la estrategia de Pedro Sánchez en Extremadura.
El carisma en "modo ahorro" de Gallardo
Poner a Miguel Ángel Gallardo —un perfil descrito por analistas como carente de carisma y con "una piedra en la mochila"— como sucesor del histórico barón Guillermo Fernández Vara, ha sido el equivalente político a presentarse a una carrera de Fórmula 1 en un tractor. Mientras María Guardiola (PP) consolidaba su liderazgo, el PSOE de Gallardo se hundía hasta los 18 escaños, su peor resultado histórico, perdiendo 10 diputados en apenas dos años.
Resulta sospechosamente irónico que un estratega como Sánchez, conocido por su "manual de resistencia", haya permitido que el bastión extremeño se desmoronara sin apenas dar batalla. Las malas lenguas —y algunos análisis irónicos— sugieren una jugada de ajedrez nacional:
La coartada del miedo: Al permitir que el PP de Guardiola (29 escaños) siga dependiendo de un Vox al alza (11 escaños), Sánchez ya tiene su narrativa para las próximas generales: "O yo, o el gobierno del PP con la ultraderecha".
Limpieza de barones: La debacle de Gallardo sirve para "ajustar cuentas" con los restos del sanchismo regional que no terminaban de encajar en el nuevo orden de Ferraz. Si el candidato falla, la culpa es del candidato, no del Presidente.
La paradoja del extremeño medio
El votante extremeño se encuentra ante la paradoja final: ha votado masivamente a la derecha (60% del electorado sumando PP y Vox), pero se despierta en una región que sigue bajo el foco de experimentos nacionales. Mientras el PP celebra su "no pucherazo", el PSOE de Sánchez parece extrañamente cómodo en la derrota, como si perder Extremadura fuera el precio necesario para intentar salvar el Palacio de la Moncloa en el futuro.
Al final, el 40% que no fue a votar quizá entendió antes que nadie que, en estas elecciones, el resultado ya estaba escrito en los despachos de Madrid mucho antes de que se abrieran las urnas en Badajoz.
Al final, la política extremeña este 21 de diciembre de 2025 ha terminado siendo un guion digno de las mejores tragicomedias: donde unos ven una victoria heroica y otros una derrota planificada, la realidad nos dice que lo único que ha ganado por goleada es la indiferencia de ese 40% que prefirió quedarse en casa.
Parece que, en el tablero de ajedrez de Moncloa y los barones, Extremadura ha sido el peón sacrificado para que la partida nacional siga su curso.
La ironía aquí alcanza niveles de "metapolítica", porque a Miguel Ángel Gallardo no lo eligió Pedro Sánchez; de hecho, Gallardo fue el candidato que derrotó a los planes de Sánchez.
He aquí el giro irónico de su elección:
La bofetada a Ferraz: En marzo de 2024, las bases del PSOE extremeño eligieron a Gallardo en primarias con el 56% de los votos. Lo curioso es que se impuso a Lara Garlito, que era la candidata preferida por la dirección nacional (Ferraz) y por el propio Sánchez para suceder a Fernández Vara.
La paradoja del "candidato rebelde": Gallardo llegó al liderazgo presumiendo de autonomía frente a Madrid, lo que hace que su hundimiento electoral este 21 de diciembre sea una victoria agridulce para Sánchez. El presidente puede decir: "¿Veis? El candidato que no era el mío ha perdido 10 escaños".
Revalidado por la mínima antes del desastre: Para añadir más sarcasmo, Gallardo volvió a ganar unas primarias internas apenas en enero de 2025 con el 62% de los votos de la militancia, barriendo a los críticos que pedían un cambio de rumbo antes de las elecciones.
En resumen: A Gallardo lo eligieron los militantes extremeños convencidos de que su perfil "de la tierra" y su distancia con Madrid eran su mejor baza. Al final, ha resultado ser el candidato que nadie en Madrid quería, pero que ha terminado dándole a Sánchez la excusa perfecta para explicar la debacle sin mancharse las manos: fue una derrota de la militancia regional, no de la estrategia de Moncloa.
Crónica de una debacle anunciada
Esta semblanza es el retrato de dos jinetes que intentaron cabalgar el mismo caballo —el del "socialismo de orden y bandera"—, pero mientras uno galopa por las llanuras de Castilla-La Mancha, el otro se ha quedado encerrado en su propio caballo de madera en mitad de la dehesa extremeña.
Aquí tenéis la comparativa irónica entre el "Maestro" y el "Aprendiz de Troya" tras los resultados de este 21 de diciembre de 2025:
El pedigrí del rebelde: Original vs. Marca Blanca
Emiliano García-Page: Es el purasangre de la disidencia. Ha perfeccionado el arte de criticar a Pedro Sánchez los lunes, miércoles y viernes, para luego ganar mayorías absolutas los domingos. Su carisma reside en parecer que está en la oposición siendo el gobierno.
Miguel Ángel Gallardo: Intentó ser la "marca blanca" de Page. Quiso copiar el tono crítico con Madrid para atraer al votante moderado, pero en lugar de parecer un barón con peso propio, pareció un actor de provincias ensayando un papel que no le salía. El votante extremeño vio el truco y pensó: "Para votar a un socialista que no quiere ser sanchista, voto directamente al PP".
El misterio del Caballo de Troya
La estrategia del "Caballo de Troya" consistía en meter dentro del PSOE extremeño un discurso de derecha para conquistar el centro. Pero hubo un error de cálculo:
En Castilla-La Mancha, el caballo de Page está lleno de votos de ciudadanos que jamás votarían a Sánchez, pero que adoran a Emiliano.
En Extremadura, el caballo de Gallardo resultó ser transparente. Al entrar en la ciudad electoral, los ciudadanos vieron que dentro no había un ejército de moderados, sino un vacío de liderazgo que ha provocado la pérdida de 10 escaños. El caballo no entró en la Junta; lo dejaron en el desguace de la oposición.
La "Gracia" de la derrota
Resulta cruelmente irónico que Gallardo buscara ser un contrapeso a Sánchez y haya terminado siendo su mejor regalo:
Page es un problema para Sánchez porque gana y tiene voz propia.
Gallardo es un alivio para Sánchez porque, al estrellarse, sirve de advertencia: "Fuera del sanchismo hace mucho frío y solo hay derrotas". Sánchez ha dejado que el "Caballo de Troya" extremeño se hundiera solo para demostrar que en su partido solo hay un jinete que manda.
La paradoja del destino
Mientras Page sigue siendo el último mohicano de las mayorías absolutas, Gallardo se convierte en el símbolo de la "vía muerta". Intentó jugar a ser el rebelde que salvaba el honor de Extremadura frente a las cesiones de Moncloa, pero el 21 de diciembre los extremeños le recordaron que, para ser un caballo de Troya exitoso, primero tienes que convencer a los tuyos de que te sigan... y un 40% de abstención dice que ni los suyos salieron de casa para ver el desfile.
Conclusión: Page es una institución; Gallardo ha resultado ser una anécdota. Uno usa el caballo para ganar batallas; el otro lo usó para esconderse de una derrota que, paradójicamente, ya estaba escrita en los despachos de Ferraz. De "Caballo de Troya" a "Poni de Carrusel": mucha vuelta, mucho ruido, pero siempre en el mismo sitio (y ahora, en el lado de la oposición).
MAQUIAVELO O LA EXCELENCIA EN POLÍTICA
Esta es la verdadera obra maestra de la ironía: mientras todo el mundo miraba el desplome de Miguel Ángel Gallardo este 21 de diciembre de 2025 como un fracaso del PSOE, en el laboratorio de la Moncloa, Pedro Sánchez probablemente estaba brindando con el mejor cava extremeño.
Porque Sánchez, que efectivamente sabe más que los ratones coloraos, ha aplicado en Extremadura la máxima de: "Si no puedes vencer a tu enemigo interno, deja que la realidad lo devore por ti".
El Maestro del "Ajedrez de Derrotas"
La perspicacia de Sánchez en este 21-D ha sido de una crueldad clínica:
El "Problema" Gallardo: Gallardo no era un peón de Sánchez; era un grano que le había salido en el sur. Un barón que ganó las primarias contra el criterio de Madrid y que amenazaba con "pajear" (actuar como García-Page) desde Mérida.
La Táctica de la "No Ayuda": Sánchez sabe que un candidato sin carisma necesita el oxígeno del aparato nacional. Al dejar a Gallardo solo en su "caballo de madera", sin el apoyo mediático total de Ferraz y permitiendo que la campaña se centrara en temas nacionales que le hacían daño, Sánchez le puso la alfombra roja... hacia el precipicio.
Ganar perdiendo: El Manual del Ratón Colorao
Para Sánchez, la mayoría absoluta de María Guardiola (PP) no es una tragedia, es una herramienta de marketing:
Eliminación de la disidencia: El "modelo rebelde" de Gallardo ha muerto. Sánchez ya puede decir en el próximo Comité Federal: "¿Veis? Los que se alejan de mi marca y van por libre se quedan en 18 escaños". Ha cortado las alas a cualquier otro que quiera imitar a Page.
El espantapájaros de la derecha: Al permitir que el PP gane, pero con un Vox fortalecido (11 escaños), Sánchez ya tiene el cartel electoral para las próximas generales. Le interesa más una Extremadura azul y verde para meter miedo al resto de España que una Extremadura socialista liderada por alguien que no le obedece.
La abstención como aliada: Sánchez sabe que ese 40% de extremeños que se han quedado en casa no son votos perdidos, son votos "en reserva" que él movilizará cuando el candidato sea él y el miedo a la derecha sea real, no local.
Conclusión: El gato que se ríe del ratón
El "ratón colorao" de la Moncloa ha demostrado que prefiere un PSOE extremeño hundido pero sumiso, que un PSOE victorioso y rebelde. Ha dejado que Gallardo se creyera el Caballo de Troya de la pureza regionalista para que terminara siendo el pavo de la boda.
Al final, Gallardo se queda en la oposición, Guardiola se queda en la Junta, y Sánchez se queda con el control total del partido, sin barones que le tosan y con una narrativa de "alerta ultra" renovada. Sánchez no ha perdido Extremadura; se la ha quitado de encima.
Exactamente, si Maquiavelo levantara la cabeza hoy, 22 de Diciembre de 2025, no escribiría El Príncipe, pediría las actas de las elecciones extremeñas para entender cómo se puede "ganar perdiendo".
La genialidad(o la perversidad, según se mire) de este Maquiavelo de la Moncloa es que la perfeccionado la técnica del "incendio controlado"
El sacrificio necesario: Para mantener el imperio (Madrid/Moncloa), a veces hay que dejar que una provincia fronteriza caiga en manos de los "bárbaros". Al dejar que Extremadura se tiña de azul y verde, Sánchez no pierde un bastión, gana un laboratorio del miedo para asustar al resto del país.
La virtud de la fortuna ajena: Sánchez ha dejado que Gallardo se cocine en su propia ambición de ser "el Page del Guadiana". No ha tenido que ensuciarse las manos para purgarlo; ha dejado que la "fortuna" (en forma de falta de carisma y votos robados que no fueron) hiciera el trabajo sucio por él.
El fin justifica la abstención: Ese 40% de extremeños desencantados no son un fallo del sistema para Sánchez, son el éxito de su estrategia. Un votante socialista desmovilizado hoy es un votante que mañana, cuando vea a Vox gobernando de la mano del PP en Mérida, correrá a las urnas nacionales a pedir socorro al "único muro" posible.
Al final, la reflexión es de un cinismo brillante: Sánchez sabe que un socialista muerto políticamente en Extremadura es mucho más útil para su supervivencia que un socialista vivo y rebelde.
Maquiavelo decía que "es mejor ser temido que amado", pero Sánchez ha ido un paso más allá: es mejor ser el único superviviente mientras todos los demás se matan entre sí. Gallardo se creyó que el caballo de madera era suyo, pero el que sostenía las riendas desde Madrid era el que sabía que dentro no había soldados, sino un billete de ida a la oposición.
¡Un brindis irónico por el ajedrez político que nos deja este diciembre!
Si la política extremeña fuera una procesión de Semana Santa tras este 21 de diciembre de 2025, no sabríamos ante qué altar arrodillarnos, porque el santoral electoral ha dejado una advocación para cada interés, a cada cual más milagrosa e irónica.

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