LA MALDICIÓN DE ANOTOP AT III
Crónicas disparatadas del desierto que no debería existir
En las arenas más olvidadas de Egipto, donde ni los camellos se atreven a pisar porque se rumorea que “se oyen políticos hablar solos”, se hallaba la tumba perdida de ANOTOP AT III, faraón menor pero con ego mayor, famoso por su afición a decretar leyes ridículas y dejar maldiciones para todo aquel que osara juzgar su decoración funeraria de mal gusto.
Cuenta la leyenda que ANOTOP AT III murió tras tropezar con su propio sarcófago giratorio, inventado para evitar que los ladrones encontraran su momia, lo cual funcionó tan bien que tampoco la encontraba él mismo cuando quería echar la siesta eterna.
Sin embargo, su tumba llevaba sellada 3.400 años… hasta que un equipo de “expertos internacionales” llegó dispuesto a abrirla.
O algo así.
Capítulo I — La expedición no deseada
Una mañana absurda, llegaron al desierto tres figuras peculiares:
Isabelus Ayusotep, gobernadora de la ciudad-estado de Madriptis, enviada para inaugurar algo—lo que fuera.
Telladón de Numancia, estratega del debate absurdo, que llevaba una pértiga para señalar cosas con importancia.
Abascalón el Jinete, guerrero del desierto montado a caballo, aunque el caballo estaba claramente agotado de escucharlo proclamar profecías épicas cada cinco minutos.
—¡Aquí mismo dice que hay una tumba maldita! —anunció Telladón señalando una roca al revés.
—Pues habrá que abrirla —sentenció Ayusotep—. Las tumbas cerradas no generan turismo.
Abascalón, mirando el horizonte dramáticamente, añadió:
—Presiento que una oscuridad cósmica nos acecha… o quizá es solo que llevo el turbante del revés.
Capítulo II — La maldición se activa
Cuando por fin empujaron la enorme losa que sellaba la tumba, una nube de polvo ancestral salió disparada como si llevara 34 siglos esperando darles alergia.
De dentro emergió… una voz cavernosa.
—¿Quién osa despertarme de mi siesta sideral?
Ayusotep carraspeó:
—Perdone usted, ¿es usted ANOTOP AT III? Veníamos a ver si puede inaugurarse su tumba y convertirse en zona hotelera.
La sombra dentro del sarcófago se agitó.
—Yo soy ANOTOP AT III, faraón de las estrellas, elegido por los Glorfkianos del cinturón de Orión, destructor de madrugadas y protector de la siesta universal.
¿Y quiénes sois vosotros, intrusos terrícolas?
Telladón dio un paso atrás.
—Eh… somos… turistas cualificados.
—¡Mentís! —tronó la voz—. ¡Habéis despertado mi maldición!
Aquel que perturbe mi sueño eterno será perseguido por los escarabajos del caos y por los extraterrestres administrativos, los funcionarios más lentos del universo.
Ayusotep miró al interior de la tumba con calma.
—Mire, señor III, si quiere maldecirnos, maldíganos con factura. Nosotros estamos acostumbrados.
Capítulo III — La irrupción extraterrestre
De pronto, un rayo turquesa descendió del cielo y un platillo volante se posó junto a la pirámide.
Bajaron tres extraterrestres con cabeza de cebolla y actitud de supervisores de obras. Uno de ellos consultó una tableta cósmica.
—Klorf klorf. Según nuestros registros, el faraón ANOTOP AT III dejó pendiente una inspección de 3.400 años. Venimos a revisar si continúa apto para la dominación galáctica.
Abascalón infló el pecho.
—Yo también estoy preparado para la dominación galáctica.
Los tres extraterrestres lo miraron, suspiraron y lo apuntaron como “posible perturbación menor”.
Capítulo IV — Terror en clave absurda
Los pasillos de la tumba empezaron a vibrar y de entre las sombras surgieron…
Momias zombis con casco de obra, arrastrando papeles eternos y diciendo frases espeluznantes como:
—“Le falta el sello del faraón”…
—“Este formulario está mal rellenado”…
—“Hay que pasar a ventanilla número 4, está al final del pasillo, pero siempre está cerrada…”
Ayusotep retrocedió horrorizada:
—¡Esto sí que es una maldición auténtica, no lo que me llega por Twitter!
Telladón gritó:
—¡Corred! ¡Nos van a empapelar con trámites!
Abascalón sacó su espada:
—¡Atrás, criaturas! ¡He derrotado burocracias peores!
Los extraterrestres asentían, tomando notas.
—Interesante. Especies terrícolas resistentes al formulario 47-B.
Capítulo V — El final (más o menos)
Tras una persecución absurda por pasillos polvorientos, los tres lograron llegar a la salida. ANOTOP AT III rugió desde la profundidad:
—¡Volved! ¡Aún no os he enseñado mi salón del juicio eterno, tiene máquinas tragaperras del destino!
Ayusotep levantó la mano.
—Otro día, majestad estelar. Hoy no nos da tiempo, tenemos rueda de prensa.
Los extraterrestres consultaron su tableta.
—Bueno, damos la inspección por válida. El faraón sigue funcional. Volveremos en 3.400 años.
El platillo se elevó y el desierto quedó en silencio.
Abascalón miró a sus compañeros.
—¿Esto ha pasado de verdad o ha sido un espejismo burocrático?
Telladón suspiró:
—No lo sé, pero si vuelvo a oír hablar de un formulario, me tiro en el Nilo.
Ayusotep se sacudió el polvo.
—Lo importante es que hemos inaugurado algo. Aunque sea un trauma.
Y así, dejando atrás la tumba maldita, se marcharon mientras un eco lejano gritaba:
—¡¡¡VOLVED, QUE AÚN NO HABÉIS PAGADO EL IMPUESTO FUNERARIO INTERGALÁCTICO!!!
LA MALDICIÓN DE ANOTOP AT III (II)
El Retorno Cósmico y la Noche que España No Olvidó
Capítulo I — Cuando el cielo se abrió sobre Barajas
Tres días después de su aventura en Egipto, Ayusotep, Telladón y Abascalón juraban que todo había sido una alucinación por exceso de calor… hasta que, una luminaria verde rasgó el cielo de Madrid y un platillo volante del tamaño de un estadio descendió justo sobre el aeropuerto.
Las pantallas de llegadas mostraron un inquietante mensaje:
“VUELO INTERESTELAR 3IATLAS: PASAPORTE Y SELLO DEL FARAÓN REQUERIDO.”
Los extraterrestres con cabeza de cebolla bajaron por la rampa telescópica arrastrando carpetas cósmicas.
—¡Saludos, terrícolas! —anunció el líder, ZR-Lon—. Venimos a regularizar nuestra situación. Hemos visto que vuestra burocracia es incluso más lenta que la nuestra. Deseamos aprender de los maestros.
Los policías del control fronterizo se miraron con terror.
Uno murmuró:
—¿Esto va en extranjería… o en aviación?
Capítulo II — La maldición despierta en Madrid
La llegada de los Glorfkianos activó sin querer la segunda parte de la maldición de ANOTOP AT III.
Esa misma noche, en el Museo Arqueológico, la momia recién trasladada de un faraón menor… empezó a moverse.
Primero un dedo.
Luego la cabeza.
Y, finalmente, el cuerpo entero se levantó con un crujido como de puertas del infierno.
—Debo… recuperar… mi… sello… —susurró ANOTOP AT III, con voz que hacía temblar a las piedras del Paseo de Recoletos.
Al salir del museo, extendió su mano momificada hacia el cielo nocturno y gritó:
—¡Despertad, servidores del caos administrativo!
La tierra vibró.
Del subsuelo emergieron decenas de momias-zombi con toga egipcia, todas cargando pergaminos infinitos.
—“Falta firma en la casilla 12”…
—“Este documento está caducado desde la dinastía XVIII”…
—“Tiene que pedir cita previa, disponible en 2089”…
Madridptis entró en pánico.
Capítulo III — El Triunvirato Madriptis respond
Ayusotep, Telladón y Abascalón estaban reunidos cuando vieron por la ventana a una momia estampándose contra el cristal como si buscara wifi.
Ayusotep exclamó:
—¡Ya están aquí otra vez! ¡Estos muertos administrativos van a paralizar la ciudad!
Telladón señaló hacia Cibeles con gesto dramático:
—¡Mirad! ¡Vienen desde Gran Vía! ¡Traen formularios luminosos! ¡FORMULARIOS LUMINOSOS!
Abascalón montó en su caballo urbano.
—¡A la batalla! ¡Que resuenen las trompetas del asfalto! ¡POR MADRIPTIS!
El caballo relinchó con resignación.
Capítulo IV — Batalla en la Plaza de España
La noche se volvió roja cuando los extraterrestres, al ver el caos, decidieron colaborar.
ZR-Lon anunció:
—Terrícolas, estas momias pertenecen a nuestro antiguo cliente ANOTOP AT III. Su contrato galáctico ha expirado. Procederemos a neutralizarlos.
Ayusotep desplegó un abanico de guerra.
Telladón usó su pértiga como lanza.
Abascalón blandió una espada que había comprado de souvenir en Egipto, que sorprendentemente brillaba con energía arcana.
La batalla fue espeluznante.
Los funcionarios momificados avanzaban lanzando maldiciones:
—“¡Qaed 47-B, revisión trimestral!”
—“¡Falta justificante de empadronamiento del más allá!”
Uno disparó un pergamino que se enrolló en el cuello de Abascalón tratando de estrangularlo con trámites.
Ayusotep lo cortó con el abanico.
—¡Atrás, secretaria del Hades!
Los extraterrestres, mientras tanto, disparaban rayos láser administrativos:
—“Rayo anulador de citas duplicadas.”
—“Misil contra duplicado del duplicado.”
Telladón arengaba a todos:
—¡Si sobrevivimos, prometo hacer un tutorial para rellenar formularios sin morir en el intento!
Capítulo V — El Faraón llega al Congreso
Pero lo peor estaba por llegar.
ANOTOP AT III llegó al Congreso de los Diputados, lo miró con deleite momificado y declaró:
—Aquí… siento… poder… burocrático… ¡Mi nueva pirámide!
Levantó los brazos y una nube negra cubrió el edificio.
Los extraterrestres palidecieron.
—Ese edificio… amplifica diez veces cualquier maldición burocrática —advirtió ZR-Lon—. Si no lo detenemos, convertirá toda España en una ventanilla eterna.
Ayusotep bufó.
—¡Pues eso sí que no! ¡Yo bastante tengo con las que ya hay!
Capítulo VI — El combate final
En medio de la tormenta arcana que se gestaba sobre Madrid, los tres héroes y los Glorfkianos se acercaron al Congreso.
ANOTOP AT III creció hasta una altura monstruosa, como un coloso de arena y vendajes. Sus ojos ardían como brasas antiguas.
—¡Terrícolas insolentes! ¡Vuestra era acaba! ¡Reinará el papeleo infinito!
Ayusotep avanzó decidida.
—Te lo advierto, faraón. Ni aquí ni en Madriptis ni en Orión vamos a aguantar tanta tontería.
Los extraterrestres prepararon su rayo definitivo:
—El Anulador de Burocracia Cósmica. Pero necesitamos distraerlo.
Abascalón dio un salto épico y gritó:
—¡ANOTOP! ¡TU SARCÓFAGO ES DE IMITACIÓN BARATA!
El faraón rugió indignado.
Ayusotep usó su abanico como escudo contra los papeles malditos.
Telladón leía en voz alta el BOE como si fuera un conjuro para confundir al monstruo.
Y entonces los Glorfkianos dispararon.
Un rayo azul envolvió al faraón.
ANOTOP AT III gritó:
—¡¡¡FALTABA SOLO UN SELLOOOO!!!
Y se desintegró en arena dorada.
Capítulo VII — Epílogo de otra galaxia
Con la amenaza destruida, los extraterrestres hicieron cola en una oficina de extranjería improvisada en la Gran Vía.
—Queremos los papeles —dijo ZR-Lon—.
—¿Para quedarse? —preguntó Ayusotep.
—No. Para demostrar que es imposible conseguirlos. Lo vamos a usar como museo en nuestra galaxia.
Telladón suspiró:
—Pues vais a tener material.
Abascalón miró al cielo, épico.
—Hoy hemos salvado España de un destino terrible… ser tragada por su propia burocracia.
Ayusotep sonrió con cansancio.
—España ya sobrevivió a peores cosas. Sobrevive a nosotros todas las semanas.
Los extraterrestres subieron a su nave.
—Volveremos cuando entendamos cómo funciona vuestro sistema de citas…
—NO VOLVERÉIS NUNCA —gritó un funcionario desde la puerta.
El platillo despegó, dejando tras de sí una estela verde y un leve eco cósmico:
—“Ventana única intergaláctica… atención presencial solo los jueves…”
Y España, una vez más, siguió adelante..
Nota final de la narradora (que no quiere problemas con nadie, ni vivos ni momificados)
Y así acaba esta epopeya cósmico-egipcio-madrileña, cargada de arena, momias, extraterrestres con papeles por rellenar y héroes que no deberían dejarse solos ni con un formulario sencillo.
Pero, antes de que cierres el libro, la narradora —que siempre ha sido prudente, especialmente cuando hay faraones malditos y políticos ficticios rondando— debe aclarar lo siguiente con la solemnidad de una escriba del Nilo pero el humor de una cuentacuentos en paro:
1. Este relato NO está basado en personajes reales.
Si alguien encuentra parecidos con figuras conocidas, incluidos líderes, gobernantes, portavoces, tertulianos, comentaristas de bar o vecinos ruidosos…
es pura coincidencia cósmica.
Como cuando ves una nube con forma de tostadora.
2. No refleja hechos políticos concretos.
Ni decisiones, ni polémicas, ni ruedas de prensa, ni debates, ni nada que haya pasado en este planeta desde que el Homo sapiens descubrió que hablar fuerte impresiona.
3. El país mencionado—Madriptis, Iberia Límite, o como quieras llamarlo—NO existe.
Es un lugar completamente imaginario, igual que las oficinas de extranjería que funcionan a la primera o los aeropuertos en los que no se pierde una maleta.
4. Cualquier interpretación o asociación que el lector haga…
Sea seria, irónica, conspiranoica o fruto de haber leído esto sin café…
es responsabilidad exclusiva del lector.
El narrador declina toda culpa, deuda, profecía, maldición o formulario egipcio que pudiera surgir.
5. Ninguna momia sufrió daño durante este relato.
Salvo una que se ofendió porque dijimos que llevaba vendas pasadas de moda.
6. Y los extraterrestres vuelven a su galaxia muy contentos.
Especialmente porque aquí no les dieron cita.
Y dicho esto, querido lector:
Que disfrutes del cuento,
que no te persigan momias administrativas,
y que ANOTOP AT III no se te aparezca reclamando un sello.
Fin de la advertencia legal más absurda del universo.
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