La sala del Juzgado de Instrucción número X de Catarroja (Valencia) olía a naftalina y a café recalentado. Todo estaba dispuesto para el evento judicial del año: la declaración testifical de Alberto Núñez Feijóo, líder de la oposición, en el caso de la trágica DANA. La expectación era máxima.
En el estrado, con toga inmaculada y gafas de leer en la punta de la nariz, se sentaba la jueza Dana Primera (nombre ficticio, pero perfectamente simbólico). Feijóo, visiblemente incómodo, se situó ante ella. Juró decir la verdad, "solo la verdad, y nada más que la verdad", con una mano sobre un ejemplar del BOE, que le pareció lo más sagrado del lugar.
—Señoría, es un placer estar aquí, ejerciendo mi papel como... —empezó Feijóo.
—Testigo, señor Feijóo, testigo —le interrumpió la jueza con un tono que no admitía réplica—. Su papel hoy es responder a mis preguntas, no a las de Pedro Sánchez.
La sala soltó una risita ahogada.
La jueza fue al grano: —Señor Feijóo, la acusación particular, que representa a las víctimas, solicita que aclare sus comunicaciones con el president Mazón durante la DANA del 29 de octubre de 2024. Usted afirmó públicamente que estuvo informado "minuto a minuto" de lo que ocurría, pero los registros de Mazón no recogen llamadas suyas. ¿Cómo explica esta discrepancia?
Feijóo se ajustó las gafas y carraspeó, adoptando su habitual pose de estadista en ruedas de prensa. —Verá, Señoría, la información fluía. Cuando digo "minuto a minuto", me refiero a un concepto metafórico de la inmediatez. Como jefe de la oposición, uno capta las señales del ambiente, las vibraciones del sentir popular. Es un flujo constante de... de galleguidad informativa.
—¿"Galleguidad informativa"? —preguntó la jueza, arqueando una ceja.
—Exacto. Es un método. No se basa en llamadas, ni en mensajes, ni en palomas mensajeras. Es un saber que la cosa va mal sin que te lo tengan que decir explícitamente. Es como saber que va a llover solo con oler el aire.
La abogada de la acusación particular, una mujer menuda con cara de pocos amigos, se levantó. —Con la venia, Señoría. ¿Podría el testigo detallar si ese "saber" implicaba la activación de protocolos de emergencia?
—¡Por supuesto! —exclamó Feijóo, aliviado de poder hablar de gestión—. Mi papel fue exigir al Gobierno de España, desde el primer instante, que decretara la emergencia nacional. Eso lo dije a las 48 horas de los hechos, cuando pude llegar a Valencia. Es una exigencia proactiva a posteriori.
La sala ya no aguantaba la risa.
La jueza, imperturbable, pidió las pruebas: —Señor Feijóo, ¿podría, por favor, entregar los mensajes de WhatsApp que intercambió con el señor Mazón ese día? El juzgado ha solicitado que los aporte.
Feijóo palideció. Se llevó la mano al bolsillo y sacó su teléfono móvil, un Nokia 3310 de color azul.
—Ejem, Señoría... mi equipo de comunicación gestiona estas cosas. Yo uso este aparato para las llamadas importantes, las que se hacen de hombre a hombre. Pero, por lo que veo, solo tengo registros de llamadas perdidas del señor Mazón. Y dos mensajes de él que dicen: "Alberto, llámame urgente, esto es un desastre" y "Alberto, en serio, el río se desborda, ¿dónde estás?".
—¿Y contestó usted a esos mensajes, señor Feijóo? —inquirió la jueza.
—No directamente. Le mandé un sticker de un sol con gafas de sol. Para quitar hierro al asunto. Ya sabe, un poquito de humor gallego para la tensión. Pensé que el presidente del Gobierno central se encargaría de lo demás, que para eso tiene competencias exclusivas en materia de Confederaciones Hidrográficas.
La jueza se frotó las sienes. —Le recuerdo que está bajo juramento, señor Feijóo. Su testimonio podría dar razón de la información que el president Mazón pudo recibir y cómo se gestionó.
—Y la doy, Señoría, la doy. La información que recibí es que el Gobierno de Sánchez no estaba a la altura. Eso me quedó clarísimo desde el minuto uno... bueno, desde el minuto 1440, que son 24 horas después, que es cuando empecé a informarme. Es un tema de responsabilidad política, no judicial.
La jueza, exhausta, dio por finalizada la declaración, no sin antes recordar a Feijóo que la verdad en sede judicial es obligatoria. Feijóo salió de la sala con la sensación del deber cumplido, mientras los periodistas se abalanzaban sobre él.
—¡Primera noticia de que tenía que aportar los mensajes! —declaró a los medios.
Y así, entre galleguidad informativa y stickers de WhatsApp, la justicia intentó poner orden en el caos de la DANA, con un testigo que parecía flotar por encima del temporal.
CONCLUSIÓN
Comparto con vosotr@s un relato satírico e imaginario basado en la actualidad política y la noticia (ficticia para este relato, pero inspirada en hechos reales) de la citación de Alberto Núñez Feijóo como testigo en el caso de la DANA, donde la jueza busca aclarar la veracidad de las comunicaciones con Carlos Mazón.
Hay que aclarar que la fecha de su comparecencia todavía no ha sido fijada públicamente a día de hoy, 13 de diciembre de 2025.
Un día en el calendario que es todo un misterio envuelto en una paradoja temporal, digna de la "galleguidad informativa".
Reitero que el relato anterior y cualquier fecha mencionada son parte de una recreación puramente satírica e inventada, concebida en clave de humor. No se corresponden con hechos reales ni fechas judiciales verídicas. Precisando que, si por ejemplo, se dieran las mismas circunstancias en el juicio real, que lo que aquí se relata, se debe sin lugar a dudas, a mis poderes adivinatorios ancestrales, heredados por línea materna, sería en todo caso una coincidencia o un lapsus espacio-temporal.
En la realidad (fuera de este ejercicio de sátira), si bien la tragedia de la DANA fue real y ha generado debate político sobre la gestión y la comunicación entre administraciones, la citación judicial de Feijóo, su uso de un Nokia 3310, y la jueza llamada "Dana Primera" son elementos de ficción creados para el relato humorístico titulado "Auto de Fe y Feijóo: La DANA en el Banquillo".
UNAS PALABRAS PARA EL RECUERDO
La DANA que afectó a la Comunidad Valenciana, especialmente a las comarcas de la Ribera Alta y Baja y a la ciudad de València, el 29 de octubre de 2024, fue un evento catastrófico de dimensiones históricas.
El episodio de lluvias torrenciales y las consecuentes inundaciones repentinas provocaron la muerte de 230 personas, causando una devastación inmensa en infraestructuras, viviendas, negocios y campos de cultivo. Miles de familias perdieron a seres queridos y la totalidad de sus bienes materiales.
Fue una tragedia nacional que dejó una profunda huella de luto y dolor en España, y que requirió una respuesta masiva de servicios de emergencia, voluntarios y todas las administraciones públicas para la recuperación y el apoyo a las víctimas. El recuerdo de lo ocurrido es un asunto de la máxima seriedad y respeto.

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