De vez en cuando me gusta publicar una reflexión "tontica" y hoy le toca el turno a las familias tóxicas... Esos parientes que sólo aparecen por nuestra vida cuando tienen necesidad de algo y nosotros aceptamos este tipo de relación, como si fuera el pan de cada día, y por ello compartimos inocentemente esa cualidad de la que hablo, porque tan tóxica es la persona que pide como la que da, y esto es importante saberlo... Ese tipo de personas que se piensan que la familia es poco menos que una ONG a su entera disposición y cuando reciben un "NO" rotundo se convierten en la "niña del exorcista" con todo lo que ello puede acarrear... Poco se puede decir a este respecto. Pero lo que nadie discute es que esta experiencia de vida te obliga a plantearte si merece la pena tener trato con semejante familia y si compensa o merece la pena arriesgarse a padecer una nueva decepción. Decir "no" en determinadas situaciones es la prueba de autoestima más grande a la que nos podemos enfrentar. No nos convierte en santos ceder siempre a las exigencias que nos imponen, porque en cierta manera no deja de ser un vil chantaje afectivo en el que caemos...
martes, 31 de julio de 2018
LA FAMILIA TÓXICA
De vez en cuando me gusta publicar una reflexión "tontica" y hoy le toca el turno a las familias tóxicas... Esos parientes que sólo aparecen por nuestra vida cuando tienen necesidad de algo y nosotros aceptamos este tipo de relación, como si fuera el pan de cada día, y por ello compartimos inocentemente esa cualidad de la que hablo, porque tan tóxica es la persona que pide como la que da, y esto es importante saberlo... Ese tipo de personas que se piensan que la familia es poco menos que una ONG a su entera disposición y cuando reciben un "NO" rotundo se convierten en la "niña del exorcista" con todo lo que ello puede acarrear... Poco se puede decir a este respecto. Pero lo que nadie discute es que esta experiencia de vida te obliga a plantearte si merece la pena tener trato con semejante familia y si compensa o merece la pena arriesgarse a padecer una nueva decepción. Decir "no" en determinadas situaciones es la prueba de autoestima más grande a la que nos podemos enfrentar. No nos convierte en santos ceder siempre a las exigencias que nos imponen, porque en cierta manera no deja de ser un vil chantaje afectivo en el que caemos...
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