Desde siempre nuestras abuelas se las han ingeniado para que sus vástagos estuviesen fuertes y bien alimentados. Por eso ya va siendo hora de seguir su sabio ejemplo.
El famoso "aceite de ricino", ese que se solía emplear contra los empachos. Mi madre, murcianica muy graciosa, solía quejarse y nos decía... "¡ Pero qué empacho, si pasábamos más hambre!" y, es que seguramente mi abuela no se lo daba precisamente por los empachos y era más fácil callar la boca de un niñ@ reticente a ingerir potingues con un sabor muy poco agradable. Ya que además de aliviar empachos, también sirve para reducir los dolores, estimular el sistema inmunitario, aliviar las heridas de la piel y además es un potente antibacteriano, antiviral y fungicida.
Mi madre suele decir que de "pequeños nunca caían malos". Claro, su madre sabía lo que tenía que darles. Y, es que en el pasado existía mayor concienciación sobre la medicina natural... En parte sería debido a los pocos recursos y la pobreza extrema lo que llevaba a depender casi exclusivamente de estos remedios caseros.
El caso es que nosotr@s cuando llegaba la primavera y la astenia primaveral, acompañada de cansancio, insomnio e irritabilidad, hacía su entrada triunfal, mi madre no nos torturaba con el aceite de ricino, pero si con un estupendo brebaje hecho con tomates, pimiento rojo, zanahoria, cebolla, apio, pepino, aceite de oliva, ajo y limón o vinagre. Siempre nos los bebíamos frío y como vulgarmente se dice, resucitaba a un muerto... Así es, la formula inicial de gazpacho andaluz es tan revigorizante, que suele hacer efecto nada más tomarla. Si la probáis y no os hace mucho efecto, pues se aumenta la cantidad de tomate...Y, veréis que bien os sienta y la energía que os entra.
Otra receta básica, es el caldo de alcachofa, aderezado con unas gotitas de limón. Así de esta manera tan simple conseguimos la depuración total del hígado y que sus niveles se estabilicen. Además si te gustan las alcachofas, está riquísima...
Una de las recetas más efectivas para combatir los constipados y dolencias generados por un componente alérgico es la crema de calabaza.
Los ingredientes son: Calabaza, zanahoria, puerro, cebolla tierna, patata, ajo, aceite y pimienta. Todo se echa en una cazuela y se deja hervir. Después se tritura y se sirve con trocitos de pan tostado.
Es conveniente tomarlo durante toda la primavera y el otoño, sus efectos son inmediatos.
Un postre puede ser exquisito si a un yogur, preferiblemente sin lactosa, se le añade trocitos de nueces, almendras y miel... Bueno, para qué voy a decir nada, nuestro cerebro disfruta como un loco con este dulce tan suculento... Y nuestra piel, ya no os cuento...
Y, que pasa con esas afecciones de garganta crónicas que se convierten en un auténtico calvario, sobre todo para las personas a las que han extirpado las amígdalas, como es mi caso y la razón oculta por la que tengo que estar siempre ocupada, porque de lo contrario, me hundo en la más profunda desesperación. Pues nada mejor que un preparado de miel y limón, bien calentito, aunque eso sí, pone los dientes un pelín de punta.
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