jueves, 24 de mayo de 2018

MI PADRE, MI AMOR....



Y, sigo con mis tontunas del día... Hace unos días se cumplieron 14 años del fallecimiento de mi padre y muchos comprenderán por qué no me lo puedo quitar de la cabeza... 

Eran sus detalles y esa costumbre suya de perjudicarse por su familia... Algo que no acabábamos de entender Antonia y yo... Pero, un día que íbamos al médico, inició conmigo una conversación muy extraña... Sin más empezó a decirme que no estaba bien ser tan independiente, que durante la juventud no se necesita a nadie, pero cuando se llega a la vejez la cosa cambia, y llegados a ese punto, la soledad puede llegar a ser muy dolorosa.... 

Naturalmente, sabía por dónde iba y sin más explicaciones le contesté: " ¡Papá, no hay que pedirle peras al olmo!"... Mi padre que no era tonto, me entendió perfectamente y se enojó... "¡ Tú y tu filosofía! No te va a llevar a ningún sitio"...

Su contestación me encrespó y como solía suceder en esos casos, la lengua se me desató... 

"Sí, seguramente, con toda probabilidad llegaremos solas a la ancianidad, pero eso no quiere decir que si me humillo con la familia como tu haces, vaya a ser suficiente condición para disfrutar de esa "encantadora" familia que tu te empeñas tanto en conservar... No es un problema de amor familiar. Ten en cuenta, que seguirás entregándote a ellos como hasta ahora, pero cuando faltes, no nos harán ni caso, y no, porque seamos lo peor, si no porque no nos quieren. Porque el amor familiar no necesita entrega, ni condiciones. Existe y se manifiesta naturalmente...

 ¡Yo hago lo que hago solo por vosotras, para que no os quedéis solas!... Me dijo encolerizado...

" No te sacrifiques por nosotras, porque nuestro futuro, es incierto, y nadie sabe lo que nos deparará. Ya nos preocuparemos cuando llegue el momento".... A partir de ese día su relación con la familia cambió... Y, naturalmente, acabó desapareciendo de nuestra vida de manera definitiva... Pero, la verdad, es que él era considerado un renegado en su familia y nunca le aceptaron, ni a él ni a nosotras, Y, aunque tarde, al final se dio cuenta... Un año más tarde, le diagnosticaron la enfermedad"...

Y, más tarde, sería mi tía, ya fallecida, a la que recuerdo con mucho cariño, la que empezó con lo mismo... Pero, en el fondo tras su preocupación como amante madre que era, se encontraban sus hijos... 

Y, es que la sabiduría paternal o maternal, va más allá de la muerte, y su intuición es la que motiva sus desvelos ante la posibilidad de que sus hijos alcancen la senectud, sin ayuda o en solitario.



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