EL VIENTO


Laura vive en un moderno edificio situado en las afueras de la ciudad. Un caprichoso cruce de caminos que se convierte en un auténtico caos cuando el viento muestra su cara más violenta..
Hostil y despiadado, azota con tanta fuerza que los indefensos árboles de la calle realizan un esfuerzo titánico por mantener la integridad ante su furia. Su poder devastador arruina jardineras, macetas, y alguna que otra persiana es arrancada de cuajo y sale volando rumbo a lo desconocido. En esos momentos, la chica tiene la sensación de que el techo le va a caer encima de un momento a otro… Pero, como no le queda otra, ha aprendido a convivir con la locura desatada de los elementos y hasta encuentra un placer morboso en la situación... El infortunio y la precariedad han conseguido que esa catastrófica situación contribuya a romper un poco la rutina diaria. La dosis necesaria de aventura y de coqueteo extremo con el peligro que ella necesita para vivir y poder olvidarse de la amarga crisis existencial que está viviendo…Ese viento renovador porque una vez desatado aniquila toda la maldad y las malas vibraciones que pululan en el ambiente... 

Inexplicablemente, también se ha convertido en una experiencia sublime porque después de su desbocada influencia puede sentir la renovada pureza del aire… Y eso la revitaliza, llenándola de una rara energía que la hace sentir maravillosamente.

 Esa tarde sopla tan rabioso que una de las ventanas se abre violentamente y una corriente de aire penetra libremente por todo el pasillo provocando un sainete de portazos en todas las puertas que están abiertas. Inquieta cierra presurosa la ventana, que ofrece mucha resistencia, y después echa una ojeada al balcón.. Tal y como espera, parece que acaba de pasar una guerra. Llena de consternación contempla los estragos del viento y trata de enmendarlos.. 

 Curiosa, dirige una mirada al edificio de enfrente, en apariencia no sufre ningún percance por los embates del viento… Las luces de la calle se encienden anunciando la inminente llegada de la noche, y su tenue claridad parece desterrar todos los demonios que aquel vendaval ha traído consigo. Se demora lo justo, tratando de poner a buen recaudo las plantas y después intenta seguir viendo su serie favorita en la televisión hasta que ya no puede más... El cansancio es tan grande que no sabe de dónde ha sacado fuerzas para levantarse del sofá y meterse en la cama, igual ha sido un milagro. Lo cierto es que nada más entrar en contacto su cabeza con la almohada cae profundamente dormida. 

 Es noche cerrada, cuando la desagradable sensación de algo frío en la frente la despierta bruscamente, eso y el desasosegante silbido del viento le impiden volver a conciliar el sueño… Permanece en la cama, sin apenas moverse, con los ojos fijos en el techo… Piensa que es el viento que ha vuelto, como ese amante fiel que parece no resignarse a abandonar a su amada… Recelosa contempla como se agita violentamente la persiana por su feroz impacto, tanto que parece que se vaya a desprender de las guías de un momento a otro… Ese familiar ruido que pese a su esencia devastadora, siempre la había tranquilizado, relajado y ahora la inquieta. sobre todo cuando escucha el ruido que hace el toldo automatizado de la vecina de arriba cuando choca contra la pared al ser zarandeado. No es un huracán, pero le falta poco. Sin embargo, entre esos ruidos típicos  ha creído distinguir algo impredecible, inusual, algo así como un aullido. Tiene la absoluta certeza de que aquello no es humano, solo puede proceder de una bestia terrible. Imaginar aquello la hace sentirse más vulnerable y para tratar de conjurar el miedo que se va apoderando de ella, trata de mantener los ojos fuertemente cerrados mientras inspira y espira, sucesivamente. Al final, yergue la cabeza. -"Que Dios me ayude, hay algo en el balcón y quiere entrar"- Mentalmente agradece a su madre que a raíz del fallecimiento de su padre, se le ocurriese la buena idea de poner rejas en todas las puertas y ventanas que daban al balcón… Nunca pensó que algún día pudiera llegar a agradecer la extraña ocurrencia de su madre.- “Quiere entrar"- Piensa con angustia, tratando de recuperar el aliento… Tiene que asegurarse antes de tomar la decisión de llamar a la policía. Así que se levanta de la cama y trata de fisgar a través de las rendijas de la ventana, pero son tan minúsculas que no se ve nada, la luminosidad solo consigue cegarla un poco, pero aún así cree entrever algo. Tras varios intentos de intentar visualizar la escena que se está desarrollando en el balcón, opta por acercarse hasta la puerta que da acceso … Respira hondo, no hay nadie, piensa en lo mala que puede llegar a ser tener una imaginación tan calenturienta como la suya. Sin embargo, se vuelve a encontrar con el mismo panorama que antes, la mayoría de las macetas volcadas nuevamente. Desolada contempla el pequeño balcón desierto y como  el viento despiadado sigue masacrando las plantas que crecen en las vetustas jardineras con las que se pretendía dar vida al triste balcón… Pese a la inclemencia del tiempo decide abandonar la calidez de la sala donde se encuentra y enfrentarse a la violencia de los elementos, abre la puerta y recibe en la cara la frialdad extrema… Trata de recomponer el estropicio que ha hecho el viento, no es nada irreparable… Las vuelve a recoger y apilar junto a la puerta, intentando resguardarlas. Cuando se incorpora su atención recae en el piso de enfrente y lo que ve le hiela la sangre… Por alguna extraña razón que no logra explicar, quizá solo es curiosidad, fija sus ojos en el edificio de enfrente y allí descubre un hombre extremadamente alto e imponente. Es un ser extremadamente delgado. Su cuerpo se adivina ágil, bajo la mortaja y capucha que lo cubre. No puede ver su rostro con claridad, pero tiene la sensación de que la está mirando. Después, el viento cesa de pronto y todo queda en silencio. Algo en aquel ser indica que no es normal, puede ser cualquier cosa, menos humano… Es la calma chicha que precede a la tormenta… Laura no puede dejar de contemplar al individuo, se siente como si estuviera atrapada en un agujero negro . Paralizada, es incapaz de moverse, hablar o pestañear, se siente completamente abducida por aquel ser de pesadilla. El encapuchado al sentirse observado gira la cabeza lentamente y descubre a la mujer que le contempla, paralizada por la sorpresa, al otro lado de la calle. Como si intuyera la zozobra interna de Laura, se acerca hasta el borde de la barandilla y enfrenta desafiante  la mirada femenina... La sangre se congela en las venas de la muchacha...·”¡Oh Dios Mío, qué es eso ¡?·.... La mujer siente su mirada acechante y tiene la certeza de que si no hace algo, estará expuesta a un peligro incierto. Por eso no puede separar los ojos de la negra figura… Se siente invadida por algo más fuerte que el miedo, es algo tan impreciso que no sabe como definir. Una extraña sugestión se ha apoderado de ella cuando contempla hipnotizada al extraño que la contempla con un intenso fulgor rojizo en la mirada.

La reacción del hombre es inmediata, se encarama en lo alto de la barandilla y suelta un gruñido a la luna, salta con agilidad al vacío y como si fuera una araña, se adhiere a la pared y desciende sinuosamente a gran velocidad. La mujer contempla la escena estupefacta, mira las acrobacias del hombre al recorrer la fachada del edificio y casi se orina encima…. El ser se mueve ágil entre los balcones, salta de uno a otro agarrado a las cornisas, apoyando sus largos pies en los bordes de una losa y de un gran salto, cae en el balcón siguiente. Horrorizada siente como la muerte se le acerca a pasos agigantados… Un pequeño percance provoca que sus ojos se aparten de los de ella, un instante en el  que se rompe ese vinculo mental que ha establecido con el “parkour”… 

Ella abandona rápidamente el balcón y se mete en el interior de su casa, lo hace tan atropelladamente que ha tropezado y casi pierde el equilibrio, pero sus reflejos están despiertos y cierra con apresuramiento la puerta con llave y después cuando ya se siente a salvo, apoya la espalda contra la fría superficie de la puerta… 

La extraña criatura al percatarse de la reacción de la mujer vuelve a lanzar otro de sus terroríficos aullidos, Laura se tapa los oídos espantada. Pero aliviada, porque entre las cuatro paredes de su casa se siente segura… Cuando sus emociones dejan de ser tumultuosas, se acerca hasta la ventana y entonces   ve a cuatro gigantescos humanoides que se acercan sigilosamente por la calle, a su paso las luces de las farolas se van apagando. El encapuchado se les une y puede ver como hablan entre ellos… Los extraños seres, conscientes de que son observados, miran hacia el lugar desde el que Laura les espía. La mujer se siente descubierta y no puede  evitar sentir un ramalazo de miedo al sentir sus brillantes miradas en la oscuridad. Un apagón contribuye a crispar más sus nervios, en última instancia dirige una mirada al cielo y gracias a la oscuridad puede descubrir la gran cantidad de estrellas que brillan en el cielo, y entre ellas, una, que aumenta de tamaño y sale disparada… La mujer tiene la certeza absoluta de que  esa estrella  tiene algo que ver con los intrusos que merodean por el barrio…  

Es todo tan irracional que piensa que está viviendo una auténtica pesadilla, un delirio onírico. Nadie en sus cabales puede creerse que aquellos seres extraterrestres de naturaleza depredadora puedan organizar pequeñas escaramuzas nocturnas con la idea de capturar presas inocentes… 

Mientras permanece absorta en sus pensamientos, el encapuchado escala sin dificultad la fachada del edificio y no tarda en alcanzar la vivienda de la espantada mujer, que cuando se da cuenta ya lo tiene enfrente, y solo entonces  tiene ocasión de contemplarle con más detenimiento… Completamente vestido de negro y con pasamontañas, no puede ver su rostro pero sí sus dedos largos, uñas afiladas, ojos grandes con un fulgor rojizo espeluznantes… Aquel ser abre la boca y con voz hueca y metálica pronuncia… …”No te resistas, tan sólo será un momento”... La chica siente como pierde el conocimiento y las piernas ya no la sostienen… Antes de caer desplomada, desaparece al ser golpeada por una explosión lumínica...

 Laura se encontraba en un recóndito lugar del bosque en el que destacaba una espectacular cascada que derramaba sus vertiginosas aguas en un precioso estanque, , Aquello parecía un sueño hecho realidad, siempre había añorado  el aire libre y una existencia más activa y cercana a la naturaleza. Aquel cúmulo de sensaciones la hizo sentir como se erizaba el vello de su cuerpo y no pudo resistir la tentación de despojarse de sus ropas y sumergirse en aquel prodigio de la naturaleza… Un increíble placer la invadió cuando sus miembros recibieron el frío roce del agua… Nadó durante horas hasta que extenuada tuvo que abandonar el líquido remanso de paz… 

Tumbada sobre la hierba, sentía la caricia del sol como algo revitalizante… 

 …”¡ Esta dicha sería completa, si tuviera a mano un bocadillo de tortilla y un solomillo al Roquefort! ”... Ese fue su pensamiento antes dormirse… Cuando despertó vio una especie de paquete debajo de un árbol, con desconfianza se dirigió hacia donde se encontraba… El paquete desprendía un delicioso olor a comida, ojeó en el interior y casi se cae de espaldas al inhalar el característico aroma del famoso queso francés, porque será toda una delicia gastronómica, pero su olor es un poco peculiar...

 Llora de alegría al ver sobresalir la tortilla entre las rebanadas de pan. Cuando se trata de comer, no es precisamente inapetente. Da buen fin del manjar… Pero hasta la belleza en exceso harta y por su mente pasa la idea de lo relajante y gratificante que podía ser encontrarse en su casa recostada en el sofá con una taza de chocolate entre las manos y viendo su película romántica favorita… Como si sus deseos fuesen realidad, de repente la escena cambia y se ve tal y como se había imaginado… Entonces, comenzó a sospechar que lo que estaba viviendo no era real y que posiblemente estaba siendo objeto de algún tipo de manipulación mental… 

En realidad así era, porque de pronto la realidad se impuso de una manera abrumadora al verse sentada en una una especie de butacón reclinable conectada a una especie de tejido neuronal de grandes proporciones, cuyas constantes descargas eléctricas parecían provocar todo tipo de emociones en la mujer… Un tejido de circuitos y cables la mantenía unida a la gigantesca célula…

Pero, la mujer no se encontraba sola, la rodeaban unos seres humanoides que vestían monos blancos y se mostraban atentos ante las reacciones que presentaba la mujer con cada descarga... Permanecía relajada, tranquila, una extraña serenidad la dominaba, mientras contemplaba los cálculos y anotaciones que aquellos seres realizaban en una especie de pantalla táctil aérea... Ella  los contemplaba en silencio, ni siquiera era capaz de rebelarse ante sus secuestradores... Su dominación era absoluta.

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