lunes, 17 de abril de 2017

ESPINAR Y LA MARISCADA DEL ESCÁNDALO


"La mariscada y la Coca Cola" de Espinar, ni siquiera una pequeña mención o crítica a las recientes noticias que han aparecido sobre la gestión de Rato cuando era ministro o gerente del FMI. 

Sociedad petulante y cómplice de la metástasis que está sufriendo el Estado español, porque eso es lo que ocurre cuando se institucionaliza la corrupción. Porque en España ya se están dando todas las condiciones de una degradación política, social y económica propiciatoria de un estallido social, y la precariedad o mínimos personales vitales en los sectores de la sociedad constituyen ya una carencia en más de un tercio de la ciudadanía... Pero, ojo, que las críticas a este dispendio alimenticio por parte de Espinar, sólo es un juego de doble filo,  no parten de esa misma ciudadanía que imaginamos descontenta, esta falacia manipulativa parte de ese mismo grupo privilegiado que solo provoca para que ese sector de la sociedad más depauperada, pero con orgullo de clase, saque a relucir la evidencia absoluta de que comer "mariscada" o "parrillada", es algo que todavía se puede permitir... Y, no, amigos, no todo el mundo puede permitírselo.
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Somos testigos de una muestra más de la hipocresía que agita la fibra de las capas más profundas de nuestra sociedad esclavista. Pero lo más grave es que ya no es el gobierno el que dirige los ataques a la formación morada, es la propia ciudadanía la que carga contra el derecho de que un político, que simboliza la expresión del pueblo, se permita un “lujo”  gastronómico, que por lo que parece no debería de estar al alcance de todos… 

 ¿Es clasismo, inmovilismo o cretinismo mental?... Aquí lo que pasa es que los pobres no tienen porque comer todos los días, hay que ayunar como buen cristiano y pegarse estas comilonas es propio de pecadores… 

No es ninguna broma esta noticia, hasta hace poco que un trabajador llevara un alto nivel de vida no estaba mal visto y se consideraba que era una situación generada por poseer una profesión justamente remunerada.. Resumiendo, esto vendría a ser el Estado del bienestar, trabajar y ser retribuidos para algo más que abastecernos de lo más necesario, llevar una vida lo suficientemente holgada y satisfactoria como para realizarse socialmente ya sea viajando o realizando cualquier actividad lúdica que nos venga en gana.  

Ya nadie recuerda cuando el anterior Gobierno, el de Zapatero, recomendó comer conejo en Navidad para hacer frente a la subida de precios y la crisis que atravesaba el sector y Rajoy en la misma línea a la que nos tiene acostumbrados le contestó a Solbes que "no es lo mismo un euro que dos", ni "un pavo que un conejo". Pero sería Acebes quién volvería a insistir en el tema sobre el consumo del conejo. "Además, nos empeñamos en comer conejo", acabaría diciendo con ironía. Según Acebes, sugirió que eso es lo que querían desde el Gobierno, que comiéramos conejo todos los días. Años más tarde, sería el propio Mariano Rajoy, en una comunicación de prensa, el que propuso comer conejo en Navidad... 

 Y, es que previa a la REVOLUCIÓN SOCIAL, único camino real de las clases pobres, se precisa una revolución de la conciencia y eso solo se consigue cuando comprendamos que no todo se compra, ni se vende y se sientan unas verdaderas ganas de querer cambiar una sociedad anacrónica en la que predomina el inmovilismo y la jerarquización social, porque eso significar criticar que un miembro advenedizo del sistema de castas en el que vivimos, quiera salir del círculo vicioso que entraña el acaparamiento de riqueza de unos pocos.... 

 Pues eso, como decía Bakunin «Mientras exista una clase inferior, perteneceré a ella. Mientras haya un elemento criminal, estaré hecho de él. Mientras permanezca un alma en prisión, no seré libre.»

1 comentario:

  1. Lo de poner el grito en el cielo con la mariscada de Espinar viene a ser como los viejos chistes sobre comunistas. En ellos se ridiculiza al "comunista" que no cumple con sus propios parámetros éticos, para lo que el contador o creador de esos chistes se arroga, en el tiempo que dura el chiste, esos parámetros reconociéndoles, sin que al parecer se de cuenta, una superioridad respecto a los suyos propios. Se quiere confundir la ideología con la persona que la traiciona, para, desde ahí, arremeter contra esa misma ideología. Y tan panchos.
    Por otra parte he oído a muchos españolitos de a pie no perdonar a gentes de su clase y condición social cosas que con facilidad le perdonarían a otros más encumbrados. Pero es que, a falta de educación política o de aquel viejo odio "de clase", en Españistán tenemos algo muy nuestro que nos define: la envidia.

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