LA NOCHE DEL COMETA, II



A bordo de la saeta luminosa que surca la oscuridad subterránea, contemplo perpleja la impresionante obra de ingeniería que ha modificado totalmente la conformación geológica del subsuelo…

El ultraligero se desliza a una gran velocidad por las profundidades futuristas. Devora kilómetros a una velocidad frenética, mientras cruza precipicios abismales, colgados en el vacío, como un suspiro, como si no hubiera un mañana. 

Descubro, maravillada, la extraña luminosidad que impera en esos escenarios postmodernos geológicos y contengo la respiración visualizando acantilados vertiginosos que me estremecen de pavor... Mientras, el extraño convoy nos conduce en una delirante carrera hacia un nuevo destino... 

No sé a qué profundidad me encuentro. Estoy segura que es imposible de cuantificar... 

 El tiempo parece congelarse cuando miro las extrañas formas que parecen abrazarse en el exterior. Tratando de erradicar las sombras  me siento sobrecogida al captar el perfil casi demoníaco de aquel mundo ignoto. El negro panorama se reafirma en un horizonte donde se abre una oquedad de profundidades insondables…. Y, en aquella abrumadora oscuridad me siento terriblemente desamparada. 

 Darío me contempla con una rara expresión en el rostro, como si leyera mis pensamientos… 

 …”En poco menos de una hora llegaremos al Santuario de Montserrat”… Me dice con una leve sonrisa, quizá destinada a tranquilizarme un poco. Me quedo ensimismada contemplándole, cuando de pronto, se escucha un ruido raro, algo parecido al chirrido  provocado cuando se frena de manera brusca… Unos inquietantes chispazos, precedidos de una violenta sacudida iluminan la oscuridad… 

El ultraligero se va deteniendo, hasta quedar completamente paralizado… . El motor se ha detenido y lo mismo la ventilación. El silencio más absoluto cae sobre nosotros. Entonces, tras un fogonazo, las luces se apagan. Ahí, empiezo a sentir miedo. Miro con espanto a Darío, que parece mostrarse muy inquieto… Tengo la certeza de que no controla la situación y eso lo incomoda. Abandona su asiento, presuroso, y se dirige hacia una de las puertas, espera enterarse de lo ocurrido, pero en el exterior no se aprecia nada raro, todo transcurre bajo una aparente normalidad. Seguramente, el problema debe de estar localizado en la cabeza del tren... 

En este momento, lamento que seamos los únicos ocupantes del vagón. El calor exterior en contraste con el frío cristal de la máquina, empaña las ventanas.. Intento limpiar el vaho con la mano, pero apenas puedo apreciar nada… En el exterior, reina una oscuridad total que disuade de cualquier intento de abandonar la zona del confort del tren y aventurarse en aquellas tinieblas. Sólo consigo distinguir las imponentes formaciones rocosas que nos rodean y con las emociones alteradas por la situación, se me revelan como amenazantes gigantes telúricos capaces de despertar de su letargo cósmico… 

No se observa apeadero alguno, ni siquiera una estación o parada... La visión no puede ser más sobrecogedora. Seguro que el ultraligero ha realizado alguna parada de emergencia. Trato de serenarme imaginando que será algo que se solucionará pronto. 

 ….”¿Darío, sabe por qué nos hemos detenido?”. Trato de disimular la ansiedad que me embarga porque tengo la certeza de que una de mis peores pesadillas acaba de hacerse realidad, “que la máquina infernal se detenga en aquellas profundidades desconocidas”.

..."No tengo idea, parece ser que alguien accionó el freno de emergencia. Voy a ir hasta la cabeza del tren a ver qué pasa, por favor, tranquilícese y no se mueva, que en seguida regreso"…

…"Perdone, pero yo no me quedo aquí sola, ni loca…Así que me voy con usted hasta el final del mundo, si es preciso"… Replico y su mirada evidencia que no piensa ponerme ninguna objeción. Es imposible luchar contra la extraña fascinación que despierta en mí ese mundo pétreo subterráneo, me atrae tan poderosamente que no puedo dejar de dirigir miradas furtivas hacia el exterior . Y la oscuridad reinante me revela que el terror nace de la inseguridad y la falta de conocimiento, que las verdades más universales son las que despejan nuestras dudas y temores. Así que sin dudarlo sigo a Darío por el angosto pasillo que comunica nuestro vagón con el que le precede. 

Un sinfín de preguntas me asaltan, pero callo por prudencia, pues presiento que algo funesto ha ocurrido. Desde que se produjo lo del cometa, he desarrollado una especie de intuición o sensibilidad extrema que la experiencia ratifica. Todavía conservo el “espantavisitas”, es algo que he llevado siempre encima y se ha convertido en un miembro más de mi cuerpo, incluso mucho más efectivo que los propios de mi anatomía….

Mientras camino detrás de Darío, acaricio el bate y sentir la dureza y calidez de la madera me infunde ánimos. Me siento casi poderosa,  capaz de enfrentarme al mismo diablo y salir victoriosa… 

Me envaro cuando escucho el primer grito, más bien un alarido. No tardan en sonar otros. En ellos se percibe terror y agonía. Después de todo, no somos los únicos ocupantes del ultraligero, y por el ruido y la agitación que se siente, temo que algo terrible tiene que estar sucediendo en los primeros vagones… Dario se detiene bruscamente y se vuelve. Su rostro refleja una gran preocupación… Me doy cuenta de que la cosa es más grave de lo que parece y con sólo imaginar que estamos atrapados en un lugar tan terrorífico, me acometen intensos escalofrios.

...”Mejor, abandonamos el tren y seguimos a pie hasta el santuario, no debe de encontrarse muy lejos”... Me comenta.  Después  se dirige a una de las puertas con la intención de abrirla, agarra con fuerza una pequeña palanca, pero el mecanismo no responde. Seguramente, por seguridad, las puertas se han obstruido o bloqueado de alguna manera. Darío maldice en voz baja, y dirige una mirada a su alrededor buscando algo con lo que romper el mecanismo de la puerta. Mientras cavilo sobre la posibilidad de cederle o no mi "espantavisitas". Desprenderme del bate es algo que no contemplo, ya que me siento segura con él en mi poder. Tras algunos intentos infructuosos desiste en su empeño de tratar de abrir la puerta y centra su atención en la ventana. Pronto localiza el resorte que permite abrirla, una especie de pequeña manivela que posibilita que la ventana se desprenda del marco con facilidad y cuando se abre totalmente, me hace salir primero por el hueco de la ventana, pese a la estrechez,  no tengo problemas… Caigo de mala manera, pero no me lastimo, después él me imita.. Una vez nos hallamos fuera, comprendo lo vulnerable que puede ser un ser humano cuando no se encuentra en su medio ambiente… 

Caminamos en fila india por una especie de canalillo que hay a ambos lados de la vía. Luchando contra el vértigo evito mirar hacia el inmenso vacío que se abre bajo nuestros pies. Al final llegamos hasta lo que parece una rudimentaria escalera, comenzamos a bajar por ella. Intento erradicar de mi mente el  ruido desasogante que producen sus goznes al crujir, ya que me provoca la constante sensación de que la rudimentaria estructura metálica va a desprenderse de un momento a otro y se despeñará en el abismo… Apresuramos el paso ya que nos  llegan con total nitidez y, cada vez más cerca, unos gruñidos aterradores que no parecen humanos

 …”Espero que “los topos” no hayan dado con la galería de seguridad”... 

…”¿Topos? Pregunté intrigada… 

…”Sí, topos, parece que la infección les ha alcanzado… Al final no nos sentiremos seguros en ninguna parte”.... 

 ….” Nos encontramos en el reino de los hombres topo, muy por debajo de la superficie de las calles de nuestras ciudades  se encuentra un lugar donde habitan los indigentes, los adictos, y los olvidados, evitan una sociedad a la que no se adaptan porque se sienten rechazados. En la marginalidad del subsuelo ellos establecen su código de valores y normas tribales, por los que se rigen estrictamente. Estos inadaptados se refugiaron en las entrañas de la ciudad huyendo de los caballeros negros, cuyo objetivo primordial era exterminarlos. Se llegó a hablar de mutantes, pero eso sólo es una leyenda urbana.. Hasta hace poco eso era lo que creíamos. Se fantasea mucho con su existencia. Se hablaba de que cuanto más nos adentramos en profundidad más peligrosos y salvajes son”... Darío concluyó su explicación cuando llegamos a una especie de galería que colgaba sobre el vacío. Aprecio que se extiende muy a lo lejos, casi se pierde la perspectiva en aquella oscura inmensidad… 

…”Y, ahora, tiene que seguirme, sin separarse, procurando hacer el menos ruido posible, que esos seres tienen muy desarrollado el sentido del oído… Y, esperemos que los “topos” no hayan dado con este pasadizo… Sería terrible”.. Caminamos por la galería sintiendo  como se está desarrollando sobre nuestras cabezas una sangrienta carnicería entre las criaturas subterráneas y los pasajeros del tren ultraligero. 

Una lucha cruenta en la que las posibilidades de sobrevivir al ataque de los "Topos", es prácticamente imposible… Sin dejar de mirar hacia arriba, con  aprensión, pues parece que la estructura metálica va a desplomarse sobre nuestras cabezas, con todas esas horribles criaturas sedientas de sangre.

Pero, la providencia, o lo que sea, está de nuestra parte, porque no pasa nada que nos pueda poner en peligro… 

Al cabo de un rato, llegamos a otras escaleras. Con precaución, Dario aminora la marcha, me hace un gesto con la mano señalando la escalerilla y con sigilo me invita a seguirlo.. … Pero sus reflejos fallan y algo que aparece de improviso, le agarra y ataca con violencia, una furia desatada domina a la criatura del abismo. Sé que es uno de esos seres de los que me ha hablado, esos "Topos" inadaptados que huyen de la sociedad que les rechaza por su misma condición autodestructiva. En escasos minutos, en el estrecho lugar se está librando una lucha a muerte entre Darío y el "topo"

 Contemplo con horror que no es el único, y que por desgracia los otros congéneres nos han descubierto. Sin embargo, juega a nuestro favor que se encuentran empotrados en el hueco de la escalera. Apresados, no dejan de proferir aterradores gruñidos mientras nos dirigen miradas furibundas, forcejean entre sí tratando de liberarse de su  yugo. La estrechez del hueco imposibilita que se sumen al feroz ataque y permanecen aplastados entre sí, entorpeciendo y dificultando sus movimientos. Ofrecen una grotesca estampa. Sus gruñidos me congelan la sangre… 

Cuando descubro sus rostros pálidos, sus ojillos rojos, sus dientes puntiagudos y dispares y su cabello blanco, algo se remueve en mi interior. En ese momento, soy más consciente que nunca de que he de actuar con rapidez. Tengo el bate en mi poder y he de utilizarlo si quiero salvar a Darío, Venciendo el terror que aquellas abominaciones me provocan, corro  hasta el lugar donde él lucha por su vida con desesperación... Uso el "espantavisitas" con todas mis fuerzas.  Cierro los ojos al escuchar el crujido que hace el cráneo al recibir mis golpes. Pero aquella criatura parece un ente sobrenatural inmune al dolor, pues sigue cebándose con su presa. Al final, aprieto fuertemente los ojos y alzando con todas mis fuerzas el bate, golpeo con fiereza  la cabeza de aquel monstruo, que se abre como una sandía, y cae abatido, arrastrando a Darío con él... 

Al ver que permanece inmóvil debajo del monstruo me invade una gran angustia... He llegado tarde y ha sucumbido al feroz ataque del "topo"...  

Una imperceptible agitación en el cuerpo del monstruo me pone sobre alerta y me dispongo a reanudar el ataque... Siento una gran alegría cuando comprendo que es Darío que trata de librarse de la inmensa mole del "topo". Cuando lo consigue, puedo apreciar que no ha salido indemne del feroz ataque, multitud de lesiones y heridas aparecen en diferentes puntos de su anatomía. Me dirige una mirada agradecida y con ternura limpia las salpicaduras de sangre de mi rostro... Después me abraza con fuerza y me estampa un apretado beso en los labios... Me quedo catatónica, la experiencia que acabo de vivir me ha dejado casi traumatizada y no reacciono... Cuando se separa, distingo un brillo febril en su mirada... Es en ese momento, cuando reacciono y antes de que se aleje, me cuelgo de su cuello con fuerza y le doy un beso apasionado... El hombre se debate entre mis brazos, pienso que debe de ser la pasión contenida... Pero nada de eso, cuando consigue despegarse comprendo que se está ahogando... Con horror pienso que un poco más y lo asfixio. Cuando se recupera de mi pasión descontrolada me arrebata el "espantavisitas", sin contemplaciones, comentando:

..."¡Dame, qué puedes ser verdaderamente peligrosa con esto en la mano!"... Sentencia, mientras arremete sin piedad contra los que se encuentran atrapados en la escalerilla….  

Contemplo en silencio como en aquel hombre, hasta hace poco un total desconocido para mi, se desata tal furia asesina que reduce en pocos minutos a un amasijo de sangre, carne y vísceras irreconocibles, a aquellos seres, que en algún momento de su vida habían tenido un atisbo de lucidez en su mente. Después me coge fuertemente del brazo emprendemos la huida, dejando atrás aquellos seres malheridos. 

Corremos con desesperación, tratando de huir de aquella barbarie, sin mirar atrás.  Pero, este horror nos persigue. Detrás de nosotros se deja oír un jadeo que acompaña rítmicamente a un chillido penetrante. sé que no tardaran nada en invadir la galería, porque la rabia que anima sus cuerpos no tiene límites… Un estrépito metálico nos indica que el techo de la galería ha cedido vomitando esas bestias.

Llega nítidamente hasta nuestros oídos el inquietante ruido que hacen al correr. Sentimos bajo nuestros pies como tiembla toda la estructura metálica de la galería, ante el ímpetu del avance de los "topos" y me temo que esta inestabilidad pueda llegar a despeñarnos al vacío.

La tenue luz nos permite ver como nuestros perseguidores van acortando la distancia.. Y, a escasos metros distingo el grupo de seres intraterrestres acechante, con más claridad. En la penumbra del lugar puedo ver sus pavorosos rasgos, su tez pálida y su ojillos rojos… Es la visión más aterradora. De pronto, uno de ellos abandona la base y trepa a los laterales de la galería, que comienza a moverse y cimbrearse peligrosamente. Se agarra como una rata gigantesca, y su velocidad al desplazarse por la estructura, aumenta, se nota que se encuentra en su medio. Espantada observo que se acerca peligrosamente … 

Atónita, mis sentidos captan la escena raletizando la imagen, como si fuera a cámara lenta. Contemplo las evoluciones de Darío, como si de un bailarín clásico se tratara, representando su obra póstuma "La Danza de la Muerte", danza macabra inmortalizada por un hombre que no teme a su adverso destino, danza tenebrosa de cuervos y cuerpos insepultos. En la guerra no hay mejor defensa que el ataque, premisa que ha desarrollado mi compañero circunstancial hasta sus últimas consecuencias.. 

Cuando el aluvión de seres intraterrestres nos cerca, Darío gira bruscamente, tratando de pillar por sorpresa al "topo" más adelantado, alza violentamente el bate y le da de lleno en la cabeza, la criatura  no puede esquivar el golpe, acaba desprendiéndose de la estructura metálica y cae tendida en el suelo como un muñeco roto… Al verlo, el resto, se lanza contra su agresor que, invencible, los va aniquilando con el bate en la mano, casi ciegos, no ven venir los golpes por lo que no se defienden… 

Nos quedamos solos. Ninguna criatura ha sobrevivido al furor homicida de Dario. Sus cuerpos quedan esparcidos sobre la superficie metálica de la galería como si se tratara de las victimas de una cruenta batalla...Y, nosotros, los supervivientes, recorremos exhaustos, sin aliento, los últimos metros que nos separan de la iluminada estación que da acceso al Santuario de Montserrat, y por una vez en la vida, nunca me sentí más regocijada. 

..." Ante tus ojos, el recóndito y misterioso "Círculo de los Milagros"... Pronunció, señalando teatralmente la magna obra...

 Tenia ante mis ojos un fabuloso monasterio subterráneo,  excavado en la roca. La espectacularidad de su iluminación ambarina  reverberaba en la oscuridad de la sima. Una obra singular de estilo arquitectónico impreciso, pero de una grandeza mística inigualable que te transportaba a otros espacios siderales inimaginables...

Ante aquella visión mágica comprendí todos los extraños prodigios, desde las extrañas luminarias que aparecen en el cielo, hasta las extrañas desapariciones de la que es protagonista la misteriosa montaña... Y sé que contemplar aquella revelación era algo para lo que he sido destinada... Aquel deslumbrante lugar no está al alcance de cualquiera, por eso tengo la certeza de que alguien me había hecho merecedora de formar parte de aquel espectáculo secreto, sólo destinado a los elegidos.

Pero algo no cuadra en la exótica belleza de aquel lugar, algo difícil de explicar...Interrogo con la mirada a Dario, buscando una explicación. 

Por toda respuesta, Dario emite una especie de silbido, semejante al gorjeo de un pájaro, y permanece expectante. Al poco rato lo vuelve a repetir, sin recibir respuesta....Entonces,  aquella exuberante luz se apaga y todo queda sumido en la más absoluta oscuridad, salvo la leve penumbra que crea la iluminación del raíl del ultraligero... 

 ...”Algo va mal”.. Dice mientras agarra con fuerza mi bate...

..."No hace falta que me lo jures.. A veces soy muy intuitiva"... Replico tratando de conservar ese sentido del humor tan necesario en situaciones límite....La carne se me pone de gallina cuando se escucha en algún lugar del Monasterio un brutal alarido.. 

Tengo la certeza de que el misterioso "Círculo de los Milagros" se ha ido al garete....

                                                                ***

Mientras tanto, como cada 11 de Noviembre, en el exterior, el grupo de amantes del fenómeno ovni se congregan en torno al ufólogo, esperando ser testigo de un prodigio celeste... En el cielo brillan más que nunca la luna y las estrellas. La hermosa noche muestra su arrebatadora belleza nocturna... Pero de los supuestos visitantes de otros mundos, no hay rastro....

Comentarios

  1. He empezado a leer esta entrada sin haber reparado que se trataba de una segunda parte, y no he torcido el gesto ni nada (negativamente) por lo que leía; de repente, de buenas a primeras, pero sin ser un comienzo brusco o precipitado, me encuentro con un relato que juega (es lo que pensaba yo) a ser el de una historia comenzada. Hallando un símil que puede parecer un poco disparatado… algo así como el “Esperando a Godot” teatral. Una historia de lucha contra elementos hostiles que logren sugestionar… no necesita (si se hace bien) de un contexto, más o menos definido, como base para el drama. Algo así como cuando Rodin representaba fragmentos de anatomía como soporte para crear sensaciones plásticas, sin pretextos mitológicos o historicistas etc. que obligasen a modelar un cuerpo entero.
    Pero después me doy cuenta de que el relato es una continuación. Leo la parte que lo precedió y descubro con agradable sorpresa un panorama dantesco también ya iniciado, apenas unos pasos de retroceso con respecto a lo que había leído en la segunda parte, es decir: sin divagaciones, entrando con fuerza desde la primera línea.
    La historia me recuerda vagamente a “La máquina del tiempo”, con un mundo repartido entre habitantes que viven sobre la corteza terrestre y otros debajo de ella; un mundo que podría ser bien resultado de aquel diseño de ciudad imaginado por Leonardo Da Vinci en el que las clases sociales ocupan cada uno un lugar físico en la tierra, de modo que la clase trabajadora al servicio de una clase ociosa vive en el inframundo, ajenos a la luz del día. Un inventor Leonardo del que no se resalta suficientemente su naturaleza siniestra.
    Por cierto, el relato en primera persona de la protagonista… por alguna razón al principio me despertaba dudas sobre lo verídico de lo que cuenta. La primera persona tiene su prestigio; al emplear la palabra escrita tendemos a dar por cierta su narración, y en este caso uno puede creer que, en efecto, fue un cometa lo que desató el caos; y que la muerte de sus familiares a mano de la protagonista fue en base a lo que ella dice, y no en base a otras causas como la locura, un trastorno…
    El caos, la historia por la supervivencia (como si se tratase de un cuadro de la era Trump) no transforma: destapa lo que late en el interior de cada uno; así que en la paz uno no puede dejar de observar a los otros con recelo, aunque ya dijo alguien que, en el fondo, sabemos cuál de nuestros conocidos, a la hora de la verdad, nos denunciarían en una dictadura. Yo, por ejemplo, conozco unos cuantos de esos.
    Hay algo con lo que no estoy de acuerdo contigo, Catalina, o con lo que no estoy de acuerdo con la protagonista del relato, cuando dice: “Y la oscuridad reinante me revela que el terror nace de la inseguridad y la falta de conocimiento, que las verdades más universales son las que despejan nuestras dudas y temores”

    ResponderEliminar
  2. Me siento fascinada con el análisis tan brillante que has hecho... Nuevamente gracias por enriquecer mi blog con tus valiosas aportaciones... Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares