INUNDACIÓN




Relato breve inspirado en un sueño real... 

Esta noche he tenido una pesadilla horripilante. Comenzaba con la aparición de una noticia en todos los medios de comunicación: “No se recordaba una inundación tan catastrófica, en los últimos 40 años. Por eso mi hermana y yo decidimos visitar la zona cero... 

La radio del coche retransmitía una vez más  la terrible noticia...

Nuestro interés radicaba plasmar en imágenes la zona de la catástrofe, para ilustrar un artículo sobre el suceso en mi blog… 

La carretera se encontraba en un pésimo estado, presentaba los estragos de la devastadora inundación. 

Cuando llegamos, nos encontramos con una inusual afluencia de gente curioseando en el lugar. Resulta sorprendente la morbosidad del ser humano cuando nos enfrentamos a estos desagradables caprichos de la naturaleza. Es esa atávica revelación sobre nuestra insignificancia ante la magnificencia del cosmos... 

 La zona parecía haber sufrido las consecuencias de un aterrador bombardeo, puentes reventados, coches reducidos a un amasijo de hierros amontonados unos encima de otros y carreteras asoladas. Era la viva imagen del desastre…. 

 Cuando nos hallamos en la desembocadura del río, vimos a una compañera del colegio, cuyo reencuentro fue gracias a una convocatoria de alumn@s de la escuela por medio del Facebook… Hablamos alegremente y me comentó ilusionada que estaba escribiendo un libro que trataba sobre gemidos. Pensé que el tema no daba mucho de sí, pero me reservé mi opinión.  El marido que la acompañaba se rió con ganas… Ella le dirigió una mirada aviesa de esas que te congelan en vida y que tuvo la facultad de arruinar el momento. Tratando de romper la tensa situación comenté que escribía en un blog… 

Estábamos hablando animadamente cuando un extraño fogonazo iluminó el cielo dando paso a una gigantesca nave extraterrestre, semejante a la de “Encuentros en la Tercera fase”... 

La sensación inicial es la de experimentar una gran paz interior, por un momento todos los allí presentes enmudecemos maravillados ante el espectacular prodigio celeste… 

Pero, el embelesamiento dura poco, de su bajo vientre empiezan a surgir naves más pequeñas, cuando sobrevuelan sobre nuestras cabezas podemos apreciar que tienen la forma de escarabajos negros aplastados. Las extrañas naves trazan piruetas arriesgadas. Repentinamente, el gran número que invade el cielo se asemeja a esos grupos de estorninos que como una plaga se apoderan de los cultivos de las zonas rurales… Les transmito a mis acompañantes la necesidad de huir porque no me parece normal la presencia de esas naves en nuestro cielo y me hacen caso. Cuando nos alejamos del lugar, las naves inician un ataque sangriento, haces de luz brotan y aniquilan a las personas que las miraban extasiadas… 

Al contemplarlo, espantados, corremos por salvar nuestras vidas…. Pronto, el paisaje que nos rodea se ha convertido en un erial donde la devastación del agua ha dejado apenas un árbol en pie, un inmenso lodazal se extiende a lo largo de toda la llanura.

Observamos espantadas que cualquier creación humana ha desaparecido, como si la furia de los elementos se hubiera encargado de restituir todo a su estado natural... 

El desolador paraje que nos rodea nos lleva hasta una casa, singularmente hermosa y muy grande. Una galería acristalada la circunda, sin ventanas ni puertas. Decidimos que ese lugar, pese a que constituye todo un enigma, es donde nos vamos a refugiar… 

La sorpresa nos aguarda cuando irrumpimos en el interior y lo que descubrimos está fuera de toda lógica. Cuchitriles, eso sí muy asépticos, de una blancura nívea y encalados aparecen situados formando un círculo, no presentan aberturas, pero una pequeña cerradura comparable a la de los armarios de hospital, evidencia que las puertas están camufladas. Al final nos introducimos en uno que parece más grande, apenas dos metros cuadrados donde aparece un sofá y un catre…. 

Afortunadamente, podemos cerrar por dentro, quizá esa sea nuestra salvación, ya que al poco rato se escucha en el exterior el sonido atronador de una caballería, seguido del ruido de las puertas al abrirse y cerrarse de los otros cubículos… Cuando llegan a la nuestra, empiezan a aporrearla, intuyen que está ocupada y con moderación nos invitan a abrir la puerta. Siento como mi compañera del colegio gime y llora con desesperación... "Después de todo, si es posible escribir un libro sobre gemidos"…

Como hipnotizados abrimos lentamente la puerta y lo primero que vemos es una persona, su rasgo más evidente son los pronunciados colmillos…. Algo en él evidencia su esencia depredadora... Un momento de duda y un movimiento reflejo de protección ante lo desconocido me empuja a cerrar la puerta y el ruido me arranca del inquietante sueño....

Todavía me siento trastornada por la terrible pesadilla, cuando escucho una noticia terrible en la televisión... Una noticia que ya he escuchado antes y cuya revelación me crispa los nervios... 

“No se recuerda una inundación tan catastrófica en los últimos 40 años"....

Comentarios

  1. Decía ese exquisito pedante, insoportable, hipócrita y a la vez gran escritor ruso “blanco” Nabokov, que toda buena historia se sustenta en los pequeños detalles. Veo el relato de esta pesadilla cimentado literariamente en algo en apariencia irreverente (sobre todo ante la gran catástrofe colectiva) como es el estudio que la amiga realiza sobre los gemidos; esto es lo que proporciona esas dosis de originalidad que proporciona una sensación de autenticidad.
    Por desgracia las catástrofes hoy día son catástrofes definitivas, y no auguran una contrapartida de ningún tipo (solo hombres de esencia depredadora) Nada que ver, a ojos de muchos artistas, en especial pintores ¡y pintores alemanes y austríacos! ante el estallido de la Gran Guerra. Gran Guerra por su dimensión, pero también porque, a ojos de esos creadores e intelectuales que se alistaron voluntariamente para presenciar y empaparse de las fuertes emociones del Horror en busca de nuevos estímulos para su arte, si bien no estaban educados políticamente en una ideología revolucionaria, sí estaban ilusionados con que esa guerra sería la última guerra de la Humanidad y de que, desde las ruinas, surgiría algo nuevo, aunque no supieran decir en qué consistiría exactamente aquello.
    Donde yo vivo apenas existen catástrofes en el sentido de impactantes. Aquí, en el Sureste español, donde se dice que el índice de muertos por cáncer en edades jóvenes alcanza unos niveles muy por encima de la media nacional… la vida transcurre apaciblemente, sin sobresaltos. Unas nubes en el horizonte y ya se oye el sonido de las avionetas para dispersarlas. Entonces el cielo vuelve a ser azul, transparente, excepto cuando queman en el campo escombros que habitúan nuestras pituitarias al olor a quemado día sí y día no.
    Pero todo es apariencia; visto en perspectiva, desde un ángulo elevado, dicen que vivimos a cubiertos por algo así como una neblina fruto de una suma de factores que se nos están llevando por delante. Pero, generalmente, quien no mira a lo alto recreándose en una hipotética redención humana, tampoco mira a lo alto para ver lo que lo destruye.

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  2. Impactante comentario.... Estas pesadillas reflejan el inconsciente colectivo. Catástrofes naturales o humanas, poco se diferencian... Este sueño, que por cierto, salvo algunas variaciones, se viene repitiendo más a menudo de lo que yo querría, no deja de estar influido por las salvajes crecidas del río Besos, en las que nos convertimos en testigos presenciales de la devastación del agua.

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  3. Hablando de agua, Catalina... hace años leí u oí en alguna parte el caso de dos poblaciones próximas a no sé qué pantano. Se decía que los vecinos de la población más alejada a la presa, que era un rato inmensa, vivían en constante inquietud e ideando soluciones o protocolos de rápida evacuación por si aquella se rompía. Entretanto, los de la otra población, que vivían prácticamente pegados al pantano, y que llegado el caso no tendrían ninguna oportunidad de salvarse,ni pensaban en ello; el peligro era tan real... lo habían asumido de tal forma que habían acabado por perder la noción del mismo.

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  4. Los tristes pantanos de Franco, la "gran obra hidráulica" franquista, ejemplos de expropiaciones rurales salvajes e inundaciones forzosas de la población autóctona. Sin olvidarnos de las penosas condiciones en que trabajaron los que los construyeron... Pero, eso sigue ahí, intocable, quizá alguna vez salga a la luz la triste historia de "Los esclav
    os de Franco".

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