LA DIADA DE CATALUÑA, 2016




Ayer, 11 de Septiembre, fue la Diada de Cataluña y como cada año, se ha manifestado reivindicativa y festiva. Una especial jornada para disfrutar en compañía de la familia y los amigos… Muy colorida y con gran participación, como cada año. Espectacular, con las “esteladas” ondeado al viento y la ciudadanía entusiasmada entonando enfervorizados el Himno oficial de Cataluña. Reconozco que aunque no soy independentista, es una celebración que me conmueve profundamente.

Pero este año algo ha cambiado y en mi opinión ha sido alarmante, porque nuevamente hemos tenido ocasión de comprobar que la devoción religiosa y el culto apotropaico, que viene a ser un mecanismo que concede poder de protección ante los males a ciertos rituales u objetos, que se podrían identificar con amuletos o imágenes escultóricas que representan a la virgen o santas de relevancia y la magia, no nos es ajeno…Veo en ello, un posible intento de congratulación con lo divino, para que interceda por ellos y el proceso soberanista llegue a buen término… Excepcionalmente, hoy hemos visto que junto con la estelada, ondeaba el pendón de Santa Eulalia, considerada como la bandera histórica de Barcelona. Un símbolo místico y religioso de especial significación para Barcelona, la Nación catalana y la actual clase política catalana que detenta el poder. Una bandera que destacaba en los círculos académicos oficiales. pero que discretamente había sido relegada a la marginalidad, por el marcado carácter laico del Estado catalán. Esta reliquia que con el proceso independentista está recuperando su viejo protagonismo político y su viejo rango militar y religioso al recibir por parte de la Guardia Urbana y los Mossos d´Esquadra los correspondientes honores, mientras suena “Els Segadors”. 

La representación de la relación entre lo humano y lo divino es obra del Papa dimitido, Benedicto XVI y nace de la necesidad de buscar el reconocimiento mutuo entre Iglesia y Estado, algo que tendria que ser completamente inviable en un país de marcado laicismo. 

 Será que nos encontramos ante otra posible manifestación material de la unión de un símbolo religioso con otro de poder, con posibles repercusiones políticas en el futuro… 

Indudablemente se está preparando el terreno para nombrar otra alcaldesa a perpetuidad en Barcelona… La verdad es que no me extrañaría porque ante el entusiasmo de la población civil, creo más que posible que tal despropósito se produzca… De esta manera quedaría contrarrestada la política de la nuevas formaciones del cambio que controlan democráticamente el Ayuntamiento de Barcelona…. 

 Dicen que los extremos se tocan, será por eso que el Partido Popular y los Independentistas tienen las mismas aficiones culturales y religiosas… 

 Como ciudadana catalana, manifiestamente antiindependentista. Creo que Cataluña siempre ha sido especial y hasta hace poco creía que adelantada al resto de España...Pero, la idea de una independencia, con unos gobernantes salpicados por la corrupción no me parece lo más legitimo. 

Deseo para Cataluña, tierra privilegiada en la que  vivo, que se libere de las personas que se lucran con la ilegalidad y las creencias más sagradas de la ciudadanía 

 Como ya viene siendo algo habitual, este año lucía un curioso logotipo en las camisetas que se distribuían para la manifestación: 

 …” A punt”... 

 Pues eso, nunca mejor dicho, “ a punto" para salir tras el Penó, mejor en catalán ya que en castellano suena un poco irreverente, de Santa Eulalia..

Comentarios

  1. Todo movimiento político tiene una necesidad emocional de simbología, pero el problema surge cuando se busca una justificación histórica esgrimiendo símbolos del pasado dotándolos de un carácter que va más allá de lo historicista, quiero decir anacrónicos. Desde luego esto será del agrado de esas partes considerables de población sensibles a la figura de una madre celestial confundida con una idea de colectivo y con las instituciones (y que es la misma sensibilidad que conecta, por ejemplo, a la plebe con la figura humana de los monarcas: personas a las que se encumbra a lo divino por el placer, luego, de ver en ellos la llaneza, la campechanía de seres “¡como nosotros!” en cualquier gesto)
    Agitar pendones con santos identificándolos con una idea de Pueblo o Estado es vaciar de contenido religioso esas figuras místicas, y a la vez ofrece una interpretación adánica de la creación, en el mundo, del nuevo Estado que se quiere construir.

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