CARTA DE UNA ENFERMA TERMINAL

Cruel verdugo, apareciste en mi vida sin avisar, arruinando mi felicidad para siempre, llevándote mis esperanzas y mis sueños más profundos.. 

Poco me queda, quizá solo el aliento y el ánimo para gozar de la compañía de mis seres queridos. Sufro la desdichada fortuna de tener que ser consciente de como se apaga poco a poco la luz que inundaba mi existencia y que me daba fuerzas para seguir adelante con la vida… 

Siento como una larga letanía de suspiros entrecortados los pocos días que me quedan. Sé que el tiempo avanza de manera inexorable sin que pueda hacer nada por detenerlo… 

Con gran dificultad controlo la piedad que me invade cuando escucho el llanto contenido de mi compañero y me hiere como un puñal la rabia que desborda mi alma desesperada…Su silencio y su pena me llegan tan hondo que por un momento desearía cerrar los ojos y que todo acabará de una vez… 

Un triste epílogo el de mi vida, será quizá un vago anhelo dormir y desear no despertar jamás. ¿Quién me llorará?. Le habré importado a alguien lo suficiente como para que sientan mi ausencia con melancolía… Nunca lo sabré, siempre será un misterio que me llevaré a la tumba…. 

No quiero prolongar más mi agonía, sé que no hay salvación para mí, ni siquiera la medicina puede con esta enfermedad tan terrible. No quiero más quimioterapia, más agujas, más pastillas… 

Ahora solo quiero cerrar los ojos y que todo acabe, por mi bien y el de mi familia que no sabe cómo afrontar esta pena. 

Ya no quiero más dolor, no quiero seguir viviendo, sin amarguras, sin traumas… No quiero más tratamientos que prolonguen mi sufrimiento…

Ahora, mi mejor medicina es sentir la presencia de mis seres queridos a mi alrededor, velando el hilo vital de mi existencia... 

Cáncer, calvario de mi vida, me aniquilas sin compasión, pero seré yo la que decida “hasta cuando”.....