EL PARQUE FLUVIAL DEL BESÒS


Hoy ha tocado hacer una visita al Parque Fluvial del Besòs, especialmente, su tramo final.




Si hay una estación del año que sea propicia a los paseos largos y relajantes por la playa esa es el Otoño, porque la naturaleza la convierte en una explosión de colores y "perfumes", aunque la proximidad de la depuradora puede resultar un efecto discordante con respecto a la armonía medio ambiental de la zona.



 Me encanta el otoño, ese frío tan reconfortante y esos cielos grises tan ideales para inmortalizar en una foto.

Hoy hemos tenido la suerte de encontrarnos con un día nublado, pero con una temperatura agradable, cosa que se agradece después de los sofocones del verano.

Hemos aparcado el coche en una amplia zona de estacionamiento sin asfaltar y luego hemos recorrido unos escasos 200 metros hasta la desembocadura del río. Allí nos hemos encontrado con una zona abarrotada de gente practicando todo tipo de actividades por los senderos que se han creado en el lecho seco del río, donde ahora crece todo tipo de matorrales y arbustos. Sin embargo, también se puede apreciar junto al cauce, por donde discurre el agua, una amplia alfombra de césped.

La actuación ciudadana ha sido memorable en todo el entorno, teniendo en cuenta que ha sido uno de los ríos más degradados. Sin embargo, aún queda mucho por hacer en toda la desembocadura. Pero, es admirable lo conseguido en un río que estaba muy contaminado debido a la industrialización de la zona...

 El río Besòs es uno de los más traicioneros de la cuenca Mediterránea.  Los efectos de sus crecidas eran tan devastadores que podían compararse con la fuerza demoledora de un tsunami y se contabilizaron por millares las víctimas, la mayoría del ramo textil.  

Las entidades y administraciones han intentado llevar a cabo la recuperación como espacio verde, pero sin desviar el cauce, porque todavía existe el riesgo de que una crecida de caudal arrase con toda lo conseguido hasta ahora.

Desde la playa se puede gozar de la imponente visión de las tres chimeneas de la central térmica del Besòs, llamada por muchos como la Chernobyl catalana. Desde la playa se pueden apreciar los monumentales vestigios de estas torres supervivientes, cuyo futuro se decidió en un referéndum. Salvadas por la ciudadanía  se han acabado convirtiendo en una señal de identidad del Besós.

Sin embargo, aunque es mucho lo que se ha conseguido. Con una mirada crítica a todo el conjunto, se observa que todo parece como embastado y es que a veces hace falta algo más el deseo de hacer realmente algo y es que según mi opinión la administración no pone toda la intención y el empeño en convertir  este pequeño rincón marítimo en uno de los más espectaculares de la costa catalana... Porque a veces hay que transcender a la realidad material para captar la belleza oculta de las cosas e incumbe a las administraciones poner de su parte todo lo necesario para desarrollar todo el potencial de las ciudades que gestionan....

Aquí os pongo el reportaje completo.





































































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