sábado, 4 de julio de 2015

LA MIRILLA, UN RELATO BREVE DE TERROR



Los recientes robos en la comunidad empujaron a la familia a cambiar la tradicional mirilla de toda la vida por otra digital, más que nada porque suponían que tendría más alcance… Y, así era, porque tenía la apariencia de un móvil de última generación. 

El cerrajero, sudando la gota gorda, se tomó su tiempo y la instaló sin grandes problemas. Colocada en la puerta, ofrecía la graciosa estampa de un plasma en miniatura, como si fuera de juguete… Y, en eso se convirtió para los más peques de la casa, en un juguete más, porque se pasaban las horas pegados  a la mirilla presionando el interruptor y haciendo payasadas al otro lado de la puerta, esperando que se escanearan en la pantalla del pequeño artilugio electrónico…


Pero, una noche en la que estaban todos viendo la televisión acurrucados en sus sofás, disfrutando de la cálida noche veraniega, bajo el influjo de un cutre ventilador, escucharon unos ruidos en la puerta de la entrada….


Aquello solo era una oportunidad más para poner en práctica las nuevas habilidades de la mirilla. Así que participando de las fantasías de los niños, avanzaron por el pasillo evitando hacer ruido, ya que temían la presencia de algún comercial, ese que no encuentra nunca la hora de acabar con su jornada de trabajo. Cuando llegaron al recibidor, a oscuras, ya que había que evitar cualquier indicio que delatara la presencia de personas en la vivienda, presionaron a tientas el botón de encendido de la mirilla y entonces se registro en la pantalla el rellano, pero completamente desierto… Intrigados abrieron la puerta y ojearon el exterior para asegurarse de si había alguien, aunque fuera en las plantas inferiores o superiores….Tras cerciorarse de que allí no había nadie, cerraron la puerta y se volvieron nuevamente al comedor para seguir entreteniéndose con el programa de televisión que estaban emitiendo…


Pasados unos minutos, volvieron a escucharse los ruidos, esta vez sonaron más fuertes,  como si un animal arañara la puerta… Con la mosca tras la oreja, el padre se encaminó hacia la puerta con evidente malestar… Pensaba que si aquello era una broma, maldita era la gracia que le hacia…


La broma y la jocosidad habían abandonado el ánimo del padre de familia cuando la pantalla de la mirilla escaneó nuevamente un rellano desierto y sin indicio de presencia humana. Estaba mirando fijamente, dudando entre abrir o no la puerta, cuando una cabeza oscura cruzó como un ramalazo por delante, segundos antes de que la pantalla se apagase….


La súbita aparición sobresaltó al hombre, pero reaccionó con rapidez y abrió la puerta esperando encontrarse con algún vecino, para pedirle explicaciones…. Pero, misteriosamente, allí no había nadie… Era imposible que hubiera desaparecido tan pronto.

Acabó pensando que aquello solo podía ser fruto de su imaginación…


…” ¿Quién es? Era su mujer la que le estaba preguntando…


…” Nadie, lo mismo que antes, seguramente, alguien que se ha equivocado”... Contestó zanjando la conversación….


Sin embargo, las cosas extrañas lejos de terminar, sólo habían hecho que empezar… Ya que un  día, uno de los niños se le acercó y le comentó que había visto un hombre alto y oscuro a través de la pantalla y que le había dicho que le abriera la puerta….Cuando el padre escuchó las palabras de su hijo se inquietó, pues recordó la visión fugaz de la cabeza y pensó que algo tenebroso estaba ocurriendo…


Aunque la familia trataba de ignorar los ruidos que se venían produciendo desde la instalación de la mirilla, aquella noche por una extraña razón notaron que eran diferentes, como amortiguados y más agudos y si escuchaban con atención hasta parecían voces metálicas… Con sigilo, el padre se acercó hasta la puerta procurando no hacer ruido… Cuando se encontró frente a la oscura y silenciosa pantalla y antes de presionar el botón de encendido de aquel artilugio postmoderno, apareció la imagen siniestra del rellano, pero pese a la poco definición del aparato digital pudo apreciar como una extraña neblina lo iba invadiendo. Con la sangre latiéndole en las sienes visualizó unas extrañas criaturas, todas vestidas de negro, que iban apareciendo y ocupando el rellano…Provenían de la planta superior, descendían por la escalera, pero ese lugar se encontraba en  un ángulo muerto en el visor de la mirilla… Al ver tanta bruma, pensó en la posibilidad de que fuera el indicio de que se estaba produciendo un incendio…. El hombre trataba de reconocer a las personas que  poco a poco iban ocupando el rellano, pero le resultaban totalmente desconocidas…


Se encontraba totalmente dominado por una curiosidad insana, sintiendo la morbosidad propia del fisgón que contempla oculto, tras la puerta, con una mezcla de atracción y espanto, algo que posiblemente le está prohibido, cuando la puerta de enfrente se abre y sale una vecina, pero nada en su actitud denota que haya notado la presencia de las personas que se encontraban estáticas en el rellano. La mujer cierra la puerta y se dirige a las escaleras como si nada…


El hombre comprendió que aquella gente que se congregaba por alguna extraña razón frente a su casa no eran de este mundo y sintió como un escalofrío recorría su cuerpo, cuando aquellos seres sobrenaturales  giraron su cuerpo y sus ojos parecieron escrutar a través de la puerta como si intuyeran que él se encontraba allí, curioseando, con la mente dispersa y su cerebro tratando de dar coherencia a lo que sus sentidos estaban tratando de asimilar…


...· "¿Por qué no nos abres la puerta. Sabes que estamos aquí por ti?".. El hombre escuchaba a través de la puerta la voz cavernosa y cuando comprendió el significado de aquellas terribles palabras le invadió un pánico terrible y huyó aterrado, completamente descontrolado. No sabía cómo enfrentarse a aquel horror sin límites, aquello era totalmente irracional. En su locura, su dedo meñique tropezó con un mueble y se lesionó, perdió el equilibrio y al caer se golpeó en la cabeza, perdiendo el conocimiento…. Poco se pudo hacer por él. Y, tras una dura agonía que se prolongó durante algunos días, padeciendo delirios en los que hombres de negro le acechaban, su vida se apagaba en la triste habitación de un hospital.

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