LOS JINETES DEL INFIERNO, UN RELATO DE TERROR PARA LA NOCHE DE SAN JUAN, II


Aquellas enigmáticas palabras arrancaron del sueño al muchacho, que no pudo evitar un estremecimiento de frío al recordarle su extraño sueño por las similitudes que guardaba con un cuento que su abuela le contaba sobre los “caballos del infierno”, una leyenda aterradora sobre unos caballos alados que dejaban una brillante estela luminosa cuando sobrevolaban campanarios de iglesias y altos torreones de castillos inexpugnables….

Cuando era pequeño escuchaba embelesado aquella mágica historia y al revivirla en el sueño comprendió que muchas leyendas que integran el folclore de los pueblos tienen que ver con el mundo de los sueños…

Su abuela solía contarle que en la mañana de San Juan se acostumbraba a buscar en el monte las flores del agua que aparecían en las fuentes y los tréboles de cuatro hojas que la tierra ofrecía magnánimamente durante esa noche mágica. Pero era una tarea muy difícil, ya que durante la noche los caballos del infierno se  dedicaban, pues su misión y maldad les obligaba, a destruir las flores del agua y los tréboles que se encontraban en el monte para evitar que los mozos y las mozas diesen con ellos. Si aún con todo eso, algún afortunado encontraba la flor del agua, eso significaba que conocería el amor y la felicidad. Contaba la leyenda que quien en la Noche de San Juan diese con uno de esos raros tréboles, sería afortunado con las cuatro gracias de la vida, una por cada hoja.

En cambio, su abuelo le mostraba un versión menos amable de la historia. Ésta, resultaba menos ingenua y revelaba la crueldad de los personajes, en ella se hablaba de hombres pecadores que perdieron su alma y se vieron obligados a vagar por la tierra eternamente. En este caso, los míticos caballos voladores  se dedicaban a pisotear o quemar los cultivos, y por donde pasaban iban dejando la huella de sus cascos y sus pezuñas horadaban la tierra recién labrada... Sus ojos eran brasas ardientes y su resoplido era tan fuerte que un frío gélido congelaba todo lo que encontraba a su paso.

Su abuelo le hablaba del caballo rojo y sus sucias tretas engañando a los campesinos para arrebatarles sus propiedades. El jinete que montaba el caballo blanco robaba del molino de su señor; el negro era un ermitaño que engañaba a las gentes; sobre el amarillo cabalgaba un juez corrupto; el azul era un tabernero que le robaba a sus clientes; el verde un terrateniente que practicaba el derecho de pernada y el naranja lo guíaba un hijo lleno de odio que maltrataba a sus padres. El anciano concluía la imaginativa historia diciéndole que los siete caballos cabalgarían de nuevo si la maldad se extendía por toda la tierra...

Tras el descanso reemprendieron de nuevo la marcha llenos de inquietud porque la noche y su cortejo de sombras avanzaba inexorable a su encuentro. En poco tiempo fueron testigos de como las tinieblas se iban apoderando de todos los contornos, desdibujando el paisaje y creando formas fantasmagóricas.

Tras el espeso bosque se encontraron con una zona despejada de vegetación. En la zona destacaba una esbelta torre. Era un campanario, demasiado familiar para desgracia de los jóvenes.  Comprendieron con desaliento que ante sus ojos se levantaba el pueblo sombrío, objeto de sus pesadillas. Parecía que habían estado dando vueltas inutilmente. En aquel momento, las ruinas al recortarse contra el firmamento ofrecían una visión espectral.

Parecía una burla del destino, un cruel desatino. Habían recorrido varios kilómetros y ahora se encontraban frente al pueblo abandonado que tanto temían. Frente a ellos, se alzaba desafiante la imponente iglesia y sus casas medio derruidas.... Parecía que estaban viviendo una terrible pesadilla y haciendo acopio de valor se fueron acercando recelosos, asustándose, incluso, ante el insignificante crujido que hacían las hojas en el suelo. Aguantando la respiración se enfrentaron al terror que aquel lugar les inspiraba...

...¡¡¡ Por Dios, no me lo puedo creer, hemos estado caminando en círculos!!!... Comentó uno de los jóvenes, mirando con desaliento a su alrededor.

...¡¡¡  Pues ya ves, parece que tendremos que pasar aquí la noche!!!...  Le respondió Pedro, consiguiendo que las muchachas se pusieran histéricas, llorando sin control, en pleno ataque de nervios. Sus amigos intentaron calmarlas, pero no había fuerza humana capaz de calmar el desasosiego de las muchachas.

...¡¡¡Venga, tranquilos, -comentó dirigiéndose a todos en general- al final no será tan malo, y será una anécdota más que añadir a nuestra experiencia!!!... Pedro trataba de transmitir una serenidad que estaba muy lejos de sentir, sobre todo después del sueño que había tenido.

..."Nos adentraremos en el pueblo para tratar de encontrar un lugar seguro en el que pasar la noche, no sabemos qué nos podemos encontrar"... Después se dio la vuelta y se enfrentó a las ruinas. Soltó una risita para aliviar la tensión y se encaminó hacia el pueblo con decisión, seguido de cerca por sus atemorizados amigos..
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Pedro caminaba rápidamente, intentando sortear a ciegas los obstáculos con los que se iba encontrando, cuando de repente creyó escuchar un extraño siseo, detrás, casi en el linde del bosque, era casi ininteligible, pero le provocaba escalofríos....

..."¡¡¡Escuchad - dijo deteniéndose- no escucháis ese siseo!!!.. Los amigos demasiado pendientes de calmar sus terrores no parecían haber captado el extraño ruido..

..." Sí, parece una respiración sibilante.... Dichoso lugar... ¿Cómo acabará esto?"... Comento una de las chicas y sus palabras transmitían más miedo que enojo.

Cuando se encontraron en el interior del pueblo, contemplaron atemorizados el efecto que la oscuridad y las sombras ejercían en las construcciones. La imaginación y el terror convertía aquellas casas medio derruidas en enormes moles oscuras, amenazantes. Tal efecto acababa con la poca cordura que había en el grupo. Agotados y de mal humor, tenían que encontrar el lugar donde plantar las tiendas de campaña y ordenar todas sus cosas, antes de pensar en comer o descansar.. Pese a las reticencias que el edificio les provocaba por el trágico suceso que Pedro había presenciado, y pese al derrumbe, al final optaron por la iglesia ya que era uno de los poco edificios que todavía mantenía en algunos lugares el techo y parecía bastante seguro. Consiguieron una aceptable iluminación gracias a la colocación estratégica de lámparas de Led y linternas que llevaban  y por lo menos consiguieron alejar las sombras y tinieblas que dominaban el lugar. Tratando de librarse del terror que sentían estuvieron charlando tranquila y agradablemente sobre temas diversos, y en varias ocasiones Delia, la bloguera del grupo, tomó más de un apunte de algún aspecto relevante sobre el aspecto espectral que presentaba por la noche aquel  pueblo tan tenebroso.

..."¡Por Dios, qué  lugar tan tétrico y oscuro!"...  Comentó Pedro mientras contemplaba con curiosidad el interior de la iglesia y poco a poco se fue apoderando de él un estremecimiento, provocado por la soledad y el abandono que desprendía el lugar. Tenía la extraña sensación de que estaba siendo observado por seres pavorosos que, acechantes, entre los poderosos muros esperaban el momento propicio para el ataque. Aquella atmósfera opresiva culminó en un dolor de estómago y unas intensas ganas de vomitar.

..." ¿Podéis enfocar hacia el techo por favor?"... Todos clavaron una mirada interrogante en Germán, el más joven del grupo.

..." ¡Mirad, allí! -dijo, al cabo de un momento-,  veis esa especie de bruma que se está formando alrededor del campanario "... y señaló con la mano hacia el techo.

..."Sí parece que hay un poco de condensación, pero eso es porque el día ha sido muy cálido y la noche está resultando un tanto fría... Nada de lo que tengamos que preocuparnos"...

..."Pedro siempre tiene explicación para todo... Así que ya sabéis, no tenemos de qué preocuparnos"...Comentó irónico Germán
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..." Será eso"... Replicó una de las chicas, pero no parecía muy convencida, ya que creía ver que algo  estaba adquiriendo consistencia entre aquella bruma...

De repente, todos quedaron callados, escuchando atentamente un ruido distante que parecía provenir del exterior. Pedro, aguzó el oído y se acercó hasta la entrada de la iglesia. Ahora podía oírlo más claramente, era constante y grave....Algo así como un gruñido ronco, que parecía surgir de las mismas entrañas de la tierra. En el exterior, dirigió una mirada hacia el  cementerio, tan oscuro, tan misterioso, tan aterrador y casi sobrenaural. Y, luego centró su atención en la iglesia, a pesar del abandono, aún se podía apreciar su pasada grandiosidad, parecía  una obra propia de un artista gótico.

Los jóvenes experimentaron una sensación de desasosiego... Y, se preguntaron, dónde se encontraban, aquello era un simple pueblo abandonado, o la antesala del infierno, o un lugar agónico para los mortales. Los muchachos se miraron entre sí tratando de buscar respuestas a aquel horror que estaban viviendo, pero sus rostros sólo revelaban perplejidad.

..."¿Qué es eso?"... Una de las chicas señalaba horrorizada hacia el campanario, allá justo donde se encontraba la bruma, ahora sobresalía una oscura silueta, nebulosa. Tocó a Pedro, en la espalda, y éste miró sobresaltado en torno suyo, hasta que la descubrió y ella le señaló la pavorosa silueta del campanario.

..."Vámonos de este lugar, que no me gusta nada"....

..." De noche, es casi suicida aventurarse en el bosque, y además está ese inquietante siseo que hemos sentido antes"...

..." ¿Siseo? yo, no he oído ningún siseo"... Respondió otro de los chicos.

..."Vamos a intentar pasar la noche aquí, y vamos a tratar de relajarnos...Y, por si las moscas, estableceremos turnos de guardia"....Respondió Pedro ignorando el comentario de su amigo para no atemorizar más al resto del grupo... Pero tenía la firme convicción de que en aquel lugar pasaba algo raro, podía sentirlo en el dolor agudo que tenía en el estómago y en el aturdimiento que se estaba apoderando de su mente.

Hasta que de repente, un desagradable olor a azufre se extendió por el lugar y en el silencio nocturno se escuchó un poderoso bramido que parecía surgir de las mismas entrañas de la tierra, aquello parecía la furia liberada de alguna criatura antediluviana que parecía haber despertado de su letargo ancestral.

Ante aquel horror sin límites los muchachos se levantaron rápidos y abandonaron el cielo protector de la iglesia y se dirigieron hacía las afueras del pueblo en dirección al bosque oscuro, donde les esperaban los árboles y arbustos, convertidos en sombras amenazantes, el aspecto tenebroso que presentaban les hizo contener el aliento....

El espanto se apoderó de los jóvenes cuando creyeron ver que algo se agitaba entre las sombras, algo que se deformaba y alcanzaba dimensiones gigantescas. Pedro, que encabezaba el grupo, no lo pensó dos veces, se dio la vuelta con la intención de salir corriendo, esperando encontrarse con sus amigos detrás, pero atónito descubrió que detrás de él no había nadie. Sus amigos habían desaparecido, lo habían abandonado. Paso por su cabeza la idea de que quizá estaba siendo objeto de alguna broma macabra por parte de ellos, pero desistió de tal idea porque sus amigos jamás habían tenido ese tipo de ocurrencias. Así, que lo más seguro era que antes que enfrentarse al pavoroso bosque y lo que allí les esperaba, habían optado por volverse al pueblo y refugiarse en la iglesia.... Así que encaminó sus pasos nuevamente hacia el lugar donde se suponía que le esperaba el resto del grupo, curiosamente, los demenciales bramidos que había escuchado, habían cesado de repente...

Sin embargo, todas sus conjeturas se fueron al traste cuando descubrió que en la iglesia no había nadie, ni rastro de sus compañeros de viaje.... Aquello pintaba mal, pensó...Tenía la angustiante sensación de que se encontraba indefenso y expuesto a un peligro irracional y no contaba con las armas necesarias para hacerle frente... Intentó protegerse instintivamente, buscando algún lugar donde refugiarse e intentar permanecer oculto a aquellas fuerzas demoníacas que se habían desatado. Vencido por el agotamiento se durmió... Terribles pesadillas poblaron sus sueños, en ellas se veía perseguido por tenebrosas criaturas infernales....

Un ruido atronador le despertó y asustado descubrió que la iglesia se encontraba en llamas, y él se encontraba atrapado en aquel laberinto de piedra y fuego.... Pero lo que más le aterrorizó fue ver entre las llamas las cinco figuras inconfundibles de sus amigos. Aliviado, pensó que después de todo habían vuelto a por él, pero sus esperanzas se desvanecieron cuando vio sus rostros, algo había cambiado en ellos, ya no eran sus amigos de la infancia, aquellos con los que había compartido juegos y travesuras, llevándose en más de una ocasión una colleja por ello. Ahora tenía delante, en actitud desafiante, unas criaturas demoniacas, en las que no quedaba ni rastro de su pasada humanidad. Sus ojos eran completamente negros, vacíos, sin vida. Aquellas criaturas irradiaban un aire de maldad y odio incontenible. Mantenían un inmovilismo sospechoso, acechante, aquellos seres representaban un mundo de pesadilla negro como la noche, sombrío y oscuro como el alma del demonio.

Pedro contemplaba la escena petrificado, con el corazón desbocado, permanecía estático en medio del incendio, dominado por el pánico. De repente, entre aquellos monstruos, que una vez fueron sus amigos, se abrió paso un ser que él conocía demasiado bien, era el que se había despeñado desde la torre del campanario....Aquel hombre se detuvo a escasos metros de Pedro y le dirigió una mirada tan negra como la del diablo. 

..."Somos los jinetes del diablo y en esta noche de SAN JUAN, cabalgan por tí, sedientos de almas desamparadas. Nos alimenta el miedo y las penurias que anidan en el alma de los mortales. Somos los jinetes del diablo que caminan sobre la tierra, asolándola con el fuego y desgarrando la carne. Los mensajeros del Infierno vienen a anunciarte tu próxima desgracia, porque cada uno lleva su signo y su maldición: la guerra, el hambre, la peste y la muerte."...Aquel ser pronunció su ultima palabra  y movió su brazo derecho,  separándolo un poco de su cuerpo,  Pedro vio que sostenía una afilada espada y que agarrándola fuertemente con las manos  le apuntaba con ella ...

..." HA LLEGADO LA HORA DE SEGAR LA MALA HIERBA"... Pedro escuchó la amenaza y quedó petrificado por el pánico, sabía que tenía que actuar rápido si no quería pasar a mejor vida. Su instinto de supervivencia cobró vida y sin pensarlo trató de escapar eludiendo la barrera de fuego de aquel infierno. Pero, en cuestión de segundos aquel ser salió corriendo detrás de él,  de una forma completamente sobrehumana. Pedro sentía como su perseguidor iba acortando distancia, dejó atrás  las casas en ruinas y continuó corriendo por el oscuro bosque. Su perseguidor le seguía pisándole los talones, cada vez más cerca y entonces fue cuando volvió a escuchar aquel extraño siseo, pero esta vez más agudo y estridente que se clavaba en las sienes y le debilitaba, impidiéndole correr.

Pedro se sentía desfallecer, le dolía la cabeza, el costado, el estómago, y el pecho por la dificultad para respirar por la carrera, las piernas ya no le respondían, los pies estaban llenos de magulladuras y no coordinaba con los movimientos. Estaba rendido, sabía con certeza que era su final.  Pero, repentinamente, todo cesó, el estridente siseo dejó de taladrar su mente y el sonido de las pisadas de aquel ser dejaron de sonar.... Pedro se encontraba al límite de sus fuerzas, vencido, dispuesto a dejar de luchar y rendirse cuando descubrió perplejo que el bosque oscuro se encontraba sumido en el más completo silencio. Aquel ser de pesadilla había desaparecido y él se encontraba en medio de un lugar inhóspito, acuclillado bajo un árbol padeciendo convulsiones de pánico. En esa posición le sorprendieron las primeras luces del alba y entonces lloró como un niño, lloró como no lo había hecho desde la infancia...

Supo entonces que él y sus amigos habían entrado en contacto con los CABALLUCOS DEL DIABLO  y la fatalidad les había convertido en victimas de sus tropelías sin interrupción, desapareciendo al llegar el día.

Sus amigos habían tenido peor suerte ya que ahora formaban parte de ese macabro cortejo que capitaneaba el diablo... Sintió una inmensa pena por el triste destino que habían corrido y sacando fuerzas ocultas se encaminó casi a rastras hasta el lugar donde se encontraba su coche averiado...

Había olvidado que las llaves se encontraban entre sus pertenencias en el pueblo abandonado, pero la sola idea de volver a aquel lugar endemoniado le provocó una arcada, así que intentó hacer un puente con los cables del coche... Tras varios intentos fallidos, al final el coche respondió y arrancó sin dificultad.... Ya, en la carretera,  pensó que él y sus amigos habían sido un juguete del destino desde el primer momento.

Pedro iba absorto en todo lo que acababa de vivir que no captó el pequeño detalle de que la carretera aparecía completamente desierta... Cuando por fin llegó a su destino, observó que el ajetreo vecinal que animaba su barrio a diario, había desaparecido por completo.... Le echó un vistazo a los edificios de su manzana y  cuando por primera vez captó el aire desierto y solitario que irradiaba, sintió que el corazón se le encogía en el pecho.... Tuvo un presentimiento de que algo no iba bien.... No era normal que a aquella hora estuviera todo tan apagado,  que no se viera un alma...Entonces dirigió una mirada hacia las azoteas de los edificios más cercanos y creyó distinguir unas figuras negras. Después presenció como se arrojaban al vacío y aterrizaban con suavidad en el suelo.... Pedro contempló como aquellos espeluznantes seres le iban rodeando. Cuando tuvo la oportunidad de contemplarlos de cerca,  supo que eran sus amigos y que venían a por él, porque así se completaba el cortejo de los siete JINETES DEL INFIERNO...

Pedro se sintió repentinamente ingrávido, miró a su alrededor y cuando bajó los ojos comprendió que flotaba como si hubiese perdido su corporeidad y flotase como el éter, se sentía confuso, sobrecogido. Al poco tiempo, sopló un aire cálido que le arrastró hacia las profundidades de la tierra....Nunca fue más consciente de su fragilidad inmaterial como en aquel momento, apenas una insignificante mota de polvo atravesando innumerables capas de tierra, mientras era arrastrado hacia lo desconocido.

Cuando recobró la conciencia se vio rodeado de una inmensa negrura, por debajo contempló la tierra distante y sobre su cabeza la inmensa cúpula celeste. Durante todo aquel tiempo había experimentado todo tipo de emociones, pero al contemplar la luminosa estela naranja que su cuerpo irradiaba, un horror atroz le taladró de manera despiadada.... ¿Qué le había ocurrido? que extraña maldición se había apoderado de su alma.... Quiso gritar implorar con desesperación, pero de su garganta solo escapó el terrorífico relincho de un CABALLO DEL INFIERNO que en aquel momento comenzaba a diluirse en una nebulosa celeste...


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