PERLA NEGRA




Perla llevaba varias horas conduciendo, cuando dirigió la mirada hacia el cielo ya comenzaba a sentir el cansancio, fruto de la intensa tensión a la que estaba sometida. Contempló los negros nubarrones, muy densos, como se deslizaban lentamente hacia el sur y pensó que no tardaría en desencadenarse la tormenta.

…”” Sólo me falta para colmo de males, que ahora se ponga a llover”... Pensó contrariada. El bochorno reinante indicaba que el aguacero no se haría esperar demasiado.

Percibió con disgusto como impactaban los primeros goterones contra la luneta del parabrisas y pronto comenzó a diluviar. El cielo encapotado vomitaba un infernal aguacero que se despeñaba contra el coche dificultando la visibilidad.

Ralentizó la marcha, por temor a un accidente. Entre la masa de agua que caía, vislumbró a lo lejos un letrero luminoso, era el de un hotel de carretera. Pensó que lo más lúcido sería pasar la noche en aquel lugar, así que dirigió su vehículo hacía las misteriosas luces de neón.

 El diluvio que estaba cayendo era de tal magnitud que la circulación se había convertido en algo del todo imposible. Además tuvo que contrarrestar la creciente tendencia de su utilitario a convertirse en un trineo sobre la masa de agua que invadía aquella carretera secundaria.

Tras circular infructuosamente unos metros, al final consiguió llegar, con muchas dificultades, hasta la zona donde se levantaba el ansiado alojamiento.

Al cabo de un rato, llegaba al pequeño aparcamiento, una simple parcela de tierra sin asfaltar, permanecía desierta. Desde el lugar donde se encontraba podía contemplar un pequeño hotel, típico de carretera, estaba formado por una planta a cuyas habitaciones se accedía a través de un largo pasillo que partía desde el mismo aparcamiento.

Tenía ante sus ojos una construcción austera, en conjunto era un edificio muy frío y con pocos alardes decorativos. Perla lo contempló desilusionada, pero era lo que había y tampoco se trataba de ser demasiado remilgada.

La joven dejó un tanto reticente el coche cerca de una construcción que tenia toda la pinta de ser la recepción de clientes. Así que se dirigió con decisión. Sorprendida, descubrió que allí no había nadie que pudiera atenderla…

…” ¿HAY ALGUIENNNNNNNN?. Gritó haciéndose notar, pero nadie acudió a su reclamo. El silencio más absoluto le respondió, contempló con desagrado el desorden y la suciedad que reinaba por todas partes, manchas de un extraño color parduzco aparecían por doquier, las cucarachas pululaban entre los desechos. El lugar estaba hecho una pocilga pestilente, … Sin embargo, decidió ignorar esa circunstancia. Estaba cavilando qué hacer cuando creyó escuchar algo. Aguzó el oído, pero no percibió ningún sonido…

Decidida a no recorrer aquel paraje bajo un clima tan inclemente, se introdujo tras el mostrador del recepcionista y buscando el libro de registro con las reservas, decidió consultar las del día. Atónita descubrió que la hoja correspondiente al día presente, estaba totalmente en blanco.

Estaba decidida. Hacia una noche de perros y no pensaba perderse en tierra extraña con unas condiciones meteorológicas tan adversas. Ni por todo el oro del mundo sería capaz de seguir conduciendo bajo aquel diluvio.

Echó una mirada a sus espaldas y descubrió un tablero en un lugar visible y, afortunadamente, muy accesible. Las llaves de las habitaciones se encontraban colgadas dentro de unos casilleros, bajo los cuales aparecían grabados en color oro los números que les correspondían.. La chica escogió una de aquellas llaves y,  pensando en la posibilidad de que se presentasen durante su descanso desagradables sorpresas que pudieran cogerla desprevenida, optó por anotar su nombre, apellidos y el  número de su alojamiento. Ya abonaría su estancia por la mañana.

Protegida bajo el alero que recorría superiormente la sucesión lineal de las habitaciones, abandonó la recepción  y, en el exterior, se enfrentó a la noche encogida por el frío y la humedad y contempló con desagrado la laguna en que se había convertido el aparcamiento y su cabello se erizó por la impresión que le produjo ver las ruedas de su coche casi sumergidas en el agua.

El paisaje desapareció diluido bajo la cortina grisácea del agua. Perla corrió chapoteando sobre los charcos del agua y aunque el trecho hasta su habitación no debía de ser muy largo, porque no había demasiadas habitaciones, cuando por fin alcanzó la suya, se encontró con un porche bastante angosto. Sintió que la lluvia la salpicaba totalmente y tuvo que pegarse a la pared porque corría el riesgo de acabar completamente empapada.

Abrió la puerta con dificultad, pues tenía la sensación de que se había vuelto muy torpe y la llave no le encajaba en la cerradura. Cuando por fin consiguió verse dentro de la que sería por aquella noche su casa, respiró aliviada.

Era una estancia pequeña, pero aseada, un gran ventanal, con rejas. Descorrió la cortina para ver si el aguacero había amainado, pero nada de eso,... seguía lloviendo a cantaros. Y, volvió a aislarse del exterior, corriendo la cortina.

La cama era pequeña, pero estaba cansada y con solo contemplarla ya intuía que debía de ser muy acogedora. Después de todo, aquello no era el hotel Ritz, ni tampoco sentía especial devoción por los hoteles de lujo y no, porque no estuvieran a su alcance, sino porque ella y su espíritu aventurero, típico de los estudiantes mochileros, encajaba mejor en alojamientos de carretera o montaña, y si las condiciones meteorológicas lo permitían, consideraba que no había mayor delicia que dormir al raso bajo la ardiente protección de los cuerpos celestes. Siempre había pensando que la humildad y la calidad eran dos cualidades que no estaban reñidas, sino que se complementaban a la perfección.

Perla sintió que se estremecía al ver que la lluvia arreciaba y decidió mirar por la ventana, una densa cascada caía por las canalizaciones superiores del hotel y después fluía hacia el aparcamiento. Se pasó un largo rato contemplándola como hipnotizada cuando creyó distinguir algo entre la lluvia. Perla trato de limpiar el vapor que iba empañando  los cristales de la ventana para ver con más claridad, pero era imposible, los regueros de agua externos que se formaban en los cristales dificultaban cualquier visión. Pensó en salir e inspeccionar la zona, pero al pensar en lo ocurrido en la carretera con Simón, desistió.

….” Simón…” el nombre del encapuchado volvió a ocupar los pensamientos de la chica, y es que no podía dejar de sentir remordimientos ante lo que había hecho. Sabía que le había abandonado a su suerte, pero ahora que lo pensaba fríamente, creía que su suerte no era mejor que la de él. Así que decidió abandonar cualquier sentimiento de culpabilidad por lo que había hecho.

Evocar el final de sus amigas era otra cosa, la amargura y la pena por haberlas perdido la angustiaba de tal manera que realizaba verdaderos esfuerzos por apartar de su mente aquel tenebroso suceso....

Agotada por las emociones, no tardó en conciliar el sueño, terribles pesadillas poblaron sus sueños. Despertó a media noche agitada, sudorosa y miró a su alrededor completamente desorientada. Sintió mala sensación  cuando recordó donde se encontraba.

Creyó escuchar unos gemidos, procedían del exterior, pero pensó que eran fruto del duermevela, una prolongación del sueño. Cuando se acabó cerciorando de que eran reales, se preguntó: ¿De dónde procedían?.

Permaneció sentada en la cama tratando de situar los gemidos, cuando pensó que venían del exterior, se acercó hasta la ventana para asegurarse.

Apartó levemente la cortina y pudo comprobar que ya había dejado de llover, el aparcamiento permanecía todavía inundado, pero lo que la horrorizó fue ver lo que había invadido aquel lugar, un grupo de personas, extremadamente pálidas y con los ojos en blanco, se encontraban situadas frente a las habitaciones del hotel, mirando con sus ojos sin vida hacia donde ella se encontraba.

Extrañaba el inmovilismo que presentaban, a pesar de su horripilante ceguera parecían escrutar a través de las ventanas como si intuyeran la aterrorizada presencia de la mujer que se ocultaba tras la cortina. Perla sintió la amarga sensación de que aquellos seres sin ojos la estaban contemplando realmente y esperaban su oportunidad para atacarla.

Al gemido inicial se fueron uniendo los de los demás integrantes del grupo. Perla perdió la poca razón que le quedaba, se sintió sola e indefensa y por primera vez lamentó no contar con la compañía de Simón en aquella terrorífica situación. En medio de aquel delirio, la cordura se abrió paso en su mente y supo que tenía que salir de aquella ratonera a como fuese lugar.

Su mente se debatió en un mar de ideas tratando de dar con la solución y huir de aquella locura. Perla se acercó nuevamente hasta la ventana para evaluar la situación y analizar las posibilidades que tenía de escapar, acceder a su coche y esquivar a aquellos seres tan horripilantes. Con desaliento,  pensó que era algo impensable por el peligro que entrañaba al estar rodeado por aquellos seres de ultratumba, pese a que permanecían quietos y sólo enmudecían para volver a gemir al poco rato.

La chica creyó que al ser un edificio de dos plantas estaba obligado por la ley a disponer, en caso de evacuación, de una escalera de emergencia. Se alejó de la ventana y recorrió todas las habitaciones, hasta que dio con una pequeña puerta metálica que se encontraba en el aseo, pero para asegurarse de no ser sorprendida por alguno de aquellos seres, miró por una pequeña ventana que se encontraba situada por encima de un viejo y oxidado espejo colgado en la pared, que desprestigiaba por su desidia al hotel… Suspiró aliviada cuando descubrió que no había ni rastro de aquellos caminantes.

Decidió no perder el tiempo y cogiendo la mochila salió por la puerta trasera, una vez en el exterior, sintió el frío de la madrugada como un latigazo en pleno rostro y se encogió. Trató de pensar en cómo podía alejar a los caminantes de su coche y la presencia de un viejo bidón cerca del bosque, le proporcionó todas las repuestas.

La idea era aporrear con cualquier cosa el bidón para atraer a aquellas personas y despejar el lugar donde se encontraba el coche, así que miró por todas partes buscando algo parecido a un garrote. En una de las esquinas, casi ocultos por la maleza, descubrió un amasijo de hierros, eran los restos de un automóvil desguazado, Perla curioseó entre la chatarra, hasta que dio con una especie de tubo de escape que no tardó en desmontar. Se acercó hasta el bidón y comenzó a aporrearlo con todas sus fuerzas, rogando que aquellos seres no fueran sordos. Después emprendió una veloz carrera hasta la habitación del hotel y se encerró. En aquella carrera vital le vino a la memoria sus entrenamientos, durante la infancia, en Le Mont de Saint Michel, cuando la abuela Macha la llamaba cariñosamente, su "gacela negra", ahora comprendía el significado de aquel apelativo y pese a las circunstancias pudo esbozar una sonrisa.

Desafortunadamente, aquellos seres no eran sordos, porque cuando sonaron los golpes metálicos propinados por Perla, cesaron los gemidos y tras girar las cabezas, se encaminaron con su andar desgarbado, arrastrando los pies y con la mirada acuosa perdida en la nada. Parecía como si el ruido les hubiese despertado de su letargo, se dirigían hacia el lugar de donde provenían los golpes, lentamente y sin urgencia, nada parecía alterar sus rostros melancólicos...

Su torpeza en los movimientos le dio ventaja a la chica que esperaba con paciencia tras la cortina como se despejaba de caminantes la zona del aparcamiento.

Perla abrió la puerta y rápida como una centella se dirigió hasta su coche. Utilizó el mando a distancia y cuando llegó se introdujo rápidamente y utilizó el cierre centralizado de las puertas. A pesar de la lluvia torrencial que le había caído encima, y, contrariamente, a lo que suele pasar en las películas, el coche arrancó sin dificultad, enfilando la carretera rumbo a Cataluña como una exhalación. No pensaba parar hasta llegar a su tierra. Los caminantes ni se dieron cuenta de la jugarreta que les había gastado la chica y seguían deambulando buscando el origen de los atronadores golpes metálicos que se habían producido bajo la noche.

Perla condujo por la carretera desierta hasta "la catalana", la autopista que la llevaría hasta Girona, no tenía porqué preocuparse por los atascos de tráfico ya que por lo intempestivo de la hora no solía llenarse demasiado. Se encontraban a principios de febrero y era normal que las carreteras se encontraran vacías a aquellas horas.

Extrañamente, no se cruzó con ningún caminante durante el trayecto. cuando por fin accedió a la autopista se ilusionó con la idea de tener toda la autopista para ella sola, los dos carriles que se dirigían hasta Le Boulou y Barcelona aparecían libres de automóviles...

Deseando llegar cuanto antes pisó a fondo el acelerador sin importarle demasiado las fotos que le pudiera sacar algún radar camuflado. Cuando llegó hasta las conocidas casetas aduaneras, supo que no podía continuar con el coche ya que había una barricada impidiendo los accesos, con tanquetas y un destacamento del ejercito controlando la vieja zona fronteriza....En el pasado ese lugar era el territorio que los refugiados republicanos utilizaban para escapar del país, el éxodo acabó cuando la zona fue tomada por las tropas nacionales... El panorama se presentaba muy poco tranquilizador, y el clima empeoraba por momentos..,. Un frío helador se apoderaba de todo el lugar.... Aquello era muy extraño

Mientras conducía bajo la noche fría, Perla iba pensando en todo lo que había aparecido en los medios hasta el momento presente. Recordó una princesa japonesa, a la que no concedía el menor crédito, pero sobre todo no se apartaba de su mente el articulo de la NASA sobre una hipotética catástrofe fotónica interestelar y una supuesta ascensión a la quinta dimensión. Sintió un estremecimiento, pues se hablaba de que se producirían 3 días y 3 noches de oscuridad total en el planeta. Se daba la peculiar coincidencia de que esa princesa también  hablaba de ese ascenso.  Atormentada, pensó si no habría algo de realidad en todas esas supercherías que circulaban por internet, a las que no daba ningún crédito, y que lo estaba sucediendo se correspondería con el hecho de que ese período de transformación ya se había iniciado. El proceso se desencadenaba con una supuesta modificación de todos los átomos para formar un cuerpo semi etérico. Con desagrado, dirigió una mirada a sus miembros buscando cualquier indicio de ese cambio, se pellizcó y respiró tranquila ya que por lo menos todavía conservaba su entidad corpórea, unas carcajadas nerviosas la acometieron.

Descubrió un brillo inusitado en el cielo nocturno y creyó que estaba amaneciendo. Dirigió una mirada esperanzada al cielo, una extraña luminosidad lo invadía y supo que algo no marchaba bien. Había viajado demasiado como para no reconocer el fenómeno atmosférico que tenía ante sus ojos, una deslumbrante y bellísima aurora boreal. Por un momento, quedó fascinada  por la gran cantidad de colores que se derramaba sobre el firmamento. Sabía a ciencia cierta que aquella extraña luminiscencia en una zona templada como en la que ella se encontraba,  podía ser debida a una de esas tormentas solares extremas de las que tanto hablaban últimamente los científicos de la nasa. Se había  informado mucho sobre el asunto para documentar su tesina sobre el mundo cátaro y tenía conocimiento de que este tipo de fenómeno ya se produjo en el año 1859 donde dichas auroras boreales se pudieron ver, inusualmente, en algunas partes del mundo, como por ejemplo, España. Pero también podía deberse a una variación del eje de la tierra y eso podía ser más peliagudo, así que rezó íntimamente porque sólo fuera una tormenta solar después de todo ya se venían produciendo bastante en la última centuria.

..."Me estoy volviendo loca!"... Esto es demencial....- Pensó, tratando de apartar esos tétricos pensamientos de su mente.

Decidió conectar la radio y trató de sintonizar alguna emisora, dudaba encontrar alguna que pudiera entender ya que se encontraba en Francia y el alcance no era muy grande. Así que tras unos segundos pudo contactar con una emisora familiar, el sonido le llegaba entrecortado, como a trompicones. Pero pudo captar todo el mensaje que transmitían las ondas.

·..." Se ha desencadenado una extraña epidemia y en pocas horas se ha extendido por toda la ciudad. nos vemos obligados a extremar las precauciones declarando el estado de cuarentena, con la prohibición de entrar o salir del país bajo cualquier circunstancia"... - En el comunicado se incluía además que en aquellos lugares donde existían casos sospechosos se considerara "seriamente" la posibilidad de encerrarse en sus hogares.

Perla escuchaba horrorizada la noticia, sería posible que lo que pasaba con los caminantes fuese una epidemia, una simple enfermedad de origen desconocido...

..."Lázarus Z..., - la voz de la emisora acaparó nuevamente los pensamientos de la chica-... Personas que son dadas por muertas, clínicamente, reviven bajo extrañas circunstancias, muchas de ellas una vez amortajadas y otras incluso después de haber sido enterradas."...

Consternada pensó que quizá en la frontera se encontraría con algún dispositivo que prohibiría los accesos a la Comunidad catalana.

Sus peores sospechas se confirmaron conforme se iba acercando al peaje, asustada comprobó que un destacamento militar enfundado en trajes militares de bioseguridad y armados hasta los dientes para frenar cualquier intento de intrusión en el país controlaba los accesos.

Perla detuvo el automóvil y con los nervios a flor de piel se puso a pensar con claridad en lo que tenía que hacer. Echó una ojeada a su alrededor y se tranquilizó pensando que reinaba la calma, no se veían esos seres tan horribles.... Decidió llamar a su madre, tenía que escuchar su voz y ver si se encontraba bien....

Marcó con ansiedad el número y tras comunicar un rato, al final le llegó la cariñosa voz de su madre, llena de inquietud...

..."¿Diga?".. la simple pregunta la hizo suspirar de alivio, pues ya se temía lo peor.

..."¡¡¡Mamá...!!! ¿Cómo estáis? va todo bien?"...- Preguntó esperanzada,

- " Sí, hija, no te preocupes - casi gritó su madre, sin poderse contener- estamos bien, pero los infectados se multiplican como las moscas, aparecen por todas partes y atacan a la gente como si estuvieran rabiosos. Tu padre y yo no nos movemos de casa, estamos encerrados,... es lo más conveniente...Y, vosotras,... ¿estáis bien, hija, venid pronto, que esto se complica y os queremos aquí con nosotros...¿Dónde os encontráis?.

Ahora llegaba el trago más duro, no quería inquietarla diciéndole que no podía salir de Francia y que sus amigas vagaban por ahí como almas en pena convertidas en zombis, así que sólo se limitó a calmarla con vaguedades.

..."¡¡¡Tranquila, mamá!!!, estamos bien, -mintió con tristeza-  ya estamos en Girona, todo está muy complicado porque hay muchos controles militares, vamos a intentar eludirlos y en poco menos  de una hora estamos ahí, con vosotros...Ahora, cuelgo que parece que se acerca un soldado y no quiero ser la culpable de que nos detengan por insumisas.... Por favor, no te alejes del aparato, porque necesito escuchar tu voz para sentirme fuerte"... Le dijo a su madre casi a punto de llorar.

..."Tened cuidado y no te preocupes, estaré localizable, aunque sólo sea para que escuches mi voz. Y, por favor, no os expongáis demasiado y evitad los lugares muy transitados. Siempre habéis sido muy inteligentes y no dudo que sabréis salir de ésta... Un beso, cariño"... La mujer colgó y la chica presintió que su progenitora había colgado porque no podía contener el llanto. La conversación telefónica la había dejado muy deprimida. Ahora se sentía indefensa, perdida y necesitaba más que nunca tener cerca a sus padres y sentir su protección. Le dolía haber mentido a su madre sobre sus amigas, pero no había otra alternativa.

.."Te prometo, Madre, que saldré de ésta"... Bajó los ojos con desaliento, porque no estaba muy convencida de poder llegar a cumplir con aquella promesa....

Al otro lado de las alambradas, una ráfaga de ametralladora quebró el silencio de la madrugada y la disuadió de ponerse en contacto con los militares ya que posiblemente la detendrían y no la dejarían proseguir el viaje... Perla extremó las precauciones y estimó oportuno abandonar el coche antes de llegar a la aduana, a pie podía pasar más desapercibida y no llamaría tanto la atención. Ponía en peligro su seguridad, pero no podía continuar por carretera así que decidió seguir por el interior, evitando en todo momento "la catalana", emprendería la ruta que siguieron los exiliados republicanos durante el franquismo.

Al cabo de un rato, Simón, el encapuchado, llegó al lugar donde Perla había dejado abandonado su automóvil. Levantó la cabeza y cerró los ojos, como concentrándose, después siguió los pasos de Perla y se desvió por la pista que circulaba paralela a la Autopista...

Perla, llevaba un buen rato caminando, su pequeña guía turística le podría servir de gran ayuda para no perderse. Ni en su más remota imaginación creyó que aquel viaje tan maravilloso al país cátaro iba a tomar aquellos derroteros.

Empezaron a caer los primeros copos de nieve, impactaban contra su cara como afilados estiletes. No sentía el frío y el esfuerzo que el pequeño desnivel del terreno le producía tal acaloramiento que la gélida nieve solo contribuía a refrescar su piel afiebrada. Pensó en la cantidad de exiliados durante la Guerra Civil que también recorrieron aquellos lugares bajo condiciones infrahumanas, tratado de encontrar unas condiciones de vida más favorables y pensó que debieron encontrarse tan desorientados y asustados como ella al cruzar aquellos montes tan inhóspitos y salvajes, sin la certeza de saber a qué peligros se enfrentaban y por primera vez sintió escalofríos, era el miedo, esa respuesta emocional que todos los seres vivos experimentamos cuando intuimos que nuestra supervivencia está en serio peligro.

El parka que llevaba la resguardaba de los elementos, pero no lo suficiente, pensaba seguir durante todo el trayecto sin perder de vista la autopista ya que temía perderse en los Pirineos y, con el frío, morir victima de la congelación.

Llegó a una encrucijada y optó por el ramal que la alejaba de "la catalana" , era una pista en buen estado, solitaria y bastante descuidada, pero allí no se veía indicio alguno de que pudiera aparecer alguno de aquellos seres tan espeluznantes. Al cabo de unos metros, daba un rodeo y moría en la zona donde se encontraban las casetas de las aduanas, temiendo ser descubierta saltó por encima del quitamiedos y siguió avanzando por un sendero asfaltado que se adentraba en el bosque. Franqueaban el paso algunos postes que debían de ser de alta tensión.

Perla caminaba con el corazón en vilo ya que iba avanzando por una especie de pasadizo excavado en la montaña y si se tropezaba con aquellos monstruos, aquel lugar podía convertirse en una trampa.

Perla se encomendó al altísimo rogando no tener un encuentro indeseado con aquellas criaturas infernales, así que apresuró la marcha. Pronto, llegó hasta un pequeño puente, era una carretera que atravesaba por encima aquella pista de montaña. Entre los sonidos del bosque creyó escuchar de manera imperceptible unos extraños gemidos que ya le resultaban demasiado familiares y que le indicaban que los muertos vivientes no andaban muy lejos. Pasados unos minutos aquellos sonidos se hicieron mas audibles.

La chica buscó desesperada un lugar donde esconderse, porque si era descubierta, estaba perdida. Desde su escondrijo; oculta tras unos grandes matorrales y, conteniendo la respiración, vio pasar un grupo poco numeroso de caminantes. A simple vista parecían pacíficos. Aquellos seres siguieron su peregrinaje incierto sin rumbo fijo. Pero uno se detuvo como si olfateará algo en el aire y, volviendo la cabeza hacia donde ella se encontraba, dirigió su mirada fría y gris. Los latidos de su corazón golpeteaban con intensidad en sus sienes y casi perdió el conocimiento por la impresión, cuando vio que aquella criatura se separaba del grupo y encaminaba sus pasos vacilantes hacia donde ella se encontraba. Perla contemplaba con los ojos abiertos como platos como aquel ser tan terrorífico se iba acercando lentamente, con su grotesco balanceo.

El pánico de verse descubierta casi la hizo perder el control y estuvo a punto de descubrirse ante aquellos monstruos sin vida. Pero la suerte vino en su ayuda ya que el zombi que la rastreaba tropezó con otro que vagaba disperso, el choque fue tan brusco que le acabó desviando del camino que le conducía hasta el escondite de la chica.

Perla contempló aliviada como el zombi cambiaba de rumbo, alejándose definitivamente de ella, sin manifestar ninguna emoción. La chica le vio alejarse y pensó en qué momento le había abandonado su esencia humana, esa que nos hacer amar y recordar..

Respiró tranquila cuando les vio alejarse, indolentes y melancólicos, impregnando el ambiente del acre aroma de la putrefacción y la pestilencia....

Cuando el lugar se vio libre de aquellos muertos en vida, la chica decidió alejarse de la zona de aduanas y siguió por otra pista más rudimentaria. Era estrecha y comenzaba a presentar algún tipo de desnivel, zigzagueaba por una montaña entre pinares de gran frondosidad.

Perla contempló el paisaje con agrado, porque siempre había sido una fiel enamorada de la naturaleza. Contempló extasiada como las nubes bajas se abrazaban a los cerros, creando un mundo de exuberancia misteriosa e inspiró el aire puro de la montaña.

Se emocionó con la contemplación del escenario verde y renovado y, en aquella inmensidad, tuvo la certeza de que se abría una nueva etapa en su vida, un capitulo en blanco con un final imprevisible.

Sintió en el rostro la agradable sensación de la fría brisa y mientras escuchaba los sonidos del bosque creyó captar una voz tenue que en un tono muy bajo pronunciaba su nombre, aquel sonido parecía proceder de las mismas entrañas de la tierra.... Perla creyó que era una alucinación auditiva y escuchó con atención, y esta vez, la voz sonó más audible...

Perla no dudó, eran las mismas voces que había escuchado en la pensión, así que volvió a conectar el Mp3 y se encasquetó los auriculares para aislarse del exterior. Escuchar aquellas voces había sido la desgracia de sus amigas y ella no pensaba dejarse vencer por el enemigo

El cansancio ya comenzaba a hacer mella en su persona cuando se encontró con un coche abandonado. Cruzó los dedos rogando que las llaves estuvieran puestas y el depósito, lleno, con el combustible suficiente para poder circular.

Sus plegarías fueron escuchadas porque las llaves estaban puestas. Pero el coche ponía en evidencia la triste suerte que habían corrido sus ocupantes, ya que el interior estaba todo destrozado y lleno de manchas de sangre. A pesar del rechazo que le producía sentarse sobre unos asientos en los que se evidenciaba que se había producido una muerte violenta. Venció su aprensión y arrancó el vehículo con rumbo desconocido... Conducía devorada por la impaciencia que suponía  desconocer hacia dónde la llevaría aquella carretera.

Aunque controlaba el tráfico de la autopista, también  podía comprobar el movimiento de todos los efectivos del ejército. Por un momento pensó que la pista por la que circulaba seguramente se uniría a la autopista en algún momento. Al final, llegó a un cruce de caminos, tal y como había pensado, no iba descaminada. Al final, aquella rudimentaria pista se unía a "la catalana". Evitó incorporarse más que nada por la posible presencia del ejército, optando por el ramal de la pista que ascendía hacia la montaña.

Cuando ascendía con el coche pudo comprobar que se había equivocado lamentablemente, aquella pista moría precisamente en la carretera nacional, en el punto exacto donde se levantaba el cementerio de la localidad. Allí se encontró con un horror inimaginable. Descubrió que la carretera nacional, que atravesaba toda la pequeña localidad de le Perthus, estaba invadida por aquellos muertos vivientes. Perla detuvo el coche espantada y entonces lloró con desesperación.

Aquellas monstruosas criaturas estaban abandonando el cementerio. Los zombis deambulaban por el interior, abandonando nichos y panteones, reanimados por un extraño fenómeno que les había arrebatado la paz eterna. Conscientes de su nueva existencia alienante, reaccionaban destrozando con rabia todo lo que encontraban a su paso, buscando la salida e invadiendo la carretera y causando una conmoción sin límites en la joven que contemplaba la escena, atónita.

La muchedumbre de moradores que reposaban plácidamente en el cementerio, habían resucitado y caminaban torpemente. Repentinamente, algo les alteró y sus rostros se distorsionaron como si una rabia infinita se hubiera adueñado de ellos. Avanzaron en tropel, entre gruñidos y empujones.

Aquella escena tan dantesca era algo inimaginable. En pocos segundos, algo imperceptible les había convertido en una avalancha rabiosa, avarienta y con una dignidad ultraterrena que degradaba la muerte... Allí estaban aquellos seres desprovistos de voluntad, despojos muertos, inmersos en la pestilencia que desprende la putrefacción. El cambio en su comportamiento era debido a que el ejército había irrumpido en la carretera arremetiendo violentamente.

El ejército repelía las hordas pestilentes realizando barridos de lanzallamas y achicharrando a los avarientos resucitados. Los militares, pertrechados en las tanquetas que habían invadido la carretera eran insuficientes para contener a los desgraciados.

Las máquinas de guerra avanzaban implacables, aplastando a los zombis con los que se iban encontrando... Perla contempló horrorizada como uno de aquellos zombis que había sido aplastado bajo el taque volvía a levantarse de nuevo como si nada le hubiera pasado, para volver a incorporarse a la masa rugiente de zombis.

Todo el ejército, armado hasta los dientes, luchaba cuerpo a cuerpo contra un enemigo inmortal que fortalecidos en la muerte, se levantaban y seguían avanzando.

Los soldados presos de un frenesí homicida disparaban contra todo lo que se movía, luchando contra la mala suerte de dar un mal paso y caer al suelo ya que ser despedazado por aquellos seres podría resultar la más horrible de las muertes...

Aquella guerra homicida continuó. Los militares masacraron a los zombis con bombas y granadas, sembrando la carretera de cuerpos achicharrado y cuerpos desmembrados, cuando la refriega sangrienta concluyó, se replegaron y fueron apilando todos los cuerpos destrozados formando una gigantesca montaña de despojos, que una vez fueron humanos, y con el lanzallamas le prendieron fuego. Perla no pudo seguir contemplando aquella barbarie y abandonó destrozada aquel lugar de ignominia.

El coche avanzaba entre árboles tortuosos, como si hubieran sido devastados hace poco por algún incendio, matojos y postes de alta tensión. La pista en un momento determinado empezó a descender para llegar a unirse a una carretera local, con un asfaltado irregular, de dos carriles.

Un suspiro de alivio inundó su pecho, no se veían aquellos horribles seres por los alrededores.

El paisaje que Perla tenía ante sus ojos era deslumbrante, tal y como recordaba de sus muchas escapadas a la frontera para realizar sus compras pintorescas.

La carretera estaba solitaria y se veían coches abandonados tirados en la cuneta, la chatarra y los hierros humeantes evidenciaban la caótica situación que habían vivido los ocupantes de aquellos vehículos. No se apreciaba indicio alguno de vida, parecía como si se hubiese desatado un cataclismo y hubiera provocado una devastación sin límites.

Perla aceleró a fondo, tratando de abandonar aquel paraje tan desolador. Perla los contempló y pensó en qué debía de haber pasado para que hubieran perdido el control de una manera tan catastrófica. Cuando llegaba a la zona de Le Perthus comprendió que la localidad y todos sus alrededores habían sido evacuados. Atravesaron las localidades como un alma en pena temiendo un encuentro con el ejército, al que temía sin saber exactamente porqué, o con los caminantes sin vida.

Le Perthus era apenas una calle, un eje comercial, lleno de tiendas donde se podía comprar libre de impuestos, algo parecido a Andorra. Ahora, contemplarla tan desierta sobrecogía el alma, sobre todo cuando se había tenido la oportunidad de ver toda aquella arteria comercial siempre abarrotada de gente y con mucha animación. Era una pintoresca zona fronteriza de compras libres de impuestos y lo más curioso es que una línea imaginaria en la acera separaba España de Francia. Era un lugar muy conflictivo ya que en el pasado, raro era el día en el que no se producían retenciones entre los camioneros franceses y españoles.

Sin embargo, las cosas habían cambiado, pero no tanto, Perla tenía pensado realizar sus compras, igualmente. Necesitaba abastecerse de provisiones y ropa de abrigo, ya que el frío arreciaba y sentía sus miembros fríos como un témpano. Por eso, una vez aparcó, encaminó sus pasos hacia el viejo eje comercial y se encontró con las pequeñas tiendas y las grandes superficies desiertas, con sus productos al alcance de todo el mundo. Algún ataque había provocado una desbandada general dejando los establecimientos comerciales abandonados, propiciando el saqueo y otros actos de vandalismo .

Escogió unos almacenes donde ya había comprado anteriormente y que se llamaba, curiosamente, "la frontera". Estaba desierto y no se veía un alma, pero la destrucción imperaba por doquier, las estanterías y aparadores estaban destrozados y volcados en el suelo, daba la sensación de que habían volado por los aires. Estaba todo desperdigado.

Perla se desánimo viendo el desorden que imperaba en el lugar. Pensó que aquello era peor que buscar una aguja en un pajar.. Se encontraba absorta buscando entre las cosas con la esperanza de poder encontrar algo adecuado, cuando creyó percibir un extraño movimiento entre unas cajas amontonadas sobre el suelo. Perla, sintió como se le aceleraba el corazón, asió con firmeza la especie de garrote metálico que se había agenciado en el hotel y decidida a defenderse a toda costa se aproximó sigilosa, pero la sorprendida fue ella, aunque el miedo mantenía alerta sus reflejos, actuó como una fiera acorralada, sin dar tiempo a reaccionar a su atacante, se dio la vuelta bruscamente y el factor sorpresa acudió en su ayuda. .. Sin contención y con los nervios a flor de piel la emprendió a golpes con el supuesto atacante, duros y violentos, dominada por una furia ciega. Implacable apaleaba como una posesa, cuando una mano férrea como el acero detuvo los golpes y una voz familiar la hizo recobrar la cordura.

Ante sus ojos se encontraba, Simón el encapuchado, aparecía ante sus ojos con la cara llena de hematomas y magullado por los golpes recibidos...Sin embargo, pese a las magulladuras y a las dolorosas contusiones, aún tuvo una sonrisa para la mujer que le había apaleado sin piedad, apenas hacía unos minutos.

..." Vaya una fiera que estás hecha"... Le dijo mientras se palpaba una especie de cuerno que le había salido sobre la ceja derecha.

..." Perdona, es que me he asustado porque he creído que eras unos de esas abominaciones y casi me vuelvo loca"·...Trató de explicarse Perla..

..." Ya, pero la próxima vez asegúrate de que no la emprendes a palos con alguien que esté vivito y coleando como yo"...

..." Sí, seré más cautelosa, pero no respondo de mi si actúa como lo has hecho tú"...Replicó desafiante.

..."Supongo que no necesito explicarte qué es lo que está pasando, ¿verdad?, has tenido ocasión de comprobarlo por ti misma"...Perla sabía perfectamente a qué se refería y se sintió un tanto contrariada.

..."Pues más bien sí, están resucitando los muertos y parece que no son todo los pacíficos que debieran"... La amargura impregnaba las palabras de la chica, pretendía ser sarcástica cuando en realidad sentía unas ganas irreprimibles de llorar,¿Quién iba a pensar que los muertos resucitarían sin otro interés que probar el sabor de la carne fresca?. Era algo que no podía imaginar ni en sus peores pesadillas.

..."Ahora tenemos que salir de aquí y si quieres seguir con vida tienes que obedecerme "... Simón la miró de reojo pues no estaba muy seguro de la reacción de la chica.

..."Bien, si quieres que te acompañe tienes que decirme quién eres y luego ya veremos los que hago...Y, por favor no me digas que eres el anticristo, porque me largo ya mismo y aquí acaba todo"....

..."Pues siento contradecirte, pero si soy el anticristo y estoy aquí para salvar a la humanidad"... Las palabras de Simón sonaron extrañamente serias.

 Perla le escucho en silencio y reprimió los deseos de reírse en su cara.. Decidió mostrarse cautelosa, sobre todo después de haber presenciado los sucesos de Lastours.  Igual se encontraba  ante un peligroso psicópata y sus burlas despertaban su lado más oscuro.

..."¡¡¡Qué gafe tengo -pensó con desaliento, mientras seguía buscando lo que necesitaba- mira que dar con un majareta!!!"....No le replicó, decidió no provocarle con sus reticencias.

Por otro lado, en su mente se había creado la duda ya que teniendo en cuenta de que había visto como los muertos habían abandonado sus sepulturas para echarse a la calle, pensaba que todo podía ser posible. Después de todo, aquel desconocido algo raro si que era, pues le había leído el pensamiento y  con sólo tocarle un pie casi le provoca una conmoción cerebral. Aquello era el fin del mundo, que más daba si tenía ante sus ojos al mismísimo anticristo. Resignada, sonrió y hasta se sintió interesada por aquel extraño que le hacía ese tipo de confidencia sin temor al ridículo, por lo menos había que reconocer que tenía valor.

..."Muy bien, eres el anticristo - cuando escuchó sus palabras sintió unas ganas incontenibles de reírse, pero se contuvo- qué es lo que pretendes, qué buscas y cual es tu misión si es que tienes alguna."...

..." Mi única misión es salvar la humanidad"... Perla se lo quedó mirando durante un instante, que parecía ser eterno, no sabía qué pensar y mucho menos como tratar a aquella persona que a medida que iba conociendo le parecía más extraño y surrealista.

..." Desconocía que moviesen tan altos ideales al anticristo. -Perla le siguió la corriente con resignación- Siempre he creído que era un ser malvado que sólo busca suplantar a Jesucristo en la tierra haciendo milagros, sanando gente y dominando en la tierra con la ayuda de Lucifer y un falso profeta.

..."Estás muy enterada -le dijo riéndose- aunque has cometido algunas inexactitudes...Debo decirte que me precede una fama muy mala, pero mis intenciones son loables, sólo quédate a mi lado el tiempo suficiente para comprobarlo y ya lo verás"...

..."Quería preguntarte una cosa: ¿me lees el pensamiento"...Le increpó mirándole directamente a los ojos...

..." Pues si, es una habilidad innata en mí, esa y otras"...Le contestó con socarronería..

..." Pero antes -la interrumpió antes de que ella le contestara airadamente- has de saber que con tu reacción has demostrado que también eres telépata, por si no lo sabías....

..." No, no lo sabía, ni falta que me hace. Y, saberlo no me tranquiliza lo más mínimo. Y quiero puntualizar un asunto contigo con respecto a esas otras habilidades de las que presumes... Quiero que te quede claro que conmigo no tienes que emplearlas...¡¡¡Ya sabes a qué me refiero!!!"...

..."No, no sé a que te refieres"...Le respondió con fingida inocencia.

..."Sabes perfectamente a qué me refiero.... No quiero que practiques conmigo nada que yo no acepte o controle... ¿Captas la idea? Le dijo haciendo un gesto de desdén, mientras se tocaba con el dedo índice la sien...

..." Yo no he usado mis poderes contigo... Todavía. Y hablando de poderes, ¿qué tal está el tobillo... duele?"...Preguntó interesándose, mientras le dirigía una mirada al órgano de la chica..."

..."Si, está como nuevo...Ya veo que tienes manos de santo....¿Es esa otra de esas habilidades de las que hablas? Ya veo que tiene sus ventajas ser el "anticristo" ... Fue la réplica irónica a la pregunta del encapuchado, pero en realidad estaba empezando a sentir como la hostilidad inicial que sentía hacia aquel desconocido iba desapareciendo poco a poco, después de todo quién era ella para juzgar a una persona que creía ser el "anticristo".

..." Aunque no creas en mis palabras, ahora solo me dedico a rescatar supervivientes y quiero que tu colabores conmigo"... Perla lo escuchó y empezó a parecerle gracioso, el anticristo salvando a gente, aquello no le cuadraba, hasta donde ella comprendía, el anticristo era el gran antagonista de cristo, un ser maligno que se propondría difundir todo tipo de maldades mundiales antes del fin del mundo, pero que sucumbiría con la segundo advenimiento de Cristo.

..."Y, ahora qué,¿aprovechando el caos reinante para saquear?...Las palabras de Simón, aparte de dar un giro inesperado a la conversación, evidenciaban un oculto reproche que no escapo a la agudeza mental de la chica.

Perla reaccionó airadamente, se volvió bruscamente y fulminándolo con la mirada le espetó:

..."Si, ¿tienes algún reparo?... ¿Y?...Inquirió desafiante. Después, ignorando la crítica que ocultaban las palabras del encapuchado siguió buscando entre el desorden lo que precisaba.

Revolvía entre las montañas de productos comerciales, allí había de todo, paquetes de comida, cajas de vino, detergentes, ropa, y al no encontrar lo que buscaba refunfuñó por la mala suerte. Maldice el desorden reinante y se promete que no abandonará ese lugar hasta encontrar lo que necesita. Todo se encuentra patas arriba. Cuando ya está a punto de desistir en la búsqueda, encuentra debajo de una caja de herramientas toda la equipación para alta montaña y también aparece lo que tiene toda la pinta de un botiquín. Decide apropiarse de todo y piensa con satisfacción que la suerte le sonríe. Coge unas botas rígidas y unos calcetines térmicos, no son su talla pero la situación es demasiado complicada como para poner reparos a esas tonterías, unos pantalones elásticos cortavientos atraen su atención y decide incorporarlos a la compra, también escoge unos impermeables y transpirables por si las condiciones meteorológicas adversas se radicalizan. Completa la compra con unos jerséis térmicos, chaquetas cortavientos, escoge unos guantes suaves y cálidos y un anorak de pluma negro completa todo el atuendo para enfrentarse a los elementos en la montaña. Aunque, el oculto reproche de Simón ha calado hondo en la chica y sorteando todos los obstáculos se acerca hasta los restos de lo que no hace mucho fue la caja registradora y deja a su lado el importe aproximado de lo que le costaría todo el equipo. Es un acto simbólico, una acción social subordinada a las propias necesidades y orientada a limpiar su conciencia.

Simón había seguido en silencio los movimientos de la chica y cuando vio como realizaba el acto simbólico de pagar lo sustraído, sus labios dibujaron una abierta sonrisa..

..."Vaya parece que la Diosa de ébano tiene conciencia moral"... Le dijo mientras se acercaba a la mujer...

..." Eso de Diosa de ébano lo dices porque soy negra"... Respondió la chica con una mirada de suspicacia que no conseguía ocultar el enojo.

..."¡¡¡ Pues claro...!!! Por quién, si no...¿Ves por aquí a alguien más?"... Contestó, coronando su frase con una rápida mirada a su alrededor...

Perla no estaba acostumbrada a que la llamaran con ese tipo de apelativo y no se lo tomó demasiado bien. Así que dándose la vuelta, le miró de frente, muy fijo, como si intentara hipnotizarle. El hombre sintió que ante su fría mirada se empequeñecía.

..."Mi nombre es Perla, y no soy ni una Diosa, ni nada parecido. Como puedes apreciar, soy negra y no hay nada que me irrite más que cualquier tipo de discriminación y buscar apelativos como el que acabas de emplear refiriéndote al color de mi piel me parece poco respetuoso. Así que en el futuro, te pido que evites usar ese tipo de estereotipos conmigo porque me parece de mal gusto. Según mi opinión es un tipo de expresión vejatoria.

...·"Desde cuando llamarte "Diosa de ébano" es vejatorio"...  Inquirió el encapuchado mirándola fijamente.

...."Es vejatorio porque es sexista, no soy una diosa ni nada que se le parezca, sólo soy una mujer de ascendencia africana... Y, punto"...

.."¡¡¡ Vaya genio!!!".....Murmuró, evitando ser oído por la joven.

..." Ese tipo de expresiones no sólo no responde a la realidad sino que es discriminatoria en sí misma y aunque sea un objeto artístico no deja de ser desafortunado compararlo con los atributos físicos o el color de piel de una persona y por lo tanto convierte en un objeto sexual a la mujer". Perla seguía con su discurso feminista.

..."Creo que te pasas con tus apreciaciones, eso que comentas es un ejemplo de la doble moral que manejamos, por un lado te quejas del trato racista y cuando te alabo me echas en cara que te acoso"... Simón pensó que aunque ponía mucho interés en entender a las mujeres nunca llegaría a conseguirlo. Demasiado emocionales e imprevisibles como para tratar de llegar a cualquier tipo de entendimiento con ellas.

..."No se trata de acoso, es mas bien algo mucho más complicado, eso es una forma de cortejo primitivo y pese a lo que estamos viviendo, la mujer tiene derecho a opinar y sus creencias aunque no sean verdades absolutas, no dejan de ser incuestionables y sus ideas deben ser reconocidas por la sociedad sólo porque ella esta lo suficientemente formada culturalmente. El respeto se merece, no se impone, suelen decir, pero un piropo o halago es siempre machista, porque tiene como finalidad mostrar que las mujeres somos objetos de exhibición y de aprobación. Y tu "Diosa de ébano" ratifica lo que digo..

..."Esta discusión me parece absurda, y escuchándote me doy cuenta que no diferencias entre piropo y halago, primero porque el piropo sexualiza a la mujer convirtiéndola en un objeto, pero el halago es un comentario inofensivo sin ninguna intención de ofender a nadie. Esta situación es propia de una mente reprimida por algún tipo de prejuicio personal. Has reaccionado de una manera predispuesta contra mi apelativo. Ahora resulta que halagar a una mujer es falta de respeto y acoso"...

..."Halagar o seducir es satisfacer el orgullo o la vanidad de una persona, y que halaguen mis oídos es algo que no necesito, sé perfectamente hasta dónde llegan mis limitaciones"...

La charla dialéctica que mantenían se cortó de manera radical cuando detectaron la presencia de una de esas abominaciones detenido ante la puerta del centro comercial. Mantenía una actitud pasiva y una escalofriante mirada vacía. No parecía que tuviera la intención de penetrar en la superficie comercial, sino que  más bien presentaba el comportamiento de las personas indiferentes a todo lo que se desarrolla a su alrededor.

..." La chica contempló la aparente pasividad del caminante y se dirigió al encapuchado ¿Y si le preguntamos? Manifestó llena de ingenuidad...

..."Calla, ni se te ocurra-... Aunque parezcan pacíficos, son bestias antropófagas, mejor tratamos de pasar desapercibidos"... En el exterior se escuchó una ráfaga de tiros que crispó el semblante del zombi, giró la cara hacia el origen de la refriega y pudo contemplar como la tanqueta y los soldados se le acercaban. Entonces, como si algo dormido en lo más profundo de su ser hubiera despertado, comenzó a correr hacia el vehículo militar gruñendo y balanceándose como un beodo.

Perla y el encapuchado se ocultaron tras unas cajas apiladas, mientras presenciaban como el zombi era abatido sin piedad por aquellos militares. Pero, la agonía de aquel desgraciado atrajo a miles de aquellos seres que con un lamento lacerante y tortuoso crispaba los ánimos de los únicos seres vivientes que se hallaban ocultos en aquellos grandes almacenes. Los seres se iban acercando arrastrando su mísera existencia por el suelo y aparecían por todas partes. los militares se encaramaron en lo alto de las tanquetas intentado evitar el cuerpo a cuerpo con los muertos vivientes, ya que poco a poco iban apareciendo y con su gran número iban rodeando al destacamento militar, bloqueando cualquier movimiento de los blindados. Pronto, la carretera estaba abarrotada y con una fuerza inusitada aquellos seres de ultratumba dominaron con su presencia y los soldados que intentaban repelerlos se convirtieron en su carnaza, sucumbieron a ataque zombi y en pocos minutos, nada quedó de ellos... Perla y Simón contemplaban la escena aterrorizados, aquello era el triunfo de la muerte sobre la vida, la definitiva supremacía del horror y la barbarie frente a la humanidad...

Poco después, la zona fronteriza de Le Perthus se encontraba invadida de seres putrefactos que vagaban erráticamente, pululaban por las calles libres de tráfico y de seres vivientes. El espacio que quedaba entre el coche de Perla y los grandes almacenes estaba completamente rodeado por los zombis que no dejaban de moverse de un lado para otro, dejando tras de sí la terrible peste que acompaña a la descomposición de los muertos.

..."Tenemos que salir de aquí"...Simón y Perla sabían que tenían que abandonar los almacenes por alguna salida de emergencia antes de que aquella horda de muerte les descubriese.

..." Sí, pero por cómo lo hacemos, esto es una ratonera...- La mujer no podía ocultar el pánico que la dominaba-... Tenemos que buscar una salida de emergencia"...

..."Mientras buscaba el equipo para el viaje he visto una puerta de emergencia casi al fondo, así que vamos a intentar dar con ella, iremos con cuidado ya que no debemos desestimar la idea de que alguna de esas criaturas se haya podido colar en este lugar y nos de un susto"...

Los dos se pusieron de rodillas y gateando entre el desorden se acercaron hasta una de las zonas de evacuación más cercana, cuando la abrieron respiraron tranquilos, el exterior se veía despejado. Mientras tanto, los seres sin vida habían descubierto los grandes almacenes y pululaban por el interior como si fueran fantasmas del pasado a la búsqueda de ofertas o gangas especiales...

Simón y Perla continuaron avanzando, silenciosamente, sobrecogidos por el pánico de ver en lo que se había convertido aquella preciosa localidad fronteriza. Con un único deseo: apartar de su mente la desolación que  invadía cada rincón, cada jardín, cada plaza o edificio de un lugar que una vez hizo las delicias de las personas que lo visitaban.  Tenían el convencimiento de que en apenas unas horas, aquella plaga, o lo que fuera, se extendería por todas partes...Atrás dejaron un lugar completamente desconocido, fachadas y vidrios de ventanas aparecían devastados, las cabinas telefónicas, habitualmente muy cuidadas, aparecían destrozadas y, evidentemente, sin línea, allí todo estaba muerto, y la alegría y la vida que animaba aquel lugar tan pintoresco había desaparecido por completo. Siguieron avanzando y congelados por el frío se adentraron en un camino que les llevaba a las entrañas de la montaña.

Perla pensó en su madre y decidió llamarla:

—¿¡Hola!? ¿¡Mamá!? ¿¡Papá!? -No hubo respuesta.



Comentarios

Entradas populares