EL CARNAVAL DE SOMBRAS




Todos los adolescentes del pueblo ansiaban la llegada del Carnaval por sus atrayentes disfraces y ambiente festivo. Una celebración multitudinaria que hacía las delicias de grandes y pequeños por su peculiar encanto. Sin embargo, aquel año iba a ser distinta para los jóvenes de aquel pequeño pueblo de montaña que, aislado y misterioso, sobrevivía gracias al reclamo anual del fastuoso evento.

Las modestas pensiones y el único hotel del pueblo registraban en esas fechas la tasa más alta de reservas por parte de los turistas que asistían regularmente cada año.

Perla y sus amigas se encontraban sentadas disfrutando de un agradable café en la terraza del hotel donde se hospedaban y sus conversaciones giraban en torno, una y otra vez, a la terrorífica experiencia vivida en los Castillos de Lastours, habían estado a punto de acabar con el viaje, pero las ganas de disfrutar superaban los inciertos temores que aquejaban a unas jóvenes demasiado entusiastas con la vida como para no poner en peligro su existencia.

…”En mi vida, me ha pasado algo así” - Comentó, Gloria, la chica de las gafas- “Eran unas personas terroríficas, y cuando he visto que nos perseguían, casi me da un infarto”...

…” Creo que lo único que buscaban era asustarnos para alejarnos de aquel lugar. Seguro que se proponían hacer algo poco recomendable y nuestra presencia incordiaba.”  Perla, sabía que sus amigas no estaban muy de acuerdo con lo que ella opinaba sobre el asunto, pero lo único que pretendía era convencerlas para que siguieran interesadas en continuar con el viaje. Ya que una de la razones que la motivaban para seguir con aquello, era documentarse “in situ” sobre todo lo concerniente al Catarismo, el tema de su tesis universitaria.

…” En verdad, que sería una pena interrumpir un viaje tan estupendo, incluso la mala experiencia con los encapuchados de Lastours ha contribuido a incrementar el misterio que rodea a todo lo relacionado con los cátaros. Este viaje ... - prosiguió-  es algo que hemos deseado realizar desde hace mucho tiempo y no nos vamos a acobardar fácilmente..” La chica seguía empeñada en convencerlas de que aquel viaje y todo el misterio que lo rodeaba era lo mejor que les había pasado y que, incluso podrían relatar su experiencia a los medios y ganar con ello unos ingresos extras que no les irían nada mal...

..."Déjate de misterios y aventuras y regresemos, que eso que nos ha ocurrido ha puesto en peligro nuestras vidas.... Deberías ser más sensata y dejarte de cuentos"... Comentó la hermana gemela de la chica de las gafas, ya sin preocuparse por ocultar el enojo que sentía.

…” Tienes toda la razón, creemos que nos hemos librado, pero  tengo muy mala sensación desde entonces y estoy deseando regresar  - Replicó Miranda, una chica rubia muy guapa, interrumpiendo a Lucia, la hermana gemela de Gloria. ..."Pero, si esos encapuchados vuelven a aparecer, nos piramos…”

Acompañaron sus palabras un temblor imperceptible, producto del intenso terror que se había apoderado de su mente a raíz de los sucesos de Lastours. Un frío helador recorría su cuerpo cada vez que recordaba a los siniestros encapuchados que con tanto encono las persiguieron por el desolado paraje en ruinas.

…”¿ Venga, chicas, nos acabamos el café y damos un paseíto por el pueblo y curioseamos qué se está cociendo?”..

..”¡¡¡VAMOS!!!! respondieron todas al unísono con entusiasmo, olvidándose de todos sus temores y  optando por disfrutar de la vida.

Si les quedaba alguna preocupación con lo acontecido en los Castillos de Lastours, se les disipó por completo, la algarabía y el bullicio que se respiraba en las calles de aquel pueblecito de alta montaña era envolvente. La alegría se percibía en cualquier rincón y plazuela de un mundo rural donde todo era puro y libraba su última lucha contra el abandono. En aquel momento, nada parecía turbar la dicha de sus gentes y las chicas se divirtieron con el espectáculo que los alegres vecinos ofrecían al disfrazarse. Disfrutaron y valoraron con deleite la gran creatividad de aquellas personas tan humildes… Lamentaron no poder formar parte de aquel original espectáculo, con un imaginativo disfraz…

Pasaron por debajo de una rústica balconada y les cayó encima una lluvia de confeti, que recibieron con una risa incontenible. Miraron hacia arriba y vieron que la fechoría la habían llevado a cabo unos chiquillos muy traviesos…

Ya caía la noche y las sombras se iban apoderando del pueblo y sus gentes. Entonces se encendieron los farolillos, incrementando el aire festivo. Atravesaron varias callejuelas empedradas y llegaron hasta la plaza mayor, donde una pequeña banda trataba de amenizar la celebración. Un reducido grupo de gente escuchaba atentamente y los jóvenes del pueblo bailaban enlazados las viejas melodías. La música era un tanto trasnochada, pero no era algo que preocupara demasiado a los jóvenes que allí se encontraban, tratando de seguir con sus cuerpos el ritmo de los viejos acordes de alguna guitarra desafinada. A pesar del frío nocturno, la gente comenzó a congregarse junto una de las veredas más bellas que Perla y sus amigas habían visto en su vida. Cuando de repente, se llevaron un susto de muerte, pues se acercaban, a pasos agigantados, cuatro siluetas negras encapuchadas, la capacidad de reacción era nula, ya los tenían casi encima, cuando estaban frente a frente, descubrieron que eran unos críos muy larguiruchos disfrazados que estallaron en carcajadas cuando comprendieron que les habían dado un susto de muerte.

…” Dios, - exclamo Perla- como me pasen muchas de estas cosas, no sé si lo voy a resistir”...

…”Desde luego.. Ya lo puedes decir”... Las gemelas escuchaban en silencio, pero mantenían la mirada fija en un lugar al otro lado de la plaza...Algo atraía su atención de manera hipnótica

Precedidas de tambores y saludando al público hicieron su teatral aparición las majorettes, un grupo artístico muy común en todas las fiestas locales. Llamaba la atención  el desfile de las jovencitas ataviadas con sombrero,  minifalda, una chaqueta de tipo militar y sus altas botas, sincronizaban la marcha haciendo girar un bastón metálico con gran habilidad, más en unas que en otras. El público las seguía y los encapuchados, que curiosamente, habían incrementado extrañamente su número en el festejo, se iban abriendo paso entre la gente, mientras las majorettes iban lanzando caramelos a los niños que lucían sus coloridos disfraces y caretas con el personaje de turno. Todos corrían detrás, dejando a su paso el chisporroteo inquietante de los petardos y las bengalas. Tonteaban con las muchachas que iban en el desfile ya que no debían de ser mucho mayores que ellos.

En aquel momento, se le acercaron a Perla unos encapuchados y le propusieron que les hiciera una foto. Algo raro pasó en aquel momento, porque cuando la chica tomó la cámara fotográfica que aquellas personas le ofrecían, sintió como un escalofrío le recorría el espinazo… Los encapuchados se apelotonaron, tratando de salir en el encuadre. Pero, cuando Perla disparó el obturador, los resultados no fueron los esperados, la instantánea salió completamente en negro,  nada aparecía en la imagen, aquella foto se había convertido en una metáfora existencialista, una señal que el destino le enviaba, porque la nada es "algo" que está vacío de todo y tuvo la certeza de que eso es lo que les esperaba, enfrentarse a las fuerzas de las oscuridad. Una paradoja de la no existencia que podía provocar muchos sinsabores.

 Cuando Perla descubrió el error fotográfico intentó repetir la foto y el resultado obtenido fue tenebroso. Ahora aparecían unos seres terroríficos, sus ojos irradiaban un fulgor rojizo que ponía los pelos de punta y su rostro parecía apergaminado. Aquella imagen minó las fuerzas de la joven y la cámara se volvió ingrávida entre sus manos, se deslizó y  terminó cayendo, lentamente, estrellándose contra el suelo, ofreciendo a la vista de todos, aquellos rostros de pesadilla. Perla les contempló horrorizada y, aunque aquellos seres captaron el desconcierto de la chica e iniciaron un avance tímido, no revelaron en modo alguno un comportamiento hostil.

..." Nos has descubierto"... Habló uno de los encapuchados.

..."No hagas nada que nos comprometa y no os pasará nada"...

..."¿Quiénes sois?!... Osó preguntar la chica con la voz trémula por el miedo.

..." Somos, bueno, éramos los servidores del anticristo"..

..."El anticristo, pero de qué me habláis, no entiendo nada"...Perla estaba al borde de la locura, no sabía a qué se enfrentaba y qué eran aquellos seres que tenía ante sus ojos. Pero, algo en su mente le decía que tenían que ver con lo que les había sucedido en Lastours.

..." No os vamos a hacer ningún daño. Así que  no hagáis ninguna tontería"...

El encapuchado que llevaba la voz cantante y no parecía representar una amenaza para las chicas, pero tampoco un aliado.

..." Ahora, tenéis que ser prudentes porque estáis en serio peligro. Habéis presenciado algo que no debíais y su cólera os perseguirá"...

..." La cólera de quién"... Inquirió la chica, y ya comenzaba a pensar que todo era una pesadilla y que de un momento a otro iba a despertarse

..."La cólera del anticristo"...pronunció el encapuchado con gravedad.

Perla no entendía nada de lo que estaba escuchando, pensaba que habían tenido la mala suerte de encontrarse con unas personas que no estaban en su sano juicio y sabía que sus amigas tenían que estar al tanto de lo que estaba ocurriendo. Pero,  en ese momento, las tres parecían pendientes de algo que atraía su atención y que debía de encontrarse más allá de las sombras del bosque, al otro lado de la plaza del pueblo.

..." Debéis actuar con prontitud y no relajaros, el líder os sigue los pasos y no estará muy lejos de donde os encontráis, y. Escuchad: bajo ningún concepto escuchéis las voces del bosque. Esta noche, bajo ningún motivo salgáis del pueblo".. Fueron las últimas palabras del encapuchado, después desaparecieron.

Después del misterioso encuentro con los encapuchados Perla buscó a sus amigas, ya oscurecía y no quería que fuera muy tarde para no correr ningún riesgo y estar bien resguardadas bajo el techo del hotel. Ahora, tenía la sensación de que en ningún lado se podía estar segura. Horrorizada, comprobó que sus amigas no aparecían por ningún lado. Parecía que se las había tragado la tierra.

La joven inició una búsqueda frenética de las muchachas, pero no había ni rastro de ellas. Cuando ya había perdido la esperanza de encontrarlas, distinguió tras manchas blancas que se adentraban en el bosque, caminaban como en trance, como si un extraño poder mental se hubiera adueñado de sus voluntades privándoles de toda su autonomía. La desesperación de Perla fue tan grande que solo pensó en gritar sus nombres con fuerza.

..."¡¡¡¡GLORIAAAA..... MIRANDAAAAAAAAAAA!!! Pero, las espectrales mujeres avanzaban por el bosque como zombies, ciegas y sordas a cualquier reclamo, con la voluntad totalmente anulada. Impotente, la joven lloró desconsolada, sabía que tenía que hacer algo, si no quería perder a sus amigas....

..." PERLAAAAAA...." Alguien la estaba llamando y la voz era una dulce melodía que parecía querer adueñarse de su pensamiento. En ese momento, recordó la advertencia de los encapuchados y rápidamente sacó su mp3 y se colocó los auriculares esperando contrarrestar el efecto de aquella voz hipnótica sobre su mente..Y, tomando la pequeña  linterna que siempre llevaba consigo partió en busca de sus amigas, ya fuera de su ángulo de visión.

Perla atravesó zonas silenciosas, sumidas en la oscuridad. Llegó hasta un pequeño claro devorado por los arbustos salvajes y la maleza. El aleteo de un ave, en un árbol cercano, la sobresaltó, y dejó escapar un pequeño grito. No se veía nada, solo pensar en las víboras que pudieran existir en la zona ya le puso los pelos de punta.

..." Luciaaaaaaaa....." Volvió a llamar a una de sus amigas, casi en un hilo de voz, como si tuviera el secreto temor de alterar la paz de aquel lugar ya que en su mente aleteaba la pequeña esperanza de encontrarlas  sanas y salvas. Pero, sólo le respondió una lechuza que, oculta entre las sombras de la noche, atisbaba todo lo que sucedía a su alrededor.

Aquella noche  le ponía los pelos de punta. Pero no se arredró y siguió avanzando por la espesura boscosa. De pronto, sintió unos pasos que corrían hacia ella, como si la siguieran y un rayo de esperanza se abrió paso en su mente. Seguro que la habían detectado y venían hacia ella.

Enfocó con la linterna hacia el lugar de donde provenían los pasos, pero no vio nada. Aún así, no cejó en su empeño, siguió andando cuando notó  que sus pies pisaban algo húmedo, creyó que era algún tipo de charco. Repentinamente, todo el bosque enmudeció, cesó el canto de los pájaros y se apagaron todos los ruidos que lo llenan de vida durante el día, como si nada habitara en aquel lugar. Intentando descubrir qué era aquello que sus pies habían pisado, dirigió el haz de su linterna y descubrió que era sangre y no sólo eso, ella misma se encontraba en medio de un gigantesco charco de sangre. Experimentó aquella visión como una terrible pesadilla y empezó a gritar, gritaba hasta quedarse afónica, y al final rompió en un llanto histérico, pues ya había perdido toda esperanza de encontrar vivas a sus queridas amigas.

 Acometida por un temblequeo descontrolado hizo un barrido por todos los alrededores en busca de sus amigas, pero siguió sin ver nada. Entonces, un pequeño rayo de esperanza se abrió camino en su mente y creyó que quizá no estaba todo perdido y sus amigas todavía seguían con vida.

Aguzó el oído y siguió escuchando los pasos a sus espaldas, Perla se dio la vuelta y dirigiendo el foco de luz en todas direcciones, trató de localizar el origen de aquellos pasos tan misteriosos, pero seguía sin ver nada. En ese momento, escuchó una voz burlona, metálica y distorsionada que pronunciaba su nombre. Ese engendro de voz no parecía humano y parecía provenir de cualquier lado, parecía como si la estuviera rodeando.

 Cuando Perla cayó mareada abatida por el intenso acoso de aquella criatura que intuía sobrenatural, aquel ser monstruoso soltó una risotada que sonó a falsa. Las poca lucidez que le quedaba a la muchacha le dio las alas suficientes para salir huyendo de aquella pesadilla, corrió con desesperación, casi a trompicones luchando con las ramas bajas de los árboles que le salían al encuentro y tropezando con los piedras del camino, pero ella en un esfuerzo inaudito conservaba el equilibrio de manera inexplicable.

Perla abandonó el bosque y cogió el camino que llevaba hasta el pueblo. Aterrorizada y con un temblequeo incontrolable en el cuerpo, miró hacia atrás y le pareció ver a tres figuras blanquecinas en medio del claro. Sintió clavados en ella, con espanto, el fulgor rojizo de sus ojos. Perla sabía que aquello que estaba en el claro del bosque ya no eran sus amigas.

Así que decidió dirigirse hacia el hotel, descansar y al día siguiente partiría rumbo a casa y ya vería como solucionaba la desaparición de las chicas..

Cuando se encontró de nuevo en el pueblo, sintió que toda aquella celebración, como su mismo nombre indicada, no era más que una mascarada que trataba de ocultar todo lo que estaba pasando en realidad. Angustiada, dirigió sus pasos hacia la pensión donde ella y sus amigas se hospedaban. Habían reservado dos habitaciones contiguas. Dos pequeñas camas, un pequeño armario y una mesita era todo el mobiliario de la habitación. Cuando se descalzó para tumbarse y descansar un poco, pudo observar la mancha de sangre en las suelas de sus zapatos y pensó que debía de ser la de sus amigas. Esperaría a la mañana siguiente para denunciar el caso, pero antes tenía que dormir y sobre todo pensar en lo que tenía que declarar.

Se volvió a poner los auriculares y escuchar los ritmos frenéticos la hizo sentirse más calmada. El cansancio pudo con ella y no tardó en caer rendida entre los brazos de Morfeo. Durante su sueño reparador no pudo contemplar como tres figuras femeninas se movían por el pueblo en trance y al final dirigían sus pasos hacia la pensión donde ella se encontraba. Las tres mujeres subieron lentamente por la escalera y si hacer ruido, apenas, se introdujeron en el cuarto contiguo al de Perla. Un pequeño ruido anunció su presencia, pero al cabo de un momento, ceso toda la actividad y se hizo el más profundo silencio. Algo en el aspecto de aquellas mujeres indicaba que en sus vidas ya no había lugar para sentimientos como el odio o el amor y que en sus juveniles cuerpos ya no había sitio para las debilidades de la vida. Perla sumida en un sueño profundo no se dio cuenta de nada.

A eso de la medianoche, se despertó sobresaltada y escuchó como si alguien la llamara, era sorprendente. Se encontraba en pleno mes de febrero y sentía un calor extremo inexplicable. El bullicio exterior había cesado, pero le llegaban con total nitidez las voces que susurraban su nombre. Sintió que su pánico se incrementaba cuando reconoció aquella siniestra voz, era la misma que la del bosque que, ahora, venía a acecharla hasta la habitación de la pensión donde se encontraba.... Recordó el aviso del encapuchado y volvió a conectarse los auriculares, estaba decidida a oponer una férrea resistencia, no conseguirían abatirla fácilmente. Como si aquellos seres demoníacos conociesen las intuiciones de la chica, sonó una voz muy estridente seguida de rugidos.

..."PERLAAAAAA   ABREEEEEEEEEEEE LA PUERTA".....Gritaba la tenebrosa voz metálica, mientras golpeaban con fuerza la puerta...

Perla no dejaba de temblar, ni siquiera con los auriculares podía dejar de escuchar aquello. Deseó con todas sus ansias que amaneciera. Por la mañana todo sería mejor. La luz y su magia es capaz de alejar la más terrible pesadilla.

La chica se sentía culpable de todo lo que le había pasado a sus amigas y pensó que si esa noche moría, no le importaría ya que era el justo castigo por haberlas puesto en peligro. Pero esos fúnebres pensamientos abandonaron su cabeza cuando sintió como aporreaban la puerta. Estaba sola, le esperaba la muerte y la tortura, algo que siempre había temido, por lo que decidió que lo que tenía que hacer era huir como fuese, esquivar a esos demonios que tanto se empeñaban en acosarla.

Dirigió una mirada hacia la ventana y, otra, a las sábanas, y no lo pensó dos veces, las desgarró en varios pedazos longitudinales y las fue uniendo con nudos. Pensó que la podrían sostener con facilidad gracias a su extrema delgadez. Nunca había practicado escalada, pero era igual, ya era hora de aprender. Su salvación estaba próxima, el coche la esperaba en el aparcamiento a la entrada del pueblo, a escasos metros de la pensión... Con cuidado, abrió la puerta que daba a un pequeño balcón y echando por la barandilla la improvisada cuerda fabricada con las sábanas, se deslizó con una soltura impropia de una novata en algo tan arduo como deslizarse por una soga, algo que siempre sale bien en las películas. Sin embargo, Perla contempló con aprensión como uno de los nudos se iba deshaciendo, poco poco. Así que cayó estrepitosamente en el suelo, aunque no sufrió lesiones graves ya que la distancia que la separaba del suelo era leve. Pese a las magulladuras, el terror la hizo levantarse con celeridad y se alejó renqueando hacia el lugar donde se encontraba el coche. Durante el trayecto se encomendó a Dios, ella que había sido una atea convencida durante toda su vida. Sin embargo, las situaciones límites suelen despertar en nosotros creencias religiosas que desconocíamos poseer...

El aparcamiento estaba solitario y no se veía un alma, pero ella temerosa de que ese sosiego fuera algo efímero no perdió el tiempo. Entonces en ese momento, se escuchó en el centro del pueblo un sonido horripilante, algo que cada vez se iba escuchando mas cerca, por un momento creyó que no podría escapar de aquel horror, que estaba sentenciada y que nada ni nadie podría salvarla...

...."Perlaaaaaaaaaaa"... Sintió como la llamaban, pero era una voz masculina distinta a las demás... La chica se volvió y descubrió a unos pasos de ella al encapuchado que la había advertido anteriormente..

La primera intención de la mujer fue huir, pero el hombre con una agilidad inhumana la interceptó y cogiéndola con brusquedad le impidió que escapara.

..." No tema, yo la ayudaré"... Perla se volvió y contempló desde cerca al encapuchado y por un momento se perdió en sus increíbles ojos negros, pensando que solo un extraño prodigio del universo había sido capaz de colocar a un hombre tan bello en su camino, algo en él la hizo confiar ciegamente. El hombre intentó decir algo, pero solo emitió algo parecido a un ronquido suave. Y, una vez juntos, se metieron en el coche y huyeron a todo gas por la carretera.

Un gesto de nostalgia la hizo volver la cabeza para ver lo que dejaba atrás y pudo ver que sus tres amigas habían llegado al aparcamiento,  irreconocibles, con las ropas ensangrentadas y hechas jirones, sus melenas sin brillo y enmarañadas ocultaban unos rostros que, en el pasado, habían sido agraciados. Permanecieron quietas durante un momento, con la cabeza inclinada... Después comenzaron a moverse erráticamente, como si las guiase una inteligencia superior o una especie de instinto o recuerdo de su vida anterior.

..."¿Qué les ha pasado a mis amigas?" preguntó, Perla tratando de luchar contra la extraña sensación y abatimiento que la invadía al verse acompañada de aquel hombre, una especie de tristeza patológica que nunca había sentido antes, pero que ahora la absorbía por completo, anulando sus ganas de vivir.

..." Sus amigas han sido asesinadas, ya no podemos hacer nada por ellas"... Respondió con la mirada fija en la carretera y parecía agarrar con fiereza el volante, como si evitara que se le escapase de las manos.

..." Por qué está conmigo en esto"...Preguntó desafiante

..." Por altruismo"...Fue la escueta respuesta.

.." Perdone, pero no, no he nacido ayer, hay algo raro en esto, y si me está protegiendo es porque usted también está en peligro"... El encapuchado le dirigió una mirada rara, una mirada que indicaba que la chica había dado en la llaga....

..."Ahora, explíqueme lo de la foto"... Perla no podía esconder el enfado que sentía.

..." Pues un montaje, la cámara estaba trucada, no podía descubrirme ante los secuaces del maestro. Pero, ya veo que mis intentos por salvarles la vida, han resultado inútiles... No podremos hacer nada por ellas, las han captado para que formen parte de las legiones del inframundo"...

...."No entiendo nada, no decía que estaban muertas..."

..." Como si lo estuvieran, y créame que lo siento"...Perla vio su brillante mirada y decidió creer en sus palabras. Por un momento se olvidó de aquella pesadilla en la que se había visto envuelta en contra de su voluntad.

..." ¿Quién eres, cómo te llamas?

..." Me llamo Simón..."...

La mente de Perla voló hasta la Edad Media y evocó a Simón de Montfort, sanguinario cruzado, azote de la herejía cátara. Sus ojos lo contemplaron con detenimiento y por un momento le pareció que guardaba un parecido asombroso con uno de los retratos que del personaje histórico existía en los archivos de la inquisición..

..."¿De Montfort". Se atrevió a formular la pregunta con un tonillo irónico que no captó el encapuchado, ya que se detectó un leve temblor en la mano que sujetaba el volante, tratando de contener la ira. Después giró la cabeza para encarar la mirada femenina, y ella sintió algo muy parecido al miedo cuando aquellos ojos fríos como el acero se posaron en ella.

..."¡¡¡Tranquilo, tranquilo!!! que solo es una broma"... Ante la reacción hostil del hombre, aquellas palabras fueron las únicas que pudo articular...

..."Para cualquier francés, estar emparentado con un personaje histórico como Simón de Montfort es motivo de vergüenza y deshonor. Ha sido considerado como uno de los personajes mas crueles y despiadados del Medievo. Y, el día de su muerte sonaron trompetas y campanas en Toulouse y en todas las ciudades. Así que insinuar cualquier parentesco con ese personaje puede ser considerado un insulto"...

..."Llevo entre mano una tesina sobre el Catarismo y me he documentado ampliamente sobre este personaje y no todas las críticas sobre él son malas"... Replicó la chica.

..." Cualquier eufemismo sobre este pérfido personaje falsea la realidad... Era un malnacido"...

El hombre fijó la vista en la carretera y siguió adelante, dejando atrás el horror..Condujo moderadamente hasta llegar a la autopista que les acercaría a Barcelona; en aquellas intempestivas horas no solía llenarse demasiado. Sin embargo, Perla sintió que un escalofrío la recorría cuando la contempló tan desierta.

De pronto, empezaron a encontrarse con accidentes aparatosos, uno se había empotrado contra el quitamiedos de la carretera y la chatarra aún humeaba... La mujer apartó la vista con espanto, intuyendo las vidas humanas que se habían perdido en aquel trágico accidente.

..." Mire, yo sólo quiero llegar cuanto antes a mi casa, así que si le parece bien, cuando lleguemos a la frontera me deja en el apeadero del ferrocarril y ya me las arreglaré yo sola ... De todas formas, le estoy muy agradecida por su ayuda"...

El hombre escuchó en silencio y cuando habló fue para decirle sin tapujos:

...." Nada me gustaría más que poder llevarla hasta la puerta de su casa, pero la situación ha cambiado y usted ya puede ir despidiéndose de su hogar si no quiere poner en peligro a su familia. Lo que ha dejado ahí atrás no va a dejarla escapar tan fácilmente. Así que, o planta cara y enfrenta los problemas que se le avecinan o simplemente desiste y sucumbe a sus perseguidores... Es su elección"...

Perla no supo que responder, iba a darle la réplica, cuando al cabo unos metros, las palabras de Simón fueron ratificadas por los hechos, cuando el automóvil se iba acercando a una confluencia de vías el número de accidentes se fue incrementando.

..." Por Dios, qué ha sucedido".... Murmuró la chica para sí.

..." Simplemente, lo que acabo de adelantarle, el resto, lo verá usted con sus propios ojos"...

La vida había desaparecido de la autopista dejando en su lugar un amasijo de hierros. Conforme se aproximaban a la salida, se encontraron con un autobús volcado sobre la cuneta y, curiosamente, no se apreciaba ningún signo de vida en el interior...

 La abundancia de coches accidentados dificultaba la circulación así que el encapuchado se vio obligado a disminuir la velocidad. Cuando por fin salieron de la autopista y se encontraron en una vía urbana, el panorama que se exhibía ante sus ojos no mejoró, seguía sin haber nadie en la carretera de acceso a la ciudad y la gente había desaparecido por completo del interior de sus coches. Los semáforos seguían funcionando, en unos casos dando paso a los vehículos y en otros, a los peatones, Perla no encontraba ánimos para replicar al encapuchado, así que siguió mirando por la ventanilla mientras el coche seguía avanzando sin saber a dónde. La desolación se apoderó de ella cuando vio que todo estaba destrozado y en el suelo se apreciaban a simple vista, restos de cristales. Contempló como una larga columna de humo que salía de uno de los coches siniestrados y  avanzaba lentamente hacia el cielo enturbiando de una bruma grisácea toda la carretera.

Perla creyó ver algo a lo lejos, pensó que era un efecto óptico provocado por el efecto que la distancia provocaba en la perspectiva.

...." Simón, mire allá a lo lejos parece que hay alguien parado, a un lado de la cuneta, acérquese y le recogemos... puede ser peligroso encontrarse solo en un lugar así"...

..."Seamos cautelosos... me acerco y le pregunto" Contestó y conforme se fue acercando se dio cuenta de que su aparente inmovilismo era sospechoso, es que ni siquiera reaccionó cuando vio que el coche se acercaba aminorando la marcha..

..." Ahora que lo veo su actitud me pone los pelos de punta"... Dijo Perla y es que el pánico comenzaba a dominar su espíritu a marcha forzadas. De pronto, sin saber de dónde llegaban, otros seres en idéntica situación irrumpieron, de pronto, en el centro de la carretera y tomaron posiciones rodeando al compañero, todos inmóviles, sin vida, sin reacciones, estremecedoramente muertos en vida.

Simón ralentizó la marcha al ver el grupo y les tocó el claxón, entonces todos aquellos extraños seres giraron sus rostros hacia los viajeros y echaron a correr balanceándose torpemente hacia el coche, proferían  extraños gemidos.

Al ver aquello, Perla empezó a gritar mientras Simón daba marcha atrás a toda velocidad, tratando de eludir aquella marabunta de seres sin voluntad. Ganaron distancia y en un recodo del camino hizo un cambio de sentido. Perla se abrazó a su mochila con desesperación y le comentó entre sollozos

..."Simón, se ha dado cuenta de que tenían los ojos en blanco"...

Ante el comentario de la chica, el conductor lo único que hizo fue pisar el acelerador con todas sus fuerzas, huyendo de aquel infierno. Y, en su loca carrera manifestó estar libre de cualquier reticencia a la hora de atropellar aquellos seres. Contempló espantada como uno de aquellos caminantes, lejos de parar, sacó a relucir una fuerza descomunal, corrió vigorosamente y se estrelló contra el capó del coche, sin dejar de gruñir, lo último que la chica vio de aquel ser, es como las manos descarnadas se deslizaban arañando la carrocería del coche. Después, Simón pasó por encima de su cuerpo, sin sentir ninguna piedad por el pobre moribundo y percibió con desagrado que, pese al brutal accidente, aún gemía bajo las ruedas del coche.

Perla pensó angustiada, mientras miraba con recelo al encapuchado, que aquella no era forma de tratar a ningún ser humano, así que a la menor oportunidad se escaparía, mejor sola que con semejante psicópata por compañero.

Era medianoche cuando decidieron parar en un pequeño hotel de carretera. Se levantaba solitario al pie de uno de los macizo más famosos del Sur de Francia, el macizo de Alarico. El nombre le trajo recuerdos a Perla del trabajo que se llevaba entre manos, y pensó en el respeto que los franceses sentían por este rey visigodo, y creyó que no es que estuviera viviendo una pesadilla, que aquello era un castigo divino a tanta corrupción y maldad humana. Siguió en silencio al encapuchado, tras registrarse, les asignaron una habitación doble, cosa que no hizo demasiada gracia a la chica, pero Simón fue lo suficientemente persuasivo como para convencerla de que en casos de estar expuestos a hipotéticos peligros,  aquella era la mejor solución.

No escapó a los ojos del hombre que Perla presentaba una leve cojera, una pequeña inflamación rodeaba el tobillo de la chica, en caliente no dolía, pero ahora en frío, sentía un dolor insoportable y el lugar de la contusión comenzaba a teñirse de un sospechoso color morado.

Simón se acercó y postrándose ante la chica, cogió con delicadeza extrema el pie lastimado, que ella acababa de liberar de la presión del zapato y el calcetín. Cuando la joven sintió el roce de las manos masculinas en su pie, sintió algo así como si hubiese recibido un fuerte golpe en la nuca y por un momento, perdió la noción del tiempo. La chica no podía explicarse qué tipo de sensación había experimentado, en sus treinta años de vida jamás un hombre le había provocado esas intensas emociones, pero pragmática como era decidió pensar que aquello era seguramente el preludio de una reacción alérgica, algo a lo que estaba demasiado acostumbrada. Así que pensó que si aquel hombre tan extraño era capaz de alterarla de aquella manera, lo mejor era poner distancia de por  medio..

..." Aunque quieras, no podrás"...Comentó enigmáticamente el hombre.

..." El qué no podré, si se puede saber"... Preguntó desafiante, casi rozando el enojo  y es que tenía la sensación de que aquel desconocido acababa de leerle el pensamiento. Entonces retiró con brusquedad el pie y se apartó del hombre.

Simón dejó escapar una carcajada cuando vio la reacción de la chica.

..." No  sé a qué viene tanto reparo, no eres mi tipo"...Encima de raro, clarividente, tendré que tener cuidado, no vaya a ser que descubra mis planes.

..."Será mejor que me dejes ese pie, soy traumatólogo y creo que podré hacer algo por él"... A regañadientes, la chica le ofreció su pie magullado y tuvo que reconocer que aquel desconocido tenía manos de santo, pues al poco rato se lo había vendado y ya casi no sentía molestia.

Perla se sintió atraída por aquellos ojos tan hermosos y profundos y el encanto natural que desprendía. Pero seguía empeñada en llevar a cabo su plan. Esperó pacientemente a  que Simón estuviera dormido profundamente y entonces se levantó sigilosa y colocándose la mochila a la espalda, abrió la puerta y salió al exterior...

Dirigió la mirada hacia el cielo, como si implorara ayuda divina, pero recibió en respuesta un guiño de la luna que parecía querer ocultarse entre una mancha negruzca de nubes, preludio de tormenta. En ese momento, sintió un ramalazo de frío en el rostro y vio como su aliento se condensaba en niebla ante sus ojos. Antes de meterse en el coche y alejarse de allí para siempre, dirigió una triste mirada hacia la habitación del hotel y sus pensamientos volaron junto a aquel hombre que tanto la atraía, aquella mirada tan profunda y brillante había calado en su alma  y  tenía la absoluta certeza de que nunca le olvidaría. Cuando se alejaba por la carretera sintió un ramalazo de culpabilidad y bajo la vista avergonzada, pues sabía que había dejado indefenso a aquel pobre hombre que lo único que había hecho había sido salvarla...

Trató de apartar esos lúgubres pensamientos de su mente. Dentro del coche parecía hacer menos frío y la tormenta ya no parecía ser una amenaza..

Mientras tanto, en el hotel, Simón abrió los y cuando notó la ausencia de la chica, una idea le atravesó su mente. Levantándose, atropelladamente, salió al exterior y, entonces, pudo comprobar que Perla se la había jugado...

..." Será posible que a estas alturas aún me pasen estas cosas"... Murmuró con una sonrisa.




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