EL FARO







Agosto de 1975, Cantabria.


El faro destacaba sobre el acantilado dominando todo el vasto horizonte. Las agresivas olas arremetían contra las rocas violentamente, originando montañas de espuma que eran izadas por el ímpetu del viento, en medio de un ruido atronador. Era el lugar preferido de los chiquillos del pueblo y de las gaviotas que se refugiaban en los riscos. Paraje de naturaleza salvaje que se abría al mar mostrando un rabioso color azul. Aquel vigía de Occidente se erguía imponente como guía de todos los barcos que vagabundeaban, enloquecidos, desde la antigüedad, sin rumbo fijo por aquella inmensa superficie marina.

Mares embravecidos que siempre resultan impresionantes ante las almas contemplativas, mareas preñadas de salitre que la imaginación recrea cabalgadas por hombres que afrontan el mar como un reto de delirante valentía, indiferencia o con horror.

La violencia de la tormenta lo convertía en un mar tenebroso plagado de historias de terror ambientadas en el mar y los acantilados.

Eso es lo que pensaba Julia cada verano cuando iba a veranear, junto con su familia, a la casa junto al Faro. Sus recuerdos vagaban imaginando todo tipo de relatos de terror con el mar como protagonista. Imaginaba a hermosas muchachas que eran secuestradas por lobos de mar y se perdían en islas misteriosas y desiertas;  en viejas tabernas, refugios de contrabandistas y piratas. Pero, lo que más excitaba su imaginación era el viejo faro oculto entre las rocas del acantilado. Aquella mole cilíndrica perdida en la nada, solitaria, se metamorfoseaba durante la noche en un gigantesco cíclope y la luz oscilante de su único ojo, en la guía y orientación de las almas descarriadas.

Desde que era pequeña sentía que una rara emoción la embargaba cada vez que contemplaba el faro. Había algo en su imponente aspecto que la atraía poderosamente. Recordaba que cuando se levantaba por la mañana, lo primero que hacía era contemplar el espectáculo que el cielo ofrecía, cuando el sol hacía su aparición a primera hora de la mañana, le producía tantas emociones que es casi imposible definirla. Su pasión por el faro fue creciendo durante la infancia y con los hechos que acontecieron, posteriormente, se convirtieron en una obsesión durante la madurez.

Sin embargo, un día todo cambió.

Julia se encontraba en compañía de sus amigos merodeando por los alrededores del faro. Era una costumbre habitual de las agradables tardes veraniegas, cuando ya agotado el último pase del cine y ahítos de palomitas de maíz, ya sólo les quedaba pasar lo que quedaba de la tarde en los alrededores de aquel faro que se levantaba sobre los acantilados, disfrutando de todos los misterios que suscitaba en sus mentes juveniles. Aquella tarde, se respiraba un ambiente extraño en el lugar, la marea había subido y una bruma se levantaba sobre la superficie marina. Las luces del crepúsculo convertían la vasta extensión de agua en un mar de plata. Extrañamente, cesaron los ruidos de la naturaleza, los graznidos desquiciantes de las gaviotas habían cesado de manera repentina y una exasperante calma chicha había invadido el lugar. Y, sin embargo, la bruma parecía arrastrarse sobre la masa de agua.  No se veía nada, ni siquiera las rocas más cercanas. Estaban muy aislados. Supo inmediatamente, que algo no marchaba bien. Entonces, una abrumadora sensación de terror se apoderó de los jóvenes y ,entre tinieblas, se escuchó a uno de los adolescentes decir:

..." Hay que pirarse de aquí, esto se está poniendo muy feo"... Había hablado el hijo del maestro, uno de los chicos más simpáticos del grupo, pero que no destacaba por su valentía, precisamente. En realidad, todos le hicieron caso y se fueron corriendo sin pensarlo dos veces. Pero, Julia y Helena, dos amigas muy bien avenidas, sedientas de aventuras y misterios, decidieron continuar en el páramo para ver qué les deparaba aquel extraño fenómeno atmosférico. Las adolescentes, intentando vencer el terror que las invadía, osarían enfrentar al mismo Dios Neptuno, si, éste, aparecía, como por casualidad y decidía dejar clavado allí mismo su tridente. Cuando sus amigos abandonaron el lugar, ellas estaban más decididas que nunca a quedarse y como aún les quedaba un atisbo de sentido común, decidieron no exponerse demasiado, por si el temible Leviatán, del que tanto se hablaba en algunas leyendas, decidía abandonar su escondrijo en el fondo del mar y se presentaba ante ellas con muy pocas ganas de hacer amigos. Buscaron un escondite tras unos riscos ocultos por la  maleza y algunos hierbajos. Algo totalmente innecesario ya que la bruma había invadido el lugar era tan espesa que las ocultaba por completo. Las jóvenes pensaban que quizá hasta tenían suerte y tras aquella niebla misteriosa aparecía un Galeón fantasma, navegando a la deriva,  con las velas desplegadas y con marinos espectrales colgando de las jarcias, balanceándose por efectos de una brisa invisible.

Pero, nada de eso, al cabo de unos minutos, entre la bruma se vieron unas extrañas luces, oscilaban y se elevaban sucesivamente, no evolucionaban de forma regular.

 La niebla impedía ver qué era lo que estaba pasando pero las amigas, pudieron ver como aquellas luces se movían alrededor del faro e incluso creían ver como lo escalaban.

Ellas no daban crédito a lo que estaban viendo, pero su pánico creció hasta límites insospechados, cuando se dieron cuenta de que aquello era terriblemente violento ya que empezaron a sonar unos golpes implacables. Las misteriosas luces que habían llegado desde el mar estaban atacando con una fuerza descomunal el faro.

Desde su escondite escucharon un ruido atronador, como si la torre cilíndrica hubiese sufrido una violenta sacudida, de pronto comprendieron que el cíclope de hormigón se balanceaba peligrosamente. Después se sintió un sonido, como si se estuviera desprendiendo algo. Y, así fue, porque empezaron a caer esquirlas de vidrio y piedras encima de las chicas.

 Helena, incapaz de resistir aquello empezó a gritar como una condenada y Julia comprendió que aquello las estaba poniendo en peligro, así que sin darle tiempo  a reaccionar, ya que seguía en pleno ataque de histeria, Julia agarró a su amiga con todas sus fuerzas con la intención de salir huyendo, como alma que se lleva el diablo, de aquel lugar. Pero, su amiga, en plena crisis de nervios, se resistía, debatiédose contra los deseos de Julia de escapar de aquel horror...

Pronto comprendió, que aquello que estaba destrozando el maravilloso faro, las había descubierto, porque cesaron los golpes y un silencio lleno de malos presagios se apoderó del lugar. Una vez descubiertas, aquellas luces abandonaron su objetivo para centrarse en otro de carne y hueso, las adolescentes.

 Julia trató con todas sus fuerzas de arrastrarla y casi lo consigue, pero la niebla y el camino tan irregular y lleno de pedruscos las hizo tropezar. Las dos cayeron torpemente y una mirada bastó para comprender que ya tenían casi encima a las extrañas luces, se confundían con la niebla, pero eso aún les confería un aspecto más tenebroso. Se levantaron del suelo y casi a rastras Julia llevaba a Helena fuertemente cogida de la mano, cuando de pronto, una gran energía empezó a tirar de Helena, intentó abrazarla para impedir que aquella fuerza magnética se la llevase. Pero, aquello no era de este mundo, era una energía  muy poderosa y,  finalmente, consiguió arrancarle a  Helena de sus brazos.

Sin poder hacer nada por Helena, Julia sintió la impotencia al ver que le había sido arrebatada con una fuerza tan brutal, que se había sentido impotente. Aquello que se había llevado a su amiga del alma tenía que ser de tipo extraterrestre y ella se había convertido en testigo de su abducción, pensó con horror. Repentinamente,  el vacío que había dejado entre sus brazos, ahora se asemejaba a un inmenso abismo infranqueable y tuvo la horrorosa certidumbre de que tendría que dar explicaciones por la misteriosa y para muchos sospechosa desaparición. A pesar de todo, intentó recuperarla, corriendo y gritando su nombre como una demente, se adentro en la bruma, ignorando sus temores mas profundos, pero fue en vano, la niebla se la había tragado...


Marzo, 2000, Cantabria.


Aquella luminosa mañana de abril, Julia paseaba por su barrio y se sentía encantada con el agradable clima que se respiraba. Pero, tenía la sensación de que iba a ocurrir algo que trastornaría su vida de manera radical...Esa sensación la obsesionaba ya hacia varios días y aunque trataba de apartarlo de su mente, volvía una y otra vez a acaparar sus pensamientos.

Contempló los primeros brotes de la primavera en los árboles, señal inequívoca de que el frío no tardaría mucho en desaparecer... Iba absorta en sus cosas cuando descubrió un nuevo negocio en una de las esquinas aledañas a la avenida por la que iba paseando.

 Se alegró, porque desde la crisis la gente no parecía demasiado propensa a aventurarse con la apertura de negocios.

 Era una pequeña tienda con mucho encanto, llena de detalles para regalar, con menaje y complementos para el hogar con ese aire vintage que tanto le fascinaba, porque le sugerían un viaje al pasado.

Estaba pendiente de todos los preciosos detalles cuando visualizó entre las abigarradas estanterías, rebosantes de jarrones y vajillas llenos de glamour, la figura de una mujer menuda que se dedicaba a organizar todas los objetos que allí se exhibían. Había algo familiar en la dependienta que la impulsó a centrar su atención en ella.. Y, lo que vio la dejó sin aliento, no podía ser verdad, debía de estar sufriendo algún tipo de alucinación, pues tenía ante sus ojos a su amiga Helena, aquella que le fue arrebatada un día brumoso en el faro. La contempló fijamente y sintió como la sangre se congelaba en sus venas. Ante el descubrimiento, no podía coordinar el hilo de sus pensamientos, su mente se había quedado en blanco.

Tras un lapsus de tiempo que pareció hacerse eterno, se sintió suavemente zarandeaba por alguien y después escuchó una voz muy lejana:

..."¿Señora, le sucede algo?".  Era la voz de su amiga desaparecida y milagrosamente encontrada, que sonaba extrañamente cercana, la que en aquel momento escuchaba.

..." Estaba dentro, la he visto tambalearse y al verla tan pálida y confusa, he pensado que necesitaba ayuda"..

Empezó a creer en los milagros. Aquella, su amiga del alma de la infancia, estaba allí, frente a ella y no podía evitar contemplarla como si se tratara de un fantasma del pasado que había reaparecido de nuevo en vida.

 Estaba allí y tan cercana que tan sólo tenía que extender la mano y tocarla para cerciorarse que era real y que, además, se  preocupaba por ella. Aquello era un sueño, no podía ser verdad y temía despertarse de un momento a otro.

 Sintió deseos de salir huyendo y cortar con aquello de una vez, pero Helena la cogió y amablemente la introdujo en su tienda...

Julia pensó que quizá ella también la había reconocido, todavía tenía muy presente sus facciones infantiles en la mente. Nunca olvidaría su precioso lunar sobre el labio superior, sus ojos color miel y el tono tan moreno de su piel, fruto sin lugar a dudas de la existencia en la familia de algún antepasado árabe.  Aquellos rasgos tan exóticos permanecerían grabados en su mente durante toda la vida. El tiempo la había convertido en una mujer muy bella, pero seguía siendo ella, su amiga del alma.

..."Entre, siéntese aquí.. -dijo señalando un pequeño taburete- ... y recupérese, un poco, mientras voy a traerle un vaso de agua"...

Una vez dentro, se dirigió hacia la trastienda atravesando uno de los pasillos repletos de preciosos objetos de regalo, en busca del vaso de agua.

Sabía que era ella, no podía engañarse, no había cambiado su forma de hablar, ni su forma de mirar, ni siquiera la manera como levantaba la ceja... Así que decidió comprobar si era ella realmente.

...¡¡¡HELENA!!! Gritó su nombre con la intención de que la oyera con total nitidez para ver cómo reaccionaba...Cuando la dependienta escuchó el nombre, se detuvo bruscamente como si hubiera recibido un impacto... Era ella, no cabía duda, con el corazón en vilo contempló como se giró lentamente y la miró, no había alegría en su rostro, ni la más leve señal que denotara los sentimientos que la estaban embargando.  Tan solo una seriedad impropia de la agradable mujer que hacia apenas unos minutos acababa de atenderla amablemente...

..."¿Decía? Una escueta y desilusionante palabra brotó de los labios de la que se suponía era su amiga desaparecida. Se sintió tan defraudada que solo sintió unos enormes deseos de llorar y salir de allí para siempre.

..." Helena, me llamo Helena, y soy del pueblo....  Perdone las molestias, pero se me hace tarde"- mintió Julia - "... Gracias por todo, mucho gusto en conocerla y hasta pronto"... Fue todo lo que atinó a decir, mientras se dirigía hacia la puerta.  Había mentido torpemente, pero no quería continuar allí más tiempo del necesario. Una vez en la calle, se sintió revitalizada con el aire frío de la mañana. Mientras se iba alejando, decidió dirigir una última mirada llena de nostalgia hacia la tienda de su vieja amiga y la vio, allí inmóvil bajo el umbral, extrañamente seria y con la mirada fija en su persona, cuando vio que la estaba observando Helena alzó una mano en señal de despedida.

Verla tan distante y misteriosa tan sólo consiguió intrigarla y decidió que tarde o temprano descubriría el secreto que Helena ocultaba y decidió si tenía que seguirla para llegar hasta el final, no dudaría en hacerlo.

La ocasión no tardó en presentarse, fue un día lluvioso, poco apetecible para espiar y mucho menos perseguir a nadie por medio mundo. Pero estaba decidida, se encontraba dentro de un coche oculto  tras una furgoneta muy grande. Helena llevaba poco tiempo en el pueblo y desconocía el tipo y marca de su coche. Tardó más de la cuenta en cerrar su pequeño negocio, pero cuando lo hizo vio que se dirigía hacia un pequeño utilitario que tenía aparcado justo delante de la tienda. El coche arrancó con suavidad y se dirigió hacia la carretera nacional.

Julia abandonó su escondite inmediatamente y, después,  partió tras el pequeño utilitario, con la secreta esperanza de no perderla de vista. Helena no se caracterizaba por ser "Fitipaldi" precisamente, así que Julia la iba siguiendo sin problemas, a corta distancia, pisándole los talones con extrema prudencia.

Ya llevaba varias horas conduciendo cuando llegaron hasta un desvío en el que un pequeño cartel anunciaba un destino que le resultaba muy familiar. Era su pueblo natal, el escenario de sus juegos infantiles y la misteriosa  desaparición.

El tramo de la carretera secundaria que llevaba hasta el pueblo no se encontraba tan en buen estado como la carretera nacional, por lo que decidió aumentar la distancia de separación entre los dos vehículos, ya que podía llegar a ser muy sospechoso si Helena se percataba de que durante todo el viaje alguien le había estado pisando los talones.

Así que no tenía dudas, era ella, y la prueba era que Helena todavía se relacionaba con el pueblo que las vio nacer. Sin embargo, cuando llegaron a la localidad, Helena pasó de largo, enfilando la pista que llevaba hasta el faro.

Extremó las precauciones y pensó que debía ocultarse si no quería que ella la descubriera siguiéndola, así que lo más acertado era coger el viejo atajo o "mal pas" que llevaba hasta el faro, pero que acortaba la distancia.

El camino estaba en muy mal estado, por lo que era conveniente recorrerlo en vehículos todo terreno, su furgoneta no tenía tracción en las cuatro ruedas, pero había dado buenos resultados en situaciones semejantes. Por aquel camino de perros sabía que llegaría antes que ella a los dominios del faro y eso le proporcionaría ventaja sobre ella y ganaría tiempo para ver qué era lo que pasaba.

Tal y como esperaba, su vehículo no aparecía por ningún lado, así que tuvo que esperar un tiempo antes de que Helena irrumpiera en el lugar. Cuando por fin escuchó el motor que se acercaba, empezó a temblar sólo con la idea de saber que sus remordimientos y pesadillas acabarían de una vez por todas. La mujer dejó el coche en el camino y se encaminó presurosa hacia el faro, penetrando en su interior y volviendo a cerrar el portalón tras ella.

Esperó un tiempo prudencial y después se acercó con cautela, se movió alrededor inspeccionándolo y tratando de buscar el acceso al interior, descorazonada descubrió que no había puertas ni aberturas por ningún lado, aquello era una mole compacta, con alguna que otra abertura, pero en la parte superior.

Así que decidió  esperar hasta que volviera a  salir, para ver dónde se encontraba el acceso. Pasaron las horas y llegó la noche, sintió todas sus inclemencias en la carne y aunque iba bien abrigada no pudo evitar el azote del viento helador que se apoderó del lugar. Supo que si quería descubrir el misterio que rodeaba a su amiga tenía que permanecer en aquel lugar las horas que fueran necesarias. Así que como ya hizo en el pasado buscó un escondrijo junto a una de las rocas, creyendo que allí en aquel lugar podría estar bien resguardada de la fría brisa marina que llegaba del mar.

Pasó toda la noche a la intemperie y cuando amaneció y el cielo y sus nubes ensangrentadas iluminaron el faro, se abrió la puerta por fin. Pero, Julia, agotada y febril por la larga noche a la intemperie se encontraba inconsciente y no pudo ver como cuatro mujeres salían del interior, entre ellas se encontraba Helena. Sigilosas, se acercaron hasta donde se encontraba la mujer desvanecida y le buscaron el pulso en la muñeca...

Las cuatro mujeres rodearon a la mujer yacente y comentaron entre ellas:

..." Siempre he sentido la curiosidad de preguntaros porqué me escogisteis a mi y no a ella, eso es algo que siempre me ha intrigado y no alcanzo a comprender"...

-"Mira, Helena, en realidad fuisteis elegidas las dos. Fue la reacción desmesurada de tu amiga lo que propició que la balanza se inclinara a tu favor.  Su inusitada valentía y rebeldía ante los hechos que se desarrollaban eran impropios de una joven de su edad y nos planteamos la cuestión de si no nos acarrearía algún tipo de problema su incorporación a la hermandad. Nos preocupaba que su impulsividad  pudiera poner en peligro el secretismo de la orden. En cambio, tu reacción ante el montaje de la fingida destrucción del faro fue la esperada para una joven de tu edad."-

-" Pues vaya, así que fui abducida por ser, precisamente, una cobardica."- Comentó, pero no parecía demasiado afectada por ello. -" No es ningún orgullo"- Comentó para sí, esbozando una sonrisa.

-" Más o menos."- Las risas de las cuatro mujeres se confundieron con el arrullo de las olas.

-"Pero no te agobies, Julia luchó por ti hasta el final como una fiera y si en aquel momento la hubiéramos reclutado podría haberse convertido en un riesgo para " El Círculo de los Milagros".

Pero, ahora, las cosas han cambiado y si no me equivoco creo que seguirá teniendo esa misma fuerza interior que demostró en el pasado.

 Julia es una persona excepcional y se ha sometido de manera involuntaria al ritual de iniciación de la hermandad y lo ha superado satisfactoriamente. Aunque su salud se ha resentido. La próxima vez que vuelva a intentar entrar en el faro se lo pondremos más fácil.

..."Hay que llevarla hasta un centro asistencial, porque ha sufrido una hipotermia por la larga exposición al frío y la humedad durante la noche"...Comentó la mujer de más edad.

..." Me ha reconocido, desde el primer momento, lo mismo que yo a ella. En cuanto me ha visto se ha quedado lívida por la impresión y casi se cae redonda. Y, ahora ¿qué hacemos?, la reclutamos por fin  para la hermandad."...

..." No, podría resultar contraproducente. Ahora se siente intrigada con tu milagrosa reaparición y está tratando de averiguar qué sucedió, no hay que defraudarla. La próxima vez que lo repita, le facilitaremos las cosas, para que ella misma llegué hasta el final con sus investigaciones. Pero, antes tenemos que hacer algo por ella"...

Entre las cuatro mujeres cogieron como pudieron a Julia y la introdujeron en el coche de Helena, enfilaron la carretera hasta el hospital de la localidad, donde recibió asistencia de inmediato.

Cuando la mujer despertó en la cama del hospital con  la mente en blanco, no recordaba nada y tenía la  desagradable sensación de que le habían borrado de la mente sus últimos recuerdos...

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