EL FARO II







En un recóndito lugar del sur de Francia, en un conjunto monumental olvidado del mundo, cuatro torres abandonadas son el escenario en el que se ha reunido un misterioso grupo de personas  ataviadas con túnicas negras. Bajo un cielo inhóspito celebran un ritual ancestral. Las palabras del líder rompen el silencio de las montañas que les rodean. Las sombras de la noche, que se ciernen sobre  los ruinosos muros de las torres milenarias, auguran malos presagios. Cinco velas encendidas intentan disipar  la ardiente oscuridad, en el viejo camino de ronda. Súbitamente, un viento huracanado ruge con intensidad y apaga las velas.  El hombre dirige sus apasionadas palabras hacia los asistentes, hombres y mujeres que le escuchan fascinados.

…”Os he congregado porque, nuestro enemigo más temible, " El Círculo de los Milagros" está a punto de completarse, y si esto sucede la pervivencia de nuestra sociedad está en peligro. Nuestra Iglesia que es la única en la que no existe el pecado, carecería de la fuerza para poder enfrentarse a la Hermandad de la Magna Mater, a la que todos conocemos como la Prostituta de Babilonia. Todos estamos predestinados para formar parte de un plan preestablecido desde la más remota antigüedad, incluso mucho antes de que los seres humanos poblaran la tierra. Tenemos que tomar medidas y adelantarnos a nuestros enemigos ancestrales si queremos seguir creciendo en gracia y preservar nuestra Iglesia del infame Circulo.  Ahora invoco a los oscuros, criaturas del infierno para que nos asistan en la lucha final y lleven a cabo la pronta eliminación del último eslabón de la cadena"...

Un pequeño revuelo entre los acólitos anuncia la inminente llegada de un grupo numeroso de encapuchados que ignorando a los asistentes se postran ante el líder de la orden y le presentan sus respetos. Éste les contempla con detenimiento y una rara expresión en el rostro, sabe que son sus esbirros y que acatarán cualquier orden que provenga de él.

..."Os encomiendo una ardua tarea. No temáis a la cólera divina, en nuestro credo, no existen los mandamientos, el pecado no existe, podéis desempeñar vuestro cometido como deseéis, y si llega a buen fin  seréis convenientemente recompensados, pero si no cumplís con vuestra misión y el Círculo de los Milagros se completa, seréis castigados sin piedad y yo mismo me encargaré de que padezcáis todas las penas del infierno, y tened por seguro que no habrá agujero en la tierra donde os podáis ocultar"...  Un fogonazo entre las montañas cercanas atrae su atención e interrumpe su discurso y haciendo un gesto con la mano se despide y desaparece mimetizándose con la noche.

Cerca, en un mirador cercano, cuatro muchachas que se encuentran visitando las cuatro torres, han sido testigos de todo el ritual. Se hallan curioseando en el interior de una lóbrega dependencia subterránea de uno de los castillos, cuando empiezan a escuchar una voz poderosa que rasga el silencio de aquel paraje en ruinas.

..."Escuchad,... están celebrando algo"... Murmura una chica con gafas, exigiendo silencio a sus amigas, tocándose la boca con el dedo índice.

..." Sí, ya lo escucho... Callad, a ver qué dicen"... Le responde una muchacha que por el parecido debe ser su hermana gemela.

La cuatro muchachas guardan silencio durante unos minutos. Tratando de captar el sentido de las palabras que está pronunciando el hombre, pero resultan ininteligibles a sus oídos...

..." No os pongáis nerviosas, esto es sólo el viejo ritual de un personaje histriónico, puramente sectario que está tratando de adoctrinar a sus acólitos con una puesta en escena más o menos teatral. Me parece fascinante, es tal y como me lo imaginaba, Los castillos de Lastours fueron el centro espiritual del mundo cátaro. Cuando atribuyeron tal circunstancia a la fortaleza de Montségur fue para despistar, para alejar la atención de los cruzados, sobre este lugar. Ahora se ve todo muy claro y la presencia de esa secta lo atestigua." Cuatro torres construidas sobre la roca y orientadas en los cuatro puntos cardinales y su estrecha relación con el culto solar y los ritos del solsticio"...Es justo lo que me faltaba para completar mi tesis sobre el Catarismo"... Comentó entusiasmada una de las jóvenes que había aprovechado el momento para sacar unas fotos de aquel misterioso ritual en los Castillos de Lastours. Sin saber que acababa de poner en peligro su vida y la de sus amigas con el inoportuno disparo del flash de su cámara compacta...

..." Calla un momento, Perla...  Mirad, ahora el líder del grupo se va.  Joder, esto es una secta"...
Murmura muy bajo otra de las chicas.

Las jóvenes  apenas escuchan las palabras de la amiga ya que están más pendientes de captar el significado, cuando ven como el líder abandona el lugar, desapareciendo de la escena, repentinamente.

..." Hay que ser prudente, si nos ponemos nerviosas pueden descubrirnos y no sabemos como se la juegan estos tipos"... Comenta una de las gemelas.

...." Bueno, tú dirás lo que quieras, pero a mí esta situación me pone los nervios de punta... -De pronto,  la chica calla y cuando vuelve a recuperar el habla, lo hace bajando la voz y como si arrastrara las palabras, era el nudo que se le había formado en la garganta a causa del miedo.-¡¡ Perla!!, - sigue diciendo mientras señala con el índice hacía un lugar que se encontraba tras su interlocutora- el líder ha regresado y parece que les está dando una orden a los encapuchados... Dejémonos de tonterías y vámonos ya, que esto se está poniendo muy feo"... La chica enmudece durante unos minutos al ver como el hombre misterioso se acerca a sus seguidores para decirles algo. Entonces, los encapuchados se giran y miran hacia el lugar donde ellas permanecen ocultas.-¡¡¡ JODER NOS HAN DESCUBIERTO!!! - exclamó alarmada y creyó sentir como la sangre se congelaba en sus venas cuando aquellos seres, que la distancia convertía en siluetas negras, clavaron sus miradas inyectadas en sangre en ellas y  se deslizaban rápidamente hacia el lugar donde se encontraban,  con una actitud muy poco amistosa-  Hay que salir pitando de este lugar porque estas cosas me dan mucho miedo, vámonos de una vez, no vayan a ser de esos que hacen sacrificios humanos"...

Eran las últimas palabras pronunciadas por una chica morena, con la cara llena de pecas, tras salir corriendo. Sus amigas la imitaron y corrieron como nunca lo habían hecho en su vida, como si las persiguiera el mismo diablo por aquel sendero trágico que ya fue recorrido por una comitiva de cátaros ciegos, ahora ellas también lo recorrían pero dominadas por la ceguera que solo produce el terror más profundo. Las piedras martirizaron las plantas de sus pies y alguna tropezó y cayó, pero se recuperó y reanudó su carrera demencial hasta el aparcamiento donde las esperaba su Audi. Cuando lo alcanzaron, vieron que los encapuchados les seguían los talones a muy poca distancia y tuvieron la certeza de que si aquellos seres alargaban las manos podrían apresarlas irremediablemente. Las chicas gritando como posesas llegaron hasta su coche y a trompicones buscaron su "confortable cielo protector".

Perla puso en marcha el motor y el coche arrancó sin problemas, enfilando la carretera a gran velocidad, dejando tras de sí un fuerte olor a quemado.

Antes de perder de vista los castillos, creyeron escuchar una música sublime que parecía surgir de las profundidades de aquella tierra sagrada. Perla, con los nervios a flor de piel, la reconoció de inmediato, era el solemne" Réquiem Aeternam", la melodía que se escuchaba durante las ejecuciones cátaras. Contaba la leyenda que los visitantes que la escuchaban, les esperaba una muerte inmediata... Había intentado documentarla para incluirla en su tesis pero no había encontrado ninguna información sobre la misma, ni tan siquiera una pequeña mención....

 Cuando los encapuchados irrumpieron en el aparcamiento, el coche de las chicas era apenas una pequeña mota oscura en el horizonte de asfalto.

Julio, 2000 Cantabria

Aquel apartamento en primera línea de mar era lo que ella necesitaba para reponerse de las secuelas que le provocó pasar la larga noche a la intemperie.

El edificio se levantaba sobre un promontorio rocoso contra el que se estrellaban las olas salvajes, levantando penachos de espuma. Aquel espectáculo de la naturaleza dejaba  tras de sí un sonido atronador. Toda la magia del entorno se reveló ante sus ojos nada más abrir la puerta. Se sorprendió cuando descubrió que a pesar de ser uno de los pisos más altos, apenas tenía que subir escaleras. Tan solo un pequeño tramo  y se encontró ante la puerta de lo que iba a ser su hogar durante una temporada más bien larga.

Cuando penetró en la vivienda, cruzó un pequeño vestíbulo acristalado que le hacia parecer más grande. Un mueble de maderas nobles sobre el que descansaban motivos decorativos étnicos, una máscara tribal, que no le entusiasmó demasiado, porque ella tenía otros gustos en decoración. Cruzó el pasillo y accedió a un espacioso y luminoso salón-comedor, con un inmenso ventanal que daba al balcón y la terraza, desde la que se disfrutaba de unas maravillosas vistas al mar.

 Julia abrió de par en par la puerta que daba a la terraza y cuando se encontró fuera, cerró los ojos porque quería inhalar la fragancia marina. Sentirse impregnada por la humedad de las gotas de agua que arrastraba el viento, la reconfortó. Cuando abrió los ojos, descubrió la inmensidad azul que acaparaba su campo visual y se deslumbró por los reflejos del agua en las rocas cercanas. Dirigió una mirada hacia la derecha y vislumbró la figura de un faro, oculta entre la frondosa vegetación, su aspecto deteriorado evidenciaba el lamentable abandono que denotaba estar mucho tiempo fuera de servicio. Desde donde se encontraba podía aspirar el fresco aroma de los pinos que lo rodeaba.

Se acercó con cautela hasta el borde de la terraza, porque padecía un poco de vértigo. Cuando miro hacia abajo el mundo giró vertiginosamente y se agarró con fuerza a la barandilla para no caer.

Tenía muchos planes para el día, pero como el apartamento se encontraba un poco aislado de la civilización, cosa que la entusiasmaba muchísimo, pues su alejamiento del "mundanal ruido" había sido una de las razones a la hora de escogerlo.  Estaba muy entusiasmada con el apartamento, pero tenía que cubrir sus necesidades biológicas por eso  había pensado en salir a comprar víveres, para pasar la semana; un caballete y un equipo de pinturas ya que pensaba plasmar en un lienzo toda la belleza paisajística del lugar.

Tenía la secreta esperanza de que alguien se pudiera sentir atraído por sus pinturas y hacerse con algunos ingresos extras. Pero sus planes tendrían que esperar, antes se daría un baño reparador y tras tomarse una suculenta paella, cumplir con su habitual costumbre de reposar la comida echándose unos minutos en la cama.

Tras la siesta reparadora, salió del apartamento y se dirigió hasta la cercana población. Abandonó con su coche la tranquila urbanización. Respiró tranquila cuando pudo comprobar que dada la hora, no había demasiadas retenciones en la carretera, por lo que pudo conducir tranquilamente, de vez en cuando recibía alguna pitada por su extrema lentitud, pero ella hacía caso omiso. Se acercó hasta una gran superficie con la pretensión de comprar los alimentos.

Aparcó sin dificultad  y cogió el carrito de la compra.. Cuando penetró en el local, sintió algo muy parecido a un mareo, debido a que todavía se estaba recuperando de la hipotermia, que según los médicos que la atendieron en el hospital, había padecido.

En un principio, sintió que la excesiva iluminación de la Gran Superficie hería sus retinas dejándola ciega momentáneamente. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz quedó paralizada y  el corazón se le desbocó en el pecho, hasta tal punto que por un momento creyó que le iba a dar un infarto. Se encontraba en un lugar que ni la fantasía más calenturienta hubiese sido capaz de crear. Tenía ante sus ojos una visión que la dejó boquiabierta y estupefacta, miraba a su alrededor tratando de encontrar a otras personas que estuviesen viendo lo mismo que ella, pero el único ser humano que estaba contemplando aquello era ella. Tenía ante sus ojos un inmenso complejo subterráneo que alcanzaba las dimensiones de una ciudad con todos sus servicios. Una gigantesca cúpula cubierta por multitud de lamparitas led casi microscópicas eran las encargadas de generar la energía necesaria para iluminar aquella vasta superficie que se abría ante ella.

En la construcción de aquella misteriosa ciudad subterránea se habían utilizado diversos estilos arquitectónicos, desde el románico hasta el arte contemporáneo. En el extraño lugar coexistían palacios renacentistas y góticos con la más moderna arquitectura, manteniendo una perfecta armonía. Las carreteras eran aéreas y parecían que flotaban sobre aquel complejo. Sin embargo, no había vida en sus calles, se manifestaba completamente desierta y solitaria ante los ojos de la mujer. Julia tuvo la convicción de que aquellas construcciones se habían realizado a lo largo de los siglos y que no era una creación espontánea reciente. Sin lugar a dudas se encontraba ante un tipo de estructura tecnológica, pero ¿quiénes serian sus constructores? Intraterrestres, extraterrestres o los habitantes de la superficie...

 Miró hacia la derecha y descubrió un acceso cercano a la misteriosa ciudad subterránea, una primitiva escalera de caracol desembocaba en un plano más inferior, en una estancia abovedada que recibía la iluminación ...

 Julia se sintió fascinada por el juego de luces y sombras. Creyó ver unas figuras ataviadas con túnicas blancas, ¿sería esta gente, los famosos intraterrestres de que tanto se hablaba, o quizá todo era una alucinación fruto de su mente perturbada, o realmente había penetrado en una nueva dimensión o mundo paralelo.

Tropezó con algo y toda la visión se esfumó como por arte de magia, volviendo a la realidad bruscamente. Con la misteriosa ciudad subterránea acaparando su mente, se perdió por uno de los pasillos.  Desde donde se encontraba percibió por el rabillo del ojo un extraño movimiento en los accesos al centro comercial. Echó una ojeada y vio que cuatro extraños vestidos de negro y encapuchados habían penetrado en la gran superficie. Extrañada por la forma en que se movían aquellas personas les contempló largamente. De pronto, vio como se encaramaron sobre las mesas de las cajas registradoras, fulminando con sus miradas asesinas a todo el público, su imponente altura era sobrecogedora. Estaba desconcertada con el comportamiento que manifestaban. Pero cuando uno de aquellos seres pronunció su nombre con una voz que no parecía de este mundo, experimentó un pánico sin límites.

..." Julia, querida, dónde te escondeessssssssssssss..." La voz de aquel hombre sonaba terrorífica. Sin saber a ciencia cierta porqué, tuvo la certeza  de que se referían a ella. Así que, Julia estimó que más que hacerse notar, lo más conveniente era ocultarse y al ser posible quitarse de en medio o huir del lugar al menor despiste de aquellos seres tan tenebrosos..

Los encapuchados descendieron de las mesas de las cajas registradoras con una rara agilidad felina, parecía que levitaban.. Y, se separaron, saliendo en direcciones distintas, con un propósito: encontrarla entre el barullo de la gente. Sorprendentemente, todos los clientes se apartaron y contemplaban en silencio a los encapuchados cuando les veían pasar... Los guardias jurados del centro se les acercaron con intención de reducir a dos de ellos, pero fueron aniquilados y sus cuerpos convertidos en cenizas con un extraño artilugio que llevaban aquellos seres.

Julia seguía escondida tras uno de los pasillos, cuando sintió como pasaba uno de aquellos encapuchados. Sigilosamente, empezó a moverse marcha atrás con la secreta esperanza de no encontrarse de frente con uno de aquellos seres. Escuchó un grito a sus espaldas que la hizo volverse temerosa de ser sorprendida. Cuando se dio la vuelta y se enfrentó con uno de aquellos encapuchados, lo que vio la llenó de horror. Se encontraba ante una criatura que pese a la apariencia, no era humana, un rostro de extrema palidez la contemplaba con unos ojos llenos de un odio inmenso. Julia sintió un escalofrío cuando aquel ser alzó un rostro de pesadilla y olfateó el aire inhalando con fuerza como si estuviera intentando captar el olor que desprendía la mujer y se colocó a cuatro patas dispuesto a embestirla. Pero la suerte acudió en su ayuda y una pequeña desbandada arrollo a la criatura infernal, pasándole por encima.  Julia no desaprovechó esa oportunidad que la providencia le enviaba y sin pensarlo dos veces se unió a la muchedumbre y camuflada alcanzó la salida, corrió como loca hasta el coche y partió a toda velocidad como si el mismo diablo la persiguiera.

Se sentía insegura, aquellos seres habían pronunciado su nombre y temía que tuvieran mucha más información sobre ella. Pensar en lo aislado que se encontraba el apartamento la inquietaba porque podía ser una trampa. Creyó que los más acertado sería  alquilar una habitación en un hotel del pueblo, pero pensó que el apartamento donde se alojaba podía ser seguro...

Antes de irse a la cama se dedicó a cerrar todas las ventanas y bajó totalmente todas las persianas, así se sentía más segura. La posibilidad de que su vivienda se encontrara casi a ras de superficie no la tranquilizaba lo más mínimo, pero la vivienda era segura y no tenía porque preocupase.

Antes de acostarse decidió disfrutar de la noche veraniega, la luna llena señoreaba en el cielo y las estrellas brillaban en todo su esplendor. En ese momento su cuerpo quedó paralizado y el corazón le dio un vuelco, unas extrañas luces parecían emerger del mar, trazaban unos círculos, Julia escuchó unas risas y miró a su alrededor y vio que eran unos niños que estaban jugando con linternas. Cuando comprobó que era solo la travesura de unos chiquillos sonrió y comentó para sí..

..." Por Dios tengo que tranquilizarme si no quiero perder la poca lucidez que me queda"....No se habría quedado tan tranquila si hubiera visto las cuatro sombras encapuchadas que se iban acercando por la calle en dirección a su apartamento.

Disfrutó de una cena frugal bajo de la luz de la luna y la estrellas y tras gozar de la fresca brisa marina se acostó mecida por el suave oleaje. Un rayo de luna penetraba entre las rendijas de la persiana creando una iluminación fantasmagórica. Julia dormía plácidamente, cuando un golpe violento la despertó y vio que la habitación estaba iluminada con la tonalidad rojiza que emitía algo en el exterior. Intrigada abandonó la cama y se acercó a la ventana, atisbó entre las rendijas y no vio nada, pero por el rabillo de ojo creyó ver que algo se movía, abandonó su observatorio y, sin  hacer ruido se dirigió al comedor, desde el que obtenía una perspectiva más amplia. Y, allí lo que vio le congeló el corazón porque allí estaban los encapuchados que habían asaltado el centro comercial y tal como había pensado, iban tras ella.

Los hombres estaban refunfuñando porque se habían encontrado con todo cerrado y el acceso a la casa era casi imposible. Tras varios intentos infructuosos por colarse en el interior, abandonaron la terraza.. Julia pensó que  no podía continuar en aquel lugar, porque estaba segura que volverían y podrían cogerla desprevenida y no estaba dispuesta a correr riesgos.

Pero, para su desgracia los encapuchados no se habían dado por vencidos y estaban  trajinando con la cerradura de la puerta tratando de abrirla, como se les resistía, comenzaron a aporrearla con fuerza. Julia rogaba entre sollozos que ningún vecino tuviera la ocurrencia de enfrentarse a aquellos seres de pesadilla. Pero sus plegarias fueron desoídas y algunas personas, ante los golpes furiosos, osaron enfrentarse a los encapuchados. La mujer lloraba desconsoladamente, aterrorizada y compungida por lo que estaba pasando en el exterior. Imaginaba un terror sin límites ante su apartamento y pensaba en lo vulnerable que debía de ser la puerta y que finalmente, sucumbiría al feroz ataque de los encapuchados y se vendría abajo. Horrorizada, escuchó las primeras quejas de los vecinos por el atronador ruido y después un silencio fúnebre que le puso los pelos de punta. Intuía que algo catastrófico había sucedido, así que ni siquiera se le pasó por la cabeza abrir la puerta, no quería enfrentarse al espectáculo dantesco de encontrarse con los cuerpos de sus vecinos reducidos a cenizas. Pensó en hacer una barricada ante la puerta, para defenderse, pero al mirar por la mirilla pudo comprobar que ya no estaban allí. Entonces, marcó el número de la policía y denunció los hechos.

Entonces, todo el ruido cesó y una extraña luminosidad llenó el apartamento, se acercó hasta el balcón y vio sobre el mar tres esferas de luz anaranjada, en formación lineal, volaban muy rápido, sin hacer ningún ruido. Otras tantas de luminosidad blanca parecieron emerger del faro y se unieron a las otras. Se quedaron durante unos minutos como paralizadas delante del balcón de Julia y al final formando una procesión triangular y a una velocidad vertiginosa acabaron desapareciendo en el cielo. No solo Julia fue testigo del extraño fenómeno, otros muchos vecinos las vieron  y dirigían sus impávidas miradas hacia el cielo. Tras unos tensos minutos se alejó una de las primeras y posteriormente se fueron marchando todas pero en distintas direcciones. Aquellas luces tan brillantes, no eran aviones, ni helicópteros ni nada que se le pareciera. Cuando desaparecieron, de repente vio salir una fuerte luz blanca en el horizonte marino, fue ascendiendo lentamente en forma vertical y finalmente quedó estática en el cielo como si fuera una estrella cercana.. Julia percibió como se levantó un poco de viento que despejó sus pensamientos y casi el terrible dolor de cabeza inclemente que padecía... Con el corazón en un puño, Julia vio como aquella esfera de brillante luz blanca descendía a gran velocidad alcanzando el punto donde se encontraba ella y se alejó rápidamente, desapareciendo. Julia tuvo la certeza de que aquellas luces la habían salvado de una muerte segura. Repentinamente la luz se abrió paso dolorosamente en su cabeza, los recuerdos invadieron su mente con fuerza: el faro y su amiga desaparecida y reencontrada irrumpieron con fuerza de nuevo en su vida y supo, que tenía algo pendiente y que no podía demorarse más...

Al cabo de un rato, llegó una patrulla y la socorrió. La policía científica se encargó de recoger los restos humanos convertidos en cenizas y la acompañaron hasta la comisaría para hacer la declaración formal.

Su nuevo encuentro con el Faro se produjo al cabo de unas horas, ya que tras el encuentro con los encapuchados, no podía demorarse más. Aquella misma noche partió aprovisionada con  sus cosas con las que pensaba afrontar todos los misterios que la esperaban en aquel misterioso lugar, una mochila, pertrechada con una botella de agua, una linterna, un mazo de amasar, por si se producía algún encuentro no demasiado amistoso, un saco de dormir y mantas y un buen aprovisionamiento de bocadillos y frutos secos.

Con su coche enfiló la carretera nacional y en poco más de tres horas llegó hasta el pueblo que la vio nacer y tras abandonarlo, cogió la pista que le llevaría hasta los dominios del Faro.  Dejó oculto el vehículo tras unos arbustos y entonces vio como la puerta se abría bajo el impulso de algún resorte oculto, como si la estuviese esperando. Nada más entrar la recibió un olor nauseabundo a putrefacción y humedad, pese a su inicial rechazo se adentró en aquel lugar tan oscuro y desasosegante y comenzó a bajar por la rudimentaria escalera de caracol, una extraña debilidad se apoderó de sus piernas cuando sintió la inquietante sensación que el lugar le provocaba. Llegó hasta una especie de trampilla que se encontraba medio levantada, cogió una pequeña aldaba y tiró de ella, hacía sí, con fuerza .Entonces se abrió ante sus ojos un abismo inmenso en el que se perdía la escalera. Julia se adentró en aquellas tinieblas...

No sabía cuánto tiempo llevaba descendiendo, pero ya le dolían las pantorrillas, sintió que en la bajada la temperatura había ido aumentando ligeramente y junto con el esfuerzo que estaba realizando, la situación se estaba volviendo insostenible. Al final, desembocó en una galería más profunda. Valiéndose de su potente linterna, iluminó los rincones más ocultos de aquel mundo pétreo, donde las caprichosas estalagmitas y estalactitas se habían aliado con la naturaleza para crear formas fantasmagóricas.

Realizó un barrido de luz para disipar las tinieblas y vislumbró la confluencia de numerosos túneles y otras galerías de diferentes tamaños. Descubrió horrorizada que se encontraba ante una encrucijada de caminos y no sabía cuál escoger. Aquel universo espeleológico con sus túneles sumidos en la más negra oscuridad, se había convertido en una metáfora de lo que era su vida. Julia cavilaba sobre su suerte, cuando inexplicablemente en uno de los túneles se hizo la luz. Alguien estaba tratando de orientarla en aquel laberinto de piedra. Con la inquietante sensación de que se dirigía hacia una trampa, en la que ella tenía mucha responsabilidad, dirigió sus pasos vacilantes por aquel sendero, con la absoluta certeza de que se había metido en la boca del lobo voluntariamente. Sin embargo, a pesar de lo incierto de su futuro sentía una gran paz interior, pues pensaba que ya no tenía nada que perder y decidió seguir adelante en busca de su destino.

Ya llevaba algunas horas y Julia se encontraba al borde de la extenuación con las fuerzas al límite, por el agotamiento,  la falta de oxígeno, el excesivo calor y la pegajosa humedad que se adhería a su cuerpo.
Descubrió con inquietud que ya hacia rato que había dejado de escuchar el rugido de las olas cuando chocaban con las rocas y pensó que se debía a que el camino que había ido siguiendo se había alejado de la costa, pero también podía deberse a que se encontraba por debajo del nivel del mar. Imaginó  la gran masa de agua sobre su cabeza y casi se mareó por la impresión.

Casi no podía con su cuerpo cuando escuchó un zumbido muy tenue, algo parecido al sonido que emite un motor y al  final creyó vislumbrar un pequeño resquicio de luz, pensó aliviada que posiblemente había dado con  alguna salida al exterior. Aceleró el paso, pero cuando llegó se encontró con un pequeño hueco que logro atravesar sin dificultad, al encontrarse en el otro lado sus ojos se acostumbraron a la luz y apareció ante sus ojos una visión que le resultaba familiar ya que era la que tuvo en la Gran Superficie, se manifestaba ante sus ojos tal y como la había visto:  edificios de todos los estilos arquitectónicos coexistían,  no podía dejar de maravillarse contemplando aquella belleza subterránea negada a la mayoría de los mortales. Contemplaba admirada parques , lagos y jardines tratando de emular la gracia y armonía que sólo la naturaleza podía ofrecer. Entonces sintió un soplo de aire fresco, como el que entra por la ventana en una mañana de  invierno y una suave voz que ya conocía demasiado bien, le susurró al oído.

..." Te reconozco, amiga. Agradezco  la bondad y pureza de tu corazón.  Valoro el empeño y la constancia que has demostrado en conseguir este encuentro dichoso... Bienvenida al Círculo de los Milagros, querida amiga, una hermandad reservada a las personas que  poseen poderes extraordinarios y grandeza de espíritu"... La dueña de aquella voz era Helena, que había surgido de las sombras y ahora se encontraba a su lado. La mujer no pudo terminar su monólogo ya que Julia la abrazó emocionada.

Las amigas seguían fundidas en un abrazo, cuando aparecieron cuatro mujeres ataviadas, con clámides griegas, y una sonrisa que iluminaba sus rostros, se deslizaron con suavidad y rodearon a las jóvenes.

..."El Círculo de los Milagros se ha completado"... Pronunció la mujer más madura.


  

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