FANTASMA CIBERNÉTICO, VII





Hugo había tenido que salir urgentemente y le había dejado varios mensajes a Carolina, pero aún no habia recibido respuesta. Tenía que comunicarle que no había podido participar en el foro como habían acordado, porque el ordenador había tenido un problema de seguridad y se había quedado colgado.

Ahora se encontraba rumbo hacia la excavación arqueológica de Sodoma y Gomorra, por cortesía de la Universidad, se requería su presencia en el yacimiento por el reciente descubrimiento de unos grabados.

El joven se encontraba en el desierto sombrío que rodeaba a las ciudades bíblicas. Al parecer, exhaustivos trabajos de campo que los arqueólogos suecos habían efectuado sobre aquellas tierras malditas, evidenciaban que, por fin, habían encontrado las míticas ciudades de Sodoma y Gomorra. En cooperación con el Departamento de Antigüedades de Amman, los científicos realizaron los hallazgos al este del mar Muerto, en El Lisan (Jordania).

Hugo pensaba que los árabes siempre habían recelado de la desaparecida ciudad del pecado, conocida sólo por los extraños relatos de la Biblia, por eso se había aventurado en ese desierto sediento de aventuras. Cuando la descubrió en la lejanía, casi desdibujada por efecto del calor, pensó que estar allí, en aquel momento, era algo muy parecido a un desafío. No era seguro que aquellas ruinas que parecían poseer la quietud del sueño eterno fuesen realmente las pecaminosas ciudades bíblicas. Pero, sin embargo, ante la expectativa de encontrarse en aquellas ciudades, pese a todo santas, se estremeció de emoción.

Alarmado, descubrió, que si no apuraba, pronto le caería encima la noche.

Hugo avanzaba por el valle reseco, sintiendo el tórrido sol como calcinaba su cuerpo. Divisó a lo lejos, emergiendo de las doradas arenas, el patético esqueleto pétreo, las ruinas eternas y descarnadas que habían sufrido la cólera de Dios, Detuvo sus pasos impresionado por el misterioso halo que desprendía aquel lugar, casi podía sentir en su piel el repulsivo secreto que ocultaban los detestables muros, todavía sepultados en las arenas del desierto, de aquellas ciudades ruinosas y desmembradas, que parecían querer resucitar de un momento a otro.

Sodoma y Gomorra debían de permanecer ocultas, jamás deberían ser desenterradas, porque la maldad nunca debe alcanzar la luz.

Hugo había dejado abandonado su jeep 4X4 junto a las tiendas de campaña de los arqueólogos, había llegado tarde y en la excavación no quedaba nadie sin embargo no se acobardó, siguió adelante con lo que tenía preparado. Quedaban apenas algunos minutos de luz y sabía lo fría e inhóspita que podía llegar a ser la noche en el desierto.

Se encontraba en las ciudades que tantas leyendas habían despertado. En aquellas horas, las lonas de las tiendas de campaña comenzaron a oscilar con el empuje del viento de la noche.

 Hugo se encogió de hombros y se dirigió a la excavación, desde un escarpado montículo vio como los rayos de la luna bañaban todos los edificios. La ancestral visión le sobrecogió.

Estaba frente a un pequeño tenderete en el que se custodiaba una serie de pequeños objetos de cerámica y de pedernal. El estado en que se encontraban las paredes y tumbas de las ruinosas ciudades indicaban que fueron destruidas por un cataclismo de grandes dimensiones. Sus colegas habían comentado la posibilidad de que hubiese sido un terremoto acompañado de explosiones, descargas eléctricas, combustión de gases naturales y fenómenos ígneos.. Seguramente, esa sería la base sobre la que se gestó la historia bíblica del castigo divino a su depravada moralidad.

Hugo observaba con detenimiento la tierra calcinada, debido seguramente a la presencia de petróleo y asfalto.

El joven científico descubrió una especie de grabado en el que aparecían representados una serie de signos que le parecían extrañamente familiares muy parecidos a la letra omega griega, un símbolo que en la tradición cristiana esta relacionado con el fin de los tiempos, la señal se pronunciaba uon y se repetía tres veces y la identificó con la letra waw, presente en los alfabetos semíticos arameo, hebreo y árabe:

                                                                       -"uom, uom, uom"-


 Hugo sintió una extraña fascinación por la piedra y experimentó la imperiosa necesidad de quedarse con ella. Bajo el amparo de la soledad que dominaba las ruinas y temeroso de que fuese descubierto realizando la fechoría. Echó una mirada a su alrededor y, seguidamente, se apropió de la extraña piedra, ocultándola dentro de su macuto.


En ese momento, sonó una musiquilla que quebró el silencio de la ciudad muerta, era su móvil...

Hugo lo abrió y la pantalla se iluminó tanto que casi le deslumbró, tres palabras escritas en arameo llenaron la pantalla:

                                                                     -"UOM, UOM, UOM"-

                                                                    "EL FIN ESTÁ  PRÓXIMO"



Cuando vio la frase, pensó que se trataba de algún bromista que se había hecho con el número de su celular y se divertía gastándole bromas macabras.

Cuando reconoció las palabras, sintió una conmoción, y olvidó su júbilo de encontrarse en Tierra Santa, pues conocía demasiado bien aquellas palabras y lo que significaban. Eran exactamente las mismas que aparecían en la piedra grabada que llevaba oculta en su macuto.

Repentinamente, el cielo se encapotó y las estrellas desaparecieron. En ese momento creyó escuchar un gemido y una sombra furtiva sobre uno de los puntos de la excavación... Pero cuando se sintió descubierta huyó a gran velocidad, su capa negra oscilaba en el aire, desplazándose sobre las piedras a una velocidad vertiginosa, impropia de un ser humano.

Desafiando al peligro se aproximó hasta el lugar donde se encontraba la extraña figura, y lo que vio le dejó perplejo porque grabadas en la piedra se encontraban representados los mismos extraños signos:

                                                               -"uom,uom,uom"-


En aquel momento se produjo un extraño prodigio. En el lugar donde se encontraba encaramado se gozaba de una vista panorámica de toda la extensión de la excavación. Desde la pequeña colina,,  la visión era borrosa y pensó que se debía a algún tipo de efecto óptico meteorológico. Así que, cerró los ojos, apretadamente, durante unos segundos para ver si se le aclaraba un poco la visión, pero volvió a abrirlos cuando sintió como una pequeña vibración en el aire, seguida de un sonido, algo así como una vieja letanía. El  aire parecía vibrar y de pronto  la tierra se abrió bajo sus pies, una sorda explosión retumbó y entonces tuvo lugar el extraño fenómeno.

La imagen seguía allí: tenía ante sus ojos a la mítica ciudad de la perversión, que parecía surgir de lo más profundo del suelo tras un rugido atronador. El joven no daba crédito a lo que estaba viendo, pronto emergieron iluminados por la luna las viejas construcciones de adobe rodeada por curiosas formaciones rocosas que custodiaban las estatuas imponentes, hieráticas, dominando la misteriosa ciudad renacida, los viejos sillares de mampostería y los muros casi trogloditas se elevaban buscando la unión imposible con la divinidad, renacieron ante sus ojos prodigiosamente templos y viviendas, conformando el viejo y desaparecido trazado radial de la antigüedad que sólo la magia de la noche con sus sombras podía delimitar.

Contempló la vasta arboleda que  casi conseguía ocultar las altas torres defensivas orientadas hacia la llanura. Cerca se apreciaban las plateadas aguas de una pequeña laguna.

La obra culminó y las piedras completaron su labor reconstructiva, la ciudad del pecado bajo el influjo de la luna había renacido de sus cenizas y se exhibía con todo su poderío ante los asustados ojos del hombre.

Todavía no se había recuperado de la impresión que le produjo la extraña visión, cuando en ese preciso momento, captó la negruzca bruma que se iba apoderando del lugar y el poco sentido común que imperaba en su mente le dictó que debía abandonar, sin dilación, aquel olvidado lugar del mundo, porque algo amenazante se cernía sobre su cabeza. Antes de alejarse presenció como un extraño temblor agitaba las mansas y plateadas aguas del ahora inexistente lago.

Tan rápido como sus pies se lo permitieron corrió hacia el todo terreno, rogando porque el vehículo se pusiera en marcha a la primera.

El jeep arrancó sin problemas y partió del lugar como si el mismo demonio le persiguiera. La estela plateada de la luna se deslizaba sobre las montañas, en el horizonte, y las sombras tejían de una oscura tonalidad las agrestes montañas circundantes. El vehículo avanzaba a trompicones, tratando de eludir a duras penas los baches y socavones de aquel desierto que sufría los rigores de la falta del agua.

Hugo presentía que algo raro estaba sucediendo, algo no cuadraba en aquel paisaje inhóspito, comprendió demasiado tarde que se había perdido, pues el paisaje había cambiado y en nada se parecía a la ruta que anteriormente le había llevado hasta las ruinas.

Alarmado y ya noche cerrada, el muchacho dirigió una mirada al panel de controles del coche para comprobar si en caso de pérdida el coche tenía la reserva suficiente de combustible.

-" ¡¡¡DEMONIOS!!!"- Se está recalentando, comentó mirando con enojo el panel indicador,- " Voy a tener que hacer una parada si quiero llegar con este trasto a la ciudad".

Encaminó el coche hasta un desfiladero cercano, unas escarpadas montañas podrían servirle de refugio en aquella inhóspita tierra. Rodeado de aquella inmensidad pétrea, pudo contemplar aquellas formaciones rocosas desde más cerca y descubrió la gran cantidad de cuevas que albergaban. Algo inquietante se respiraba en aquel lugar y pensando que el jeep ya debía de haberse enfriado decidió ponerlo en marcha y alejarse de aquel lugar lo antes posible... Pero, la suerte no acompañaba al joven arqueólogo y el vehículo no arrancó. Cuando accionaba la llave, el motor no respondía..,. Lanzó un improperio desahogando su impotencia y la emprendió a golpes con el coche... Ya más tranquilizado, se sacó una petaca y la empinó tratando de darse ánimos. Así que tuvo que asimilar la idea de que tendría que pasar la noche en aquel lugar olvidado del mundo.

Un frío helador se apoderó del desierto por la noche, azotaba sin piedad al muchacho que tiritaba incesantemente. Pensó en la posibilidad de resguardarse de aquella inclemencia del tiempo en una de aquellas cuevas. Cogiendo sus escasas pertenencias y el macuto se encaminó hacia la montaña que en aquel momento se asemejaba a un gigante dormido. Desde algún escondrijo oculto en aquella oscuridad le llegó el sibilante sonido de una serpiente que agazapada y recelosa ante la presencia de extraños en su espacio, esperaba la oportunidad para iniciar el ataque.

Seguramente, se trataba de un inofensivo ofidio, pero su imaginación calenturienta, alimentada por el inhóspito paraje, creaba todo tipo de criaturas terribles en actitud desafiante.

Tras varios minutos de intensa subida, sufriendo el azote de las zarzas y pedruscos del camino, llegó a la más accesible, con alivio pensó que desde ese punto podría disfrutar de una aceptable panorámica, ideal para controlar si se acercaba algún vehículo que pudiera ser su salvación... Más relajado, se tumbó en el suelo cerca de la entrada de la cueva y apoyado en un pequeño saliente del terreno pudo contemplar el cielo estrellado más hermoso que había visto en su vida y ensimismado en su belleza acabó durmiéndose.

Las horas en aquella soledad ermitaña se volvieron eternas y el horizonte se despejó de nubarrones y las estrellas volvieron a aparecer. Aquel inquietante lugar proporcionaba un buen recaudo ya que tras las rocas parecía estar levantándose una tormenta de arena que parecía avanzar sobre la llanura y las piedras, acortando distancias peligrosamente.

Cuando despertó, contempló en la lejanía un extraño fenómeno que iluminó el horizonte durante unos breves instantes, pensó que deliraba y su imaginación bullía quizá por haber estado expuesto demasiado tiempo bajo el sol inclemente, experimentó la sensación de que todos los seres humanos que habitaban en aquel lugar debían de evitar aquel paraje como si se tratara de un territorio infernal.

Un frío intenso que generaba el terror a lo desconocido le invadió por completo, pensó en ocupar su mente en algo que le distrajera. Por lo que intentó organizar un poco sus apuntes sobre el trabajo que se llevaba entre manos desde hacía ya algún tiempo: INTERNET Y EL 666.

Su experiencia en las excavaciones de Sodoma y Gomorra le demostró que algo de verdad sí había en los rumores que circulaban sobre la relación entre INTERNET y el 666, sus investigaciones habían dado con algo de gran trascendencia y disfrutaba pensando en las ganancias que le iban a reportar semejantes hallazgos ya que era un tema de sumo interés para las revistas que se encargaban de divulgar estos asuntos.
Valiéndose de la linterna para alumbrarse empezó a redactar dando coherencia a todos los apuntes que había recogido durante la investigación.

..."Sodoma y Gomorra dos ciudades legendarias de las que se habla en la Biblia, ciudades que padecieron la cólera divina a causa de la depravación y corrupción en la que cayeron sus habitantes. Aunque últimamente se viene especulando con la posibilidad de que fuera una catástrofe natural la causa de su destrucción. Profetas y visionarios de la época debieron de predecir algún tipo de cataclismo natural porque han aparecido restos de una cultura semítica anterior a las míticas ciudades en los que tres símbolos repetidos, semejantes a la letra omega griega se habla de un apocalipsis en el futuro.
En una lengua arcaica se identifica a la sexta letra de su alfabeto con la letra "waw", se identifica con la "w" del alfabeto latino, presenta coincidencias en los alfabetos semíticos arameo, hebreo, fenicio y púnico, idiomas lejanos en el tiempo, aunque algunas lenguas siguen vivas, como es el caso del hebreo. De esta manera, el 666 se podría corresponderse con www(World Wide Web) y el comercio electrónico, cada vez ,más extendido por Internet, ya que como se dice en el Apocalipsis, en el futuro, nadie podrá comprar ni vender si no es con el número de la Bestia.
Sería Pablo en Patmos, la isla donde estaba desterrado, el que recibió “la revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Así, en el Apocalipsis dice: "Yo soy el Alfa y el Omega, el primero y el último", interpretando el último como el fin de los tiempos.

Apocalipsis 13: 18 dice: «Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis».

En su Libro de las Revelaciones en el Apocalipsis, quien hablaría acerca del Dragón y la Bestia que tiene asignado un valor numérico, el 666. Según la revelación, esta Bestia, terrible y todopoderosa dominaría el mundo.

"Vi luego otra Bestia que surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como una serpiente. Ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de ésta, haciendo que la tierra y sus habitantes adoren a la primera Bestia, cuya herida mortal había sido curada. Realiza grandes señales, hasta hacer bajar ante la gente fuego del cielo a la tierra; y seduce a los habitantes de la tierra con las señales que les ha sido concedido obrar al servicio de la Bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia que, teniendo la herida de la espada, revivió. Se le concedió infundir el aliento a la imagen de la Bestia, de suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que fueran exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia. Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia, o con la cifra de su nombre".

Hasta ese momento, tenía el pleno convencimiento de que no fue el 666 sino el 616, pero cuando el emperador Nerón comenzó su brutal persecución de las primeras comunidades cristianas, se alteró el segundo número ya que, la transcripción numérica del nombre de Nerón a caracteres romanos era el 666, ya que se llegó a considerar al al emperador como un auténtico "demonio" y "anticristo". Ahora estaba en posesión de la prueba que demostraba justo lo contrario...

Al final el sueño le venció y se durmió profundamente.

-" El cielo se incendió y antes de que se dieran cuenta comenzaron a caer brasas ardientes descomunales que arrasaban todo lo que tocaban. La gente contemplaba el extraño fenómeno paralizada por el miedo, cuando reaccionaban ya era demasiado tarde y los proyectiles incendiarios impactaban sobre las víctimas reduciéndolas inmediatamente a cenizas.

Las brasas celestes calcinaron todo lo que encontraban a su paso, bosques, edificios notables, caballos, ganado y seres humanos eran devorados por las llamas.  Hugo era testigo de un espectáculo dantesco, terrible, algo que difícilmente olvidaría. Cuando todo terminó, un silencio sepulcral cayó sobre las ruinas de lo que había sido una ciudad próspera. Los restos humeantes que ya no parecían humanos. Esa  fue la horrible imagen que retuvo su memoria y su último recuerdo fue la convicción absoluta de que aquello solo podía ser un castigo divino.

Pensando en la pesadilla que había tenido, y con la firme creencia de que aquel sueño le había revelado el triste destino de aquella ciudad que había entregado al pecado, creyó escuchar un sonido metálico. La misma vieja letanía que había creído escuchar en las ruinas. Ahora intensificada por el eco que producían las montañas... Asombrado con aquella música que parecía de índole sobrenatural extrajo los prismáticos de infrarrojos y enfocó sobre la llanura en sombras y lo que vio le horrorizó de tal manera que empezó a dar traspiés y cayó dándose un golpe en la cabeza, perdiendo el sentido...

Cuando amaneció, Hugo se recuperó de su inconsciencia, la luminosa mañana había disipado todos sus terrores... A pesar del golpe aún persistía en su memoria aquella visión de pesadilla... Con un dolor insoportable de cabeza y un terrible hematoma que adornaba una de sus sienes, se encaminó hacia la llanura decidido a enfrentarse con el  horror que había presenciado durante la noche,  pero todo se hallaba dentro de la normalidad... Cuando descendió de la montaña, buscó el jeep por todas partes, pero había desaparecido...

Hugo decidió que tenía que salir de aquel infierno como fuera y, en verdad, no fue muy difícil, porque a los lejos en la línea del horizonte, unos elevados edificios anunciaban la presencia de la ciudad cercana.

Abrasado por el sol y malherido llegó hasta el hotel donde se hospedaba y tras darse un baño reparador se dejó caer sobre la mullida cama, el sueño no se resistió y pobló de terribles pesadillas la mente del atribulado arqueólogo.

Necesitaba abandonar aquel lugar lo antes posible así que se dirigió al Aeropuerto y embarcó rumbo a su hogar. El avión atravesó un  espectacular mar de nubes y desde la inmensidad de cielo pudo comprender la grandiosidad del universo... Estaba absorto en sus pensamientos cuando la azafata anunció el inminente aterrizaje, se abrochó el cinturón y cerró los ojos, tratando de luchar contra el miedo que sentía cada vez que uno de esos aparatos tocaba el suelo, siempre era la misma sensación, jamás decaía, era la inseguridad que siente el ser humano cada vez que despega los pies del suelo y no puede controlar su existencia.

Bajo por las escalerillas y sintió como un latigazo en la cara la humedad de aquella ciudad que en ocasiones podía llegar a ser asfixiante.

Abandonó el aeropuerto y cogió un taxi en la misma terminal que le llevó hasta la misma puerta de su casa, un bonito adosado que se encontraba en las afueras de la ciudad. La urbanización a aquellas horas aparecía silenciosa y las farolas alumbraban hasta los rincones más ocultos de aquel lugar campestre. Se extrañó por la ausencia de gente en la calle, y pensó que se debía a que debían de estar dando algún partido de fútbol. Sintió la humedad del ambiente como se le clavaba en las carnes y reaccionó con un estremecimiento. De nuevo volvió a escuchar la extraña letanía y sintió un ramalazo de miedo que crispó cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo... Con rapidez buscó las llaves dentro de macuto y abrió con rapidez. Una vez dentro de la casa y buscando el interruptor de la luz prendió todas las luces, se sintió seguro, aquella era su casa, su refugio, allí nadie podría alcanzarle, pero aunque trataba de convencerse a sí mismo, la necesidad de mirar por la ventana era demasiado grande... Así que no pudo resistirse y tomando el prismático de infrarrojos se acercó hasta la ventana y enfocó directamente hacia el exterior... El corazón se le desbocó en el pecho, tratando de salirse.

 Estaba visto que no podía escapar del horror del desierto, pues tenía  detenidos delante de la puerta de su casa, en una muda formación militar, un grupo numeroso de seres como de humo a la espera de una señal. Sintió clavados sobre su persona unos ojos rojizos que le miraban desde la oscuridad más brumosa... De pronto, una de aquellas criaturas de humo se distanció de las demás,  adelantándose y con una voz gutural, tenebrosa, pronunció :

                      ¡¡¡TIENESSSSSSSS ALGO QUE NOS PERTENECE!!!!

Hugo no podía comprender a qué se referían, cuando en ese momento volvió a escuchase el sonido familiar del móvil, quebrando el hilo de sus pensamientos. La musiquilla que, en aquel momento, se había convertido en un instrumento de tortura no dejaba de sonar, Hugo buscaba afanosamente el celular de manera febril, hasta que al final dio con él. Cuando lo abrió, un fogonazo pareció escapar de la pantalla y tres palabras en arameo hicieron acto de presencia.

                                                            UOM, UOM, UOM

Después apareció la frase:

¡¡¡TIENESSSSSSSSSSS ALGO QUE NOS PERTENECE!!!

El móvil se resbaló de sus manos y con estrépito se estrelló contra el suelo y allí quedó en silencio...

Entonces, descubrió un extraño fulgor dentro del macuto, tras observarlo detenidamente comprendió que se trataba de la extraña piedra que había robado en las excavaciones de Sodoma. Comprendió de inmediato que aquellos seres infernales le estaban reclamando aquella piedra, así que la cogió y evitando en todo momento cualquier contacto con aquellas criaturas decidió entregársela, dejándola en el suelo. Después se refugió precipitadamente, creyendo que reponiendo el objeto sustraído aquella infernal pesadilla llegaría a su fin. Pero nada más lejos de la realidad, una bruma negruzca se colaba entre el intersticio que había entre el suelo y la puerta de la entrada, dirigió espantado la mirada hacia las ventanas y comprobó que se repetía el fenómeno, aquella bruma sobrenatural iba invadiendo  poco a poco el lugar donde se encontraba.

En el suelo, los restos del móvil cobraron vida repentinamente porque volvió  a sonar, llenando de terror e incertidumbre  al pobre desgraciado ya que sobre la pantalla sin vida volvieron a surgir los  inquietantes signos que le llevaban de cabeza desde su estancia en las ruinas.

                                                                  -"uom,uom,uom"-

                                                   " TU FIN ESTÁ PRÓXIMO, RÍNDETE"
                                                           

-" SOYYYYYY UN FANTASMA" Pronunció una voz metálica que parecía brotar del móvil destrozado.

Escuchó las palabras aterrorizado con la respiración jadeante y sollozando y cuando quedó en silencio, en un arrebato cogió el móvil y lo arrojó con fuerza estrellándolo contra la pared, el aparato acabó completamente desvencijado en el suelo.

Mientras tanto, la extraña neblina le iba rodeando, formando un círculo perfecto del que emergían unos tentáculos que le agredían, el muchacho trataba de desasirse violentamente pero era imposible escapar a la pegajosa bruma, horrorizado comprobó como sus miembros desaparecían bajo la niebla y cuando el horror anuló el poco raciocinio que quedaba en su mente, el joven gritó poderosamente, casi hasta desgarrarse...

Llegaba hasta sus oídos un tenue murmullo de voces,  parecía venir de todas partes, sonaba cadencioso como una antigua letanía, eran palabras que no le decían nada, pero que revelaban el dolor y la desesperación de quienes ya no formaban parte de este mundo.

 "Vivimos lentamente la muerte en vida de los que son ignorados. Nadie nos ve, no pueden, somos invisibles. Cómo podemos liberarnos de esta cruel existencia que nos lleva a no ser nada, apenas una simple mota de polvo que se deposita lentamente y nunca desaparece"...

De repente, se hizo el silencio y una sombra recorrió la casa solitaria, se desplazaba entre las ventanas, era inútil, la oscuridad de la noche no le permitía distinguir lo que estaba pasando en el exterior. Ni siquiera pudo distinguir el brillo de  la luna y las estrellas en el cielo dejando un reguero plateado sobre la urbanización, ..

                                                                         ***

Siempre nos quejamos de nuestra mala suerte y lo que hacemos es echarle la culpa de todo lo que nos pasa a los demás, y no nos damos cuenta de que son nuestras acciones las responsables de todo lo que nos ocurre. Y, la verdad es que no puede ser más cierto, a veces desconocemos el alcance que puede llegar a tener nuestro comportamiento, no nos damos cuenta de sus consecuencias, estemos o no implicados directamente. La ética es la que dictamina si nuestras acciones son buenas o malas. Pero esa no es la cuestión, ya que el verdadero problema radica en si somos libres a la hora de actuar y qué factores pueden determinar nuestros comportamientos y si pensamos en las consecuencias que se puedan derivar de nuestro proceder.

Y, ya concluyendo, es nuestra sociedad cultural generacional la que determina nuestra forma de decidir y actuar, la que establece nuestro código de valores y  la diferenciación entre el bien y el mal

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