EL MONASTERIO




La tarde iba muriendo lenta y cadenciosamente, desgranándose en melancólicos reflejos cobrizos sobre los escarpados acantilados.  Y, la mole imponente del grandioso monasterio se levantaba frente a la costa, ofreciendo una poderosa lucha titánica contra los elementos a través de los siglos. La grisácea superficie marina ya comenzaba a reflejar la pálida luz de la tarde ...

El crepúsculo y su desvaído azul reverberaban en el rostro de una joven, que ensimismada, no dejaba de contemplar, con disgusto, los importantes objetos que tenía delante. Se le echaba el tiempo encima y el hosco silencio de aquella costa solitaria pesaba sobre su ánimo como una fría losa. Aquello se le hacía cada vez más difícil. Las voces animadas ya no resonaban en la quietud del lugar, comprendió que tenía que apresurarse componiendo los restos humanos en la gran quietud de aquellas piedras milenarias.

El paisaje circundante comenzó a llenarse de sombras, la noche se acercaba a pasos agigantados y, en una esquina, aquella extraña biblia de piedra parecía refulgir con un extraño brillo. Llena de inquietud y malos presagios no podía dejar de mirar hacia el lugar donde se encontraba el antiguo cementerio del monasterio. Ahora, dos árboles, negros y voluminosos, eran la única señal de vida en aquel lugar de muerte, parecían empeñarse en ocultar la trágica historia de sus moradores.

Los hallazgos de la excavación habían provocado una desolación sin límites en el grupo, había dado con los restos de los monjes que enfermaban y morían, siendo enterrados en un pequeño cementerio en el mismo monasterio. Todavía persistían en su memoria la multitud de cadáveres enterrados y emparedados cruelmente. Porque en aquellos tiempos de oscurantismo, el temor a la peste era peor que la misma enfermedad.

 Habían removido la tierra y se había extendido por el lugar un desagradable olor a moho y humedad, contribuyendo a incrementar el desagradable y rancio ambiente que allí se respiraba.

Nuria descubrió entre las piedras a dos de sus compañeros que continuaban dedicándose a sus labores de excavación. La silenciosa presencia de los hombres calmó el ánimo de la chica…

Otros dos compañeros se acercaban presurosos con algo entre las manos, era un extraño vaso muy semejante a los ancestrales vasos cánopes egipcios. Aunque, éste tenía la peculiar forma de un monje.

 La chica le echó una mirada y al descubrir una mancha parduzca entre los restos, su imaginación voló al Antiguo Egipto, ni siquiera se le ocurrió pensar que podía ser "vino", una bebida a la que el clero secular de la Alta Edad Media solía estar más que acostumbrado y con mucho agrado, además, y con la fama de libertinos que tenían los de esta orden, pues no había que elucubrar demasiado, pero la juventud a veces peca de inocente. No obstante, no dejaba de ser muy raro encontrar este tipo de objeto en un monasterio, quizá detrás se encontraba la práctica de algún ritual satánico...

…”Chicos, mirad lo que hemos encontrado”... Exclamó un hombre mayor que; con unos gruesos anteojos y un mono de trabajo, algo desgastado y que aparentaba ser alguna talla más grande, se acercaba corriendo, lleno de entusiasmo, por el camino de ronda del monasterio.

Como por arte de magia, empezaron a surgir jóvenes desde todos los rincones del cenobio en ruinas y se arremolinaron en torno al director de la excavación…

…” Qué es lo que ha encontrado, profesor”... Inquirió un joven pecoso.

…” Chicos, aquí tenéis la piedra sagrada”... El hombre mostró una especie de piedra negra en la que aparecían grabados unos extraños signos completamente ininteligibles para los jóvenes estudiantes que integraban el equipo…

El profesor no tardó en entrar en el tema, tratando de calmar la curiosidad de sus excelentes alumnos.

…” Consta que Abraham e Ismael usaron esta piedra bajo sus pies cuando construyeron la Ka'bah. Según ciertas historias, la piedra tenía la capacidad de cambiar de forma para así ayudarles en la construcción del edificio. Una vez terminada la tarea, Abraham colocó la piedra en una de las murallas de la Ka'bah o la Casa Sagrada de la Meca. Es uno de los sitios más sagrados del Islam.

…” Pero esa piedra era originalmente de color blanco, y esta que usted sostiene es negra”... Aclaró una joven de abundante cabellera rubia.

… “Según ciertas tradiciones,- siguió comentando el profesor- esta piedra solía ser de color blanco. Sin embargo, se ha tornado negra a través de los siglos. Otros creen que ha tornado a ser negra debido al contacto de seres humanos pecadores”... Tras un leve carraspeó el viejo profesor aclaró:

…” Cuando la he cogido ya era negra, no niego que no esté libre de pecado. Pero el peculiar color de la piedra no es debido a mis pecadillos. Aunque no niego que alguno tendré, pero desde luego si existe, todavía no me he enterado”...

Tras el chascarrilllo, mas que nada encaminado a liberar la tensión de su equipo, las juveniles carcajadas invadieron el imponente Monasterio…

…” Y, qué valor podría tener este hallazgo. Después de todo no deja de ser una piedra. Eso sí, un pelín rara, pero una piedra al fin y al cabo”... La inocencia en la juventud es una de las mayores virtudes del ser humano, pero a veces puede llegar a ser muy irritante y la peregrina opinión de la chica casi le costó un disgusto al viejo profesor, pero sin llegar a perder la compostura, trató de hacerse entender por aquella muchacha tan profana en la materia.

…” El valor, es que podría ser un testimonio de la relación existente entre la orden templaria y este monasterio”... El profesor ocultó lo que significaba la presencia de aquella extraña piedra en el monasterio ya que podría ser perjudicial para el desarrollo de la excavación, se había invertido demasiado en aquel proyecto y tenía pleno convencimiento que si revelaba las propiedades mágicas de la piedra y su posible origen extraterrestre podría llegar a desatar todo tipo de fantasías. Su labor en aquella excavación tenía que ser única y exclusivamente científica y elucubraciones esotéricas de ese tipo podrían restarle credibilidad a sus hallazgos.

Entusiasmado como se encontraba con el descubrimiento de la ansiada piedra sagrada el científico no reparó en como uno de sus estudiantes se separaba discretamente del grupo y se ocultaba tras uno de los poderosos contrafuertes del cenobio en ruinas.

…” Venga, reanudad vuestras tareas que el tiempo corre y tenemos que acabar lo que llevamos entre manos”... - Dijo mientras depositaba la piedra sobre una de las mesas plegables. Desde donde se encontraba parecía irradiar un extraño brillo. Nuria la contempló y se sintió como si la piedra la reclamara, se fue acercando lentamente y sin ser consciente del extraño poder que la piedra ejercía sobre su mente, la muchacha acortó la distancia, sintió una fuerza que la empujaba a tocarla. La sacó de su ensoñación un grito desgarrador que se escucho en algún lugar de aquel paraje, un grito que parecía llegar de todas partes. Era espeluznante y congelaba la sangre en las venas, erizando la piel. Todos creyeron que era algo sobrenatural, sin duda. Los estudiantes trataron de borrar de su mente el alarido tenebroso y se enfrascaron en charlas superficiales y en consultar libros y revistas científicas para cotejar sus hallazgos y las horas se hicieron eternas.

Un miembro de la excavación se encontraba recogiendo muestras en una de las naves, cuando experimentó una ráfaga de viento helado, a pesar del calor estival. Miraba con recelo como se apreciaba el paso del tiempo en las paredes descarnadas y llenas de telarañas que crecían en el interior de lo que había sido una iglesia monumental. Y, pensó en aquella tumba sobre la que se inclinaba y en el anonimato que quizá podría quedar resuelto gracias a su labor. Así trataba de alejar de su mente las terroríficas imágenes que su calenturienta imaginación no dejaba de ofrecerle, visiones silenciosas de  sombras que se agazapaban en los rincones de aquel vetusto monasterio dejado de la mano de Dios. Pronto, consiguió leer los nombres escritos en latín en aquellas losas de mármol deteriorado por el tiempo, y con su descubrimiento creyó que los restos que albergaba aquella tumba se liberaban del cruel olvido y volvían a la vida.

…” Qué frío, este lugar me pone nervioso”...Pensó para sus adentros, mientras miraba a su alrededor con recelo. Sintió repentinamente un terror abrumador que le infundió el ánimo necesario para acelerar el trabajo que estaba haciendo y salir corriendo de aquel lugar tan inhóspito. Cuando acabó, se reunió con sus compañeros en el campamento. Jamás llegaría a ver la sombra alargada que flotando le seguía a prudente distancia. Desapareció cuando se encontró con uno de los muretes de una de las naves laterales. Antes de salir de las ruinas, el joven sintió un escalofrío en la nuca que le hizo girar la cabeza… Pero allí no había nada, tan sólo el silencio de la piedra solitaria.

Se reunió con los compañeros que parecían más interesados en contemplar las estrellas del cielo. Tumbados sobre la fría y húmeda tierra contemplaban el cielo con el embeleso de la juventud. El aire nocturno impregnado de los aromas marinos.  Cuando de repente, algo cambió en aquella noche, una estrella pareció crecer de repente y se movió lentamente parecía un satélite, repentinamente se incrementó la luz, se produjo como un intenso fogonazo que iluminó a los atónitos jóvenes. Después se detuvo y salió disparada. Los estudiantes siguieron su evolución en el cielo y estupefactos vieron otra explosión de luz en la carretera. Aquello era un gran resplandor que les deslumbró, duró apenas unos segundos y al final se apagó… Los jóvenes corrieron despavoridos hacia los coches temiendo que hubieran sufrido daños irreparables... Nada alteraba la tranquilidad del aparcamiento, la carrocería de todos los vehículos relucían bajo la luz de la luna...

Alterados por la vorágine de emociones que el extraño fenómeno había despertado en sus mentes se acercaron corriendo y exclamaron....

..."¿ Habéis visto qué pasada?"... Gritaron al unísono. Apenas podían ocultar el entusiasmo que sentían. Tras narrar los hechos, dos muchachos se cruzaron la mirada con perspicacia, y se dijeron el uno al otro, empleando un tono muy bajo, tanto que no les escuchaba ni el cuello de su camisa..

..." A estos siempre le pasan estas cosas raras, porqué será que sólo le pasa a ellos. Qué casualidad que a nosotros nunca nos pase nada parecido"... En realidad no era el típico escepticismo que se opone a la irracionalidad que rodea a todo este tipo de fenómenos, sino más bien la frustración que sentía al no haber tenido la suerte de ser testigo presencial de un fenómeno de tal envergadura. Tal y como pretendían, el comentario no llegó a oídos de los interesados.

Después siguieron trabajando sin descanso, tratando de dar cuerpo a todo el material que habían encontrado. La noche invadía ya plenamente los inmensos dominios del monasterio y unas luces rudimentarias permitían al equipo continuar con su trabajo. Se trataba de organizar el fruto de la excavación, haciendo anotaciones en el trabajo de campo y etiquetando todos los objetos para embalarlos y enviarlos a la Universidad…

Estaban ensimismados en su faena. Cuando, inexplicablemente todo el lugar se lleno de ruidos y golpes, los arqueólogos, aterrorizados, no sabían a donde mirar, aquello era imposible. El único signo de vida en aquel lugar solitario eran ellos y en aquel momento estaban todos reunidos… De pronto, todos los objetos comenzaron a abandonar el lugar donde reposaban y comenzaron a flotar alrededor de ellos mismos, para acabar salir volando perdiéndose en la inmensa negrura de aquel lugar de pesadilla. 

Misteriosamente, un frío glacial se apoderó de lugar, congelando a los arqueólogos que encontrándose en pleno verano, no iban lo suficientemente abrigados. De pronto, la piedra empezó a flotar en el aire, se agitó con fuerza delante del viejo Profesor y terminó por estrellarse contra su cabeza. El hombre al sentir el brutal impacto perdió el conocimiento y no pudo presenciar lo que ocurrió a continuación.

En el camposanto, repentinamente, comenzó a formarse una extraña bruma grisácea que parecía reptar sinuosamente a ras del suelo y como si fuera ganando consistencia fue elevándose lentamente y aproximándose hasta el lugar donde se encontraban los aterrorizados arqueólogos, que permanecían paralizados como si una poderosa fuerza telúrica les mantuviera férreamente unidos a la tierra.

En ese momento, el tiempo se detuvo y los extraños fenómenos hicieron acto de presencia. La bruma compacta trajo consigo sombras y extrañas apariciones en forma de inquietantes figuras que vagaban por el camino de ronda que unía el cementerio y el lugar donde se encontraba el campamento. Entonces, se dejó escuchar el preludio de un cántico, el miserere de los muertos que anunciaba su macabra presencia en aquel paraje de pesadilla.

La comitiva espectral irrumpió en la zona donde se encontraban los arqueólogos, paralizados por el terror, y los rodearon. En ese momento, la extraña bruma comenzó a distorsionarse y se inició una repugnante  metamorfosis. Emergieron los monjes espectrales y un olor a moho y azufre impregnó el aire obligando al equipo de excavación a toser de manera descontrolada... 

De la siniestra bruma comenzaron a emerger un grupo de monjes encapuchados, sin manos, largas vestimentas ocultaban sus miembros. Aquellos seres se aproximaron más todavía y los jóvenes arqueólogos casi pudieron sentir el nauseabundo olor que aquellos seres de humo desprendían. Repentinamente, se arrodillaron y juntaron las manos como si imploraran alguna gracia celestial. Cayeron las capuchas y mostraron sus rostros cadavéricos y una oración en latín brotó de sus labios descarnados...

..."Sancte Petruss , defende nos in proelio ut non pereamus in tremendo iudicio"....(1)


Aquello fue demasiado, un terror abrumador arrancó a los arqueólogos de su inmovilismo. Gritando como posesos y corriendo como alma que se lleva el diablo, atravesaron la barrera fantasmal con asombrosa facilidad y a toda prisa se dirigieron hacia los coches, buscando su protección. En su locura, gritaban despavoridos y se atropellaban, originándose más de una trifulca en la lucha por subirse en los coches. El sonido familiar del encendido de los motores anunció la puesta en marcha sin dificultad de los vehículos y abandonaron el lugar a gran velocidad con la firme idea de no volver jamás.

El paraje  quedó solitario y los monjes fantasmales poco a poco fueron desapareciendo, en pocos minutos  todo quedó desierto, sin vida. Tan sólo el batir de las olas contra la costa cercana quebró el silencio. Una niebla persistente se empecinaba en adherirse a las ruinas deformes que gozaban del influjo de la luna.


Al cabo de un rato, por el sendero que rodeaba las ruinas del Monasterio avanzaba un grupo de personas, guardando un silencio absoluto. Tan sólo el ruido de sus pisadas quebraba la quietud del lugar. Les precedían tres mujeres vestidas de cuero. Se acercaron hasta el lugar donde yacía inerte el viejo arqueólogo.

La mujer de más edad se inclinó sobre el cuerpo del inconsciente y con la mano buscó el pulso en una artería de cuello. Sonrió aliviada cuando detectó que en aquel pobre hombre aún latía un pequeño soplo de vida.

..." Hemos llegado a tiempo -comentó- aún respira". Entre el grupo se dejó escuchar un suspiro de alivio.

La piedra negra que después de herir al hombre ahora descansaba cerca de su sien magullada,  atrajo la atención de la mujer. La cogió y tras someterla a un severo escrutinio entre sus manos, durante unos segundos, optó por meterla en su mochila.

..." ¡¡¡Ya veo que has vuelto a hacer de las tuyas!!! Dirigió sus palabras a la piedra, como si está fuese un ser pensante capaz de entender lo que le quería decir.

..." Venga, tenemos que llevarnos a este hombre y ver si se puede hacer algo por él"... Como si los deseos de aquella atractiva mujer fuesen órdenes, tres hombres se separaron del grupo y con suma delicadeza se encargaron del hombre y emprendieron el regreso por el mismo camino que habían llegado.

.." Tened cuidado con él. Aunque no corre peligro, simplemente ha sufrido la transformación que acarrea ser elegido por la piedra sagrada"... Reveló la extraña mujer.

..." No es una piedra filosofal, nos encontramos ante la alquimia lunar, transmutación de la materia, que utiliza cualquier medio para manifestarse ante los hombres. En el caso de este hombre, seguramente, desarrollará algún tipo de poder mental"...

..." De esta manera se entiende que este pobre hombre más que una pedrada lo que ha recibido ha sido un brutal impacto que le ha conectado con su alma, su inconsciente y su energía lunar, integrándole de lleno en una nueva fuerza cósmica solar".. Explicó una de sus pupilas.

..." Más o menos - replicó interrupiéndola- aunque ya lo comprobaremos cuando recupere el sentido. Entonces veremos si estamos ante un nuevo hombre, y si puede servir a nuestros fines"... Las últimas palabras de la Magna Mater sonaron enigmáticas...

..." Eugène,  - dijo una de las jóvenes que la acompañaba en todo momento- Magda debe de estar a punto de llegar"...

..." Sí, no te preocupes, ya lo tengo todo controlado. He dejado a un grupo esperándola en el monasterio de Santa Cecilia... Aunque espere un poco tampoco va a pasar nada. Llevamos tanto tiempo separadas que aunque tardemos unas horas no creo que se lo tome mal"...

..." Tengo unas ganas de conocerla - replicó la otra joven y aunque trató de dominarlo no pudo evitar la fosforescencia que aparecía en sus ojos cuando se entusiasmaba por alguna razón...

..." No puedo creer que vaya a conocer a la última descendiente de Jesucristo y María Magdalena"...

Cuando Eugène escuchó las palabras de la joven se envaró y en sus increíbles ojos verdes apareció un conato de ira que trató de apaciguar. No obstante, le replicó con enojo:

..."Bajo ninguna circunstancia debe enterarse de que es la última merovingia.  Eso es algo que desconoce y por el bien de todos debe de continuar siendo así. Se decidió hace muchísimo tiempo mantenerlo en secreto y así debe continuar, por el bien de ella, que ignora completamente sus orígenes, y por el de la Hermandad....

Las jóvenes se dirigieron una mirada de complicidad y la escucharon en silencio, conscientes de la transcendencia de lo que les acababa de revelar la Magna Mater de la Orden.

..."Y, recordad, que un alquimista es aquella persona que se propone cambiar internamente o encontrar su propio oro interior. El elemento transmutador se manifiesta por medio de la psicología y la reflexión personal y la conciencia es aquello que acompaña nuestro proceso evolutivo y nos dicta el camino a seguir"...

 Todos la escuchaban con respeto, en algunas personas se llegaba a detectar incluso un punto de idolatría contra el que la Magna Mater había luchado desde la más profunda Edad Media"...


(1)¡Oh, San Pedro, defiéndenos en la batalla para que no perezcamos en el tremendo juicio.

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