LOS NUEVOS ENCANTES DE BARCELONA


Los nuevos Encants de Barcelona(antes los famosos "Encants Vells") han conquistado un nuevo espacio en la Plaça de les Glòries, entre la confluencia de la Meridiana y la calle Castillejos.

Los Encantes viejos de Barcelona (también llamados Fira de Bellcaire) es uno de los mercados más antiguos de Europa, un auténtico mercado de las pulgas que se dedica al reciclaje y la venta de artículos de segunda mano.

La muchedumbre de visitantes invade el recinto dispersándose los diferentes establecimientos, situados en distintas plantas. Otros consumidores, fanáticos de las ofertas se afanan en revolver entre los puestos para conseguir objetos antiguos de gran valor y compras únicas, a imagen y semejanza de esos documentales que ofrecen los nuevos canales de la TDT.
Este pintoresco mercadillo de ocasión que apasiona a los coleccionistas de antigüedades por la gran variedad de reliquias y antigüedades que se exhiben en módulos prefabricados de metal, en los que la subasta, el menudeo y el regateo están a la orden del día.

Entre las curiosidades que podemos encontrar en los Encants abundan muebles antiguos, antigüedades, libros, CD, discos antiguos, material eléctrico, maquinaria y electrodomésticos de segunda mano, colchones, lámparas antiguas, ropa de segunda mano etc...

Nuestros gobernantes querían lavar la imagen de ambiente callejero y barriada que ofrecían los antiguos encantes porque, en su opinión, degradaban la imagen de la ciudad. Ahora, con la presencia de determinados servicios, oficinas, bares, lavabos, probadores y la nueva oferta de restauración de estética vanguardista a "street food", nos ofrece una imagen más vanguardista y moderna..

Mención especial merece el ascensor, inmenso y claustrofóbico, abierto por ambos lados, pero que debido a la gran afluencia de público imposibilita cualquier movimiento en el interior. Y, sin perder el humor, siempre puedes darte un paseo como en la película "sube y baja" de Cantinflas. El precio del parking ya es harina de otro costal, hay que tomárselo con calma...


Resumiendo, esta mañana hemos estado en los Encantes nuevos, muy monos, muy de diseño y muy pijos. Todo muy aséptico, organizado y con puestos nuevos. Pero han perdido la autenticidad que tenían en su anterior emplazamiento con aquel aire tan pintoresco y el envolvente aroma de las fritangas.

Avanzar hacia el futuro no significa romper con el pasado, siempre se puede mejorar o rehabilitar, pero nunca destruir lo que forma parte de nuestras vidas. Desaparecieron los chiringuitos de la Barceloneta, y con ello parte de la alegría que inundaba las noches veraniegas, también desaparecieron las míticas pajarerías de las Ramblas y en su lugar aparecieron churrerías y heladerías artesanales. Eso sí, todo con "denominación de origen". Pronto seguirán la misma suerte los kioscos de flores porque ahora resulta que son antihigiénicas. Ya no seremos libres ni de convertirnos en estatua aunque sea de sal, y mucho menos de tocar música en la calle si no demostramos nuestra valía. Ni siquiera París ha intentado eliminar sus cafés más antiguos ni el Marché des Puces, porque como dijo alguien ya hace mucho tiempo no evoluciona el más fuerte ni el más rico, sino el que se sabe adaptar mejor a los cambios...Todo esto nos lleva hacia una Barcelona cada vez más extraña e inasequible.

Nuestros gobernantes tan finos ellos, nos han dejado una obra mastodóntica que no goza de demasiada simpatía entre la ciudadanía porque solo el coste de la cubierta ascendió a 57 millones y la grapadora, 101 millones. Y, mientras tanto el Hospital de Sant Pau, en peligro de concurso de acreedores por un agujero de 40 millones.

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