ARTUR MAS INVOCA EL SUEÑO DE MARTIN LUTHER KING



Artur Mas: "Este sueño y anhelo de libertad está más vivo que nunca"

"El presidente de la Generalitat pide a los catalanes que participen en la Via Catalana de la próxima Diada y la compara con la movilización que tuvo lugar en EEUU hace 50 años en defensa de la igualdad de los ciudadanos afroamericanos."

Alguien tendría que aconsejar al Presidente de la Generalitat de Catalunya que debería cuidarse del Síndrome de Hubris, porque ya está presentando los primeros síntomas.

Esta enfermedad mental la provoca el poder generando aislamiento, narcisismo, trastornos de la personalidad. Fue descubierta y clasificada por el psiquiatra británico David Owen, que fue ministro de Sanidad y de Asuntos Exteriores de Inglaterra entre 1974 y 1979.

Con estas declaraciones solo demuestra que está perdiendo el contacto con la realidad y solo pretende ser el elegido para llevar a cabo la misión trascendental que significa alcanzar la Independencia.

Este hombre delira si piensa que se puede comparar con un hombre tan ejemplar como fue Martin Luther King. Y, lo peor es que la gente le sigue, y ya no les preocupa tanto que Mas simbolice toda esa política nefasta llena de recortes en derechos básicos con la que nos ha acribillado, sin piedad. Vemos que continua firme en su postura de instrumentalizar el sentimiento independentista de Catalunya, creyendo que así oculta la injusticia social y el progresivo empobrecimiento al que nos ha sometido con sus medidas y obras "faraónicas", como ese carril VAO, un mal invento, cuya infraestructura, que requirió la inversión de 81 millones de euros -la mitad procedentes de fondos europeos-, no cumple ni de lejos con las expectativas que se habían generado, ya que siempre parece que está fuera de servicio.

Antes pensaba que eras más listo que el hambre, pero ahora empiezo a verte como uno de esos políticos que padecen el Síndrome de Hubris. En otros tiempos, cuando alguien se creía Napoleón, todos nos lo tomábamos a risa, ahora lo aclaman como si fuera un auténtico Mesías.

Seguramente, Martin Luther King se debe estar revolviendo en su tumba, él que tanto luchó contra el racismo y la xenofobia y que ahora le comparen con Arthur Mas, un presidente que está más cerca de las teorías de Hitler o de Hess.

Ayer, Ana Botella, era la comidilla de todos los medios, pero que alguien como Artur Mas se compare con Martín Luther King es todavía más ridículo que el "relaxing cup of café con leche en Plaza Mayor".

Psicológicamente, nos encontramos ante un Síndrome de Hubris cuando los políticos que nos gobiernan no nos escuchan, se vuelven irreflexivos y toman decisiones por su cuenta sin consultar (circunstancia que favorece la mayoría absoluta), porque piensan que sus ideas son las correctas, aunque al final se demuestre que son erróneas, son incapaces de reconocer que se han equivocado y persisten en su error, entonces nos encontramos ante “El Síndrome Hubris”, o “delirio de los políticos” una enfermedad del poder que provoca una pérdida de contacto con la realidad y una sobreestimación de la propia competencia o capacidad, especialmente cuando la persona que la presenta se encuentra en una posición dominante.

Fueron los griegos quienes acuñaron el término hubris, con el que designaban la falta más grande que podían cometer los héroes: creerse superior al resto de los mortales.

El hubris (palabra derivada del término heleno hibris) es el ego desmedido, la sensación de poseer dones especiales que le hacen a uno capaz de enfrentarse a los mismos dioses.

EL SÍNDROME HUBRIS: LA ENFERMEDAD DEL PODER

Fase 1. Una propensión narcisista a ver su mundo como un escenario donde ejercitar su poder y buscar la gloria.

Una persona se mete en política y, repentinamente, alcanza el poder o un cargo importante. Tiene un principio de duda sobre su capacidad, pero se rodea de aduladores que no dejan de alabar todo lo que hace, llegando a pensar que es influyente por méritos propios. Alcanza una excesiva seguridad en si mismo, llevándole a desarrollar una predisposición a realizar acciones que le puedan dar un aura especial, con el fin de embellecer su imagen.

Fase 2. Una preocupación desmedida por la imagen y la presentación. Se cree imprescindible y el único que puede resolver todos los problemas que se presenten, entonces entra en una fase megalomaníaca, se cree infalible e insustituible. Para poder continuar en el poder planea proyectos ambiciosos a largo plazo y obras faraónicas...

Fase 3. Cuando es consciente de su incompetencia, porque las cosas van mal o porque la excesiva confianza en si mismo ha generado un círculo vicioso en el que no ha podido intuir los peligros y las trampas que él mismo ha generado con su política inepta.

Fase 4. Empiezan a padecer el llamado desarrollo paranoide. Todo el mundo se le opone y se convierten en traidores o enemigos personales, llega a sospechar de todos los que le critican y entonces tiende a aislarse en la sociedad. El batacazo llega cuando pierde las elecciones o cuando sus ideas mesiánicas no arraigan en la sociedad. Entonces, llega el cuadro depresivo porque su mente enferma no es capaz de asimilar su derrota.

Concluyendo, diré que este síndrome es tan común en política porque se debe a que en otros ámbitos es más frecuente que el que esté arriba sea el más capaz, pero en política no es así, porque los ascensos van más ligados a fidelidades.

Como castigo al Hubris está la Némesis, que es la diosa de la justicia retributiva y la venganza, surge implacable y devuelve a la persona a la realidad a través de un fracaso.

Ya lo dijo en su tiempo Eurípides:


" Aquél a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco."

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