ZOMBIS, UN CUENTO DE TERROR PLAYERO



Una agradable cena en la playa con nuestros prim@s me inspiró este relato que os voy a contar... 



Siempre me ha gustado dar largos paseos por la playa sentir como algo muy relajante el sonido de las olas cuando rompen en la orilla, contemplando como va desapareciendo poco a poco el sol en el horizonte.

La noche cayó sobre nosotros sin apenas darnos cuenta y el sol cedió su lugar majestuoso a la luna que, brillante, y en su fase menguante, señoreaba rojiza en un firmamento repleto de estrellas perfectas, aliadas luminosas de los marineros en aquella noche estival.

La noche era calurosa, aunque la brisa marina refrescaba el ambiente, el rugido y la espuma de las olas contribuía a crear un ambiente mágico que tentaba a los chiquillos, que no dudaban en zumbullirse en las agitadas aguas con la despreocupación típica de los niños a esa edad, donde la amistad es sinónimo de alegría, pureza e inocencia.

Ahora que la playa ya no era un tostadero de carne y huesos aceitosos bajo la canícula despiadada, y las arenas doradas habían dejado de ser las brasas ardientes que se clavaban en las plantas de los pies. En ese momento, hicieron su aparición los afanosos pescadores invadiendo nuestro espacio. Anunciando su presencia con una pequeña linterna en la frente que los convertía en efímeros cíclopes, recorriendo con sus preciadas y sofisticadas cañas de pescar el terrario de aquella pequeña parte de la costa mediterránea. Jóvenes que aprovechan las frescas noches veraniegas para dedicarse en cuerpo y alma a este deporte milenario, ignorando los chiringuitos de ritmos asesinos y los precios prohibitivos que les imponen.

Antes de la cena decidimos dar un paseo. Pensé que fotografiar aquel momento tan mágico se había convertido en una necesidad...
Quedaba poca luz y aproveché para sacar las primeras instantáneas. El resultado no fue el esperado, pero tras varios intentos fallidos, al final conseguí algunas bastante aceptables.

Se veía la negrura infinita del mar y eso ya era de por sí todo un espectáculo.

En esa hora, la playa y el mar adquieren un aire extraño y solitario, pero nosotros caminábamos despreocupados porque estábamos de vacaciones y nada nos importaba demasiado, solo queríamos divertirnos y desconectar de nuestros demonios interiores.

Quería tener recuerdos de ese momento tan especial y pensé en utilizar los flashes y las cámaras digitales que siempre suelo llevar encima... Las primeras instantáneas no salieron bien y decidí realizarlas sin flash, tras varios intentos fallidos, al final conseguí una verdaderamente hermosa.

Después del paseo fuimos preparando las viandas sobre la mesa portátil y como rudimentaria iluminación empleamos tres velas, no conseguían disipar la oscuridad, pero hacían su trabajo....

Empanadas, tortillas de patata, patatas fritas y refrescos de todas clases se apilaban en la mesa diciendo cómeme... Pero, tuvimos que esperar un tiempo hasta que estuviésemos todos reunidos....

La cena transcurrió felizmente y nos hartamos con todo lo que allí había y seguimos haciendo fotos y más fotos....

Después de la cena los niños seguían con sus baños y nosotras aprovechamos para echar una ojeada a las fotos e ir desechando las que habían salido mal. Entonces fue cuando nos dimos cuenta de que en algunas imágenes había salido algo raro. Así que manipulando las fotos con el zoom de la cámara captamos que aquello era algo así como unas esferas luminosas, unos orbes extraños o destellos de luz que no estaban presentes al momento de captar las imágenes. 

He oído hablar mucho sobre el tema, y tengo entendido que cuando los orbes son de naturaleza sobrenatural suelen ser asimétricos...Hay quien dice que suelen ser fallos de la cámara o el flash, motas de polvo o gotas de agua en suspensión que bajo la influencia del flash le da el efecto rebote de la luz y provoca estos orbes. Pero en las fotos aparecían diversos tipos que además cambiaban de color y variaban en su morfología. Pero bajo las circunstancias en que se hicieron las fotos no había polvo en suspensión y en muchas eliminamos el flash por ser de bajo alcance. De todas formas nos quedamos intrigadas porque estos objetos luminosos capturados en la foto parecían tener luz propia.

Hay quien sostiene la versión de  que pueden ser espíritus de personas fallecidas que engloban alguna energía que se presenta en forma circular. Pero también puede ser el resultado de la emanación energética misma de los seres humanos, basándose en que siempre aparecen cerca de personas con una gran carga emotiva.

No experimenté ningún miedo porque los Orbes son burbujas de luz que interactuan con los seres humanos, a ellos les gusta la alegría y siempre aparecen en las reuniones donde hay un ambiente de gozo. No hay que ser un místico para establecer contacto con estos seres sobrenaturales ya que ellos se manifiestan donde la vibración de las personas es elevada y positiva.

La brisa nocturna atenuaba los calores de aquella noche tan bochornosa, y tras refrescarme un poco los pies en el espumoso mar, me tumbé sobre la toalla fijando la vista en aquella luna rojiza que iluminaba el cielo. Aquel tráfico incensante de aviones surcando el cielo con la intención de aterrizar ofrecía una excelente ocasión para una meditadora noctambula como yo, algunos venían de frente y yo creía ver en ellos un ovni y así poco a poco fui cayendo en los brazos del sueño...

La campana de la iglesia del pueblo anunció la medianoche y a partir de ese momento la atmósfera cambió en la playa. Repentinamente, la temperatura fue bajando y el frío nos obligó a  cubrirnos... El viento arreció y apagó bruscamente las llamas de las velas.. La pequeña humareda se disolvió en el éter. Un extraño escalofrío recorrió mi cuerpo y mis primos también experimentaron el mismo desasosiego.

Inexplicablemente, una extraña bruma comenzó a surgir de la negra superficie de las aguas del mar... Mientras los chiquillos, ajenos a todo lo que estaba pasando, seguían disfrutando de la delicias de la noche veraniega... 

Los pescadores fueron los primeros en reaccionar... Uno de los más jóvenes se acercó y nos dijo que los chicos tenían que salir del agua porque algo raro estaba pasando... 

Mi prima se acercó presurosa hasta la orilla y llamó a los niños, que demasiado entretenidos jugando con el mar en ese ruidoso desafío infantil contra las olas, permanecían completamente indiferentes a cuánto sucedía... Todos nos acercamos hasta la orilla llamando a voces a los niños, porque veíamos con desesperación como la extraña bruma avanzaba inexorablemente hacia ellos... Al final, retando a los elementos y a la creciente furia marina, el padre de nuestro sobrino se sumergió en las negras aguas en busca de los críos ... Cuando los niños fueron conscientes de lo que se les avecinaba, sus risotadas murieron en sus gargantas al descubrir el horror que les acechaba y lanzando un potente grito abandonaron las oscuras y frías aguas como si el mismo diablo les persiguiese....

En los minutos siguientes, todo se desarrolló muy rápido, recogimos todas nuestras cosas en un suspiro y salimos corriendo hacia el coche, los pescadores también siguieron nuestro ejemplo y en un momento la playa quedó desierta. Atrás quedó el rugido atronador de las olas confundiéndose con los alaridos de terror de los pescadores en su huida, porque aquella siniestra noche amenazaba con convertirse en la última de nuestras vidas.

Eché una mirada hacia atrás y contemplé como la oscura bruma había aumentado notablemente invadiendo la playa como un manto, sumiéndolo en un sofocante letargo que sólo podría disipar el astro de la mañana en apenas unas horas,  ahora la veíamos arrastrarse sinuosamente sobre la arena hacia nosotros. Su silenciosa y lenta expansión nos dejaba completamente ciegos y vulnerables a los peligros que nos acechaban, pero con el oído muy desarrollado ya que percibíamos los alaridos y gruñidos de las bestias que se ocultaban tras ella.

Aquello era más de lo que podríamos soportar, corrimos más que nunca, llorando y gritando, para salvar nuestras vidas, con los rostros congestionados por el pánico. Cargados con las neveras portátiles, mesas y sillas playeras, mochilas. Pero era tanto el pánico que no sentíamos el exceso de peso y la gran cantidad de cachivaches que llevábamos. La arena entorpecía nuestros pasos, tratando de esquivar las palmeras y las piedras que nos encontrábamos en el camino.

Por un instante, freno el paso para contemplar aquella playa prácticamente engullida por la bruma y, por un momento, sentí un escalofrío por la belleza inhóspita del momento y la desapacible sensación de que nos encontrábamos ante algo parecido a una tragedia de grandes dimensiones, quizá ajena al entendimiento humano.

La espesa bruma despertó sentimientos de terror sin límites porque las cosas parecían haberse borrado de un plumazo, los límites y las siluetas que conformaban aquel espacio habían desaparecido y nosotros la capacidad de dominar nuestras emociones.

Tuve el convencimiento de que aquella bruma amorfa y pegajosa anunciaba la desaparición inminente de nuestro mundo, y que la bestia del Apocalipsis mencionada en la Biblia no tardaría en aparecer y nos borraría de la capa de la tierra como se elimina una mota de polvo.

 Esperar a que se levantara un viento huracanado y se la llevase con él era algo del todo imposible, tan sólo nos quedaba cerrar los ojos y negar la evidencia de lo que estábamos viviendo. Sentí como se me erizó el cabello cuando creí sentir en el interior de la bruma una voz susurrante y cálida que pronunció mi nombre de una manera que casi me sugestionó hipnóticamente.

 El pequeño letargo desapareció rápidamente y a una  velocidad vertiginosa introdujimos todo en el coche y nos refugiamos en nuestros vehículos, sin despedidas y sin otro afán que el de salir huyendo. Tras encender el coche, éste arrancó con una potencia inusual y a gran velocidad, casi derrapando sobre el asfalto hizo un cambió de sentido y salió disparado como si mil diablos la persiguieran. Mis primos en sus vehículos y, en último lugar, los pescadores,  nos seguían pisándonos los talones, cogimos la curva a una velocidad desorbitada y cuando el vehículo realizó un trombo estuvo a punto de volcar, pero la habilidad conductora de mi hermana es insuperable, fruto de 20 años de experiencia al volante.

Cuando ya estábamos más tranquilas y la noche parecía despejada, divisamos una barrera humana que invadía toda la carretera, impidiéndonos el paso.

Mi hermana susurró espantada: ¿Qué demonios es eso?¿ Una manifestación a estas horas...?

-"Calla -le respondí- míralos bien."-

Ella detuvo el coche a unos metros de aquel grupo tan grande de gente....De todas partes llegaba un gemido quejumbroso y melancólico, aquellos seres caminaban con lentitud, cojeando o arrastrándose por el suelo, y empezamos a ver como aparecían por todas partes, no tardaron en abarrotar la carretera. Mi hermana llevó la mano a la llave del coche, intentando dar el contacto para salir de allí lo antes posible. La furgoneta se encendió a la primera y salió a toda pastilla.

Mis primos hicieron otro tanto...

-"Esa gente no es normal, fíjate en la piel, en la ropa que llevan y en la lentitud con la que se mueven."-

Un momento de lucidez me permitió distinguir que a un lado de la carretera se encontraban los altos muros de un cementerio...

Horrorizada, observé que era de donde salía aquella multitud de caminantes nocturnos.

CONTINUARÁ...

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