DIP, EL PERRO VAMPIRO II




En un instante todo cambió y el  olor a podredumbre y corrupción impregnó hasta el último rincón del pueblo. Era el olor de la muerte cuando camina apestando la tierra.

La alegría de los festejos había acabado bruscamente; y, en el ambiente, sólo quedaba el suave aleteo de las guirnaldas engalanado las calles y el confeti cubriendo el pavimento, como si de una alfombra multicolor se tratase.

La situación había convertido este pueblo, perdido en cualquier parte y sin mayores alicientes que la de ser la comidilla de cuatro chismosas, en la  viva imagen de la desolación.

Acabábamos de encontrarnos con un pueblo muy concurrido, con los niños correteando alegres y haciendo toda clase de travesuras, las terrazas de los bares se encontraban abarrotadas de gente dando buena cuenta de birras y refrescos. Cuando cesaron los últimos acorde de la banda de música y algo innombrable acabó con la diversión de aquellas gentes.


En ese momento, una voz estridente por megafonía quebró el silencio de la cálida noche al dirigirse a los vecinos.

Recomendación inútil, porque la gente había huido en desbandada dejando desiertas todas las calles y plazas del pueblo. Extendiéndose por el lugar un ominoso silencio lleno de malos presagios.

-"Me dirijo a ustedes para comunicarles que el pueblo se encuentra en estado de sitio. Queridos vecinos, aunque estamos confundidos con lo que esta pasando por los alrededores, voy a ser honesto con vosotros, la zona está en peligro por una bestia afectada por una especie de virus que hace que se infecten las personas con las que entra en contacto. Me siento en la obligación de decirles que por si alguna razón alguno se infecta, no habrá cura y se procederá a su eliminación. Aunque emplearemos todos los recursos que se encuentren a nuestro alcance para combatirla, no puedo dar esperanzas. Así que mis instrucciones son: Mantenerse a buen recaudo dentro de sus hogares, evitar el contacto con los infectados, no salir del pueblo y seguir las órdenes del ejército."-

Todo ha vuelto a comenzar, nuestras miradas se cruzan tratando de infundirnos ánimos mutuamente, pero no hay nada que pueda aliviar nuestros temores. Somos conscientes de la impotencia que nace en el individuo cuando nuestro adversario es poderoso e infalible y no sólo eso, cuando tenemos el pleno convencimiento de que lo que nos acecha es implacable y sobrenatural, y si queremos sobrevivir la única salida posible es la huida, ya que de lo contrario, sucumbiremos arrollados por su furia destructora.

Contemplamos con terror la carretera como esperando ver aparecer la terrorífica figura del perro del infierno, pero a aquella hora aparecía más oscura y siniestra, rodeada por el bosque. Teníamos el corazón en un puño, sabíamos que la bestia podía aparecer de un momento a otro y dar buena cuenta de nosotros.

Tuve que  respirar varias veces y tranquilizarme para poder concentrarme y tratar de entender lo que mis primos proponían.. Al final, decidimos,  que lo más seguro sería encontrar un lugar donde ocultarnos. Vagamos por el pueblo buscando un escondrijo que ofreciera las condiciones propicias de un refugio.

Caminar por las calles adoquinadas y llenas de socavones se convirtió en un martirio pues íbamos descalzos. Nuestros pies acabaron lastimándose recibiendo todo tipo de arañazos y pequeñas lesiones.

Pronto dimos con un pequeño supermercado, parecía un edificio resistente y se hallaba situado en una pequeña colina rodeada de árboles en las afueras del pueblo. Desde el camino se podía apreciar que la luz estaba todavía encendida y las puertas abiertas, circunstancia que lo convertía en vulnerable ante un hipotético ataque del DIP.

Nos detuvimos delante de un pequeño cercado, era una especie de puerta mecánica de acero que se debía de abrir a distancia, no tuvimos ningún problema a la hora de saltar la verja…Subimos sin perder tiempo por la cuesta.

Tenía cristaleras en el techo y estaba construido en hormigón, destacaban unos gigantescos carteles que colgaban del techo, anunciando las últimas ofertas de la semana, era toda la ornamentación funcional de aquella superficie comercial.

A simple vista no había nadie dentro, en principio podía ser un buen refugio. Sorprendentemente, la puerta, estaba abierta y dentro las luces encendidas,  no nos extrañamos  y corrimos en busca de un teléfono.

Mi primo marco el 112 y por fin consiguió  realizar la llamada, nos atendió una teleoperadora del servicio y nos aseguró que en media hora nos enviaría una patrulla. Pero nos encontrábamos muy indefensos y media hora era demasiado tiempo, ahora tan solo quedaba esperar.

Cuando pasó la media hora y la patrulla seguía sin aparecer, pensamos que la mejor solución era atrincherarse en el supermercado, el aire acondicionado estaba demasiado alto y hacía un frío excesivo, los amplios ventanales que en circunstancias normales contribuían a crear un espacio abierto inundando de luz el local comercial, en aquel momento aparecían empañados por la humedad de la noche creando un efecto fantasmagórico.

En aquel lugar se percibía algo extraño y una enorme sensación de soledad me estremeció. Mi hermana se dirigió hacia las estanterías donde se exhibían para su comercialización los productos de consumo, y me extrañó ver que cogía unos zapatos.

Al ver que le dirigía una mirada inquisitiva me dijo con un aire rebelde que no se preocupó por ocultar:

-” Comprende que no podemos ir descalzos por ahí, no sabemos lo que nos espera, si salimos de esta ya volveremos y abonaremos la deuda”-

-” Ya,  y tambien deberíamos coger una mochila y comida, porque desconocemos lo que va a durar esto, y la patrulla no parece que dé señales de vida -” Respondí buscando su aprobación. Ella me dirigió una mirada y no dijo nada. Pero, mis primos que habían sido testigos de nuestra conversación me imitaron.

-"Parece mentira que con lo que está pasando, aún pensemos en comer"- Dijo mi hermana con una triste sonrisa mientras recorría la superficie en busca de la mochila. Yo la seguía, pero no podía evitar sentirme inquieta pues temía que aquella bestia apareciese de un momento a otro.

Cuando las encontró, cogió una para ella y otra para mí y con ellas nos dirigimos a la zona de alimentación para aprovisionarnos de comida. Mis primas siguieron nuestros pasos y también llenaron las suyas. Después las perdí de vista, cuando volvieron a aparecer vi que venían cargadas con todo tipo de cuchillos, me hizo gracia verlas tan decididas, por lo menos no se lo iban a poner fácil a la bestia demoníaca. Pero sabía que, en caso de enfrentamiento cuerpo a cuerpo, teníamos muy poco que hacer..

Estaba atenta a cualquier ruido extraño que se producía en el exterior y de vez en cuando dirigía miradas inquietas, esperando ver aquellos ojos fosforescentes flotando en el aire, era una imagen que jamás podría olvidar.

-” Me encanta ir descalza, como buena amante de la naturaleza que soy. Pero no sabemos que es lo que ocurrirá, si tenemos que huir adentrándonos en el bosque, ir descalzo puede ser un obstáculo ya que las piedras, lentiscos, barro y otros objetos difíciles son muy comunes. No quiero escapar con los pies llenos de contusiones, arañazos y cortes. Eso de que ir descalzo te conecta con las fuerzas telúricas de la naturaleza  y te hace depositario de una gran sabiduría, pues como que no me convence demasiado en estas circunstancias."-

Mi hermana es así, tiene la capacidad de bromear aunque nos encontremos en situaciones límite.
.
A continuación, iniciamos la exploración del local comercial, aunque sin perder de vista la entrada, aunque se respiraba una relativa tranquilidad. Cuando penetramos en el almacén, lo primero que llamó nuestra atención fueron los zapatos y las piernas de alguien que se encontraba tumbado en el suelo, medio oculto entre unas grandes cajas. Respiré varias veces y tuve que tranquilizarme antes de acercarme ante aquella persona que aparentemente estaba herida,

Cuando pudimos contemplarle totalmente, mis primas y mi hermana estallaron en gritos, agudos, estridentes, completamente descontroladas, y empezaron a correr despavoridas de un lado para otro en un intento por escapar de aquel horror. El corazón se me desbocó y sentí que las piernas se me doblaban por el pánico ante la evidencia, aquel hombre había sufrido un feroz ataque, una gigantesca mancha de sangre rodeaba a la víctima. Tenía un gigantesco desgarro en la garganta y una expresión desencajada y vidriosa en los ojos. Aquel pobre hombre había visto algo terrorífico antes de morir.

Nadie podía ocultar el terror que estábamos viviendo, angustiados y aterrados pensando que el asesino que había provocado aquella carnicería no podía estar muy lejos.

Los pelos se nos pusieron de punta, cuando escuchamos gruñir y ladrar en algún punto de aquel local, nuestros gritos cesaron de repente y, estremecida, sentí que aquel animal se volvía agresivo por momentos. Al final,  se escuchó un ruido estrepitoso, era el sonido inconfundible que emite una estantería al ser derribada. Aquello significaba que no estábamos solos. Sigilosamente, y con el alma en vilo, buscamos el interruptor y apagamos todas las luces los ruidos cesaron, pero al poco tiempo escuchamos un alarido que desgraciadamente conocíamos demasiado bien… Era el DIP, y se encontraba muy cerca de nosotros.

Mientras nosotras tratábamos de recomponernos de la impresión que nos había producido la visión de aquel hombre asesinado brutalmente, mi primo inspeccionaba la habitación apartando cajas y embalajes. Al final, dio con una puerta, debía de ser por donde entraba la mercancía que traían los transportistas para abastecer al supermercado, intentó abrirla suavemente para evitar que los goznes oxidados no rechinaran demasiado fuerte, alertando al DIP. Cuando por fin la abrió descubrió una vieja furgoneta arrinconada en una pequeña zona de aparcamiento, en un extremo, no nos iba a servir de gran ayuda porque faltaban las llaves.

Sin embargo, mi primo hizo un gesto como si de pronto si hubiese hecho la luz en su mente y, corriendo, volvió a meterse en la boca del lobo, buscó a la víctima y se inclino sobre su cuerpo, luchando contra el terror al ver en el estado en que habían dejado a aquel pobre hombre, se inclinó sobre el cuerpo ensangrentado y evitando mancharse registró entre sus bolsillos buscando las llaves… Nervioso e impaciente, no las encontraba, a pesar de que las buscaba con desesperación. Comenzó a sudar cuando sintió como se extendía por el cuarto el olor a podredumbre y descomposición, tan familiares. Entonces los nervios entorpecieron sus manos al tratar de encontrarlas. De pronto, sintió como si algo de gran tamaño de acercara trotando, levantó la cabeza aguzando el oído, tratando de visualizarlo entre las tinieblas.. Reanudó la búsqueda y al final dio con ellas… Con rapidez se incorporó, pues le había parecido ver los ojos fosforescentes en la oscuridad, clavados en su persona… Cuando se hizo visible, intentó correr tan rápido como sus piernas le permitían, pero se quedó estático viendo como la criatura infernal se relamía los colmillos. El DIP a pesar de que era cojo de una pata emprendió un carrera grotesca hacia él, emitiendo unos crujidos espeluznantes. Mi primo comenzó a retroceder, dando la media vuelta en el último momento para salir de la trampa mortal en que se había convertido aquel sucinto almacén, para alcanzar y refugiarse lo antes posible en el vehículo. Nosotros observábamos la extraña situación desde el exterior sin poder reaccionar.

Mi primo salió corriendo y cerró la puerta con brusquedad, dudando que pudiera resistir la acometida del DIP.

-” ¡¡¡SUBID, RÁPIDO - Gritó como un poseso- QUE NO CREO QUE LA PUERTA AGUANTE!!!”-

Obedecimos sin preguntar, éramos un grupo numeroso y, no sé cómo, pero entramos todos, los que no cabían en los asientos traseros ocuparon el maletero, que al pertenecer a una furgoneta era bastante amplio. Parecíamos piojos en compostura, pero qué importaba, lo importante era escapar de aquel lugar tan horrible sanos y salvos.

Tras varios intentos fallidos de encender el coche,  porque los nervios le traicionaban, cuando por fin se produjo el milagro.  El vehículo arrancó con todas sus revoluciones al máximo. En ese mismo momento, el DIP escapaba de su encierro, impactando brutalmente con la parte trasera, zarandeándonos e impidiéndonos con su fuerza seguir adelante, mientras emitía toda clase de sonidos infernales. Casi nos hizo volcar, pero la habilidad del conductor al volante lo evitó.

 Pero aquella  bestia inmunda no se dio por vencida,  en un corto espacio de tiempo se recompuso y  se nos echó encima, estrellando su cuerpo contra el capó, golpeaba una y otra vez, con  furia demoníaca contra el parabrisas del coche que ya empezaba a agrietarse por los sucesivos impactos.

 Los gritos despavoridos de mis parientes rivalizaban con los gruñidos de la bestia.

De pronto, sentí como un escalofrío recorría mi cuerpo cuando pude contemplar al otro lado de la luneta su asquerosa piel correosa dibujando sinuosamente toda la estructura ósea de su cuerpo,  como si fuera una momia.

En el interior del coche se escuchó un murmullo que revelaba todo el pánico que sentíamos y nos fuimos encogiendo en el asiento, como si quisiéramos desaparecer o, simplemente, tratando de mantener distancia con aquel ser del infierno,  sin dejar de gritar, casi hasta desgañitarnos, cuando vimos como los ojos fosforescentes de la bestia se clavaban en nosotros con un brillo fiero y se lamía los colmillos babeantes,
 . << ¡¡¡QUÉ HORROR!!!>> pronunció una de mis primas llorando con desesperación...

Me sentí aliviada cuando mi primo metió la primera, aceleró fuertemente para después frenar en seco, lo cual fue suficiente para librarse de aquel ser, que quedó inerme en el suelo, cuando se volvió a recomponer, después de todo ya estaba muerto, nosotros ya nos encontrábamos a prudente distancia. En el interior del coche se escuchó un profundo suspiro de alivio y mi primo, que agarraba el volante como si se le fuera a escapar, pronunció...

-" Si conseguimos salir de esta zona, nos salvaremos"- Murmuró para sus adentros, pero él no tenía ni idea de lo difícil que llegaría a  ver cumplido su deseo y, en ese momento,  apretando el acelerador a fondo, el vehículo salió despedido dejando la huella de los neumáticos dibujada en el asfalto...

Ya libres, en la carretera solitaria y como si en un momento desesperado intentara pedir clemencia dirigí mi mirada hacia el cielo en aquella noche de verano cálida y estrellada, la luna llena, redonda, me hizo olvidar el horror que nos acechaba e hizo volar mi imaginación hacia otros mundos y universos.



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